Tras 10 años de parón, la autora
de Los Juegos del Hambre ha sacado
esta precuela de su saga: Balada de pájaros
cantores y serpientes, publicada en 2020, con 587 paginas. Y sinceramente, mi opinión no es
muy buena.
La historia se ubica 64 años
antes del inicio del primer libro, protagonizada por el presidente Snow (el
libro es en primera persona, así que vemos todo desde la perspectiva de Snow) antes
de ascender al poder, cuando no era más que un joven ambicioso del Capitolio.
La novela comienza 10 años después del final de la Primera Rebelión y de los Días
Oscuros. Durante el primer alzamiento de los Distritos y la guerra de estos
contra el Capitolio, la ciudad capital fue asediada por la guerra y cundió el
hambre, los asesinatos, el tráfico y contrabando, habiendo miles de víctimas
entre la población de clase alta, quienes conocieron las penurias. Sistemas de
racionamiento, alimentación restringida, bombardeos aleatorios, etc. Toda la
pesca. Finalmente el Capitolio se alzó con la victoria tras someter doce distritos, y arrasar con armamento nuclear de alta potencia el Distrito 13, sin
supervivientes (los lectores de la saga saben que esto no fue exactamente así,
pero bueno). Como castigo contra los insurrectos, se instauran los Juegos del
Hambre.
La arena de los primeros 10 Juegos, ese anfiteatro medio ruinoso.
Los Juegos del Hambre de estos
tiempos no son como los que conocemos, se trata de un simple acto de
humillación contra los distritos, sin pizca de pompa ni boato. Un sacrificio
humano. Nadie disfruta viéndolos, ni los distritos ni el Capitolio, no son
entretenidos. Los tributos son trasportados en trenes de ganado llenos de
mierda y encadenados, mantenidos encerrados y arrojados a un anfiteatro normal y corriente,
como el Coliseo romano. Un espacio cerrado donde se matan en un rato y ya está.
Se televisa, pero para aumentar la humillación de los distritos, no hay
apuestas ni patrocinadores y sus regalos ni nada. Y el vencedor solo sobrevive, luego se le devuelve al distrito y hasta luego.
Sí es imposible acabar con la guerra, tenemos que controlarla de manera
indefinida.
Los Snow fueron en su tiempo una
de las familias más ricas y poderosas del Capitolio, pero el patriarca, Crassus,
un importante general, murió en la guerra. Con su muerte, en la familia solo
quedan su hijo Coriolanus Snow (nuestro Snow), su prima Tigris, y la abuela. Durante
la economía de emergencia bélica y la posterior situación de posguerra, los
Snow pierden todo acceso a casi cualquier tipo de ingreso, y viven en
prácticamente la inmundicia, la pobreza y el hambre. Se alimentan de lo que
logran conseguir y viejas conservas acumuladas, sacan el dinero de donde
pueden, y se aferran a lo último que les queda: la dignidad de lo que fueron. Mantienen
su pobreza en secreto, siguen viviendo en el lujoso piso en lo alto de un
edificio de clase alta, su abuela (la llaman abuelatriz) se comporta como si
fuera la abuela de Anastasia en la peli de dibujos (María Fiódorovna Románova creo que era) pero medio gagá y
muy fascista. Pero son unos muertos de hambre real. La única esperanza es que
Coriolanus Snow haga florecer su ambición y devuelva a la familia al lugar al
que pertenece.
Coriolanus Snow es un chico ambicioso y endurecido por la guerra, un superviviente, que ha visto como vecinos suyos han comido carne humana, inteligente y con mucha habilidad. Es uno de los mejores estudiantes de la Academia, una institución preuniversitaria para los miembros de la aristocracia capitolina (pese a que son casi unos vagabundos, se apañan ocultándolo), y destaca en manipulación y habilidad política.
En su último año de la Academia,
el Capitolio ofrece a los 24 mejores estudiantes de la institución una
prestigiosa oportunidad como proyecto final: se convertirán en los mentores
(como unos padrinos) de los 24 tributos de los Decimos Juegos, mientras
trabajan conjuntamente entre ellos y con los coordinadores del proyecto para
reformular los juegos y lanzarlos a un nuevo nivel. El Capitolio busca más
productividad, más visibilidad, que cale hondo y llegue más, que valga para
algo más; ahora que tras 10 años la guerra empieza a quedar atrás, una simple
humillación y sacrificio no vale.
