Lo más interesante del libro es
que no solo es un homenaje a esas películas de los 50, el libro mismo se
concibe como una película, en todos sus aspectos. Como si no tuvieras un libro
en las manos, sino un DVD con extras incluidos, y al abrir las paginas, tú ya
hubieras metido el disco, y empieza todo. En la primera página te viene, bajo
el título de “Títulos de crédito”, una descripción de como abre la película,
que tipo de música suena, como son las letras, etc. Después vienen varias
páginas de inicio con la portada de le película, con el título, y los créditos
(nombres de los actores), teniendo de fondo imágenes submarinas de un rio, y
dicho rio va a ser gran parte del escenario de la película-libro y donde todo
empieza.
Al final del libro tenemos contenido de “Extras”: descripciones de los personajes, la filmografía, el desarrollo del autor, etc.
Además, el desarrollo del argumento, la novela en sí, se sucede en forma de guion, con el nombre del personaje que habla en mayúsculas al inicio de cada frase, y la descripción de las escenas y los sentimientos de los personajes a nota explicativa, cuando procede. Los capítulos están divididos en escenas.
Vamos con el argumento. La historia se ubica en un pueblo
perdido de EE.UU en algún momento de los años 50 y comienza con dos amigos de
la infancia reencontrados en la madurez que se van a pescar juntos: estos dos
hombres son homosexuales, uno de ellos, Robert, el protagonista, nunca aceptó su
sexualidad y se casó para ocultarlo, mientras que el otro, Peter, huyó del
pueblo a la ciudad para no tener que esconderse. Ninguno de los dos jamás ha
sido feliz, porque cada uno estaba enamorado del otro. Peter ha vuelto al
pueblo para ver a Robert y confesarle su amor. Esta bucólica escena gay es
cortada de golpe porque Peter se cae al rio y se lo comen unas truchas mutantes
ultra agresivas, y Robert consigue huir en la barca, pero una trucha lo muerde.
A partir de este momento Robert ira transformándose en una criatura medio
hombre medio trucha que necesitara del medio acuático para vivir.
Por otro lado asistimos a las ambiciones de un siniestro
villano en la figura de medico nazi que escapó del hundimiento del Reich y se
esconde cerca del pueblo, llevando a cabo sus malévolos experimentos para crear
la raza genéticamente superior. No consigue un carajo, pero los vertidos de sus
fracasos van a parar al rio y es lo que provoca esas truchas mutantes asesinas.
La policía del pueblo no tardará en descubrir que algo pasa en el rio y que hay unas truchas que se comen todo lo que se acerca (hay varias víctimas, uno de los ayudantes del sheriff entre ellos). Solicitan ayuda a las autoridades superiores, y les envían a Harry, un guapo y bastante fantasma agente del FBI, y a Alex (Alexa), una ictióloga (científica de peces) que trabaja para el ministerio de Agricultura y Pesca. Hay unas cuantas escenas que son muy en plan la peli de Pirañas del 78 (no se cita en la lista, pero yo creo que tuvo que inspirar al autor), con las truchas siendo muy listas y haciendo cosas que no se esperan y comiendo de todo (a unas cuantas personas también). De pronto, sin apenas solución de continuidad ni demasiado nudo, se cargan la invasión con una especie de bomba que revienta todo bicho viviente (a Robert no) y a correr. Un arma secreta para erradicar formas de vida pero no estructuras que el ejercito se saca de la manga como quien mea, parece que una vez introducidas en la trama, el autor no sabia muy bien como sacar estos bichos para centrarse en la historia del hombre trucha.
Pirañas de la película Pirañas (1978). Podían ser las truchas mutantes.
Por otro lado, el libro nos cuenta el drama que está
viviendo Robert, que se está volviendo un pez caminante. Literalmente, una
trucha gigante. El libro tiene componentes donde se ríe del género, tratando de
reactualizarlo, por ejemplo en este caso no es una casualidad el pez mutante
elegido, y en lo que se convierte: una trucha. “Trucha” es un método peyorativo
para referirse a los homosexuales, lo que es Robert, y justamente es una trucha
lo que lo ha mordido. Para más inri, el segundo título del libro es The Trout
Man, o sea, hombre-trucha.
