Segunda novela de la trilogía de Nacidos de la bruma, tras El Imperio Final, escrita por el gran
reformador de la fantasía y la ciencia ficción Brandon Sanderson, perteneciente
al superuniverso del Cosmere. Un nuevo libro adictivo y trepidante, con una
historia mágica y grandiosa, épica y plagada de misterios insondables que
retrotraen a un pasado mítico. Se publicó en 2007.
Al terminar el primer tomo, el
Imperio Final ha sido destruido, y la revolución skaa ha triunfado. El lord
Legislador murió en combate contra Vin, quien ahora es considerada el símbolo
de la rebelión y de la fuerza skaa, la nacida de la bruma que acabó con un dios
viviente. Además, todos los Inquisidores de Acero habitantes de la capital
fueron asesinados por Marsh, el hermano de Kelsier, convertido en un
Inquisidor, con sus poderes (pero leal a los skaa). Luthadel, capital del ya
caído Imperio Final, es ahora gobernada por una monarquía parlamentaria (con
representación skaa), con el rey Elend Venture al frente. Pero se pagó un alto
precio por esta nueva libertad: Kelsier, el Superviviente de Hathsin, cayó a
manos del Legislador. Su muerte fue la chispa que prendió la rebelión que
liberó a los skaa, su último regalo, y que hizo nacer su leyenda inmortal.
Bueno, ¿y ahora qué? El enemigo
final ha muerto en el primer libro, su imperio ha desaparecido, ¿qué historia
va a contarnos ahora Sanderson? Pues una historia aún más compleja. La historia
de lo que ocurre después de la muerte de un emperador inmortal cuasi divino y
del fin de su imperio gigantesco. ¿Cómo se administrará ahora el mundo, como se
dividirá, que nuevos poderes surgirán, que ocurre con las fuerzas que han
sobrevivido? ¿Que ocurre después del Colapso, la noche en la que todo terminó…y
todo comenzó? Esta es la novela de lo que ocurre cuando el final boss ha
muerto, cuando Sauron ha sido eliminado. Cargarte al villano central es solo el
principio.
Han pasado algunos meses tras el
Colapso, y en Luthadel las cosas no van todo lo bien que cabría esperar. La
población skaa en general está contenta con su nuevo rey, que les concedió la
libertad, pero por otro lado la nobleza se encuentra dividida. Algunos
reconocen la habilidad política de Elend, sin su intervención quizá todos los
nobles hubieran sido exterminados durante la revolución, además de que
pertenece a la familia más noble del caído imperio; pero otros se oponen a un
monarca que les ha arrebatado su derecho de dominio sobre los skaa, que ya no
los reconoce como los elegidos y gobernantes por derecho divino. Y la recién
nacida burguesía (el tercer estado de los tres del nuevo parlamento, junto a la
nobleza y los obreros skaa), skaas de alto rango que han prosperado con el
comercio, se encuentran en general más interesados en conseguir beneficios, que
en obtener libertades para el resto del pueblo. Elend, abanderado de la
honestidad y libertador de los skaa, ve doblarse su utopía ante la realidad de
una política convulsa y traicionera, plagada de corrupción, pese a la
destrucción del Imperio Final.
A esto se le suma que los terrenos
de su reinado, el Dominio Central, gobernando desde Luthadel, son relativamente
pequeños, se enfrenta a problemas de abastecimiento de comida, y una escasa
cantidad de tropas (apenas 20.000 soldados, muchos de ellos campesinos sin casi
instrucción) con las que enfrentar a las amenazas de un imperio desmoronado. Y
no tienen atium, el metal más poderoso que vuelve invencibles a los nacidos de
la bruma: las reservas secretas del lord Legislador que esperaban encontrar se
hallaban vacías, no se sabe dónde está toda la inmensa cantidad de atium que el
tirano se llevaba reservando 1.000 años. Pese a su triunfo frente a un enemigo
invencible, ahora se hallan a un paso del abismo.
