Jodo, últimamente la fantasía
española está que arde. Vaya librazos. En esta ocasión, con El Arcano y el jilguero, nos encontramos por vez primera en el
territorio fantástico de Hann: una zona donde existen varios países gobernados
desde unas ciudades-estado o ciudades libres, cada una con su propia cultura,
religión, etc. Actualmente todo Hann está completamente asolada por una guerra
brutal espoleada por el Imperio Leenero, una facción expansionista, militarista
y belicista de este territorio. Desde hace varias generaciones, los crueles
Emperadores del lugar se habían propuesto someter toda la civilización
conocida, pero es el actual Emperador, el despiadado y megalómano Thied
Seedveen, quien ha iniciado una campaña que está tomando el control de todo
Hann a toda velocidad, sin detenerse ante nada, y sin mostrar misericordia.
Esto no quiere decir que Sieedveen sea un asesino sin inteligencia, todo lo contrario, pese a que no le conocemos se nos muestra como un hábil tirano. Una vez arrasa los territorios implanta sistemáticamente la cultura Leenera, para exterminar todo rastro de identidad de las ciudades conquistadas, haciendo así definitiva la anexión. Un genocidio cultural en toda regla.
El Emperador se vale de seis
grandes ejércitos con los que arrasa todo el continente, cada uno de ellos
comandado por un General (el líder de uno los seis clanes patricios
principales, las seis familias más poderosas), todos ellos militares de gran
calibre. Son ejércitos extraordinariamente profesionales, cada uno
especializado y equipado en un tipo de combate (naval, artillería pesada e
incendiaría, infantería pesada y acorazada, etc.) y cada uno recibe el nombre
de una criatura fantástica (el Gólem, el Hipocampo, el Basilisco, la Quimera,
el Ziz y el Liche). Los gobernantes de cada ciudad anexionada se llaman
Protectores, y también suelen ser miembros de uno de los seis clanes patricios.
Finalmente, por encima de los Generales, están los cinco hombres que
representan todo el poder del Emperador. Los cinco dedos de su terrible garra
con la que está destruyendo todo aquello que se le opone, los cinco dedos que
todo lo alcanzan: los Altos Oficiales. Knile la Sombra, Soreld la Espiral, Fura
la Cicatriz, Zein la Cadena y nuestro protagonista, Mezen el Ariete. Estas
cinco personas son casi plenipotenciarias, van donde se les antoja y hablan con
la voz del Emperador, cinco personas especialistas en diferentes artes que los
convierten en los cinco esbirros más útiles de Seedveen, muchos de ellos
envueltos en historias y miedo, personajes temidos y semi-ocultos.
Podría pensarse que estas cinco
personas son las cinco más leales al Imperio, y puede que sea así con alguno de
ellos, pero no con Mezen. Mezen se unió al Imperio para evitar un derramamiento
de sangre, lo que en su dia le costó un altísimo precio... Y le obligo a
cometer la mayor traición de su vida. Mezen el Ariete es un especialista en
tortura física y psicológica, en investigación de debilidades (incluyendo las
de ciudades enteras) y en su explotación, encargado de rendir sin apenas
oposición las ciudades que se resisten y en obligar a arrodillarse a los más
encarnizados enemigos del Emperador. La mayor parte del mundo cree que Mezen es
en realidad un Arcano del Tormento, un demonio inmortal cuya tarea es la
tortura y el dolor, que ha jurado lealtad a Seedveen por algún tipo de pacto
oscuro. Fama que Mezen se encarga de fomentar con hábiles espectáculos,
escenografías, y sus torturas públicas, y con su temible capa cosida, hecha de
rostros humanos cosidos unos a otros. Ayudado por esta reputación, su sola
presencia y unos pequeños empujones enfunden tal terror en rivales bien
fortificados que rinden rápidamente las plazas.
La victoria sabe a sangre y a enfermedad, a hambruna y a fuego. Su
aliento arrastra el aroma de la ceniza y la muerte.
Pero la realidad es que Mezen no
siente ningún orgullo por lo que hace, es más, se castiga continuamente, y está
convencido de que algún día habrá de rendir cuentas por sus crímenes (“quien a
hierro mata…”). No es un creyente (en un universo cuasi-medieval, tenemos a un
personaje ateo, sus reflexiones son muy interesantes), pero si lo fuera creería
que el peor de los Infiernos y castigos se reserva para él. Lo tiene asumido,
carga con ese dolor en soledad, con la única compañía de su caballo Susurro: un
monstruo como él no puede tener amigos, no puede tener lazos, solo sirve para
destruir y exterminar.
Porque eso es lo único que un Arcano del Tormento puede ofrecer: dolor,
cenizas y muerte.
Mezen es un hombre inteligente y
hábil estudioso y conocedor de la política y la guerra, y como tal, sabe que el
Imperio vencerá igualmente, con o sin él, es simplemente demasiado poderoso y numeroso.
