Esta gigantesca novela (obra de un autor que suele hacer novelas bastante gigantescas), cuyo titulo original es Carrion Comfort, publicada en 1989, es la clásica historia de monstruos cazadores de hombres, y de un grupo de personas que deciden tomar para si la responsabilidad de destruirles. De cazar a los monstruos. Y esto costara la vida a más de uno (AVISO: Simmons no se anda con tonterías, podéis encontraros con vuestro personaje favorito muerto a la mitad del libro tranquilamente). Pero una de las particularidades del libro es que los monstruos, en esta ocasión, son hombres y mujeres. Como tú y como yo. O casi. Camuflados entre nosotros, seres con una mente tan sádica que apenas cabe considerarlos de humanos, se alimentan de la muerte: pero no por sustento, no para sobrevivir. Por placer. Una novela digna de la histoires terribles de Clive Barker, un festival de sangre y muerte, una gigantesca partida de ajedrez donde las fichas son seres humanos. ¡Bienvenidos al juego más mortífero del mundo!
Empecemos por presentar un poquito al autor: Dan Simmons es
un autor estadounidense bastante prolífico, especializado en género de terror y
a veces ciencia ficción. Aparte de escritor, Simmons es profesor especializado
en literatura, y como tal, tiene en su base de datos una increíble cantidad de
conocimientos históricos o sobre grandes libros famosos, a los que a veces hace
referencias y guiños. Su obra más famosa es la cuatrilogía de Los cantos de Hyperion, una ciencia ficción
sin pelos en la lengua que no se corta nada a la hora de incluir aspectos
bastante terroríficos. Otra de sus obras más famosas es The Terror, que tiene una adaptación cinematográfica, una serie
rodada por la HBO.
Ahora bien: cuando antes dije este libro era una partida de ajedrez
gigantesca no me está tomando ninguna licencia artística al hacer esta reseña.
Simmons escribió verdaderamente el libro como una partida de ajedrez, dividido
en 3 grandes capítulos: Apertura, Medio Juego y Juego Final. Y las referencias
al ajedrez, a las fichas, y a la partida, están por toda la novela, otorgando
un ritmo intenso que va in crescendo
hasta el final. Dicho sea de paso, está mucho mejor hilado que en El ocho (1988) y El fuego (2008), por si a alguien le habían venido a la cabeza esas
novelas de “ficción ajedrecística”.
Explicación de la obra y breve resumen.
Bien, vamos por el principio, la novela comienza desde el
minuto uno con la premisa de que en el mundo existe una sub-especie de humanos,
o una estirpe antigua, no está claro, con una capacidad especial: son capaces
de someter a los demás usando la mente, convirtiéndolos en esclavos. Pueden
usar a cualquier persona como una marioneta y ver a través de ellos. Esto les
permite matar a cualquier persona sin estar presentes, y cargarle el crimen a
cualquier inocente. Además de este poder, estos seres, que más adelante serán llamados “vampiros de la mente” o simplemente monstruos o vampiros, son
perfectos psicópatas. No sienten ninguna empatía por nada ni nadie, disfrutan infringiendo
dolor y sembrando muerte, son criaturas de puro instinto, todo placer y
oscuridad. Y como sanguijuelas, se esconden entre la humanidad para a través de
sus marionetas satisfacer sus siniestros apetitos.
Si ya os ha atraído la novela, deteneos aquí. Con este resumen ES MAS QUE SUFICIENTE PARA SUMERGIRTE EN ESTA OBRA. Pero si necesitáis mas, a continuación voy a analizar la situación de la que parte la novela y presentar a algunos de sus personajes, pero habrá algunos spoilers. De todos modos no me extenderé mas allá de la pagina 150 aprox., cuando la novela queda definitivamente planteada (tranquilos, tiene casi 1.000 paginas, queda mucho sin contar).
