Ladrón del Tiempo (publicada en 2001) es la novela número 26 de la conocida saga y
universo de Mundodisco, obra de Terry
Pratchett, y pertenece a la línea interna la Muerte (concretamente es la
quinta, tras Mort, El segador, Soul Music
y Papa Puerco). En esta nueva
entrega volvemos a tener de protagonista a Susan Sto Helit, la nieta de la
Muerte, hija de Mortimer (quien fue brevemente aprendiz de la Muerte) e Ysabell
(la hija adoptiva de la Muerte). Susan tiene gran parte de los poderes de la
Muerte (incluso puede hablar con su VOZ), aunque no tiene sus
responsabilidades. Es lo que podríamos llamar “casi humana”: posee la
percepción, algunos poderes, y parte de la sabiduría y actitudes propias de una
criatura ancestral, una personificación antropomórfica de un aspecto de la
realidad (los seres por encima de los dioses) como la Muerte, pero al mismo
tiempo también siente como una humana (o casi), tiene percepción temporal (o
casi), crece y envejece (relativamente), etc. La principal característica de Susan
es que ellas es más o menos capaz de decidir en qué grado quiere ser afectada
por esas cosas que afectan a los humanos. Puede decidir su grado de mortalidad
y de humanidad, según le interesa. El tiempo por ejemplo es algo de lo que
puede entrar o salir a voluntad, una habilidad bastante útil para una maestra
de primaria como ella con muchos exámenes que corregir.
No soy lo que se llama una criatura del tiempo. Trabajo en él, pero no tengo porque vivir allí. Hay unos cuantos que somos así.
El rollito que hay entre Susan y su abuelo, que ya hemos podido ver en novelas anteriores, es tierno y graciosísimo. Mas parecidos de lo que a Susan le gustaría admitir, ambos son tremendamente pragmáticos, y a ambos les cuesta un poco entender a los humanos normales, aunque la Muerte tiende a tener mas paciencia y ser mas cuidadoso con ellos (menos en el caso de los niños, Susan es maestra y tiene una considerable mano, aunque dura, con ellos). En realidad Susan no quiere participar en las misiones en las que le enmarrona su abuelo, pero al mismo tiempo, no puede evitar ser consciente de que tiene que intervenir.
En esta novela también esta de protagonista una antigua orden de monjes que lleva siglos guardando los hilos del tiempo, la
estabilidad de nuestra realidad: los Monjes de la Historia (que se ubican en un
valle perdido de las montañas donde se fabrica la filosofía xD). Fundados hace
miles de años, cuando Wen el Eternamente Sorprendido descubrió que todo el
universo es un instante perfecto y eterno que se destruye y recrea
continuamente, que se perpetua a lo largo de la eternidad, y eso lo
sorprendió…para siempre. Espacio y tiempo confluyendo en una superunificación
total a lo largo de una masa incontable de eones: el todo (referencias a física
cuántica a porrillo). Desde entonces los Monjes de la Historia llevan milenios
asegurándose de que toda suceda como debe suceder (básicamente su tarea es
encargarse de que el mañana suceda, tal cual), colocando activos secretos en
los lugares apropiados, enviando agentes (monjes) secretos a los lugares donde
peligra la historia. No van precisamente desarmados: reparten guantazos como
panes (son unos karatecas del copón, túnicas naranjas, todo el cliché,
Pratchett se parte el culo) y poseen técnicas para rebanar el tiempo, y así
acelerarse dentro del propio tiempo (a lo Flash). De hecho sus más altos mandos
son capaces de artes como el envejecimiento circular o la desviación temporal,
a través de la cual evitar envejecer o morir.
Pero una vez los Monjes casi
perdieron el control: en una ocasión, un científico loco construyó un reloj de
cristal capaz de contar el tictac del mismo universo, y así detuvo el tiempo,
aunque solo durante un instante. Pero los daños fueron tan grandes que la
historia quedó hecha pedazos, y los Monjes tuvieron que reconstruirla de cero,
robando fragmentos de la historia anteriores a la vida desarrollada.
Ahora, hartos de la imperfección
que supone la vida y todo el caos que genera, los Auditores de la Realidad,
esos pequeños cabrones fotocopiados ataviados con túnicas, tienen un nuevo plan
para exterminar la vida…y la Muerte (siempre quieren putearle, le tienen una
inquina tremenda porque trata de defender a la humanidad y a la vida):
reconstruir el reloj de cristal. Pero ellos son incapaces de crear, así que
para ello reclutan a un humano, un nuevo científico loco obsesionado con los
relojes.
