Señora de los caídos es… Es un descenso a un averno podrido, gótico
y malhablado, una espiral de gore, perdición y depravación. Un viaje alucinante
y siniestro en vez de onírico, la versión satánica y enfermiza de Alicia en el País de las Maravillas. En
esta ocasión el conejo te arrastrara por su madriguera en pos de una búsqueda
loca y el sombrerero se comerá tu corazón mientras canta.
Un respiradero hacia lo denso y la blasfemia. La repetición. Lo insoportablemente vivo, muerto y eterno.
El libro nos ubica en la antesala
de un respiradero del Infierno (aunque esto realmente lo suponemos, ya que el
autor nunca dice directamente que sea el Infierno, pese a que el lenguaje de la
novela lo deje claro desde el minuto uno), un plano de dolor, sangre y castigo.
El pozo de los condenados. Nuestros protagonistas deberán adentrarse en el
centro de este agujero, en el epicentro de este plano terrible, un lugar solo
conocido como la Parroquia, donde la crueldad es poder, gobernado por oscuros
señores del mal que reinan en sus pequeños feudos, tales como el Vicario o el
Ayante. La Parroquia no es una morada final, hemos dicho que es el epicentro,
pero es gigante. Millones de años de maldad evolucionados y fermentados. Un laberinto
alucinógeno que cambia de forma, lo mismo estamos atravesando una posada
maloliente llena de susurros, cuchilladas y trampas, que estamos en unas cuevas
subterráneas plagadas de lo más lamentable de los condenados, unos seres
similares a zombies: descerebrados, básicos y llenos de sufrimiento. Me
recuerda a la frase del poeta Henley: “más allá de este lugar de ira y llanto,
yace la oscuridad con su horror”.
Nuestros dos primeros protagonistas son Octavio, un peregrino condenado recientemente fallecido y condenado por sus últimos actos en vida, que lo atormentan a cada paso, y que busca la redención, o lo más parecido que encuentre. A este lo acompaña su guía, Agnés, una criatura antigua con la apariencia de una niña de unos 10 años, intrínsecamente conectada a la Parroquia y a quien pocos en su interior se atreven a desafiar. Agnés ha ofrecido a Octavio la posibilidad que su existencia post mortem no sea tan nefasta como debiera, recuperar algo de lo que ha perdido, y Octavio está dispuesto a seguirla hasta el final, y se le llamará el Peregrino, un ser especial por lo lamentable, el ultimo de los condenados mas patéticos, aquel mas allá de la redención, pero que camina a su búsqueda desesperada.
La primera en vestirse de carne y sufrir la perpetuidad de la reencarnación como única vía para abrazar la eternidad. Un alma tan antigua, tan violenta, que destruye y enferma los cuerpos que la contienen. Estoy hecha del sufrimiento que te alimenta.
Para ello deberán adentrarse en las profundidades de la Parroquia y recorrer sus laberintos, buscando a un ser aún más puro y antiguo que Agnés: el Cavador, una entidad durmiente cuyo reciente despertar está derrumbando las paredes entre los mundos, y poniendo en peligro la estabilidad del universo. La única opción que existe ante un Apocalipsis que está derrumbando el mundo de los vivos y el de los muertos es tratar de mediar con aquel que lo está destruyendo todo. Pero esto no será fácil, el Cavador es más similar a un agujero negro sintiente que a una entidad capaz de comunicarse, un devorador de realidades, detenerlo no tiene nada que ver con enfrentar siglos de condena y perdición.
La Parroquia es un ente que se rige por las reglas de una realidad muerta.
La misma Parroquia se está
conectando con el mundo de los vivos, mientras ambos se desmoronan por las acciones del Cavador. Y mientras
descienden, Agnés y Octavio portan con ellos la Corona Radiata, un grimorio de gigantesco poder, que les sirve de
antorcha en la oscuridad y que será de gran importancia.