A él no le importa el Imperio, ni su gloria, ni siquiera le importa él mismo,
ya no (a ese punto llega su castigo y autodesprecio). Sus crímenes y
atrocidades tienen únicamente un fin: a cambio de la vida y el dolor de unos
pocos, consigue rendiciones que salvan miles de vidas. Sin él, el final hubiera
sido el mismo, pero con muchas más víctimas. Ha hecho tanto mal, ha pagado un
precio tan alto (y ha obligado a incontables personas a pagarlo) que no puede
detenerse ante nada en su objetivo: rendir todas las ciudades de Hann al
Imperio Leenero, y una vez haya completado su tarea y no exista nada más que el
propio Imperio, unificado y pacífico, sin más guerras, esperar a que el hijo de
Thied Seedveen alcance la mayoría de edad. Una vez el joven pueda gobernar,
Mezen asesinará al Emperador, y con eso su tiempo entre los vivos habrá
concluido. Su deber concluido.
Llegará el día en que yo reclame tu vida, y saben los dioses que te
haré pagar cada gota de sangre derramada.
Pero en una de sus últimas campañas, las cosas comienzan a cambiar irremediablemente. Mezen comienza a acumular los rencores de algunos de los clanes patricios y de los Generales. Al mismo tiempo, Zein la Cadena (otro Alto Oficial, y personaje muy interesante) encarga a Mezen que investigue una extraña epidemia llamada el Azote que asola la ciudad de Usko, en donde Mezen descubre extrañas conspiraciones ligadas a la enfermedad. Pero el mazazo que cambiará su vida para siempre será salvar la vida y conocer a Nara, una joven chica huérfana y abandonada de una región recientemente arrasada por el ejército del Gólem, y la adoptará, en parte contra la voluntad del propio Mezen. Nara recordará a Mezen la humanidad que arde en su corazón, alejará de sí mismo su autoimagen como un monstruo, le ayudará a ver lo bello de la vida…y le entregará un lazo con el mundo de los vivos, una discípula y una hija. Alguien de quien preocuparse, algo de lo cual no se creía merecedor. Por primera vez, una vida que no está dispuesto a sacrificar. La historia de cómo esa chiquilla, ese jilguero, cambia la vida de este autoproclamado Arcano del Tormento, es la historia que este libro pretende contarnos.
El libro es una pasada, a caballo entre un tono romántico y trágico, doloroso: todo ese dolor que Mezen siente y vemos de primera mano (el libro es en primera persona, con Mezen); y un tono grimdark. No debemos olvidar que pese a su solitaria existencia cuasimonastica, Mezen no es ningún santo, es el antihéroe perfecto. Su objetivo es loable (la paz) pero para ello ha matado y torturado de formas indescriptibles a decenas, quizá cientos, de personas, y es culpable de la muerte de muchas mas. Su mano no ha temblado a la hora de segar vidas por el Imperio, y que cada vida le castigue no lo hace menos culpable. Una historia cínica, sádica, dolorosa, brutal, descarnada, violenta, plaga de muertes sin sentido ni gloria, personas destripadas, prostitución, miseria, pobreza, enfermedad, hambre. En este caso, el tono de ironía y cuasi-comedia que a veces utilizan otras obras de grimdark, como La Primera Ley de Joe Abercrombie y sus secuelas, es casi inexistente. Existe un tercer tono: el antropológico y cultural. El autor nos propone una descripción, casi una disección, extremadamente analítica y detallista de diversas de las culturas de Hann, desde la de los Leeneros, hasta la de otras regiones y ciudades como la de Usko, Tirvo, el Páramo Helado de Pur, etc.
Mezen no solo es un torturador y
un estratega nato. Es un hombre muy cultivado y estudioso en diversas artes,
entre ellas, la historia y la antropología cultural. Conoce las leyendas de las
ciudades de todo Hann, sus sistemas creencias, culturas, religiones,
mitologías, etc. y las utiliza adecuadamente en su favor para alimentar su
propia leyenda como Arcano del Tormento. En cada ciudad sabe de qué hilos tirar
según la cultura del lugar. Aunque la que más usa, como hilo conductual, es la
Leenera, ya que aparte de ser la del Imperio al que sirve, como es la que más
se está extendiendo, es la más universal. De esta manera, nos habla (o le habla
a Nara) sobre la historia de los Áureos, los dioses del Imperio, de sus Planos,
etc. En El Arcano y el jilguero la mitología cobra un papel
propio, y muy cargado, al tiempo que interesante. Su desarrollo e importancia
concede a este Imperio de peso, de realidad, casi pareciera que existió de
verdad.
El personaje de Mezen y su dolor están
presentes en toda la obra, su proceso de castigarse, de aceptar su pasado, de
aceptar a Nara, de resistirse a los sentimientos que están floreciendo en su
interior, etc. Es doloroso casi hasta para nosotros. Las andanzas por la
oscuridad de un genio que pudo ser mucho más. También mola muchísimo como desenrolla
los hilos de ciertas conspiraciones, y que montajes (estilo Kvothe pero en plan
sanguinario) urde para destruirlos, con su teatro y todo.
La tragedia también es una
constante en la novela, e incluso hay alguna escena que joder, me ha costado de
verdad. Y mira que la veía venir, pero joder que dolor. Y qué bonito.