Dos fuerzas se oponen a este plan
malvado. Por un lado, la Muerte se da cuenta de que alguien lo está intentando
de nuevo (“después del miércoles que viene, no hay futuro”, cita literalmente),
pero él mismo no puede acudir. Tiene otra tarea pendiente: reunir a los Cinco
Jinetes del Apocalipsis (¡había un quinto, uno que abandonó la banda!) para lo
que se avecina. Así que para intentar evitar que ese reloj sea terminado
recluta la ayuda de la única persona en la que puede confiar: su nieta. Como
nieta suya tiene sus poderes, pero no la responsabilidad de cabalgar a lomos de
su caballo pálido una vez sonada la última hora.
Ver cosas que los humanos no deberían haber visto nos hace humanos.
Las preguntas no tienen por qué tener sentido. Pero las respuestas sí.
Por otro lado están los Monjes.
Conscientes de que algo jodido está ocurriendo, el más poderoso y misterioso de
ellos decide acudir al encuentro de los acontecimientos: Lu-Tze el Barredor,
junto a su recién encontrado discípulo Lobsang. Lu-Tze es una especie de mezcla
entre el maestro Po, el maestro de la serie de Kung-Fu, y James Bond, como el agente secreto indomable y perfecto
que hace lo que le da la gana (hay referencias a ambos). Un antiguo maestro de más
de 800 años de la orden (aunque como para ellos el tiempo pasa distinto, a lo mejor tiene 6000 o mas), cuyas leyendas e historias son la inspiración de los
jóvenes, que sin embargo argumenta no ser más que un simple barredor
(literalmente, va con su escoba a todas partes). Él dice que gracias a ser solo
un barredor, puede entrar donde quiera y así es como acabo aprendiendo todas
las técnicas de los Monjes: entraba y observaba, y se acabó convirtiendo en el
más poderoso de ellos. Tipo El indomable
Will Hunting, que siendo el bedel de la facultad de ciencias aprendió mogollón
de matemáticas.
Recordad que la Senda de Lu-Tze
no es nuestra Senda. Recordad que él lo aprendió todo barriendo
desapercibidamente mientras los estudiantes recibían su educación. Recordad que
ha estado en todas partes, y ha hecho muchas cosas. No hay ningún monje mejor
para encontrar el Momento y el Lugar.
Lu-Tze es un personaje con el que te partes de risa pero a unos niveles increíbles. Es que es barrendero, maestro de artes místicas y de combate, agente secreto, sabio e inmortal. Lo mismo mete unas amenazas veladas a lo Jason Statham al niñato chulo del templo que lo confunde con un criado normal, que suelta comentarios súper sabios, o habla del arte de barrer. Hay incluso un momento en el que menciona que no piensa llamar a Lobsang como algún tipo de insecto diminuto (como en Kung-Fu, donde el maestro llamaba al prota pequeño saltamontes). Además, Lu-Tze no es un practicante corriente de las enseñanzas de Wen el Eternamente Sorprendido, es un seguidor de la “Senda de la señora Marietta Cosmopilita, calle Quirm número 3, Ankh-Morpork, Se alquilan habitaciones, precios muy razonables”.
Cuando era joven, Lu-Tze decidió emprender un viaje de descubrimiento a la ciudad donde sucede todo y hay de todo, Ankh-Morpork. Allí conoció a la señora Cosmopilita, una ama de casa que alquilaba habitaciones, y en sus dichos comunes (tipo: “cuando seas padre, comerás huevos”, “solamente tengo un par de manos” o “hay un momento y un lugar para cada cosa”), Lu-Tze se dio cuenta que se condesaba la sabiduría definitiva, el conocimiento perfecto y absoluto para aquel que supiera leerlo. Una forma resumida, condensada y práctica de los axiomas filosóficos del propio Wen. Así que se pegó los años siguientes fregando platos para la señora Cosmopilita mientras aprendía su Senda y vivía en un cuartucho de su casa. Lo gracioso es que a partir de entonces, a causa de la fama y el misterio que cobró su nombre por la leyenda creciente de Lu-Tze, decenas de monjes peregrinaban cada año hasta su casa buscando su sabiduría (lo que suscitaba las enconadas quejas de la buena señora, que no sabía porque puñetas la seguía esa gente), aunque pocos lograron llegar entenderla. Se considera uno de los principales misterios de los Monjes, pero esta asumido que si Lu-Tze ganó su poder con esa Senda, algo residirá ahí.
