La verdad es que me encanta leer
a Ramsey Campbell. Tiene algo como especial en lo que hace, algo puro. Hace
unas semanas terminé Luna sangrienta (1986),
y una vez más puedo decir que es rara, terrorífica, y…impresionantemente
ambiental.
Al igual que el resto de los
libros suyos que he leído, se inscribe dentro de la rara tradición del quiet horror (“horror silencioso”), un
poco conocido sub-genero del terror caracterizado por carecer de grandes
matanzas, carnicerías inmisericordes, o escenas gore. Ni siquiera hay una abundancia
de escenas de monstruos (aunque en esta hay alguna). Como ya desarrollé en la
reseña de otra novela del autor, El sol de medianoche (1990), generalmente es todo pura ambientalidad, el autor
trata de ofrecernos un ambiente aterrador pero no por lo que vemos, si no por
lo que sentimos o no vemos. Detalles que se van sumando, formando una verdadera
atmosfera. Un sonido, una sombra, un temor que va cobrando forma. No es muy
animado, pero extrañamente estético y efectivo. Y Campbell es uno de los
mejores en lo suyo.
Ramsey Campbell es un autor
británico de terror, nacido en 1946, especializado en este sub-genero, y
fuertemente influenciado por Lovecraft (tiene antologías lovecraftianas), así
como por Arthur Machen y por Algernon Blackwood. Estos autores pueden
observarse fácilmente en la mayoría de sus libros.
Luna sangrienta tiene como escenario principal a Moonwell, una
pequeñita y aislada población inglesa, creo que por la zona de los Peaks. A
nadie le importa Moonwell, nadie la visita, y su escasa población tampoco tiene
mucho interés en recibir muchos forasteros, viven a gusto con su cómodo
aislamiento. En ciertos aspectos Moonwell es una comunidad atrasada, que se
niega a recibir los avances y las supuestas mejoras de lo que ellos llaman
“esos urbanitas, gentes de ciudad”. Buena parte de la población son, hablando
mal, un hatajo de paletos religiosos (o simplemente paletos), y aun sobrevive
un fuerte racismo, machismo y homofobia entre otras cosas (intolerancias que Campbell
se encarga de criticar). Junto a esa religiosidad cristiana (que tiene su
gracia, porque el párroco oficial cuando comienza la novela es un hombre muy
tolerante y majete, que huye de la religión reaccionaria) perviven una serie de
tradiciones paganas tipo celta.
Estas tradiciones celtas se
articulan en torno al Foso de la Luna, una profunda sima cercana al pueblo, que
por lo que sabemos nunca se ha explorado. Esta sima fue, hasta la llegada de la
cristianización, objeto de cultos rituales y adoración por parte de las
culturas druídicas de la zona: se dice que un antiguo dios lunar maligno fue
encerrado en ella. Esas tradiciones perviven hoy en día en forma de
festividades: por ejemplo, decorar con flores el murete que rodea al foso, y
sus leyendas siguen poblando el valle, así como las de la criatura que allí
mora, y que ahora se conoce como Harry el Lunático (Harry Moon).
Los romanos destruyeron a conciencia todo el culto druídico, porque deseaban
que ese lugar fuera olvidado. Sabían que había un ser viviente allí abajo, y
que ese ser podía ejercer su dominio sobre cuentas personas vivieran en los aledaños.
El libro tiene diversos protagonistas, y vemos todo lo ocurrido desde la perspectiva de algunos de ellos. Geraldine Booth, una librera forastera que establece su negocio junto a su esposo en el pueblo, y que es víctima de los malos tratos a los forasteros. Craig, un hombre anciano de un pueblo vecino que junto a su esposa visita en Moonwell a su hija Hazel, quien vive allí junto a su esposo, y que no aprueban mucho el ambiente del lugar ni al esposo de su hija. Nick Reid, un periodista que llega al pueblo de casualidad e inicia una amistad y algo más, con Diana, otra de las protas, una profesora y educadora infantil estadounidense, con una importante formación en su campo que de poco le vale en ese ambiente recargado, pero que lucha con ahínco por ayudar a los niños mientras trabaja como maestra en la escuela local. Eustace, el cartero de la zona, un hombre tímido e introvertido pero con una curiosa habilidad para la comedia cuando se sube al escenario, y que como los anteriores, no está contento con el atraso del pueblo. Finalmente, Brian Bevan, un padre de familia que tras un cambio repentino se convierte en un religioso y creyente reconvertido de fuerte fanatismo, pero con un secreto que lo atormenta día y noche, royéndole el cuerpo y la mente, y su hijo Andrew, un niño aislado y marginado con problemas para relacionarse y expresarse, que ve como todo su mundo se viene abajo.
