Después de casi un año sin
publicar he decidido lanzarme al ruedo otra vez, me ha dado como el gusanillo.
Esta primera novela para regresar
es El problema de los tres cuerpos, del escritor chino Cixin Liu (劉慈欣), aunque la forma correcta de escribirlo con nuestro
alfabeto seria Liu Cixin (ponen el apellido primero). Se trata de la primera
novela de la trilogía El recuerdo del pasado de la Tierra, aunque comúnmente,
como ocurriera con otras sagas como Panem de Suzanne Collins o Canción de Hielo
y Fuego de George R.R. Martín, se la conoce por el nombre de su primer libro: La
trilogía de los tres cuerpos. Esta primera novela se publicó en 2006.
Esta primera obra comienza en la China de 1967, durante uno de los periodos más convulsos de la República Popular China y del gobierno de Mao Zedong: la Revolución Cultural. En un ambiente absolutamente politizado y polarizado, de un extremismo político y comunista que raya en lo religioso y lo absurdo (se llegó a pretender prohibir girar a la derecha en el código vial, por su supuesto simbolismo, y no es broma ni ficción, aunque no cuajo), se da una persecución sistemática de toda persona mínimamente sospechosa de ser un enemigo del comunismo. Los científicos no escapan de esta persecución, castigándose, humillando, condenando y hasta ejecutando a cualquiera del que se creyera que sostenía pactos con el enemigo capitalista y occidental, por razones como que una ley o teoría física contradiga por simbolismo algún axioma político del comunismo (si, mezclar el pepino con la velocidad, pero así estaba el ambiente), o enseñar las teorías de académicos de EE.UU.
En este contexto, el doctor en Física de la Universidad de Tsinghua (Pekin) Ye Zethai muere por estos motivos, negándose a agachar la cabeza, durante su juicio público, ante los ojos de su hija Ye Wenjie, una reconocida y joven doctora en Astrofísica. Ye Wenjie sobrevive a la Revolución Cultural marcada como figura sospechosa, siempre bajo vigilancia y por tanto limitada laboralmente, una marginada. Y esto no podía importarle menos en realidad, puesto que esos primeros días de la Revolución y la muerte (asesinato) de su padre provocaron el fin de su ilusión por la raza humana y de la vida, confirmándose para ella que no somos más que una especie que destruye todo lo que la rodea, y que incluso se fagocita a sí misma. Cuanto ve desde aquel día, el ansia de la Republica por consumir recursos naturales e industrializarse a un ritmo deshumanizante para las personas, y destructor para el medio ambiente y el planeta, no deja de confirmárselo.
Era posible que todos los actos
de la humanidad en su conjunto fueran malignos, que la maldad fuera la esencia
del hombre.
Nuestra sociedad es incapaz de prosperar por sí misma, necesitamos la intervención de una fuerza externa.
Se convierte desde aquí en una mujer silenciosa y nihilista, desilusionada y casi apática, una sombra de sí misma, hasta que un día, casi por accidente, acaba formando parte de los entresijos de un misterioso proyecto secreto chino llamado Costa Roja. Proyecto del que formó parte más de dos décadas, aislada en la cima de la montaña donde estaba la base de investigación, y que, eventualmente, cambió el mundo, la historia, y la humanidad, para siempre.
Pero de lo que rodea a Costa
Roja, los objetivos de su investigación y sus logros, y la historia Ye Wenjie
dentro de él, no te enteras hasta la mitad del libro o más, así que vamos a
dejar esa trama aquí. El autor cambia la narración a la actualidad, más de
40 años después, y tenemos como protagonista a Wang Miao, un investigador
experto en nanomateriales, campo en el que está realizando importantes avances
tanto en investigación como en producción. Wang enseguida descubre que extraños
eventos están tomando parte en el campo de la ciencia y la física, y que todos
los científicos del mundo y quizá toda la humanidad, llevan tiempo inmersos en
una guerra secreta que puede que destruya todo lo que conoce, todo aquello
sobre lo que creía tener seguridades. Desde hace varios años, y de forma
exponencialmente creciente, los científicos de todo el mundo se están suicidando,
algunos de ellos dejando misteriosos mensajes: las autoridades internacionales
han comenzado a entender que no es un evento fortuito, y que quizá haya una
mano oculta dirigiendo estos acontecimientos. ¿Pero cómo están forzando a
quitarse la vida a decenas de las mentes más preclaras del mundo?
Desde el punto de vista evolutivo,
¿la ignorancia de la humanidad suponía una ventaja o un obstáculo?
Una vez desvelados los misterios más
profundos del Universo, ¿sería la humanidad capaz de seguir existiendo?
Wang empieza a entrar en contacto con distintas fuerzas y personas, cuyas tramas el autor pasa a contarnos en un tercer nivel narrativo. Documentos de un viejo proyecto chino, transcripciones de interrogaciones,… Y la autobiografía de un matemático solitario y ensimismado, y de cómo su obsesión intelectual (un mero enigma matemático sin apenas aplicaciones prácticas), contra todo lo que pensaba, puede cambiar todos los acontecimientos que se están precipitando.