Eres una leyenda, pero llevas mucho tiempo siendo una leyenda.
Lobsang, el reciente discípulo de Lu-Tze, es el rebelde del templo (evidentemente encaja en su posición de discípulo del mas rebelde y excéntrico de los sabios), un chico huérfano de Ankh-Morpork criado en el Gremio de Ladrones, y más adelante convertido para unirse como alumno a los Monjes. Este chico esconde en su interior un poder mucho mayor de lo que parece, una habilidad innata para cortar el tiempo.
Está en la naturaleza de las Sendas que nadie puede estar seguro de
quien va a ser el profesor. Lo único que puedo hacer es mostrarle el camino.
Por otro lado, la Muerte tiene
que llevar a cabo su tarea de reunir a la antigua banda, y en esta ocasión, los
Jinetes no van a cabalgar para anunciar el fin ni para arrasar con todo: el
plan de la Muerte es detener a los Auditores, ser la última línea de defensa,
si su nieta y los Monjes fallan. Llevan el rollo de reunir a los Jinetes del
Apocalipsis en plan como reunir a una banda de viejos rockeros retirados para
una gira final, hablan de un último bolo y todo igual. Es muy gracioso, y
Pratchett incluso le imprime nostalgia. Aunque encontrará algunos problemas:
los otros jinetes le ponen trabas para reunirse (como ocurre en toda trama de
una peli sobre reunirse una vieja banda, está el motivado que quiere,
normalmente el líder, y el resto que al principio pasan). Peste no tiene ningún
interés, Hambre tiene miedo y no quiere enfrentarse a los Auditores, y Guerra
está casado, gordo, a dieta, y cree que esa ya no es su vida. Pero Muerte no
puede dejar que el Universo termine así. Y mientras, un miembro olvidado se
pone en marcha. Hay quien ha visto muchas referencias a los Beatles.
La última cabalgada de los Jinetes. Falta el quinto.
En esta novela averiguamos mucho
sobre los Monjes de la Historia, una orden de la que se había mencionado algo
anteriores veces, pero nunca se había profundizado. Vemos a su abad (que tiene
miles de años pero no domina el envejecimiento circular, así que usa
reencarnaciones en cadena, muere y vuelve a nacer, de manera que atraviesa fase
en las que es un bebé con todas sus cosas, y se caga encima y babea mientras da
órdenes trascendentales), sus costumbres, sus diferentes dojos de
entrenamiento, etc. Sus frases, sus axiomas, e incluso capítulos de la vida de
Wen el Eternamente Sorprendido. Hay menciones a otros monjes de ese valle
misterioso, como los Hermanos Molones, que creen que solo mediante el molonismo
terminal se puede comprender el universo (y que el negro nunca va a pasar de
moda).
Primero debes entender por qué existen reglas, para luego romperlas.
La novela está plagada de una combinación de
filosofía, misticismo oriental, y teorías de física cuántica (con todas esas
referencias al Tiempo). Es súper imaginativa, divertida rabiar, y muy ágil. Lu-Tze
es de lo mejor que ha creado Pratchett.
En esta historia Susan Sto Helit
tendrá que aliarse con los Monjes de la Historia para impedir que el Tiempo sea
destruido de nuevo (un Tiempo que, al igual que la Muerte, quizá posea también
una personificación) y los Auditores de la Realidad vuelvan a hacer la puñeta.
Para ello tendrá que esclarecer un misterio que viene de familia, y enseñar a
otros lo que ella aprendió hace años, asumir su naturaleza “casi humana”.
Lu-Tze se encamina a corregir un error del pasado, mientras la Muerte se
encamina hacia su último y más grande bolo, con o sin sus compañeros de armas.
Todo tiene una razón de ser, salvo posiblemente el fútbol.
Si tengo que sacar un fallo a la
novela es que es la última novela de la saga de la Muerte, aunque esta sigue
saliendo, y me da pena. También es la última protagonizada (puede que la última
en la que salga) por Susan, un personaje sorprendentemente funcional y que me
encantaba.
¿Acaso no está escrito: “cuando hay que irse, hay que irse”?
No olvides la Regla Número Uno.
Puede comprarse en las ediciones de bolsillo, ya que las ediciones de Plaza Janes están desapareciendo. Y me sienta como una patada, yo tengo esas, que pese a tener la misma portada están mas curradas, y ahora cambiar a las Debolsillo para los últimos 10 u 8 libros me sienta como una patada en los morros (ALERTA DE TOC).