Gideon la Novena, obra de Tamsyn Muir, es una de las novelas (y sagas, dado que pertenece a una) más rompedoras, originales y alocadas del panorama internacional de literatura de ciencia ficción y fantasía adulto-juveniles. Publicada en 2019, se trata del primer tomo de la Tetralogía de la Tumba Sellada, aun sin terminar (solo lleva dos), saga que está revolucionando al fandom y atrayendo a cada vez más lectores (y premios). Se ubica más o menos dentro del marco de la ciencia ficción y el terror, acompañada de un fuerte acento gótico.
La saga comienza en un futuro
Sistema Solar (no está confirmado, pero es lo que suponemos) donde hace diez
mil años toda vida fue exterminada, en todos los planetas, no sabemos por qué (¿se
apagó el Sol? Ni idea). El actual emperador, y el único (es inmortal), el
primer nigromante, el Divino Nigromante, el Rey de las Nueve Renovaciones, el
Nigrolord Supremo, puso en marcha la Resurrección, y devolvió la vida a los
planetas (en parte al menos), y se creó el Sistema de las Nueve Casas, el Imperio
Nigromántico que tenemos en el libro. Cada planeta fue otorgado al gobierno de
una Casa noble, y el propio planeta recibió el nombre de dicha Casa: la Segunda
Casa, la Tercera Casa, la Cuarta Casa…así hasta la Novena Casa. Cada planeta y
Casa tiene unas funciones específicas, y se especializa en unas ramas concretas
de la nigromancia, y estos nigromantes se convierten en los máximos gobernantes
del Imperio. De hecho hay muchos, es un sistema imperial mágico basado en la
nigromancia. Mientras esto sucede, la Primera Casa, que suponemos que es la
Tierra, permanece como tierra sagrada y prohibida, habitada solo por unos pocos
sirvientes personales del Emperador, y totalmente incomunicada. Finalmente, el
propio Emperador no vive en la Primera Casa, y se mantiene en órbita en su
buque insignia, controlando su imperio, acompañado de sus ocho lictores, sus
ocho discípulos y guardias personales, de un poder gigantesco e inmortales como
él mismo.
Durante estos diez mil años, el
Imperio se ha extendido por otros planetas del universo, usando la energía de
la nigromancia, utilizando una mezcla de alta tecnología (naves espaciales,
sistemas de mantenimiento vital muy avanzados, etc.) y nigromancia. Cada
nigromante de alto rango tiene un caballero que marcha siempre con él, armado
con una espada tipo estoque, y lo protege del daño físico mientras efectúa su
magia. El ejército imperial se llama el Séquito, y esta habitualmente dirigido
desde la Segunda Casa, pese a que cualquier persona de las Nueve Casas puede
ingresar en él, ya sea como soldado de infantería o como nigromante.
Me he molestado en explicar todo
esto porque uno de los escasos “defectos” del libro, es que su autora te lanza
sobre este universo sin paracaídas ni nada, y captar el worldbuilding puede
resultar algo complejo.
La historia empieza en la Novena
Casa, el más alejado de los planetas (¿Plutón?), un páramo muerto y sin vida,
con pocos habitantes, que existe en la parte subterránea del planeta, un
ambiente siempre oscuro y recargado. Se les conoce como los Guardianes de la
Tumba Sellada, dado que esta Casa nació con el objetivo de preservar y vigilar
ese lugar, la Tumba del mayor enemigo del Emperador, aquel que jamás debe
despertar. Durante diez mil años apenas han mantenido contacto con el resto del
Imperio, existiendo siempre aislados y marginados, considerados como unos
herejes peligrosos por su adoración fanática a la misma Tumba, y a ciertas
creencias entorno a la muerte y a una religión muy oscura, en vez de al
Emperador. Es un pozo de fanáticos. Con los años se ha convertido en un lugar
que solo alberga esta comunidad religiosa, además de algunos exiliados de otras
partes del Imperio. También tiene una prisión donde envían a los criminales de
todas las Casas a languidecer y morir.
La protagonista es Gideon Nav,
una joven espadachina huérfana, que sueña con escapar de ese lugar y unirse al
Séquito. Gideon ha pasado toda su vida en un constante duelo de putadas y
trastadas (bastante dolorosas) contra su archinémesis y la única otra chica de
su edad, Harrowhark Nonagesimus, la Reverenda Hija de la Novena Casa, su
heredera en el gobierno, y una nigromante excepcional, especializada, como toda
su Casa, en magia osea (control de huesos, levantamiento de esclavos
esqueletos, y cosas muy pero que muy tochas).
- No serías capaz de deletrear la palabra “compromiso” ni aunque te
metiese las letras por el culo una a una.
- Joder - dijo Gideon - cuanto me alegro de que nunca me hayas enseñado
a deletrear.