El espectáculo ha comenzado.
Pero el decano de la Academia,
Casca Highbottom (creador de los Juegos), un hombre siniestramente amargado y
que guarda un fuerte resentimiento contra el prota que este no entiende de
donde viene, elige como su tributo al miembro femenino del Distrito 12, quien,
como siempre, menos opciones tiene de todo.
Pero Coriolanus no se deja amedrentar y recibe con una rosa blanca (las rosas son el símbolo de los Snow, y como sabe alguien que haya leído la saga, están siniestramente ligadas a este personaje) a su tributo, Lucy Gray Baird, quien, como pronto descubre, no tiene intención de dejarse morir. Lucy es una mujer valiente y astuta, pero lo más importante, es una artista. Una cantante y actriz excepcional, que desde el primer día empieza a ganarse el corazón de Snow y del Capitolio con su música, y al mismo tiempo impulsa las ideas del propio Snow sobre el potencial que tiene el poder del espectáculo.
Empieza por creerte que puedo ganar de verdad.
A partir de aquí el libro empieza
a configurarse, y voy a ser claro y evidente: si, se lían. Es romántico. A Snow
le pone la cantante de los distritos. Y progresivamente empieza a perder de
vista su deseo de ambición a cambio de conseguir salvar la vida de la mujer de
la que se está enamorando. Mientras tanto, los siniestros poderes que mueven
las altas esferas del Capitolio están observando los avances de los chicos de
la Academia, usándoles como un experimento social, y Snow está en el punto de
mira de la Dra Volumnia Gaul, la Vigilante Jefe de los Juegos y la mente detrás
del Estado, la mujer que mueve los hilos del gobierno y el ejército.
Problema de la novela: en primer
lugar usa muchas páginas para contar una trama bastante sencilla, y en segundo
lugar esta sobreazucarada. Que sí. Que se ponen. Ok. PROSIGA. Es muy meloso, y
además como mal, porque el prota no para de justificarse TODO EL RATO por todo
lo que hace. Si planta al medio amigo (que ya hablaremos de él porque OSTIA que
canso) porque lo planta, si ayuda a Lucy porque la ayuda, si no hace aquello
porque no lo hace. Es mu pesao. No sé al resto de lectores, a mi Snow en las
originales me molaba: era un viejo despiadado y un líder absoluto, pero no era
cruel, verdaderamente creía que lo que hacía era lo mejor para el pueblo, que
esos métodos del terror y ese sistema centralizado con una escasa minoría
acomodada eran el único método de supervivencia. Un tipo inteligente,
manipulador, y decidido. Este chaval es todo lo contrario, no decide una mierda
casi, es el juguete de la Dra Gaul casi todo el libro, y cuando no, es un pelele
romanticón haciendo manitas con Lucy Gray. No para de dar bandazos y apañarse
como puede mientras le llueven ostias hasta en el carnet de identidad, es un
llorica y un cobarde. Y apenas evoluciona, de pronto al final (EN EL EPILOGO)
parece que se ha vuelto despiadado y verdaderamente inteligente, pero sin
apenas contexto, es un “bueno, y se volvió malo”. Creo verdaderamente que
Suzanne Collins no se atrevió a sacarnos el origen de un verdadero villano, y
como sabía que era lo que tenía que vender, diseñó una novela para adolescentes
con un prota VAGAMENTE amoral. Muy vagamente, porque a veces es bastante
majete, y cuando no lo es, es un repelente pero inofensivo, no un cabrón totalmente
practico, pragmático y despiadado.
Tú eres mío y yo soy tuya. Está escrito en las estrellas.
Lucy Gray Baird por otro lado es
una especie de Katniss de Hacendado, también canta, y en vez de tener un arco y
una endiablada habilidad como cazadora y para repartir leña, actúa bien y
controla el espectro social (cosa que Katniss era una negada). Pero es cansa,
gana más por potra y por cosas ajenas a ella que porque ella fuera una
vencedora nata. ¿Os acordáis de la mujer de Finnick, que también es una
vencedora? ¿Annie Cresta? En la segunda novela se explica que Annie ganó porque
se escondió en los Juegos, y hacía el final hubo un terremoto, la arena se inundó,
y todos se ahogaron, menos Annie que como era del Distrito 4, sabía nadar. Solo
gana por eso. Esto no es muy distinto. Tiene frases y momentos guays, en plan idealista anarquista con su drama frente al Estado corrupto y terrible, pero vamos, no pega mucho como coprota en una novela asi, y con las premisas que tiene.
