Transcrepuscular (2017).
Antisolar (2018).
Subsolar (2020).
La saga de Los ojos bizcos del sol es… Probablemente una de las mayores ideas
de olla que he leído. Y quizá una de las mayores genialidades. Y también una
macarrada de proporciones mayúsculas, y quizá un ME LA SUDA por parte del
autor. Me la suda a quien pueda gustarle, me la suda a quien no, me la suda la
opinión, me la suda todo. En el pasado he considerado obras que se las daban de
este rollo pasota y plusmodernista como verdaderos bodrios, intentos
publicitarios de llamar la atención sobre un producto en realidad mediocre,
gritos de un inmerecido y mayúsculo ego de sus autores, y no voy a mencionar un ejemplo que me viene a la cabeza. Farsas.
Pero en esta ocasión creo que no es así. Creo que ese ME LA SUDA es de verdad
la opinión y el sentimiento de este autor, creo que su ego mayúsculo (que lo
tiene) es merecido, pues creo que en esta ocasión esta obra si es algo digno,
algo transgresor, algo… increíble.
Los libros nos ubican en una versión
alternativa (o quizá futura) de la Tierra, en la cual el planeta no rota sobre sí
mismo. Esto produce que el planeta enseñe continuamente una cara al sol,
abrasada y eternamente luminosa, llamada el Desierto del Mediodía. Un páramo de
arena perpetua, habitada por escorpiones de arena gigantes y un crisol de
sociedades humanas asalvajadas y agazapadas en cavernas y restos de agua, la
mayoría de la población son bandidos y criminales, en continua lucha por
sobrevivir. La cara reversa, por el contrario, siempre está en penumbra,
congelada, estéril, oscura, muerta,
conocida como el Agujero del Mundo. Un lugar donde la vida es imposible, el
frio destruye todo lo que se acerca. Y en medio, el Circulo Crepuscular, una
franja de terreno que rodea el planeta, de clima tibio, gobernada por una
confederación de ciudades y potencias independientes en un complejo sistema de
alianzas y relaciones. El viaje de esta saga abarca una de las tres regiones en cada libro.
El astro rey tiene un ojo un fulminante, otro somnoliento y el tercero
ciego, pero bizcos y hambrientos los tres. Un ojo para cada plano del mundo de
los hombres: el Desierto del Mediodía, el Agujero del Mundo y el Circulo
Crepuscular.
Hasta ahora puede parecer un
argumento ya de por sí bastante alternativo, pero Bueso sube más las apuestas
con otro factor: los simbiontes. Una serie de especies de babosas y moluscos (caracoles,
nautilos, lapas, conchas, etc. de todo tipo) inteligentes, y del tamaño
de un sombrero como poco, que establecen relaciones simbióticas con los
humanos, proporcionando diferentes capacidades (sentidos aumentados, sabiduría,
acceso a recuerdos e información de otro tiempo, longevidad anti-natural,
etc.), aunque a menudo a un alto precio. Estos simbiontes, y por ende los
portadores a los que se hayan conectados, pese a poseer (al menos, algunos) una
independencia como entes, están interconectados a estructuras superiores tipo
inteligencia colmena, conformando redes cada vez mayores, y en su mayoría
(algunos no, se oponen) confluyen en el nodo supremo, la Gran Colonia. Un
enjambre terrible de inteligencias colectivas autoconsciente que conforma el
mayor poder del planeta, sus redes alcanzan todo lo imaginable. Mil ojos, mil
tentáculos, millones de almas y recuerdos.
La humanidad existe en un estado
totalmente simbiótico con la naturaleza, que ha crecido de forma
desproporcionada (sobre todo en el Circulo), presentando una sobreabundancia de
especies insectoides tamaño gigante. Las fuerzas motrices (vehículos, motores,
maquinaria, etc.) son todas insectos, o alimentadas por estos (trenes tirados
por orugas gigantes que funcionan como locomotoras, gente montado libélulas,
avispas de guerra, etc.). Además de las simbiosis con los caracoles mentales
anteriores.
Todo comienza en una ciudad de la
cual es robada una antigua reliquia, y el Alguacil (en esta sociedad no existen
nombres, solo el rango y profesión, como mecanismo determinista, así nada sale
de su cauce) contempla como su ladrón huye al Agujero del Mundo, algo que
debería ser imposible. En compañía de la Regidora (una líder nata y portadora de
un caracol antiguo y poderoso y una misión sagrada, aunque algo inexperta
debido a su juventud) y el Astrologo (un anciano de más de 100 años, cuya vida
se ha alargado a causa de su caracol, y miembro de la Logia de Esferistas y
Estrellistas, una orden mágica ligada a los simbiontes), se embarca en la tarea
secreta de recuperar la reliquia. Para ello reclutan la ayuda del trapo, un
bandido loco del Desierto del Mediodía que habla, como un ventrílocuo, siempre
a través de una marioneta fea de trapo que lleva en la mano. El trapo dice
conocer el modo de entrar en el Agujero del Mundo sin que el frio te destruya
antes de llegar a ninguna parte, dice que él ha visto las luces de las ciudades
de los Antiguos en el Agujero y a sus soldados, la raza de hombres que pobló la
Tierra, conocida por su extraña tecnología y magia, antes de desaparecer y
abandonar al resto de la humanidad hace incontables generaciones.