Gideon es otra genio, en este
caso en el manejo de la espada, concretamente del mandoble a dos manos, además de
una joven malhablada, irrespetuosa (sobretodo, con todo lo relevante a la Novena,
que le trae sin cuidado), irónica, independiente, a veces graciosa, y una
declarada lesbiana. Desde el primer párrafo se hace referencia a su colección
de revistas porno, y todo el libro se lo pasa fijándose en lo guapa que es una,
en las tetas de la otra, etc. Harrow, por otro lado, es lo que esperas de una
nigromante heredera de un erial de muertos y de una religión que idolatra la
muerte, siempre de negro, con adornos de huesos por todo el cuerpo, la cara
pintada de calavera, esquelética, manipuladora, intrigante, misteriosa, sádica,
malvada, ambiciosa, etc. Una zorra gótica en toda regla. Aclaro que soy team
Harrow desde el principio. Y las dos están unidas por un doloroso y misterioso
secreto, cuyos límites la propia Gideon ni siquiera conoce. Un secreto que ha
marcado la vida de ambas para siempre.
Gideon siendo muy guay. Fanart por BlackSalander.
Cuando un mensaje del Emperador
llega a su planeta, la vida de ambas cambia de forma irreversible: el emperador
necesita nuevos lictores, y el heredero de cada Casa, acompañado de su
caballero/a, es reclamado a presentarse en la Primera Casa para superar las
pruebas y ascender a lictor. Harrow necesita esa posición para revivir su Casa
agonizante, pero no puede lograrlo con su caballero oficial, que es un inútil, así
que pacta con Gideon para que se convierta en su caballera, a cambio de que
después pueda elegir el destino que quiera.
Juntas acudirán a la Primera
Casa, al palacio sagrado del Emperador, la Morada Canaan, habitado solo por
unos cuantos esqueletos sirvientes (de unos movimientos increíblemente fluidos
y naturales) y tres sacerdotes. Al frente de este exiguo servicio se encuentra
uno de esos tres sacerdotes, que se hace llamar el Preceptor, y el cual no les
da ninguna pista acerca de cómo o cuando van a comenzar las pruebas, simplemente
les deja a su aire por la Morada y se desentiende.
Harrow y Gideon deberán aprender
a mantener apartadas sus diferencias y trabajar en equipo, explorando ese
palacio ruinoso plagado de misterios y secretos, algunos de ellos
extremadamente peligrosos. Un palacio que más bien parece una tumba gigantesca.
Y mientras lo hacen deben estar atentas, no solo a los peligros que les
esperaban en la Morada, si no a las otras parejas de las Casas, todas ellas
compitiendo por alcanzar el rango de lictor. La mayoría parece conocerse entre
ellas, todos ellos representantes de la nobleza de sus lugares de origen, pero
nadie sabe nada de las misteriosas adeptas oscuras de la Novena (además van con
todas las pintas, de negro y maquilladas de esqueleto y todo, súper góticas), y
casi nadie parece fiarse de ellas.
Tanto ella como Harrowhark aparecieron, magníficamente ataviadas con sus
vestimentas de la Tumba Sellada, pintadas como calaveras vivientes, con aspecto
de imbéciles.
Paralelamente, aprenderán a
confiar la una en la otra, y descubrirán algo en su relación que siempre había estado
ahí, pero en donde nunca habían querido mirar. El toma y daca de odio, mala
leche y pullitas entre las dos, pero con una mecánica sorprendentemente
funcional, es para mearte de risa.
-¿Quieres un pañuelito? -murmuró Gideon con voz ronca.
-Lo que quiero es ver cómo te mueres.
De una forma similar a la novela Diez negritos, de Agatha Christie, los
personajes se ven atrapados en un lugar aislado sin posibilidad de pedir
rescate, y cuando uno a uno empiezan a ser asesinados brutalmente, no les
quedará más remedio que resolver el misterio de que o quien les está dando
caza. Misterio que puede estar relacionado al enigma acerca de cómo alcanzar la
posición de lictor y cuáles son las misteriosas pruebas que se les han
reservado.
La propia Morada Canaan,
gigantesca, decadente y abandonada, recuerda, intencionadamente, al gigantesco,
solitario y deshabitado castillo de Gormenghast, escenario principal de la Trilogía de Gormenghast de Mervyn Peake.