El lord Legislador nos sometió durante mil años, pero ahora los skaa tenemos orgullo. Combatimos. Resistimos. Y morimos. Moriremos para demostrar que hay skaa que no se someten, que no dan un paso atrás.
Vin, nuestra protagonista
primaria, ahora se encuentra convertida en la nacida de la bruma más poderosa y
temida de la nación, aquella que mató al lord Legislador en su propio palacio
tenebroso, conocida por los skaa como la Heredera del Superviviente. Vin es la
figura central y sagrada de una nueva religión, la Iglesia del Superviviente,
construida sobre el sacrificio de Kelsier, y eso no la hace sentirse nada cómoda,
siente una enorme responsabilidad sobre esta gente que la considera su mesías.
Además, Vin es consciente de que
su posición como nacida de la bruma, su poder, y su leyenda por ser la que mató
al emperador inmortal, es un elemento disuasorio para que otros poderes no
ataquen Luthadel, y se toma en serio su papel. Dirige, a menudo personalmente,
la protección de Elend, patrulla a su alrededor como su propia bestia personal,
un ángel nocturno y sombrío que no permitirá que nadie toque al hombre al que ama.
Lloverá sangre y muerte sobre quien ose solo pensar en dañar al nuevo rey. Podemos
ver un lado más oscuro e implacable de Vin, una mujer ya consciente de sus
habilidades, y que sigue aumentando su propio poder. La nacida de la bruma sagrada de los skaa, la heredera de Kelsier, el arma mas temida del reino de Elend y su asesina personal.
Pese a la mutua devoción que Vin
y Elend sienten el uno por el otro, un amor férreo e incondicional, los
estreses de su día a día (el rey honesto sometido a la presión de la corrupción
y la mesías de una religión y arma personal de un nuevo reino), sumado a sus
diferencias, hacen de su relación una muy complicada y a veces dolorosa. Vin se
siente una criatura nacida para matar y para la batalla no merecedora de un
intelectual que ama a su gente como Elend, y Elend demasiado mundano para
alguien tan especial como Vin.
Tenemos que seguir viviendo, no importa lo difícil que sea. Venceremos
al final.
Estos son solo algunos de los problemas internos que enfrentan los protas, pero fuera, el mundo no se ha detenido, es más, ahora, finalizado el inmovilismo del último milenio, los acontecimientos se precipitan.
Por todo el viejo imperio, sin el
férreo control y temor al emperador, y con el Ministerio del Acero casi extinguido y su burocracia central fuera de juego,
han surgido múltiples luchas de poder entre distintos tiranos, batallas,
matanzas: todo el mundo quiere ser el nuevo rey, o un lugar en la corte que
aparente más poder. En el Dominio Septentrional, desde su capital de Urteau,
Straff Venture (padre de Elend y cabeza de la Casa Venture), se ha alzado como
indiscutible rey, gobernando con la mano de hierro que le caracteriza. Straff
es un déspota despiadado y un sádico, pero también es un estratega militar y
político nato, ha aplastado a sus enemigos, y ahora es el gobernante más
poderoso de la nación. Y con su ejército de 50.000 soldados, multitud de alománticos,
y puede que también nacidos de la bruma, ha asediado la capital de Luthadel.
Frente a Straff se alza otro tirano que ha asediado la capital al mismo tiempo: Ashwether Cett, noble más poderoso y nuevo rey del Dominio Occidental, con un ejército de 40.000 hombres. Únicamente el temor de que atacar la ciudad lo deje en una desventaja impide a cualquier de los dos señores de la guerra pasar al ataque inmediato, y los gobernantes de Luthadel deberán moverse en una línea muy delgada para bordear la situación. Esta es la terrible tensión que enfrenta la ciudad, tensión que al mismo tiempo los mantiene con vida.