Encima los Decimos Juegos tardan
bastante en empezar, y después duran unas 100 páginas que encima, como los
vivimos desde la perspectiva de Coriolanus, los vemos desde una pantalla.
Los Snow siempre caen de pie.
Y tras estas 100 páginas tienes
varios cientos de páginas más de drama en el propio Distrito 12 que en fin.
Parece una especie de versión cutre de Bodas
de sangre de Lorca, mamoneo y traiciones amorosas y venganzas de sangre en
un pueblo abandonado.
Para completar este elenco
glorioso de personajes tenemos al rival-amigo de Coriolanus, Sejanus Plinth. La
familia Plinth eran la familia más rica del Distrito 2, tanto que través de su
dinero y su creciente industria de armas lograron comprar el acceso al
Capitolio, y pasaron a formar parte de su aristocracia (el Estado necesitaba su
dinero), pese a que las clases altas siguen viéndolos como unos intrusos.
Sejanus es un chaval (tiene la edad de Coriolanus, también está en el programa
de mentores) repelente de cojones y EXTREMADAMENTE moral, pero forrado hasta la
saciedad, que intenta hacerlo todo en plan súper bonito, y no para de llevarse
ostias y emmarronar a veces a Coriolanus, quien le suele salvar 50% por pena y
50% porque le interesa su dinero. No quiere participar en los juegos, se
enrabieta, llama monstruos a los altos cargos del Capitolio, tira pupitres….
Señor, suélteme el brazo. Es que tiene unos berrinches que son de flipar, en
serio. Se hace muy cargante. Y es así todo el libro. Coriolanus le odia en
secreto porque cree que él es quien debería tener esa posición y ese dinero, no
Sejanus, carne de distrito, pero pese a ello, están siempre juntos.
Lo mejor del libro son las conversaciones entre Coriolanus y la Dra Volumnia Gaul. Gaul es una científica especializada en el diseño de armas genéticas mortales: criaturas mutantes, animales mejorados, etc. Pero en general a la tía le mola todo el tema de la manipulación mediante el terror, y es la mano derecha del actual presidente y jefe de estado, y la líder en la sombra de Panem. De hecho, como la Vigilante Jefe, ella es quien dirige todos los eventos del libro, manipula a los mentores, aprueba las ideas que le interesan modificando los juegos, etc. Ejerce como la maestra autoimpuesta del prota, enseñándole la utilidad de los métodos brutales. La diferencia con el presidente Snow posterior es que Gaul si es una mujer cruel, disfruta con sus experimentos malévolos y produciendo daño, lo de fomentar la estabilidad de la nación es casi una excusa. Pese a ello es la mejor personaje de calle, y sus conversaciones con el prota son lo mejor de la novela de calle, transmitiéndole cómo funcionan los verdaderos hilos del poder. Gaul le demuestra incuestionablemente que las personas somos animales terribles y destructivos, y que aprovecharse de esa cualidad destructora es la única forma de mantener el orden. Le enseña el verdadero precio de la paz, y lo que es necesario sacrificar para conseguirla. Pero Coriolanus, pese a que comprende la retorcida lógica de la científica, mantiene su parcial visión idealista y no quiere pensar que ese sea el único camino, y se hace aún más evidente al estar azucarado por sus sentimientos crecientes por Lucy Gray Baird.
Coriolanus ya sabía lo que ocurría cuando no se tenía el control. Lo
que pasaba era el caos.
¿Qué clase de acuerdo es necesario sin queremos vivir en paz? ¿Qué
clase de compromiso social se requiere para la supervivencia?