Al principio conocemos a tres de estos monstruos, ubicándose la acción en EE.UU en el momento de publicación de la novela, esto es, finales de los 80 (1989, concretamente). Melanie Fuller, una de estas aberrantes criaturas, es una las principales protagonistas del libro, y paradójicamente, la única personaje cuyos capítulos viviremos en primera persona, lo que nos permitirá apreciar de primera mano los sentimientos y pensamientos de uno de estos seres. Melanie es una vieja arpía del sur de EE.UU, heredera de una fortuna sureña. Sus dos acompañantes, tan malévolos (o más) que ella, son Nina Drayton, una importante y estilosa mujer de negocios, y Willi Borden, un europeo de misterioso pasado (más adelante comentaremos que pasado) y actualmente, un prestigioso director de Hollywood. Por el contexto, extraemos que tienen entre 60 y 80 años, se conocen casi desde críos, y llevan unos 40 años mínimo reuniéndose para intercambiar las anécdotas de sus asesinatos y juzgar al campeón del año. Pero cuando Melanie anuncia en su última reunión, que ha decidido abandonar el juego, se desata una mortal cadena de consecuencias: esa misma noche Nina entra en acción e intenta asesinar a través de marionetas humanas a Melanie, quien se defiende, y en la batalla resultante, que se salda con la muerte de Nina y la huida y desaparición de Melanie (a quien seguiremos viendo en capítulos que se alternaran por todo el libro), un rastro de cadáveres que se han asesinado entre ellos cubrirá la ciudad y dejará muy desconcertados a la policía. La partida ha comenzado.
El sheriff Joe
Gentry, hombre inteligente aunque con sobrepeso, no sabe ni por dónde empezar,
y se unirá a Natalie Preston, una fotografía afroamericana cuyo padre fue una
de las víctimas de la batalla, y juntos comenzarán a alcanzar las respuestas al
conocer al doctor Saul Laski, un psicólogo judío especialista en la mente de
los psicópatas. Laski es un superviviente nato, y no solo porque sobrevivió al
Holocausto durante la II Guerra Mundial, pasando mucho tiempo interno en un
campo de exterminio hasta que logró escapar, y se unió a unos partisanos hasta el fin de la guerra. También conoció a esos monstruos,
concretamente al Oberst (coronel, en alemán)
Wilhelm Von Borchet, un oficial y aristócrata nazi, y aunque logró escapar con vida del encuentro, quedó tan
marcado que ha dedicado el resto de su vida a dar caza a ese monstruo y todos
los miembros posibles de su “raza”. Y tras tantas décadas (sin resultados), esta vez cree haber dado
con el rastro: Laski está convencido de que lo ocurrido es obra de esos seres,
y de echo descubrirán que Willi, el productor, no es otro que el Oberst, quien está bien escondido
preparando su jugada. Pero, ¿contra quién está jugando? ¿Contra ellos? ¿Un sheriff de pueblo, una fotógrafa negra y un psicólogo judío? No parece probable.
Simmons no tardara en mostrarnos la respuesta: y es que existen muchos mas miembros de esa extraña raza de los que Laski pensaba. Agazapado en
las sombras de las más altas esferas de los Estados Unidos, existe un temible
club social cuyo nombre algunos conocen, pero nadie dice: el Island Club. Sus miembros
y dirigentes son todos usuarios de ese extraño poder, además de personajes
clave del país: el jefe del gabinete de un senador de Maine; un famosísimo reverendo
y predicador con una enorme influencia en el mundo evangélico, con su propio
canal de televisión; el director del F.B.I.; etc. Y al frente de todos ellos un misterioso
hombre de negocios y multimillonario, cuyos tentáculos parecen no tener fin (incluyendo
la Casa Blanca): Barent. Son los hombres que al margen del partido que este en
la presidencia en ese momento, verdaderamente gobiernan la nación. Y usan sus
casi inagotables influencias y recursos para poder seguir satisfaciendo su hambre de
dolor y muerte sin preocupaciones, y poder llevar a cabo sus juegos enfermizos. Estos hombres, preocupados por las
actividades y movimientos de Willi/el Oberst
Borchet, llevaban tiempo siguiéndole la pista y vigilándole a través de espías
en sus círculos más íntimos, e incluso tenían comprada a su amiga Nina. Llegado un punto, decidieron dar orden a Nina para que matara a Willi, a quien tenían por un cabo suelto, y de paso a Melanie, tomándola por una anciana debilitada.