Finalmente, desde el sur, un
tercer rey, un antiguo conocido de Elend que regresa desde su pasado más
despreocupado como noble del Imperio Final, también avanza lentamente sobre la
ciudad, al frente de un ejército de 20.000 koloss, unas terribles y sanguinarias
criaturas de combate, todo violencia y lucha, a las que solo les importa matar, unos seres capaces de sentir solo furia. Una guerra gigantesca llama
a las puertas.
Por último, no todas las amenazas
son tan mundanas y mortales. Sazed, en compañía de Marsh (quien tras su
transformación forzosa en Inquisidor se está volviendo cada vez más oscuro, y
persigue objetivos secretos fuera de Luthadel) ha descubierto que en el más
lejano sur, los Inquisidores supervivientes han abandonado su emplazamiento sagrado
en el convento de Seran, no se sabe con qué siniestro propósito, y que están
tramando algo. También descubre la narración grabada en tablas de metal de un
antiguo sabio terrisano, Kwaan, un forjamundos que predijo e identificó
al Héroe de las Eras, y su historia está ligada a Alendi (el supuesto Héroe) y
a Rashek, el porteador terrisano que lo asesinó y ocupó su lugar convirtiéndose
en el lord Legislador. Un peligroso enigma acecha esta historia, donde nada es
lo que parece.
Escribo estas palabras en acero, pues todo lo que no esté grabado en
metal es indigno de confianza
Por otro lado, Vin no descansa.
La profecía final del lord Legislador la atormenta día y noche: “No sabéis lo
que hago por la humanidad. Al matarme, os habéis condenado”. Vin tiene la
sospecha de que con la muerte del Legislador, su viejo enemigo ha despertado: la Profundidad. Esa antigua entidad que busca destruir toda vida, vencida por
el Legislador hace mil años. Y los indicios abundan: solo ella oye un latido
extraño y poderoso que parece llamarla, un espíritu de la niebla se le
manifiesta a veces, como una sombra entre la bruma. Las propias brumas son cada
vez más densas, y tardan más en disiparse con la llegada de la mañana, al
tiempo que comienzan a matar a algunas personas (lo que no debería ocurrir).
Algo antiguo está resurgiendo, y no tiene nada que ver con el peligro que
representan ni Straff, ni Cett, ni los koloss. Vin no quiere creerse
importante, pero no puede evitar pensar (como Sazed) que quizá ella sea la
llave de todo, y que la única solución pasa por esclarecer ese enigma ligado a
la tabla y a la historia de Kwaan, y hallar el mítico Pozo de la Ascensión.
Esto no ha acabado. Ni siquiera ha empezado todavía. El lord Legislador… fue solo un retraso. Un engranaje. Ahora que no está, nos queda poco tiempo.
¿Y si las brumas se están haciendo más fuertes? ¿Y si, al matar al lord
Legislador, destruimos también la fuerza que las mantenía encadenadas?
Sanderson definió a esta novela,
aun a día de hoy, como una de las más complejas que ha escrito, ya que se
trataba de su primera secuela. Debía enfrentarse a la tarea de cómo seguir la
historia. Y sale sorprendentemente bien del paso.
Algunas de los agujeros negros,
las lagunas en la historia del Imperio Final, de los tiempos en los que Rashek
ascendió para convertirse en el Legislador, se esclarecen. Contemplamos
criaturas nuevas, como los koloss, y comprendemos en mucha profundidad otras
que ya vimos en el primero, como los kandra. Los kandra adquieren protagonismo
a través de la figura de OreSeur, el kandra secreto ligado a Kelsier que fingió
ser el noble lord Renoux, y que ahora debe su lealtad a Vin. La relación entre
estos dos es uno de los puntazos del libro.
En esta segunda parte adquiere muchísima importancia ese pasado milenario que se asoma a los acontecimientos actuales. La auténtica historia de Alendi, el mítico Héroe de las Eras que nunca logró ascender pues fue asesinado; el pasado de Rashek (lord Legislador) y sus verdaderas intenciones; los temores que asolaron el alma de Kwaan, el forjamundos; los enigmas y misterios detrás de la Profundidad, las brumas y el Pozo de la Ascensión. Como diría Gandalf: “acertijos en la oscuridad”. Algo se acerca, cosas antiguas y cosas nuevas están cobrando fuerza, y el tiempo de los protagonistas se agota. Sazed (nuestro sabio historiador terrisano especialista en religiones) y Vin investigan incasablemente estos enigmas y todo lo que les rodea. Una vez más, como siempre en Sanderson, el poder de las religiones recubre todo el libro.