Os brindaremos la sabiduría del trapo y los ojos del desierto.
El Alguacil es un personaje
interesante y su evolución un verdadero viaje a través del desengaño. Nació como
miembro de una milenaria orden de monjes guerreros que rechazan la simbiosis y
a los caracoles, excepto con una especie de babosas de infantería que no se
introducen en la mente de sus usuarios, solo aportan información de combate y
ciertos aportes medicinales o energéticos. Fue criado desde niño para la guerra,
siguiendo unas enseñanzas que se asemejan al código de guerra chino (de hecho
usa artes marciales asiáticas), incluyendo conocimientos de Sun-Tzu y El arte de la guerra. Participó en
guerras brutales, vio caer a amigos y compañeros y ha hecho cosas horribles
siguiendo la norma básica que le implantaron: cumple las órdenes. A lo largo de
los tres libros, ve como gran parte de lo que creía era mentira, como nada es
lo que parece ni nada es tan negro o tan blanco. Ve que la vida es una
constante lucha por la supervivencia, donde los ideales son apenas una excusa
para que distintos poderes traten de hacerse aún más fuertes y extenderse más
lejos. Ve como la moral de sus antiguos amos se hunde en el barro, y se ve
obligado a buscar y elegir que es aquello por lo que quiere luchar.
¡Este, aquí y ahora, es el lugar de nacimiento de una cruzada, de una
guerra santa!
Pero el mejor para mi es el
trapo. Un tipo descarado y violento, gracioso, descontrolado, liante, sabio de
una forma extraña en su locura, incomparablemente leal y al mismo tiempo una
sanguijuela traicionera que busca su supervivencia y su interés. Un bandido que
ha sobrevivido a todo lo que se le ha puesto por delante en los tres
hemisferios del planeta (cosa que muchos creerían imposible), que siempre ha
encontrado el camino para volver con vida y a menudo un poco más rico de cada
campaña. Un epicureista consumado y desenfrenado siempre a la búsqueda del
placer supremo, a través de la fiesta, la bebida, las drogas (fuman setas y
hongos) y el sexo, a quien nada en la Tierra ha logrado matar. Puede parecer
odioso, a mí me parece enternecedor.
Si hemos de morir, ¡que sea como leyendas!
El grupo, que crece con el pasar
del tiempo, añadiendo efectivos, deberá viajar para encontrar la reliquia
robada, pasando por la subterránea y hermética nación minera, por el Agujero
del Mundo y su frio extremo y criovolcanes. Mantener relaciones con los
Antiguos, un pueblo decadente, secretista y super corporativo. Visitar lugares
que se creía que solo formaban parte de las historias más viejas, descubrir
secretos olvidados que responden a preguntas que nadie osaba formular,
preguntas que nadie recordaba ya.
Todo ello mientras son perseguidos por los esclavos de la Gran Colonia, que busca por todos los medios crecer más y más (como cualquier organismo, su principal objetivo es la propagación). Pretende infestar el planeta. Deberán combatir un poder que buscar asimilar a la humanidad y condenarnos al olvido.
Aquí se está cocinando una civilización mestiza en la que los humanos
no serán más que otra especie absorbida e incorporada a algo oscuro y
despiadado, una voz perdida en un ofeón de castrados, parte credo y parte
infección.
Entre otros componentes, en esta novela debemos destacar dos por encima de todo: uno es la rareza, la transgresión, la otredad. El universo planteado por Bueso, con todos esos simbiontes, hombres y mujeres habitados por simbiontes, vidas interconectadas en inteligencias colmena, es tan raro que… no deja de sorprender. A veces es incluso farragoso comprender las visiones que Bueso nos dispara como un bombardero, sin descanso. El otro componente es el elemento macarra. El lenguaje y el mundo es de un macarreo increíble, al principio chocante (no estamos acostumbrados) y más adelante humorístico. Un lenguaje tan propio, tan raro en libros de este tipo. Uso constante de lenguaje obsceno, palabrotas, argot….El término “putamente” se repite tan constantemente por la trilogía que pasa a ser tan característico de ella como “quidditch” o “expelliarmus” para Harry Potter. Un ambiente que a veces es incluso desagradable, sucio, traicionero, e incluso a veces, alucinógeno, muy dirty realism (realismo sucio), lleno de drogas, alcohol, peleas, prostitución, puñaladas por la espalda, etc. Lo guarro de este ambiente a veces no tiene nada que envidiar a El diablo a todas horas, de Donald Ray Pollock.