En general toda la novela es una
obra que no se aclara, se mueve continuamente entre ser una novela dura sobre
el alzamiento de un Estado terrible y unos Juegos mortales siniestros y
malignos que encarnan el sacrificio de 23 chavales al año, y una novela adolescente
de romance con un puntito toxico (que está ahora muy de moda). Y el propio
Coriolanus más de lo mismo, no es claro. Cotninuamente a caballo entre ser el
hombre despiadado, inteligente, funcional, manipulador y pragmático en el que
se convertirá, y un joven enamorado con un rollito un pelín oscuro de novela
teen romántica, un tio mas o menos majo, pese a tener alguna arista. Lo que hace de este personaje un tipejo realmente repelente,
además de incoherente. Una vez más: Suzanne Collins no se atrevió a hacer lo
que tendría que haber sido una novela grimdark: joder, Panem es un estado de
hijosdeputa frívolos que televisan a 24 niños de clase baja asesinándose entre
ellos previo mostrarles a toda la nación en un programa a lo First Dates, dirigidos por una minoría
burócrata de cabrones despiadados. Y Snow es el hombre que dirigió con mano de
hierro ese país terrible durante como minimo 25 años (ya que en los 50º Juegos
del Hambre él ya era presidente), previó envenenar y destruir personalmente a
todos sus rivales (y envenenarse a sí mismo, de paso) y que diseñó el concepto moderno de
los Juegos, el hombre que encarnaba el Estado mismo, el ideal hobbesiano, la
cabeza del Leviatán. Y eso no sale por ningún lado, es un romance barato
espolvoreado con diferencias de clases, pruebas, una científica lunática y
peligrosa, y toques tóxicos. No le ves manipular y devolver el esplendor a
Panem a cambio de la sangre de los Distritos, no le ves reformar el ejército ni
escalar en los salones del Capitolios hasta hacerse con el poder. Le ves hacer
el Christian Grey con la chavala esa.
Si, si, durante la novela veréis
los gérmenes de muchos de los conceptos futuros de los Juegos: el vencedor que
lo recibe todo y accede a la Aldea de los Vencedores de su Distrito, las
apuestas y los patrocinadores, las entrevistas, convertir todo en un circo. Y también como se compuso cierta canción. Algunas escenas están chachis también. Pero no compensa.
Un último añadido: la tercera
integrante viva del clan Snow, aparte de Coriolanus y la abuela, es su prima
Tigris. Tigris diseña los estilismos de primera clase, las prenda de moda, etc.
que Coriolanus, como primogénito de la eminente y poderosa familia Snow, está
obligado a llevar para mantener las apariencias. Es una chica majísima, un sol
de chavala, no sé de donde viene con esa familia. La cuestión es que esa misma
personaje sale en el tercer libro de la trilogía original, Sinsajo, y es un a ex modista de éxito que antiguamente dirigió
todo el mundo de la moda y el estilismo del Capitolio, pero que termino
exiliada en un viejo taller, marginada y repudiada, por una disputa con Snow.
Tigris es una mujer que se modificó genéticamente a sí misma para tener rasgos
de tigresa, y de la cual sabemos que tiene un pasado de odio con Snow, que se conocieron
mucho pero algo pasó. Su odio por él, y su conocimiento de que en su intento de
crear un Estado seguro se ha convertido en un monstruo, es tal, que está
dispuesta a esconder al escuadrón de rebeldes dirigido por Katniss encargado de
asesinar al propio presidente, y de ayudarles en su misión. ¡Pues resulta que
es su prima, es una Snow! Cuando empiezas el libro y las ves allí, esperas que
veas ese motivo por el que se encabronaron, etc. ¡Pues no sale! Por ningún
lado, acaban igual de bien.
Bah. Le doy un 6 porque al final
es medio entretenida de leer, no está mal escrita, y tiene alguna frase y cosa
guay, pero vamos. Creo que realmente es más por nostalgia que otra cosa.
El espectáculo no se acaba hasta que canta el sinsajo.
En 2023 se estrenó una adaptación
cinematográfica con el mismo título, dirigida por Francis Lawrence. Está
adaptada de forma bastante fiel, y las actuaciones son majas, destacando las de
la Dra Volumnia Gaul por Viola Davis y al decano Casca Highbottom por Peter
Dinklage (Tyrion Lannister). La peli es medio musical, Lucy Gray Baird se pasa
media película cantando, lo cual es coherente, porque en el libro es parecido. Pal caso, sale mas rentable verte la pelicula, y eso que son dos horazas y media, que leerte las casi 600 paginas de libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario