Y otro más de Lord Grimdark: Joe
Abercrombie. Los Héroes, publicado en
2011, y que pertenece a la línea de secuelas posteriores a los eventos de la
trilogía original: La Primera Ley. Se
ubicaría después de La mejor venganza (2009).
Una vez más, Abercrombie mete un nuevo giro al modelo narrativo. Si La mejor venganza fue una historia y
viaje de venganza, resentimiento, ira, etc. que abarcó varios meses, Los Héroes sucede en el 99% de la
narración en un mismo territorio, el valle de Osrung, y sucede en apenas tres
días. Se trata de la narración pormenorizada y exhaustiva de una terrible
batalla de tres días, mas sus breves antecedentes y sus consecuencias.
Ubiquémonos en la historia: por
un lado, y como sabemos, la Segunda Guerra Gurkha terminó con la victoria de la
Unión y sus aliados tras la batalla de Adua. Ahora el Gran Rey es Jezal I,
mientras el estado es manejado por el verdadero gobernante de la Unión, el
Archilector Sand dan Glotka (<3). Es un tiempo de guerra fría, sigue
habiendo movimientos entre los oscuros amos de los gurkhos y de la Unión, pero
bajo la apariencia de paz, nadie desea una nueva guerra abierta entre las dos
superpotencias.
En La mejor venganza asistimos al final de los Años de la Sangre, la
guerra por el control total de la isla de Styria. La mayoría de sus principales
señores (el Gran Duque Rogont, el Gran Duque Salier, la condesa Cotarda, el
primer ciudadano Patine, el canciller Sotorius, etc.) están muertos. Incluso el
Gran Duque Orso de Talins, padre de la Reina Terez (la mujer de Jezal), ha
caído, tras la sangrienta escalada de venganza orquestada por Monza Murcatto.
Ahora la isla se halla sumida en un caos aun mayor por la falta de líderes: los
Años del Fuego. Y únicamente Talins, bajo el férreo gobierno de la Gran Duquesa
Monza, la Serpiente de Talins, se mantiene relativamente estable. Monza es
ahora la gobernante más poderosa de toda Styria, y ha jurado no someterse ante
ningún amo (como hicieran Orso o Rogont), ni ante la Unión o los gurkhos, ni
ante la banca Valint y Balk.
Esta situación política es importante recordarla para entender los acontecimientos que se nos vienen encima. En el Norte, tras la traición y supuesto asesinato (no tenemos cuerpos, ¿Quién sabe?) de Logen Nuevededos, Dow el Negro se ha alzado con el control de la Silla de Skarling: hay un nuevo Rey de los Hombres del Norte. Ha creado un férreo dominio basándose en su reputación despiadada, se hace llamar el Protector del Norte, y se ha rodeado de una cámara de cinco Jefes Guerreros que le han jurado lealtad: Caul Reachey, Glama Dorado, Cairm Cabeza de Hierro, Brodd Tenways y Scale (uno de los dos hijos del anterior Rey, Bethod). Su poder se cimenta sobre una pirámide de cráneos, quien osa desafiarle es despellejado vivo y colgado de un árbol.
Su alzamiento y política agresiva,
sumado al “asesinato” (pese a que no sepamos si realmente está o no muerto) de
Logen (quien era amigo del Gran Rey Jezal), encendieron las piras de una nueva
guerra contra el Norte. Los ejércitos de la Unión, bajo el mando del Lord
Mariscal Kroy, marchan sobre el Norte.