Las luchas de la mayoría de los protagonistas por adaptarse a ese ambiente tan retrogrado (“lo que necesita esa chica es un hombre que le enseñe unas cuantas cosas”, ese es el nivel de los comentarios) y luchar contra él cambian cuando llega al pueblo Godwin Mann, un predicador californiano evangelista y extremista religioso, acompañado de un verdadero ejercito de fieles y creyentes. Estos fieles lo han seguido por todo el país, algunos desde California, son una especie de grupo de hippies fundamentalistas cristianos evangélicos, sin ningún tipo de tolerancia (“las niñas no han de querer a las de su sexo, ni los niños tampoco”, “estandarte de Dios en la cruzada contra el comunismo”, etc.), de una repelencia que cuesta expresar. Los peores son los críos que llevan con ellos, madre mía que criaturas más repelentes.
Piensa que ha sido elegido como paladín de Dios. Esta intoxicado por la
fe, y son las asambleas las que le exaltan.
La campaña de predicación de
Godwin Mann empieza a ganar adeptos gracias a su fuerte personalidad y carisma,
al aislacionismo del pueblo, a la presión que ejerce hábilmente con su
creciente grupo de adoradores sobre los que se le resisten, etc. Poco a poco se
hace con el control del pueblo, y mientras lo hace, va destruyendo todos los
restos de la tradición druídica, sin mostrar ningún tipo de temor o respeto por
las leyendas originales. El plan oficial de Godwin es bajar a la sima y
demostrar así que no existe nada allí, que el único poder real es Dios, sin ser
consciente del terrible mal que puede despertar. Quizá las leyendas estaban
para algo.
Su intención era resucitar lo que había en la cueva, hasta que se
dieron cuenta de que era lo que iban a reanimar.
Diana, la principal de los protas, mientras lucha contra el creciente fanatismo (un verdadero ambiente policial, real), se va dando cuenta que puede que Godwin este arrastrando a toda la población a un destino muchísimo peor con sus sueños de gloria religiosa y mesiánica. En sus conversaciones con algunos viejos sabios que aún recuerdan parte de la tradición original, descubre que Harry Moon puede no ser una simple leyenda, sino un mal primordial, una criatura antigua ligada a la Luna que lleva siglos esperando para retornar al mundo y vengarse de la humanidad que lo encerró. Y solo ella lo ve venir, solo ella puede detener al psicotizado evangelista (que esta como una jodida maraca, en serio).
Todo esto ocurre en ese ambiente de pueblo aislado donde no paramos de ver simbologías celtas (la misma iglesia está construida sobre un templo celta), lo que añade mucho rollo a la obra. Como de un pasado lejano que nos observa desde su celda, esperando a salir.
Los druidas juzgaron este sitio idóneo para llamar a un dios que no era
un dios, sino un monstruo.
En esta obra, por un lado
Campbell nos expone su visión política y social contra la intransigencia y el
atraso, a través de todo ese combate contra el atraso preexistente en Moonwell,
más todo el ambiente de fanatismo e incluso de histeria religiosa que se forma
con la llegada de Mann y sus discípulos. Mann es un manipulador y un fanático
despiadado, con unos aires de grandeza y una megalomanía de categoría clínica,
de una intolerancia verdaderamente peligrosa. Un sujeto agitador cuyos
discursos y campañas pueden provocar víctimas mortales y hacer caer en el mismo
fanatismo a jóvenes impresionables. Un adoctrinador. El autor también avisa
contra el peligro que suponen este tipo de personas, que en EE.UU son bastante
comunes.