La humanidad de Robert desaparece cada vez más y pasa a
vivir en el rio, desde donde toma venganza contra aquellos que cree que han
actuado en su contra: por ejemplo ataca y se carga a un senador tradicionalista
anti-homosexualidad (pese a que el mismo senador también era un gay reprimido). Es un poco como cuando el protagonista de La mosca (1986) de Cronenberg, Seth Brundle, se contamina con ADN de mosca, y se convierte en Brundle-mosca. Su personalidad va diluyéndose, es Robert-trucha, y cada vez mas trucha. El ser en el que se convierte, una criatura anfibia bastante primitiva y agresiva pero con sentimientos, es muy similar a Creature from the Black
Lagoon (1954), la película en la que Del Toro se inspiró para el bicho de La forma del agua (los bichos de ambas películas sirven para imaginarse a nuestro Robert-trucha). No hay fotos en el libro de
aquello en lo que se convierte (abajo dejo dos imágenes que guían perfectamente), pero yo creo que es lo que Molero Campos
pensaba al concebir el libro. Desde luego Creature from the Black Lagoon (en español: La criatura de la Laguna Negra, aunque esta no es la Laguna Negra de Soria) es una de las principales inspiraciones del libro. Solo que el ser que se encuentran no es, como en la peli, una criatura prehistórica y ancestral (aunque los personajes de la siguiente escena de la novela creen que si) que lleva ahí ni se sabe cuantos años, y que una expedición se encuentra, secuestra a la chica, mueren algunos miembros del equipo, y bla bla bla. Es un pobre señor gay reprimido de un pueblo perdido, mutado por una trucha mutante fruto de los experimentos de un científico loco nazi.
En los últimos compases del libro, entra una especie de forma de metacine (cine dentro del cine): a un director de cine de serie B se le ocurre grabar una película sobre una expedición que va a un rio a buscar al eslabón perdido y anfibio de la humanidad, y se encuentran a un siniestro hombre pez que secuestra al bellezón de la expedición (osea, la trama de Creature from the Black Lagoon). Y para rodarla eligen justamente el rio de Robert. Y Robert secuestra de verdad al bellezón. El director no deja de rodar en ningún momento (un poco como hace Jack Black en la adaptación de King Kong de Peter Jackson de 2005: ¡la película ha cobrado vida!), y de lo que él rueda, sale la película (libro) que estamos viendo (leyendo). De echo en esas primeras imágenes con la portada, el título, los créditos, etc. sale el nombre de la productora, y esta es precisamente Famelicus Film, la misma que la que esta grabando la película en la novela. Y el titulo de dicha película es, por supuesto La cosa del rio - The Trout Man.
El nombre de Famelicus Film, además de hacer chiste con la palabra "famelico", porque son pelis cutres, va dirigido a una legendaria productora británica de terror, fundada en los 60, y que llegó a rivalizar con la Hammer: Amicus Productions, también conocida como Amicus Films. Contando entre sus guionistas a escritores como Robert Bloch (Psicosis) y a actores como Christopher Lee (si, Saruman, entre otros papeles, como el villano de la peli de James Bond El hombre de la pistola de oro), esta productora se caracterizó por hacer menos énfasis en el terror clásico, donde reinaba la Hammer, y hacer un terror mas contemporáneo y con toques de humor e ironía del propio género. O sea, exactamente lo que pretende este libro-peli. La Amicus rodó películas como Las profecías del Dr Terror, La maldición de la calavera, o La bestia debe morir (The Beast Must Die!), e influenció a grandes directores y escritores de terror como David Cronenberg o Clive Barker, y puso las bases, entre otros, de sub-géneros como el "slatterpunk".
Caratula de The Beast Must Die! (1952), de la Amicus.
Si cogemos este resumen casi parece una obra interesante, cómica, que se ríe de sí misma, desenfadada, y con guiños interesantes, como lo del hombre-trucha, o el metacine; y con mensajes contra la homofobia. Pero está plagada de fallos de concepto que le restan valor. Los más importantes son que las descripciones de las escenas son pesadísimas, exageradísimas. Están cargadas de un lirismo prosopopéyico y pedante que no encaja en absoluto en lo que se supone que es un desarrollo desenfadado y sencillo. Parece tratar de hacer un estilo recargado en plan Lovecraft, muy bello y estético, pero es un fracaso total, y le resta muchísima fluidez. Además los diálogos son mecánicos y forzados, nada creíbles, y muchas veces muy estúpidos. Todo el rato lo que lees te suena a barato. Además en mi opinión no cogió la mejor época del cine de terror para hacer este experimento, creo sinceramente que le hubiera quedado mucho mejor con la época de finales de los 70 a los 90. La era de Cronenberg, Wes Craven y John Carpenter.