Es el año 584 (cuatro años después
de los eventos de La mejor venganza,
y siete de los de La Primera Ley), no
está claro cuánto lleva durando la Segunda Guerra del Norte, pero como mínimo
cerca de un año. Y la situación está en un momento equilibrado. Dow sabe que no
puede ganar a los enormes números de la Unión en combates abiertos, así que se
dedica a dispersarse, retroceder, emboscarles desde atrás, cortar sus líneas de
abastecimiento, y obligar a la Unión a dividir sus propias tropas en un
territorio helado y hostil, que él y su ejercito controlan y los sureños no. Pero al mismo tiempo, sus soldados empiezan a
cansarse, están hartos de guerra, las tropas del Norte son increíblemente
anárquicas y desobedecen a la primera de cambio, y además esas tácticas de
retrocesos no encajan con la fama de Dow, por lo que está en riesgo de perder
el control de sus hombres y sufrir una rebelión si el conflicto se alarga. Por
otro lado, Kroy, consciente de las intenciones de Dow, se resiste a lanzar a
sus tropas a la aventura, avanza con precaución (atendiendo a los consejos del
Sabueso y sus hombres, una facción del Norte que se opone a Dow), mantiene sus
tropas en tres grandes divisiones aseguradas, y es muy cauto. Pero el terreno
juega en su contra, los hombres sureños no saben lidiar con ese frio, la comida
no abunda, algunos de sus mandos son unos
incompetentes,… Y el peligro del motín y las estadísticas de deserción no dejan
de acechar. Ambos bandos están equilibrados.
El desequilibrio ocurre cuando al
cuartel general del Lord Mariscal Kroy llega un nuevo miembro del Consejo
Cerrado, y no uno cualquiera: Bayaz, el Primero de los Magos, quien fundara la
nación hace cientos de años aconsejando a Harod el Grande, y uno de los
principales arquitectos del Estado. Bayaz, haciendo gala de su fáctica y
directa autoridad que le caracterizan, afirma que esta guerra no puede
alargarse más, Dow el Negro debe ser sometido inmediatamente, y las tropas dirigidas
hacia Styria para encargarse de la Serpiente de Talins, Monza, quien esta
ganado cada vez más poder y territorios en la isla y se niega a establecer ningún
tipo de pacto con la Unión. La guerra ha de precipitarse en un combate final
que rompa el equilibrio. Idea que a Kroy no le entusiasma.
En la guerra solo importa ganar. El resto solo sirve para que los necios
canten canciones sobre ello.
Los acontecimientos se precipitan
en apenas uno o dos días, a través de las líneas de comunicación de las tropas
con sus exploradores, y un lugar es decidido por los avatares del destino como
el emplazamiento de la batalla decisiva: el Valle de Osrung. Un lugar con
diversos puntos de control estratégicos que convierten la batalla en una lucha
de posiciones donde el terreno es primordial: bosques en sus límites, zonas de
pastos, ríos, muros, minúsculas aldeas y alguna posada, la ciudad amurallada de
Osrung; y por encima de todo, en el medio y como punto más alto, la colina de
Los Héroes. Una colina muy empinada que domina todo el valle, con un muro que
la rodea, y un círculo de piedras (en plan Stonehenge, dólmenes) en la cima,
que se dice que son las tumbas de algunos olvidados héroes del pasado. El
control de esa colina será primordial durante toda la novela.
Una batalla sin cuartel donde se
dan cita, por parte de ambos bandos, desde soldados veteranos, e incluso
guerreros de leyenda, de los que existen uno o dos por generación, y cobardes
desalmados, seres traicioneros, planes, estrategias y estrategas, estrategias
detrás de las estrategias,… Se reúnen tantas tropas en ese valle perdido, que
ya desde antes se habla de que la Batalla de los Héroes será la mayor batalla
del Norte. Dow ha reunido para esa lucha un ejército como no se había visto
nunca en esos territorios helados.
Algunos entre la unión marchan
creyendo que tienen la victoria asegurada (pese a las advertencias del Sabueso
o del propio Kroy) contra esos salvajes. Pero la realidad es que los guerreros
del Norte son unos combatientes extremadamente profesionales, mucho más
curtidos que los sureños, y Dow cuenta con diversos ases en la manga. Uno de
ellos es su alianza con el Extraño que Llama, un gigante de más allá del rio
Crinna que ha unido todas las tribus de salvajes, y que piensa marchar contra
la Unión. Además Ishri, el Viento del Este, una de las Devoradoras (hechiceras
que consumen carne humana) que sirven al Imperio de Gurkhul y al Profeta
Khalul, y que ya intervino en el conflicto styrio, sirve ahora como consejera
de Dow. La victoria de un enemigo de la Unión es una victoria para los gurkhos.
Los gurkhos nunca permanecen ociosos y sus intrigas no conocen fin.