Es una novela divertida y
entretenida, con un buen ritmo: aunque al principio tarda un rato en entrar en
calor, una vez lo hace no se detiene, en una cascada de acontecimientos cada
vez más truculentos. El mundo planteado y su sistema mágico es muy original, la
magia es diferente a la que solemos contemplar en otras novelas, una magia que
funciona con un equilibrio de energías de vida y de muerte, presentadas a través
de una exposición científica que casa perfectamente con la estética de ciencia
ficción. Estéticamente elegante y gótica, con personajes más que interesantes y
muy bien desarrollados y formados, y no lo digo solo por las protas, el resto
molan bastante también. Desarrolla una atmosfera tensa y opresiva, en ese
palacio decadente, que te envuelve y te sumerge mucho en la novela, forzándote a
querer leer más y más. Además, la utilización de los neologismos del lenguaje
propios del siglo XXI hace de esta una lectura natural, y convierte a sus
chistes en mucho más divertidos. La propia autora definió la obra con las
siguientes palabras: “el viaje de la heroína para convertirse en una necrosoldado
cachitas espacial acaba prematuramente cuando una bruja gótica y plana la mete
en los juegos del hambre”.
Pareces una momia, todo pellejo y nada de músculo.
La combinación de humor, terror,
ciencia ficción y fantasía es muy original y funcional, recomendable para
cualquiera que guste leer algo diferente. Muir a veces llega a utilizar un estilo
descriptivo y oscuro recargado y elegante que raya en lo lovecraftiano, mas aún
teniendo en cuenta el ambiente de nigromancia y muerte que rodea la novela,
pero que equilibra adecuadamente con un tono irreverente e incluso mezquino. Cualquier persona a la que le guste el gotiqueo y el rollo oscuro se sentirá como en casa leyendo este novelón. Además,
es una novela de amistad, de lazos fraternales, de compañerismo, pero contada
desde una perspectiva distinta, más revolucionaria, pero no por ello menos
tierna que otras, sino que incluso más.
Para su inspiración, Muir pica un
poco de todas partes. Diez negritos de
Christie, Gormenghast de Peake o HP
Lovecraft son algunos de sus ejemplos. También se inspira bastante, o esa
sensación me da a mí, en el ambiente, la estética y la atmosfera de Alien, el octavo pasajero (1979): algo
les está cazando; y en general, en todo el estilo cyberpunk de Ridley Scott y
HR Giger. Naves espaciales pero con un entorno gótico y oscuro (calaveras,
cuerpos desmembrados), no el estilo aséptico de otras obras de ciencia ficción.
Finalmente, la autora nos entrega
una gran cantidad de caballeras y nigromantes femeninas, más que hombres, dando
la vuelta a este efecto de la literatura juvenil, y haciendo una visibilización
de protagonistas LGTBI. Y no una lesbiana tímida que
simplemente deja caer algún detalle de que lo es. No. Gideon tiene revistas eróticas,
se fija en otras mujeres y la autora nos lo transmite, y usa expresiones como “ponerse
burra”. Es descrita por Muir como una lesbiana butch. Y no es el único personaje LGTBI que aparece. Yo seré del
equipo Harrow, pero te partes con Gideon, es súper diver. Lo queer ha llegado a la literatura juvenil, y su
vanguardia está formada por soldados esqueleto dispuestos a arrasar a los
machirulos
Y aquí no acaba lo queer. En todo el sistema necromántico de las Nueve Casas, ni en la novela en general, la orientación sexual no importa en lo más mínimo. A nadie le importa en lo absoluto quien te atraiga, que es exactamente el futuro con el que sueña Tamsyn Muir. Lo mismo con el tema de las mujeres: pueden acceder exactamente a los mismos cargos que los hombres, no existen distinciones de género, ni diferencias. No existe el sexismo. Hay caballeros y caballeras, y herederos y herederas de Casas. En algunas de las parejas ambos son hombres, en algunas ambas son mujeres, en algunas la heredera es mujer y el caballero un hombre, y en algunas el heredero es hombre y la caballera mujer.
Su autora, Tamsyn Muir, es una
escritora neozelandesa (pese a que nació en Australia, pero se mudó a Nueva Zelanda
con nueve o diez meses) titulada en Educación y formada como escritora en el
Clarion Workshops, un taller de seis semanas para escritores de fantasía y ciencia
ficción. Vive y trabaja con su esposo en Oxford, y se define a sí misma como
lesbiana. No se conoce exactamente la naturaleza de su matrimonio con un hombre
siendo lesbiana, ya que hace pocas revelaciones sobre su vida privada, pero
parece ser que le considera su mejor amigo y alma gemela y esta es la relación
que les une.
Gideon la Novena ha recibido una aclamación brutal por la crítica,
por los fans, y por gran cantidad de instituciones, revistas, y periódicos,
incluyendo la Forbes, que la sitúan
como una de las mejores y más importantes novelas del 2019 y de la década.
Ha sido publicada en España por
Nova, con lo cual toca desembolsar una cantidad respetable por ella (Nova es
cara), casi 24 euros. Pero merece la pena, y la portada es genial. Su segunda
parte, Harrow la Novena, ya está
disponible y se supone que en 2022 sale la tercera parte. Yo no tardare en
comprarme la segunda, y la tres espero que sea traducida.
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