Esta es una BRUTAL novela de 2017,
escrita por Jesús Cañadas, que representa para mí no solo una de las mejores
muestras de terror, fantasía urbana y steampunk españoles, si no que en general
es de lo mejor que he leído en todo el mundo.
La novela tiene por figura
central (que no protagonista) a Fermín Salvochea, personaje histórico real,
alcalde de Cádiz, ciudad donde se desata la trama, en 1873, durante el alzamiento
de la I República, y un reconocido anarquista y ateo. La novela comienza 33 años después
de ese mandato, en 1907, el día de la muerte de Fermín.
Nuestro protagonista principal es
Sebastián, llamado Chano por su padre, un jovenzuelo de 13 o 14 años de las
calles gaditanas que trabaja como aprendiz del boticario del barrio para ganar
unas perras con las que contribuir a la empobrecida economía familiar, que
prácticamente tiene que subsistir con eso y con lo poco que gana su madre como
costurera barata, ya que su padre es un alcohólico fracasado incapaz de
conservar un curro y solo se pule el dinero en bebida. Únicamente tiene dos
amigos: El Pani, cuyo nombre real es Cristóbal, un chaval de familia aún más
pobre que él que debe vérselas a diario con un padre que les arrea palizas de
muerte a él, su madre y sus hermanos; y Candela, una huérfana que vive en un
orfanato regentado por unas monjas tiranas dirigidas por un aún más tiránico
cura, el padre Abel. Candela también está acostumbrada a recibir palizas, solo
que en su caso son “en nombre de Cristo, ofendido por su alma pecadora”. Monjas
y curas que apalizan a niñas por el bien de sus almas. De manera que nuestro Sebastián,
pese a tener una vida que dista mucho de ser fácil, y conoce la pobreza, las
penurias, las lágrimas, el dolor y la tristeza de un niño que apenas tiene
nada, es el más afortunado de sus amigos, ya que aunque imperfectos
(principalmente su padre, su madre es una santa jabata), tiene unos padres que
le quieren y no le pegan. Además, su patrón, el Perejil, el boticario, es
bastante bueno con él, y encima de pagarle bien, le educa en letras y le deja
leer sus libros de aventuras.
Su padre, Juan Jiménez, conocido
como Juaíco, es un borrachuzo putero y vividor que ha desperdiciado su vida en
la botella y la jarana, y actualmente solo recibe lastima y es acreedor de
varias deudas acumuladas por su mala vida. Pero también es un hombre cariñoso y
bueno a su manera, que siempre ha intentado hacer feliz a su familia, aunque
luego no pueda evitar cagarla con sus borracheras. Tiene una imaginación
desbordante, y se ha pasado toda la infancia de Sebastián inventándose historias
para entretenerlo y hacerle soñar, historias sobre barcos piratas voladores y
otras fantasías. Pero antaño Juaíco fue más. Mucho más. Una parte de su pasado es conocida
por todo Cádiz, otra solo es conocida por un Cádiz distinto. Y estuvo ligado
por juramento a uno de los hombres más misteriosos y amados de la ciudad: Fermín
Salvochea. El día que comienza la novela, 27 de septiembre de 1907, en el que el viejo político falleció, y entristecido por la muerte de su amigo, Juaíco
empieza a narrarle a Sebastián la verdadera historia de su vida. La historia
que lo bendijo y lo maldijo para siempre, una historia increíble y terrible,
enturbiada por la duda de si estamos contemplando una verdad oculta o una nueva
fantasía de alcohólico.
Hay otro Cádiz escondido. Oculto a la vista de todos, desde el bedel
del Ayuntamiento a esa señora ciega que ha venido esta mañana. Ese otro Cádiz
es antiguo, Juan. Y como todas las cosas que llevan mucho tiempo en el mundo,
es peligroso.
Y así entramos en una segunda
narración, que se solapa con la de Sebastián. En el pasado, hace más de 30
años, Juaíco fue el mejor barbero de todo Cádiz. Ya por entonces era un
fiestero conocido, pero entonces, en su juventud, sumado a los jornales que
ganaba, podía salvar mejor la dignidad. En aquel entonces fue reclamado por el
nuevo alcalde, Fermín Salvochea, como su barbero personal. Pero secretamente, el
alcalde anarquista le introduce en un mundo subterráneo de secretos y
misterios.
Las calles eran un laberinto donde los edificios se arrimaban unos a
otros intentando huir de la humedad, donde la piedra era hija del mar, donde la
voz de los piratas aún se oía entre barboteos de leyenda y estupor.
De día, Fermín es un alcalde y
político anarquista y cantonalista que lucha contra la opresión de la
aristocracia y la burguesía sobre la clase obrera, que trata de defender a los
oprimidos. Pero de noche, es un defensor de la humanidad frente a las amenazas
de lo maldito. Concebido como una especie de Van Helsing gaditano, incluyendo
uso de armas steampunk como pistolas gancho de vapor, Salvochea está en guerra
contra criaturas sobrenaturales. El barbero Juan será una de las pocas personas
que conozca al verdadero Fermín Salvochea.