Como protagonistas, del lado del
Norte tenemos a Curnden Craw, un viejo Mejor Guerrero que dirige su propia
pequeña tropa, casi toda compuesta por Mejores Guerreros también, y conocido
por ser duro pero justo, el último hombre honesto del Norte. Casi un anciano
bastante harto ya de la guerra pero que tampoco sabe que más hacer. Beck, un
joven granjero hijo de Shama el Cruel hambriento de demostrar su valor en
batalla, pese a que no ha luchado en su vida. Y el príncipe Calder, el hijo
pequeño de Bethod, conocido por ser un hábil intrigante y manipulador, pero un
absoluto cobarde y nulo guerrero. Calder cayó en desgracia por predicar la paz
con la Unión, es el hombre más odiado del Norte, y tiene claro que Dow lo ha
llevado a la guerra con él con la esperanza de que cometa un error final que le
permita ejecutarlo, o que alguien lo mate en la lucha. Pero Calder no tiene
intención de caer (aunque sabe que apenas tiene oportunidad de lograr nada), su
plan es socavar con sus traicioneras habilidades la autoridad de Dow, lograr
aliados, y recuperar el trono de su padre para él y para su hermano. Sobre todo
para él.
Los héroes solo son necesarios en los peores momentos.
Y por el lado de la Unión tenemos
al coronel Bremer dan Gorst, casi campeón del Certamen, y en su día amigo y
Primer Guardia del Gran Rey. Su estrella se hundió cuando durante el ataque de
Monza a la Casa de los Placeres de Cardotti, para matar al príncipe Ario, casi
murió allí el Gran Rey (eventos de La mejor venganza). Desde entonces fue apartado de la corte real y de sus
honores, y actualmente ha sido enviado al Norte como Observador real: se dedica
a enviar periódicas cartas a Jezal I con lo que ocurre y lo que ve (siempre
pintándolas como muy positivo todo, cuando es un puto desastre todo). Su
intención es luchar y matar cuanto haga falta (para lo cual tiene habilidad
endiablada, es un guerrero imparable, un verdadero toro de batalla) en una
batalla sanguinaria para convertirse en un héroe, y recuperar su posición. Y la
batalla que se avecina le viene de perlas. Por otro lado esta Finree dan Brock,
la ambiciosa esposa de Harod dan Brock (oficial de estado mayor de una de las
divisiones e hijo del infame Lord Brock, el noble que vendió Adua a los
gurkhos), e hija del Mariscal Kroy (que acompaña a los ejércitos desde niña). Finree ama a Harod por ser un hombre bueno que se ha esforzado 100
veces más que cualquier por llegar adonde está, y vencer la fama de su padre,
pero al mismo tiempo desprecia su falta de ambición. Es ella quien controla la
pareja, y urde sus planes con la intención de ascender socialmente, usando a su
esposo como una pieza (nunca una sacrificable, eso sí, se lo reconocemos).
Interesante personaje femenino, mas capaz e inteligente que la mayoría de los hombres del ejercito, lleva de guerra en guerra casi desde que nació, y probablemente podría ser ella misma una oficial. Y por último, el cabo Tunny, una sanguijuela
cobarde que ha sobrevivido y se ha lucrado en todas las guerras durante los
últimos 15 o 20 años, sin ascender nunca (no le interesa, un mando llama la atención), y evitando siempre
el combate.
Finree dan Brock. Detrás tenemos a Harod, el de la trenza, y Gorst, el otro, el de pelo corto.
Acompañando a estos seis
protagonistas, sin tener capítulos propios pero siendo personajes importantes,
tenemos a otros personajes muy destacables. Uno de mis favoritos es Whirrun de
Bligh, o Whirrun el Tarado, un Mejor Guerrero venido de los valles de un
extremo del Norte, un lugar tan frio que “te congela las pelotas al mear”, y
cuyos habitantes suelen guardar escasa relación con el resto del territorio.