El autor se emperró en escoger
esta época, y arrastra con ellos muchísimos defectos: por ejemplo la escasa
participación de las mujeres en todo aquello que no sea chillar o dejarse
rescatar. Intenta compensarlo con Alex, la ictióloga, retratada como una
excelente profesional y muy valiente, pero no le sale demasiado bien, porque
fuerza su romance con Harry, el agente del FBI (cuando había 0 química entre ellos),
y no destaca mucho. La personalidad de Harry es otro punto negativo: un machito
inseguro que repetidas veces en el libro se obliga a intervenir cuando cree que
está perdiendo protagonismo o llega a intentar competir por los amores de Alex
con un periodista y con un subordinado del sheriff que colaboraba en la investigación
(quienes no estaban en absoluto interesados en la científica). Sus intentos de
llevar la trama al terreno irónico y humorístico fracasan por lo recargado del
vocabulario y el estilo del autor, y por qué ha metido tantísima cantidad de
ingredientes de ese cine de los 50, que ya es insalvable. El monstruo es cutre,
pero en vez de hacernos gracia con ese terror absurdo de pelis exageradas que más
que miedo nos dan risa (lo cual es su objetivo realmente), como Arac Attack,
o La cabaña en el bosque, resulta
aburrido. La simplificación de las tramas, componente clásico de las películas de terror absurdo, tampoco hace gracia, solo hace parecer la novela algo de mala calidad. La mezcla no está conseguida.
Fernando Molero Campos pretendió
hacer un homenaje risible en tono de comedia e ironía al terror de los 50, pero
introdujo tantos elementos de ese terror, que se perdió la comedia, y la ironía
prevalece solo captable desde el punto de vista académico, pero no llega a
hacer gracia. Creo que su mayor fracaso es que con ese lenguaje recargado y esos diálogos forzados y poco creíbles perdió cualquier posibilidad de aportar un tono cómico a la novela, dando como resultado un libro estilo los años 50, o sea un ladrillo, poco interesante, y con cuatro detalles que intentan destacar sin conseguirlo.
El terror de los 50, empezando
por Creature from the Black Lagoon, de
1954, que es la inspiración del libro más fácilmente identificable, tuvo su
importancia, pero su época se acabó. Se ha avanzado desde entonces, la propia
era siguiente, la de la Amicus en los 60, entre otras productoras, fue mejor, más
divertida, más atrevida. Ahora mismo, una película de los 50, y salvando alguna
posible excepción (grandes triunfos como Planeta
prohibido, o The Blob, o El Ojo:
la criatura de otro mundo), es un peñazo. ¿Qué sentido tiene actualmente La Tierra contra los platillos volantes,
película de 1956 pionera en el tema extraterrestre e invasiones? Académico, únicamente.
Cualquier cosa que veamos en esa peli, ya la hemos visto en pelis más modernas,
con medios mejores, actores mejores, y tramas mejor desarrolladas.
Todo esto es también aplicable a las películas del “universo” de monstruos clásicos de la Universal Pictures anteriores a los 50 (de hecho la “saga” va desde los años 20 hasta acabar los 50), generalmente protagonizadas por Boris Karloff, Bela Lugosi y Lon Chaney Jr.: Drácula (1931), Frankenstein (1931), La momia (1932), La novia de Frankenstein (1935), La hija de Drácula (1936), El hombre lobo (1941),… Algunas, quizá en mayor número que las de los 50, como La momia, han conservado cierta frescura, pero en general están obsoletas.
La editorial que ha elegido publicar esta obra tampoco es una casualidad: Editorial Rosetta, unos especialistas en literatura de cine. Libros sobre cine, directores, estilos de películas, etc. Tienen uno sobre el director David Linch, otro sobre las películas de dinosaurios (Cinezoico), otro sobre la importancia de los Mitos de Cthulhu y H.P. Lovecraft en el cine y como han influenciado (Lovecraft: la alargada sombra del tentáculo), etc. En general es todo material divulgativo, que yo sepa no tienen ninguna novela aparte de esta. De echo yo me entere de la existencia de esta novela tras comprarme el de Lovecraft y el de dinosaurios (este para una amiga) y me intrigó. No era lo que esperaba y me decepcionó un poco, he de decir. Ahora la editorial ha cerrado y me temo que no existirán muchas copias de este libro.
Es mas, es un libro que ha llamado tan sumamente poco la atención, que prácticamente no existe ninguna reseña, ni critica, ni opinión, acerca de ella, quitando la mía, y un par de menciones realizadas en un diario de Córdoba, de donde es y donde vive el autor. Ningún otro bloguero la ha leído o la ha considerado digna de esforzarse en hacer una reseña. Vamos, creo que el momento de su mayor auge fue cuando Molero Campos la presentó en el instituto cordobés en el que imparte clase.
En resumen es una curiosidad y yo soy un friki del cine (aunque los 50 no sean ni de lejos mi etapa preferida, he visto varias pelis de la época), y como tal lo guardo, pero como obra de entretenimiento, resulta muy pesada.