Fermín lleva a Juaíco como su ayudante en el mayor misterio que ha asolado Cádiz, un caso que los arrastra por las catacumbas de la ciudad, conociendo a los personajes más misteriosos de la zona, tales como María Moco, que reina en sus cuevas, o Liérganes, el despiadado hombre pez al frente de una banda de contrabandistas, y una oscura estirpe de vampiros que hace peligrar la vida de todos los gaditanos. Enredado a todo esto, en el centro de este huracán sobrenatural en el que se convierte la vida de Juaíco, hay un convento recientemente desahuciado, media tijera desaparecida, y una misteriosa torre que encierra un mal ancestral y parece mantenerse en movimiento y nadie sabe encontrar.
La tragedia que
tortura a esos seres malditos (vampiros, entre otros) hasta convertirlos en
criaturas de muerte y dolor es desgarradora, y ni siquiera el propio Fermín es
inmune a la lástima que provoca su desdicha eterna, pero aun así, no le tiembla
la mano a la hora de devolverles al abismo. Él es el cazador, y su tarea es
evitar que esos monstruos dañen a otras personas y aumenten sus filas, y la única
forma para ello es darles muerte. Liberarles. Ese ambiente trágico y dramático nos
acompañará durante toda la novela, nuestro Cádiz de brujería esta cosido con
él, y cuanto más profundizamos, más tragedia hay. Y a menudo esa tragedia
oculta el nacimiento de los males más perversos.
Te concedo el poder de las sombras. La muerte en vida. La voz doliente.
Ahora eres pesadilla. Eres susurro. Eres ocaso. Eres mío. Levántate y sírveme.
Uno de los
aspectos más interesantes es como se repite constantemente un nombre concreto:
Beatriz Aramburu. Una misteriosa mujer perteneciente a la más alta sociedad
gaditana, hija de la poderosa familia Aramburu, quien en el pasado guardó una
estrecha relación con Fermín, y cuyo nombre resuena por los rincones subterráneos de la
ciudad. Nadie sabía quién era realmente Beatriz, pero… ¿hasta donde llega la
sombra de esta mujer? ¿Cuál es exactamente la relación que tiene con todo ese
drama de monstruos, mitos, fabulas, leyendas?
Fermín es evidentemente un
personaje genial: todo lo que hace, lo hace bien. Es fuerte, rápido y letal, no
duda a la hora de dar caza a sus enemigos, es inteligente y sagaz, y encima es
piadoso y bueno. Tiene por Cádiz una red que colabora con él, tiene inventos, y
tiene dinero. Pero es Juaíco el verdadero misterio. Salvochea elige a este
hombrecillo por alguna razón para ayudarle en su misión y nunca duda de que sea
el hombre adecuado. Un hombre inútil para el combate, cobarde, alcohólico,
fiestero, incapaz de acarrearse responsabilidades, ni siquiera puede serle fiel
a la mujer que ama (Antonia, la futura madre de Sebastián), pero al mismo
tiempo…podemos ver a un hombre contradictorio que es mucho más que todo eso.
La culpa es más fiel que la mejor de las amantes. Te visita por la
noche. No te deja dormir, y cuando conquistas aunque sea un par de horas, se
cuela en tus sueños y te ahoga por dentro. No se lo permitas, Juaíco.
Mientras el barbero fracasado va
contándole esta historia a su hijo, a capítulos, este y su grupo de amigos, a
quien se añade una recién llegada al orfanato de Candela: Julieta, una hermosa
huérfana de pasado misterioso, tratan de desentrañar los misterios que van
surgiendo alrededor de la muerte de Fermín. Misterios que poco a poco, se van
relacionando extrañamente con la rocambolesca historia que le está contando a Sebastián
su padre, plantando en los chavales una duda: ¿serán verdad los delirios de
Juaíco? ¿Un sanguinario pasado enterrado hace 33 años por el recientemente
fallecido ex-alcalde y el alcohólico barbero resurge ahora para tratar de
arrasar Cádiz de nuevo? ¿Cuál es el verdadero secreto de la historia de Juaíco,
ese que esté no acaba de narrar?
Llevas toda la vida mirando al pasado. ¿No sería hora de que empezases a
mirar el futuro?
Los tres amigos, que recuerdan a
una versión andaluza de los Goonies, solo que mil veces mejor, beben de esa
tradición que se empezara con esa película, hace ya 37 años, y que un año después
triunfó tantísimo con It (1986). El
sistema de niños detectives. En los años siguientes ha habido muchos libros y
películas que han recogido el género para adaptarlo a sus propias obras, desde
la peli de Explorers (que salió más o
menos a la vez que The Goonies) a los
libros del Equipo Tigre de Thomas Brezina,
para chavalines pequeños. El punto de Cañadas, su toque personal, es la
tragedia que envuelve a estos chicos. Al igual que el resto de personajes
(Cañadas no deja ni uno a medias) están muy definidos y la calidad de la
profundidad que alcanzan es sorprendente. Estos chicos están destinados a
conocer secretos insondables, y conocerán el amor, aunque quizá no con quien
pensaban, y también conocerán el verdadero terror.