Whirrun es el actual portador del Padre de las Espadas, un arma enorme y legendaria y antigua que ha ido pasando de gran
guerrero en gran guerrero desde hace siglos, se dice que arrojada a la tierra
por los dioses. Es miembro del grupo de Curnden, y es al único a quien sigue
(en realidad la lealtad a Dow y la guerra le traen sin cuidado, el solo sigue a
su jefe), porque una vieja bruja le dijo que junto a él hallaría su destino. También
le dijo el momento en el que moriría, y por tanto, como sabe que no va a morir,
no lleva armadura y es un guerrero que no se preocupa en las batallas, total pa
que. Aun así es un guerrero terrible, imparable con su enorme espada, temido y
reverenciado, y un poco drama queen también (surge de entre las sombras durante
las emboscadas con frases lapidarias y grandilocuentes y cosas así). Probablemente
el mejor guerrero con el que cuenta el Norte, y sirve de contraparte de la
bestia de la Unión, Bremer dan Gorst.
Bayaz y sus siniestros objetivos son
otro puntazo, ha venido al Norte acompañado de un par de Adeptos de la
Universidad y sus acólitos, y tiene un plan entre manos, como siempre.
Entre las filas del Norte hay
figuras muy destacables: Glama Dorado y su pomposidad; Brodd Tenways, lameculos
y traicionero; Cairm Cabeza de Hierro, una bestia violenta pero más inteligente
de lo que parece; Caul Reachey, viejo guerrero que intenta hacer las cosas a la
antigua manera, un poco como Curnden; y el príncipe Scale, desheredado, bobo,
fuerte y valiente, que cuenta con la ayuda de sus dos viejos tenientes, Palido
como la Nieve y Hansul Ojo Blanco. Y un viejo amigo destacable: Caul Escalofríos.
Tras la campaña junto a Monza en Styria, Escalofríos regresó al Norte siendo más
violento, frio y sanguinario que nunca, una especie de versión renacida de
Logen Nuevededos, el Sanguinario. Medio rostro quemado y paralizado, un rictus constante
en el rosto, y una fría bola de metal por ojo. Ahora Escalofríos ejerce como el
perro de presa de Dow el Negro, su temible criatura y heraldo.
Esta novela habla continuamente
sobre lo que significa ser un héroe, y el precio que hay que pagar, durante las
guerras, por ello. Las mentiras (o las verdades) de la fama y de la sangre.
Bremer es un guerrero casi imparable, y es bastante inteligente pese a su
aspecto de toro humano, pero está más solo que la una. La mitad de la gente le
teme por sus habilidades de combate, lo consideran casi una bestia inhumana, y
la otra mitad, le considera un idiota por su aspecto y voz de pito. Durante
esta batalla el Observador real reflexiona sobre lo absurda que es la fama, los
rangos, la guerra en general. Él mismo se considera un idiota en pos de un
objetivo que sabe vacío: atravesar un océano de sangre y arriesgar su vida para
matar a decenas (o incluso cientos, vaya bicharraco) de personas para recuperar
un puesto de puro fingimiento junto a un rey que sabe que es un imbécil. Pero
ese objetivo es lo único que tiene. Su contraparte intelectual (que no física,
que sería Whirrun, probablemente el único guerrero enemigo que le
iguala) es Calder, buscando recuperar una posición de la que fue injustamente (según
él) expulsado. Irónicamente, Calder es lo contrario que Bremer, cobarde y
desleal, y sus mecanismos para recuperar lo perdido no son a través de la lucha
(método violento pero honrado), si no de la traición.
Lo lograré, aunque deba derramar hasta la última gota de sangre del
Norte.
También contemplamos que pese a
lo bonitas que son las historias de la guerra contadas por bardos, o narradas
en hogueras entre camaradas, valentía, honor, sacrificio, el soldado veterano
regresando a casa, etc. la realidad es…. Una mierda. Una mierda horrible. En
general te aburres, los superiores te joden vivo, tienes trabajos de mierda, se
te congelan los miembros, pillas diarreas o te mueres de hambre, te timan, y en
ocasiones (muchas), hay combates horribles y te matan. La guerra es algo
horroroso y terrible.
La guerra era un noventa y nueve por ciento de aburrimiento y, de vez
en cuando, un uno por ciento de terror acojonante.