Lo que el Island Club no se esperaba es que el Oberst no es ninguna vieja reliquia decadente del Reich, es un usuario monstruosamente poderoso de la habilidad de control, y un hombre increíblemente astuto e inteligente, un jugador implacable y despiadado que pese a contar con muchísimos menos medios a su disposición y verse acosado y perseguido por las fuerzas de seguridad de medio país, será capaz de rivalizar y de echo marcar tantos constantemente a Barent y al Island Club, siendo la propia Melanie, aunque ella no lo sabe y cree que actúa solo para sobrevivir, una de sus fichas más importantes. Hacía mucho que el Oberst sabía de la existencia del club y de su vigilancia, si lo había soportado era para prepararse. La traición de Nina no le pilló desprevenido, y aprovechó la confusión para desaparecer mientras dejaba que Melanie (quien también es mucho mas peligrosa de lo que el club se temía) se viera obligada a defenderse y asesinara ella misma a la traidora. Ahora que la partida ha comenzado, su objetivo es vencerles para instaurar un juego mayor: la guerra completa y total. Un Age of Empires o un Total War pero con personas de verdad, perder un punto significaría una ciudad exterminada; razas enteras sometidas para su placer, por apuestas. El viejo coronel es un amante de la guerra, un depredador total y sin control; Barent desea la dosificación del dolor para mantener su buen estilo de vida, pero el coronel quiere la destrucción absoluta del mundo en una carnicería extática, un glorioso Ragnarok, donde él pueda satisfacer todos sus apetitos de golpe. Para quien lo haya visto, me recuerda mucho al Mayor de Hellsing, el villano final de la serie. Joder es que hasta es un nazi también. Y se le describe como un hombre algo gordito, no muy alto, sonriente, etc.
Todos morimos, peón,
lo que Herr Barent no entiende es que no hay razón para que el mundo nos
sobreviva.
En medio de toda esta situación, Natalie, el sheriff Gentry,
y el Dr Laski (entre otros personajes que irán apareciendo, como unos pandilleros negros; algunos de los cuales nunca llegaran a conocer el alcance lo que esta en marcha) intentarán detener a ambos grupos improvisando como puedan, y
tratando de demostrar “la fuerza de la hormiga”. Y es que su única oportunidad
es que, en la batalla definitiva entre el Oberst
y Barent, ellos no son considerados ni siquiera peones, apenas una mínima
alteración estadística en una gran operación, y podrán construir una estrategia
de ataque que quizás no vean venir.
En esta epopeya de sangre y violencia, Laski visualiza en el Oberst todo el mal del Reich, e incluso todo el mal de la humanidad, y centra sobre él su venganza por todos los miembros de su familia, de su raza, que fueron exterminados, y por todas las personas que sucumbieron a la crueldad de la humanidad. Su necesidad de vencer es tan grande porque solo a través de su victoria podrá creer que existe bien en el mundo, si no vence, querrá decir que “ellos” llevan razón, y la humanidad es solo violencia y sadismo. Laski, pese a su edad, es el arquetipo del vengador. Además, también es una referencia al Doctor Van Hellsing, de Dracula, el viejo erudito que guía y lidera al resto de cazadores de monstruos. Al igual que los protagonistas de la novela de Bram Stoker, tienen una responsabilidad: solo ellos conocen la existencia de estos seres, y es improbable que puedan convencer a nadie mas del peligro que suponen, así que solo ellos pueden pararles. Es su responsabilidad.
Los monstruos no
mueren. Tienen que ser exterminados.
Dos bandos. Dos jugadores. Un grupo de depredadores sin
piedad. Cientos de víctimas a la espalda cada uno. Y en medio, unas cuantas
presas tratando de revelarse contra el destino que les ha sido encomendado: ser
comida o vivir de rodillas. Puede que haya dicho que el libro es una gigantesca
partida, pero también es la historia de un alzamiento.