El planeta de Tatooine (Star Wars), con su sociedad tribal adaptada al desierto, llena de bandidaje y ultra-competitividad por la supervivencia, con organismos como los gigantescos sarlaccs, y jefes tribales mafiosos como Jabba el Hutt y su imperio criminal, se acerca bastante a lo que es el Desierto del Mediodía.
Bueso usa ese argot y esa
cantidad de obscenidades de tal manera que una vez roto el shock original que
supone para nosotros como lectores, no se vuelve cargante, no parece una
retahíla de palabrotas y fuera. Es más, refuerzan el efecto de sociedad
desarticulada y plagada de cabronazos y canallas en unidades no muy conectadas,
de sociedad donde el bandidaje tiene muchísima fuerza. Y añade un punto de humor
de vez en cuando, yo me he reído a carcajadas en muchos puntos con esta novela,
y eso que en sí misma no es de humor. Pero a veces te descojonas. A menudo también
usa referencias a otras películas o libros (de hecho usa nombres y frases
literales, el tío es un descarado), como Futurama,
Los Guardianes de la Galaxia o Guía
del autoestopista galáctico. Por ejemplo dice más de una frase de Bender,
el icónico robot cabronazo de Futurama,
como: “Besa mi brillante culo metálico”.
El lenguaje también refuerza el
carácter de los personajes, evidentemente son todos antihéroes, con muchísimas
aristas morales, muchas actuando por motivos considerablemente oscuros. Esta
novela no se anda con chiquilladas, aquí hay gente que literalmente muere
derretida, los protas no se cortan si hay que decapitar, etc. Tiene muchísima
mala ostia, y la violencia es una constante que se suma a ese mundo tan bizarro,
y ese ambiente tan sucio y canalla. Pero ello no le quita momentos de fuerte épica.
La trilogía engloba una mezcla de
elementos y géneros de diferentes tipos: fantasía, ciencia ficción, ficción apocalíptica
y distópica, e incluso terror y dirty
realism (realismo sucio). Es lo que se ha dado en llamar ficción
especulativa, una denominación que define esa amalgama de estilos ficticios que
destacan por su grado supremo de fantasía rara e imaginación. La novela se
configura en cierto modo como una reinscripción de la “Espada y Planeta”
(Sword and Planet), la variante de
ciencia ficción de la Brujería y Espada, pero de tono biopunk. Por tanto, también
contiene inspiraciones de cine negro, anime japonés, y un fuerte nihilismo y
cinismo. Manipulación genética, evolución forzosa, biología sintética, control
social, etc. Vamos que es una super-mezcla explosiva. Bueso coge de todas partes.
Era la derrota final del hombre bajo el peso del molusco.
Además introduce bastante
material social e incluso político. El libro trata de denunciar las ideologías
que generan una uniformidad, un crecimiento intelectual hacia una forma de
pensar por decreto, todos iguales, que robe la identidad, la libertad, a las
personas. Una defensa de la diferencia, la diversidad, la moderación, la
tolerancia. En definitiva, denuncia el extremismo. No tengo muy claro si
concretamente denuncia el extremismo de izquierda o el de derecha, el comunismo
o el capitalismo, o si directamente denuncia a ambos. También habla de religión y misticismo, y de lo que supone una religiosidad enfermiza, todo sin salirse de su acento chabacano y gamberro.
Su autor, Emilio Bueso, nacido en
Castellón en 1974, es un ingeniero informático que ha trabajado en soportes
documentales del sistema operativo GNU/Linux, profesor de Sistemas Operativos
de la Universidad Jaume I, y escritor de ficción especulativa, terror y ciencia
ficción. Actualmente es un autor español que ha ganado varios premios y ha sido
objeto de crítica comparada y bastante atención por parte de revistas de
literatura y especialistas. Por sus entrevistas, es un tipo con poco interés en
caer bien, con un pensamiento bastante directo y antisistema.
Seremos leyenda o pasto de la mente colmena.
Es una saga distinta y
transgresora, y es posible que por su compleja alquimia de argot, violencia
(incluso algo de gore), cinismo, simbiontes, macarreo, etc. no sea para todo el
mundo. Puede chocar. Y es más se me ocurre gente a la que no se la
recomendaría. Peeero… si te va lo raro, creo que es una apuesta bastante
segura. A mí me ha encantado. Antiguamente se sacó con unas ediciones bastante
caras, cada libro valía como 30 euros o más. Pero hace ya un tiempo que existe
un ómnibus, de bastante calidad de papel, tapa dura, etc. editado por Gigamesh,
que trae las tres novelas. Y solo cuesta 19.50, una ganga. Además se esta publicando un comic del primer libro, con dibujo de Jordi Pastor.
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