Tiene muchos nombres. Muchas formas. Es antiguo. Nada humano le es
ajeno.
Cañadas nos transporta a un Cádiz
mágico e irreal, pero al mismo tiempo está contenido por unas dimensiones duras
y realistas. Bebida, pobreza, padres abusivos, maltrato físico. Si acaso, toda
esa magia y ese terror que recubren la novela son aún más mágicos y más
terribles, precisamente por estar recubiertos de esa realidad. El autor compone
así un Cádiz hermoso y trágico al mismo tiempo, mágico y tenebroso, una pintura
de muchísimos tonos y muy completa. Para darle más matices y más color andaluz
(“Sevilla tiene un colooor especiaaaal” xD) a esta historia, Jesús Cañadas,
gaditano de nacimiento (esta novela tuvo que salirle de las entrañas joder),
utiliza un verdadero lenguaje gaditano para todas las narraciones y sobre todo
para los diálogos. La forma de comunicarse, de hablar, de dirigirse, de cagarse
en todo lo cagable, es puramente gaditana. Los personajes, por esto, no pueden
ser más reales. Son gentes de a pie de Cádiz (menos unos pocos, como Fermín,
que fue criado en parte en el extranjero, o el Perejil, que es vasco), y usan
las expresiones típicas de las gentes de a pie. De hecho, tal es así, que se
incluye al final del libro un glosario de términos gaditanos, por si acaso. Ver
como en un momento épico de cojones El Pani le dice a Sebastián “oye picha, ¿qué
hacemos?” te hace sentirte de verdad en esa ciudad de cuento.
La novela es súper interesante, y
esa estructura en dos tiempos, la de un padre y la de un hijo, dos generaciones
de la misma familia, le confiere una riqueza increíble. Conocemos al Juaíco de
hace años y al de ahora, mucho más patético, vemos el autodesprecio que esté
siente por sí mismo, la opinión de Sebastián por su padre, que varía a lo largo
de la novela, etc. Tiene algunas escenas que son tristes y duras A RABIAR.
Joder hay momentos en los que ni Stephen King me lo ha hecho pasar tan mal,
pero ni lejos. Creo que únicamente José Antonio Cotrina con Coda me hizo sufrir tanto con una
novela, desear tanto que no acabe mal, pasarlo tan mal con alguna muerte. Y también,
después de las ostias que te llevas, crecerte tanto con momentos de una
epicidad sobrecogedora. Chapó.
La obra contiene además diversos easter egg en forma de ficción
mitológica, o fantasía mítica, al estilo de American Gods. Pero con un sabor muy andaluz. Y es que muchos de los
personajes y leyendas, como María Moco y sus cuevas (una red de túneles del copón), son verdaderas leyendas de
la ciudad gaditana, pertenecen a su folklore. El hombre pez (en el link viene mas info) es otra interesante leyenda que confluye entre la ciudad de Cádiz y Cantabria, concretamente el pueblo cántabro de Liérganes (de donde proviene el nombre del personaje). Cañadas solo los recoge y recicla
para su novela, aportándoles una personalidad y haciéndolos sus personajes,
pero ya existían antes. Por tanto toda la novela está poblada por ese Cádiz de
leyenda, esta hilada con sus cuentos y sus historias, el autor solo aporta el
hilo de unión. Y cohesionando todo ese hilo, se encuentra la ficción histórica,
como con Tim Powers (La última partida),
utilizando al histórico Fermín Salvochea, quien en la sombra era un Van Helsing
con gafas.
Aparte de todo esto, la novela
tiene todo. Cañadas no se deja un detalle. Tiene un horror de los más finos que
he leído, hermoso, gótico y trágico como la interpretación de Drácula de Gary Oldman, y
terrorífico como la peor de las escenas de Pennywise. Unos detalles steampunk,
en una fantasía urbana, que agilizan mucho la novela. Unos personajes de una
enorme profundidad. Un equilibrio entre personajes femeninos y masculinos: la
indomable Candela, trágica y aun así la más rígida e imparable de los jóvenes detectives.
La misteriosa Beatriz Aramburu, cuyo personaje conocemos mientras los protas
van desentrañando su misterio. Rosa Marina, la guerrera, ladrona, feminista y
pensadora que hace de contraparte femenina de Fermín: Rosa Marina se mueve en
el mismo mundo de leyendas y monstruos que Fermín, pero ella no está atada a la
defensa de Cádiz, y sigue sus propios objetivos. Incluso hay personajes LGTBI.
La tormenta clamaba una venganza incomprensible por encima de sus
cabezas. Sí, era el momento. Era el final de todos los caminos, el día en que se
pagaban culpas de las que nadie había oído hablar.
La novela no tiene desperdicio
ninguno. Esta editada por Roca, en dos ediciones, una de tapa dura (9 € con
algo) y otra de tapa blanda (17,95€). Y merece la pena leerla un montón.
(…) y tantos otros gaditanos que habían sufrido aquella maldición durante
más de treinta años.
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