Durante el transcurso de este viaje,
el lector ira conociendo la historia de Octavio, y también la de otros muchos
personajes que se van encontrando, como el viejo cura Arcadio o la depravada
Baako (esta historia tiene una de las escenas más perturbadoras que he leído en
mi vida, y he leído muchas). El autor va hilando el avanzar de los personajes
con estas historias, a veces las cuentas Agnés, a veces las cuenta algún otro
personaje, en primera persona, y a veces las cuenta el propio autor en forma de
narrador omnisciente.
Es una novela absolutamente
estética. Todo lo que prima son estas escenas de horror, esos paisajes
terroríficos alucinantes, con personajes muertos y demonios antiguos
interactuando. Es una estética barkiana, pero extremadamente diseñada y medida
sin duda. Tan medida que a veces se hace pesada (pese a lo chula que es), la
repite tanto que resta soltura a la trama, cuesta seguirla o saber de qué está
hablando a veces. Una especie de versión gótica y depravada del Infierno de Dante, además el continuo
cambio de escenarios y de personajes con quienes se van encontrando, el desfile
de historias de condenados e incluso sus actuales castigos en la Parroquia,
recuerdan también a este pasaje de la Divina
Comedia.
Está escrita con un vocabulario
estilizado y un lenguaje muy descriptivo, que como he dicho a veces le resta
soltura. Pero en general merece la pena leerla, es imaginativa y hermosa
(hermosa por lo horroroso combinado con lo poético), un terror nuevo. Un terror
que habla de un horror sin límites en una sima de puro dolor. Un alto contenido
de gore.
Cuando caen los siglos, los antiguos perdemos nuestra curiosidad y nos sumimos en el silencio.
El libro es obra de Álvaro Aparicio (tiene su propia web, puede consultarse aquí),
un escritor uruguayo especializado en terror, que lleva años viviendo en Valencia,
miembro de la ya desaparecida Nocte (la Asociación Española de Autores de Narrativa
de Terror), autor de varias obras y director y guionista de un par de podcast
de literatura: Noviembre Nocturno (clickar el enlace, es bastante interesante) y el Vuelo del Cometa. También está
desarrollando un videojuego ubicado en este jodido universo, y que se llamará Atlas Negro: Infernum. Aparte de
escribir, se dedica al desarrollo de software en la nube.
Además, la obra no termina con esta novela: se trata de un proyecto tipo saga, todo ubicado en este universo, que sigue creciendo, llamado la Saga Radiata. Señora de los caídos es el primero y con el que más conviene empezar, ya que constituye el centro sobre el que se vertebran los demás libros. Todos están editados por Pulpture, y en su web hay una guía de lectura sobre cómo enfrentar la saga completa. Lo más sencillo, por lo que he investigado (yo aún no los he leído) seria seguir con la novela corta He visto luciérnagas. Y relámpagos, a continuación Atlas Negro (Compendio de un Infierno arrasado) (una antología de relatos de diversos autores sobre eventos que sucedieron tras lo ocurrido en Señora de los caídos), y el recientemente publicado Códice Nocturno. Pese a todo esto también puede leerse como libro independiente, esta pensado para que no sea necesario nada mas para completar la historia (aunque pueda expandirse).
Esta editado por la editorial española independiente Pulpture, dedicada a la ficción y establecida en Madrid. Se dedican a la publicación de autores contemporáneos y traducciones de clásicos extranjeros. Sus ediciones siempre tienen un tono gótico, pulp y clásico muy molón. Aunque están especializados en literatura de terror.
En su web, a través de este enlace,
puede adquirirse Señora de los caídos, por solo 16 euros. Es
la segunda edición, publicada con algunas ilustraciones goth de ciertos
personajes, y un gramaje de papel y calidad de edición más que correctas. La
novela trae un código QR que puede seguir para ir a una lista de reproducción de
Spotify con las canciones que Álvaro Aparicio escuchó al escribir, con grupos
como Rammstein y Nightwish, y que él mismo recomienda escuchar mientras se lee
el libro. También puede consultarse la lista con el siguiente enlace.
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