Te explicaré donde radica la aberración de esa misericordia vuestra: en
que sofoca los sentimientos que habríais de tener para ser honestos con
vosotros mismos.
Por otro lado tenemos la novela de terror: es una novela donde podemos observar muchísimo sobretodo de Arthur Machen. El ambiente campestre y aislado, toda esa mitología celta, etc. es absolutamente Machen. En este sentido y en otros (una divinidad antigua, un paraje aislado) guarda unos cuantos parecidos con El sol de medianoche del mismo autor. Al igual que este libro, también tiene una inspiración lovecraftiana, la criatura de la cueva es muy horror cósmico, muy Lovecraft. Podía ser un Primordial tranquilamente. Por otro lado es una novela que guarda una fuerte similitud con It de Stephen King, y no descarto que hubiera una fuerte retroalimentación entre los dos autores o que un libro inspirará al otro, porque ambas novelas son de 1986. Las criaturas de ambos libros son muy similares, e incluso se las combate de métodos parecidos. Aunque he de decir que me gustó mucho más It, y eso que no soy incondicional de King, al revés, hay muchas obras suyas que no me han dicho nada, pero esa me flipó.
Como la mayoría de libros de
Campbell, es muy bueno y además muy puro. Podía haber hecho una historia más
comercial, pero él tiene su forma de escribir particular y la mantiene, muy
ambiental y metafórica. Pero también, como la mayoría de sus obras, a veces es
compleja de entender, las metáforas son tan rebuscadas que te cuesta entender
que trata de transmitir el autor, y tienes que leer varias veces los mismos
párrafos. A ratos es hasta pesada.
Lo que hay en la cueva es más viejo que el mismísimo Satán, eso te lo
garantizo. Es lo que espantaba a los cavernícolas en la antigüedad, y lo que si
Mann lo resucita, nos transformara a nosotros de nuevo en seres de las
cavernas, nos tendrá justo como él quiere.
Por otro lado, algunos de los personajes
sobran un poco, el matrimonio de viejecitos y el de los libreros no llegan a
hacer nada en realidad, no van a ningún lado realmente.
Pero en general es una buena novela que merece la pena leer, un terror distinto, más agobiante. Y es que es increíble como Campbell logra transmitir esas sensaciones de agobio creciente, conforme avanza la novela y la liberación del ser del foso se avecina. Es muy notable como Campbell aporta diferentes matices al agobio, como logra metértelo en el cuerpo, y como focaliza la mayoría de esos agobios y esas sensaciones sobre la misma Luna. La Luna vertebra toda la obra, su presencia es contante, siempre acechando desde arriba, y al mismo tiempo desde abajo, desde el foso. No es la que más me ha gustado de Campbell, mi favorita suya ahora mismo es Imágenes malditas y después El sol de medianoche, pero es muy chula. Es una novela oscura, densa e inquietante, entretenida, donde te sientes parte de la trama, notas como la oscuridad te rodea a ti, como la Luna que tienes encima en las noches que estás leyendo este libro es a ti a quien observa. Muy muy chunga.
Finalmente, he de añadir que la traducción, Luna sangrienta, es algo deficiente, teniendo en cuenta que el titulo original es The Hungry Moon, o sea, “Luna hambrienta” o “La Luna hambrienta”, que tiene mucho más sentido en el contexto de la obra. Pero bueno, no es la peor traducción de un título que he visto. El libro está actualmente descatalogado en España, pero no es difícil conseguirlo en la venta de segunda mano (todocoleccion, iberlibro, wallapop, los de siempre), hay un par o tres ediciones circulando. La portada es un poco cutre, una luna ahí colgando con un rayajo de sangre metido con el Paint, pero bueno xD. Son ediciones viejas de libros baratos, hay que contextualizar.
La cueva no era un recinto sagrado, ni tampoco estaba muerta.
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