Otro puntazo es el acercamiento al
personaje de Dow el Negro. Antiguamente miembro del grupo de Logen, y que sirvió
más tarde bajo las ordenes de Rudd Tresarboles y después bajo las del Sabueso,
y uno de los hombres más violentos y sanguinarios del Norte. Ahora se encuentra
ante el peligro del mando, toda la responsabilidad, todos los cuchillos
apuntando a su espalda, teniendo que saber coordinar a esa manada de malas
bestias que forman su ejército y a sus jefes guerreros mientras mantiene su
reputación de sanguinario para que no le arrebaten el puesto o le maten. ¿Dónde
termina la fama y donde empieza el hombre? Más interesante aun si nos
planteamos como ha llegado a su posición. Durante la guerra contra Bethod vio
morir a casi todos sus compañeros, sus únicos amigos: Forley el Flojo, Rudd
Tresarboles, Cabeza de Trueno y Hosco Harding. Perdió la confianza en su amigo,
compañero y rey, Logen, y acabo traicionándolo y asesinándolo. Logen era quizá el
único hombre cuya fama era aún más sanguinaria y negra que la suya, y pese a
ello, Dow sabía que Logen siempre intentaba hacer lo correcto y enfrentaba un
monstruo interior (tenía una segunda personalidad malvada), lo cual le convierte
a él en un monstruo peor. Finalmente, ahora, en esta nueva y terrible guerra,
se enfrenta al único amigo verdadero que le queda: el Sabueso, único superviviente
junto a él del grupo, quien comanda las fuerzas del Norte que se le oponen. Dow
acabará con su antiguo “hermano” por conservar el trono, pero continua respetándolo
más que a cualquiera de sus hombres.
¡El Sabueso es el único hombre de todo el Norte que siempre ha
defendido el mismo bando!
Al final el libro no para de
repetir, desde la primera página, que los héroes no existen. Son solo leyendas,
habladurías formadas por la necesidad humana de tener una historia, y por el
efecto del boca a boca. Hay gente valiente, gente buena matando, hay gente
cobarde que sabe fingirse héroe, hay traidores que han sabido posicionarse,
lameculos,… Pero los héroes no son más que un cuento. Y las muertes no tienen por
qué tener sentido, generalmente no lo tienen. Mueres porque sí, porque estas en
la guerra y alguien te mata, o revientas cagandote de encima de disentería, o
el soldado de al lado tuya te confunde con el enemigo y te calza un hachazo en
la cabeza.
La vida no es justa. No hay patrón. La gente muere al azar.
Al igual que en La Primera Ley observamos una intensa
decadencia en el mundo que vemos, un lugar donde las canciones se pudren y
ya no nacen leyendas. La mayoría de los viejos héroes ya están muertos, algunos nombres comienzan a perderse en el devenir de los siglos. El propio Dow se lamenta de
esto, tiene que servirse como capitanes de sicarios lamentables que antaño no
hubieran pasado de defender alguna trinchera de mala muerte, como Glama Dorado
o Brodd Tenways.
Una novela brutal, descarnada, violenta, llena de mala leche, de puro grimdark. El análisis cuasi anatómico que hace Abercrombie de la batalla, de sus avances y retrocesos, de sus consecuencias, es cojonudo. Una vez más, un libro entretenido y que pese a su extensión de casi 900 páginas, te lees en un suspiro. Si tuviera que sacarle un fallo es que pese a que hay muchas muertes (y más traiciones), y la posición de poder de uno de pronto pasa a otro rápidamente, se me hicieroooon…. Pocas. Yo esperaba más, al final me supo a que no había caído mucha gente (dentro de lo que cabe, o sea sí que mueren un montón). Puede leerse por separado (el libro aporta la información suficiente), o en conjunto con el resto de la saga (opción recomendada, se pierden muchos matices de lo contrario).
La novela esta publicada por
Alianza en una edición de tapa dura que hace colección con las otras de la saga,
con una portada de Raymond Swanland. Buen papel, buena traducción, maja, bonita,
y barata: unos 13 euros. Además trae un glosario con todos los personajes
principales, dividido según los ejércitos, y la división concreta, a la que
pertenecen. También trae un mapa del valle de Osrung por cada día de batalla, mostrándonos
la disposición y ubicación de las fuerzas durante la batalla, para ayudarnos a
orientarnos y saber dónde está cada tropa en cada momento. Muy cuidado.
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