Mientras tanto, Elend debe enfrentarse a la realidad y el peligro de la corona. Un rey demócrata, sabio y utópico, intelectual, que solo se preocupa por su pueblo, enfrentado a la corrupción, el arribismo, la insurrección y al desobediencia por parte de aquellos a quienes pretende salvar; a la fuerza de tiranos implacables con ejércitos y recursos más poderosos que los suyos, como Cett, Straff y las tropas koloss. Deberá descubrir el verdadero precio que se debe pagar para gobernar, y sobretodo elegir si desea pagarlo. Deberá aprender a ser no el rey que le gustaría ser, si no el rey que su pueblo necesita que sea para guiarlos adecuadamente en semejante tempestad. Y deberá aprender cómo usar a la persona que más ama, a Vin, aquella a quien nunca querría usar, pues Elend esgrime el poder de la nacida de la bruma mas poderosa, un arma en toda regla, por fuerte que suene. No tenemos aquí la metáfora del mesías maravilloso y mágico que emerge de entre los condenados, Raoden, y su maravillosa e inteligente dama de corte, princesa y hábil política, Sarene, como en Elantris (2005). Aquí la elección es más dura, las consecuencias más cortantes y profundas. Quizá Elend deba abandonar al chico amable, bohemio, desarreglado y amante de los libros que era, y renacer.
Finalmente, volvemos a Vin. Una
Vin más poderosa, terrible, oscura. Ella misma se ha convertido en una deidad,
la Dama Heredera, depositaria del poder religioso que naciera entorno a
Kelsier, vicaria última de la Iglesia del Superviviente. Como una especie de
Moisés, ella ahora tiene un pueblo del que preocuparse, ella que nació en la
nada y nunca tuvo nada, y que hasta ser adoptada por Kelsier, apenas podía
preocuparse de nada que no fuera sobrevivir como pudiera. Ahora todos los skaa
son su pueblo, su responsabilidad. Una responsabilidad de la que, como Elend,
no puede escapar. Ella contribuyó, junto a su banda y a Elend, a liberar a los
skaa, y al igual que su amado rey, ahora sabe que son su responsabilidad. Los skaa ya no son
esclavos, se rebelaron, se han liberado (al menos en Luthadel, en otras zonas
no es tan fácil), pero aún son vulnerables, su libertad, frágil
Juntos: poder político y
religioso, gobierno y magia.
Al igual que la anterior, una
novela de fantasía de pura épica, gloriosa y a la vez retorcida, los plot twist
te dejan en el sitio. Directa y sencilla de leer,, llena de combates y criaturas geniales o terroríficas, adictiva, pero con mensaje
profundo. Un punto oscuro y gótico, con esa tierra siempre consumida por las
brumas nocturnas, que ahora se extienden cada vez más por el día y empiezan a
ser letales, bombardeada por una sempiterna capa de ceniza de unos volcanes
eternos. Una historia antigua apenas vislumbrada, siempre enigmática, dioses
decadentes caídos y humanos divinizados.
Habéis hecho algo grandioso…algo que será recordado durante siglos.
Se venden muchas ediciones distintas,
algunas bastante baratas, pero como siempre yo no puedo huir de la edición coleccionista.
Tapa dura, letras doradas, un gramaje de una calidad enorme, y eso que es Nova,
que de por sí ya es calidad. Unos mapas interiores a color y una tabla de
metales, esta vez una tabla ferruquimica (ya que la alomántica ya la tenemos en
el uno), y un montón de geniales ilustraciones.
Recomendación: total.