En cuanto Wang entra en esta misteriosa y mortal trama, lo peor no es el peligro al que se enfrenta, si no descubrir que aquellos que se esconden tras los acontecimientos parecen esgrimir un poder que desafía cualquier ley de la física. Se están sucediendo eventos para los que solo cabe una conclusión: las leyes físicas no poseen autentica validez, han vivido todas sus carreras engañados por una ilusión de conocimiento que nunca ha sido real, y por tanto sus vidas jamás han tenido sentido.
Una fuerza inimaginable está matando a la ciencia.
Y mientras esto sucede, Wang
empieza a jugar en un extraño videojuego de realidad virtual que parece
extrañamente conectado a todo lo que está sucediendo. Un juego donde debe
desentrañar cual es el motivo por el que una versión alternativa de la Tierra
pasa de forma aleatoria, caótica, e impredecible, de eras estables donde la
vida puede desarrollarse a eras inestables (frio glaciar o calor abrasador)
incompatibles con la vida, donde la humanidad debe hibernar hasta la siguiente
era estable.
La novela, como se puede deducir, pertenece al sub género de ciencia ficción dura, caracterizada por la abundancia de elementos científicos, y la coherencia con las leyes de la ciencia y la física, utilizando y enunciando, de forma divulgativa, teorías, leyes etc. reales. De hecho el nombre del libro y una de las claves de la obra se refiere al problema matemático de mecánica celeste y física del mismo nombre. Cita a Arthur C. Clarke (uno de los sacerdotes de la ciencia ficción dura, ya fallecido) como uno de sus principales influencias, y de hecho pueden encontrarse varios paralelismos con El fin de la infancia (1953), Cita con Rama (1973) o 2001: Una Odisea en el espacio (1968). Esa forma de reflejar el espacio y los misterioso de la ciencia mediante una especie de belleza desoladora, una hermosura que supera el tiempo y el espacio, la comprensión humana. También puede observarse mucho a Carl Sagan (máximo promotor del proyecto SETI), no solo por su novela Contact (1985), si no por algunas de sus otras obras de no ficción, como La conexión cósmica (1978).
Nunca olvidare las silenciosas
noches que pase escuchando en los auriculares el débil murmullo del universo.
Era débil pero constante, y parecía más eterno que las propias estrellas.
Al mismo tiempo, no refleja la tranquilidad, calma y positividad ante todo de Clarke y Sagan, se desmarca de eso; Liu es el hijo de un periodo sangriento (la Revolución Cultural), y lo vuelca aquí, extrayendo ese instinto más reivindicativo y guerrero de George Orwell (Rebelión en la granja o 1984). La obra es trágica, posee un componente tétrico, y puedes entender el sentimiento de venganza contra la humanidad que invade a algunos de sus personajes. En parte ese coctel la hace más hermosa.
¡Nos espera el más completo olvido!
¡La raza humana es monstruosa!
Acorde a un estilo de ciencia
ficción dura, en parte se desentiende de intentar desarrollar exhaustivamente
la personalidad y perfiles de sus propios personajes (con una o dos notables excepciones
muy interesantes), y algunos de ellos son casi arquetipos, para contarnos esa
trama cósmica y científica, que es el verdadero interés de la obra. Pese a
ello, el nivel de pluma de Liu es más que suficiente para mantenernos
enganchados a la obra, es amena y bien escrita, y al contrario que algunas
obras de Clarke, como Regreso a Titán (1975), 2061: Odisea tres (1987) o 3001:
Odisea final (1997), no sientes que sea una mera excusa mal hilada y ridícula para
contarte las pajas mentales de científico del autor.
La obra continua con El bosque
oscuro (2008) y El fin de la muerte (2010), y una obra que puede entenderse
como precuela (comparten algún personaje y hay alguna referencia cruzada), La
esfera luminosa (2005). Finalmente, otro autor chino, Baoshu (seudónimo de Li
Jun), sacó una secuela de la saga que Cixin Liu autorizó: La redención del
tiempo.
El problema de los tres cuerpos tiene una adaptación china de 30 capítulos que a mí me está pareciendo increíble, llamada Three Body, pero no ha llegado a occidente, que yo sepa no se emite en ninguna plataforma de las clásicas, pero es fácil encontrarla si se googlea, en webs como Viki (por ejemplo en este enlace), subtitulada al español y todo. Además Netflix está preparando una adaptación propia que sale después de verano, con una narración más occidentalizada (aunque seguirá contando, creo con muchos actores asiáticos).
Su autor, Cixin Liu, es un
ingeniero informático que trabaja en la central eléctrica de Yangquan, en la
provincia de Shanxi, nacido en 1963. Se especializa en reflejar el rol de China
en el futuro, utilizando como canal conductual la ciencia ficción dura.
Los insectos jamás han sido vencidos.