Esta es mi senda, la misma senda que he seguido los últimos dieciséis años,
y pienso seguirla hasta el final.
Y muchos preguntareis “vale, pero
¿y la magia?”. Pues no hay. Estamos en un mundo de fantasía, y de hecho hay
razas fantásticas como lamias (terribles mujeres serpiente venenosas) de
inteligencia escasa o reducida, pero que sepamos de momento no se ha hecho
presente ningún tipo de magia, aunque Mezen (y algún otro personaje) tienen una
batería de trucos que a veces lo parecen. Por ejemplo, Mezen también es
boticario y medico de campaña (más o menos), y su conocimiento de las hierbas
le lleva a saber prepararlas, concentrarlas, y aplicarlas adecuadamente para
parecer que ha hecho magia. Ya se sabe, entre gente principalmente ignorante,
un científico puede parecer un mago.
Lo cierto es que el punto
dramático (DRAMA QUEEN TOTAL) de Mezen, con su rollo de soy un monstruo,
merezco el peor de los Infiernos, habré de rendir cuentas, etc. mezclado con su
objetivo inamovible, y sus teatros de Arcano del Tormento a lo “Soy
inevitable”, “Soy el Apocalipsis de Gotham”, me resultan cautivadores. Es una
reina en realidad. Y es genial xD. Lo bien creado que esta todo el universo,
Hann, las ciudades libres, el Imperio, etc. es una pasada, vaya trabajazo tiene
este autor. Y todo condensado en 378 pags, y no sientes que le falte nada.
Aprende Stephen King (The Stand, ejem
ejem).
Una mujer con el honor suficiente para saldar su deuda con un demonio,
la bondad necesaria para sentirse mal por ello, y la valentía para decírselo a
la cara.
Ahora bien: NO ES CONCLUSIVA. La
obra acaba en un punto donde es necesario más libros, resolver la situación.
Esperó que este autor le esté dando cera a este proyecto. De momento solo ha
sacado, pocos meses después de publicar El
Arcano y el jilguero, un pequeño librito (78 paginas) llamado Historias de Hann donde recopila unas
cuentas historias ocurridas en Hann, pero no parecen guardar relación con lo
ocurrido con Mezen y Nara. Además, en 2021 publicó la Guía de lectura de Ignotos Mayores, una especie de manual sobre la
cartomancia de un tarot existente en una ciudad de Hann, y sobre sus deidades,
que en vez de ser los Arcanos Mayores de nuestro tarot, se llaman Ignotos
Mayores. Viene con las cartas y todo.
Y es que Ferran Varela, su autor,
se trata de uno los autores más esquivos y oscuros del panorama nacional. No
suele participar en grandes concentraciones de autores, no acude a grandes
eventos, vive como muy a su bola. Nació en Barcelona en 1988, es licenciado en
Derecho y ejerce la abogacía, y publica principalmente con Ediciones el
Transbordador. En 2018 comenzó su carrera como escritor, con La
danza del gohut (que no guarda relación con el mundo de Hann) y siguió en
2019 con El Arcano y el jilguero. Ha
publicado algunos cuentos con editoriales como Pulpture.
El libro de El Arcano y el jilguero, aparte de traer una historia cojonuda, interesante, oscura, intrigante, inteligente, distinta, y que merece mucho la pena leer, es una maravilla estética. Ilustrado por Manuel Gutiérrez, ilustrador de éxito, tiene una portada impresionante donde podemos ver a Mezen el Ariete con su capa de rostros, el Arcano del Tormento en todo su poder, y dentro del libro tenemos imágenes de rostros desollados y contorsionados por el dolor, un mapa detallado de Hann, además de un prólogo de Antonio Torrubia (conocido como “el librero del mal”, trabajador habitual de la librería y editorial Gigamesh) y postfacio de Daniel Garrido (creador del blog “El caballero del árbol sonriente”). Para traer tanto detalle, 26 euros y pico me parece barato.
El ritmo es firme, la trama sólida
y muy bien construida, el funcionamiento de la sociedad y del universo
detallado. Los personajes están muy bien definidos y construidos, todos con claroscuros,
algunos más ambiciosos, otros más buenos, algunos cubiertos por una coraza por
el dolor que les han causado, etc. Incluso hay algún personaje LGTBI importante,
que siempre mola. Aunque respecto a esto, las relaciones amorosas no tienen prácticamente
ningún lugar en esta novela, únicamente puede observarse el cinismo con el que
Mezen las contempla debido a un capítulo de su oscuro pasado. Si tuviera que
sacarle algún fallo, sería solo la falta de declaraciones o concreción sobre si
va a haber una continuación (me van rechinar los dientes como se quede así).
Esperaré a que toda Hann sea conquistada. Esperaré a que no sea necesario un ejército, a que no haya adversario contra el que el Imperio pueda luchar. Esperaré a que el hijo del Emperador tenga edad para gobernar, con tal de evitar una guerra civil en pos del Trono de Mesetatrigo. Y entonces os mataré. A ti y al Emperador.