lunes, 10 de mayo de 2021

LAS FLORES DEL MAL - CHARLES BAUDELAIRE

    


        Las flores del mal es un poemario de 317 páginas escrito por Charles Baudelaire, publicado por primera vez en 1857 (en una edición que constó de 1300 ejemplares). Seis de sus poemas fueron prohibidos por inmorales y retirados en su segunda edición de 1861, y se añadieron treinta nuevos, y en 1949 se levantó la prohibición sobre los seis anteriores. Las ediciones a partir de entonces cuentan con todos los poemas de todas las ediciones, prohibidos incluidos, sumando un total de 158 poemas.

        Baudelaire fue poeta francés que nació en 1821 y murió en 1867, las dos en París. Estudió derecho en un curso popular en el Lycée Louis-le-Grand de París, época en la que comenzó a salir habitualmente por zonas de bares, beber, y frecuentar prostitutas, y probablemente contrajo gonorrea y sífilis. Se hizo conocido en los círculos sociales parisinos como un dandy debido a sus hábitos disolutos y a su ligereza con el dinero, que entre otras cosas, poseía por una herencia (que dilapidó a bastante velocidad). Acostumbraba a mudarse de casa a menudo para huir de sus acreedores. Mantuvo relaciones con bastantes mujeres (mas las prostitutas), entre otras la cortesana Apollonie Sabatier y las actrices Jeanne Duval y Marie Daubrun, ganándose fama de libertino. Su mala vida y sus enfermedades,  su mala salud, su depresión y estrés, y su economía empobrecida, le acabaron pasando factura, a lo que se sumó una racha de fumar opio hacia el final de su vida, y en 1866 sufrió un derrame cerebral masivo, seguido de una parálisis. Tras un año de afasia murió en 1867.



Charles Baudelaire.


        Baudelaire tuvo una producción muy irregular, y este poemario se considera su opera magna. Además de su poesía, realizó traducciones al francés de varios autores anglosajones famosos, como Edgar Allan Poe (con quien se sentía muy hermanado por la oscuridad de sus estilos y las depresiones y alcoholismo que consumieron a ambos) o Thomas de Quincey (otro conocido divagador bajo influencia de alcohol y drogas).  

        El estilo de Baudelaire, que se refleja especialmente en Las flores del mal, es conocido como la poesía condenada. Los poetas condenados fueron públicamente rechazados y juzgados por ultraje a la moral pública y a la fe cristiana, repudiados e incomprendidos por la sociedad y murieron con más pena que gloria. Pertenece al movimiento decadentista, que seguía la ideología estética de exceso y artificialidad. El movimiento se caracterizó por el autodisgusto, la enfermedad del mundo, el escepticismo general, el deleite en la perversión y el empleo del humor crudo y la creencia en la superioridad de la creatividad humana sobre la lógica y el mundo natural. 

 


Ilustración para Las flores del mal, obra de Carlos Schwabe.


Al poeta siniestro, terror de los hogares,

favorito del diablo, cortesano sin más,

le ofrecen una cama tumbas y lupanares

donde el remordimiento no ha dormido jamás.

 

        En Las flores del mal los poemas tratan temas relacionados con la decadencia y el erotismo, centrándose particularmente en el sufrimiento y su relación con el pecado original, el disgusto hacia el mal y hacia uno mismo, la obsesión por la muerte y la aspiración hacia un mundo ideal. Está dividido en un total de ocho partes: Spleen e ideal, Cuadros parisienses, El vino, Las flores del mal, Rebelión, La muerte, Suplemento a “Las flores del mal” y  Los despojos. Gran parte de los poemas hablan sobre la idealización del concepto de la revolución, usando la figura del Diablo como revolucionario original, el primero que se levantó contra una autoridad decadente y corrupta. Baudelaire se complace en escandalizar a aquellos que considera lo bastante obtusos para no comprenderle.

 

El amor se ha sentado en el cráneo

de la humanidad.

 

        Esta obra y este poeta tuvieron una gran influencia en autores de la talla de Arthur Rimbaud y Marcel Proust, quienes calificaron a Baudelaire de “dios de la poesía” y le citaron como uno de los poetas más importante del siglo XIX.

        Carlos Schwabe, un pintor simbolista suizo-alemán, realizó unas conocidas ilustraciones inspiradas en varios de los poemas.

        Las flores del mal supuso un considerable empuje para la literatura, narrativa y poesía gótica, que nació a finales del siglo XVIII.  También fue una potente influencia en el desarrollo de la subcultura gótica moderna, e incluso ha sido utilizado en bandas de heavy metal. Particularmente, dado que no me gusta mucho la poesía, no me lo he leído especialmente rápido, pero las metáforas y lenguaje utilizado son bastante elegantes e interesantes, y usa expresiones muy bellas. Dentro de lo perteneciente al mundo gótico, es bastante imprescindible, al menos si se desea profundizar y retrotraerse a los orígenes.



Otra ilustración de Carlos Schwabe.








jueves, 6 de mayo de 2021

LOS MITOS DE CTHULHU - HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT



        Este subgénero, los mitos de Cthulhu; suponen uno de mis vicios “secretos”, y como tal, les voy a dar en mi blog su propio apartado. Además considero que tienen sus propias características diferenciadas del terror simple como para tener un espacio para él solo, y existe aún hoy toda una subcultura underground de literatura lovecraftiana, aunque algunos hay que buscarlos con lupa. Al igual que el Género Bizarro, es como el cine de serie B, pueden encontrarse verdaderas joyas. 

        Pero para empezar el apartado, primero hay que hablar sobre las principales obras que constituyen sus manifiestos fundacionales, pero antes hay que hablar del autor y de su estilo, el horror cósmico.

        La literatura de horror cósmico (a veces mal llamada cosmicismo) nació de la cabeza y pluma de Howard Phillips Lovecraft, que a su vez heredaba del subgénero weird fiction (genero de fantasmas perteneciente al terror utilizado, entre otros, por Edgar Allan Poe). Lo que empezó como una rareza de un autor bastante rarito, acabo convirtiéndose en una verdadera filosofía literaria, con sus propios seguidores.

        Lovecraft superó el terror gótico clásico de fantasmas y castillos por un horror más palpable, que se materializa a través de monstruos aberrantes, dioses cárnicos terribles, criaturas malignas invasoras. Todos estos seres provienen de otros mundos (otras dimensiones u otros planetas), pero son tan radicalmente superiores a nosotros, con unas capacidades tan por encima, que muchos de ellos son concebidos como dioses antiguos. Quitando algunas excepciones, como Hastur, suelen ser seres gigantescos e informes, con muchos tentáculos, miembros, bocas, dientes, etc.

 

Seres lovecraftianos.


        Lovecraft, llamado el Caminante de Providence, nacido en la ciudad estadounidense de Providence en 1890, tuvo una vida bastante desgraciada. Engendrado en una familia de tradición burguesa venida a menos, desarrolló una personalidad elitista pero sin grandes medios económicos. Su padre murió cuando era muy joven y fue criado por su madre, sus tías y su abuelo, que le enseñaron a no relacionarse con gente que consideraban inferiores (principalmente negros o cualquier clase de extranjeros, fue criado en un ambiente sumamente racista). Según parece, las características despóticas de las mujeres que lo criaron influyeron en desarrollar una personalidad parcialmente misógina en Lovecraft (solo hay una mujer importante en toda su obra literaria). Otros afirman que pese a que sus tías eran innegablemente unas arpías burguesas empobrecidas, la misoginia de Lovecraft, como otras de sus afecciones psicológicas, vino de su aislamiento fusionado con sus fantasías infantiles de desear ser un guerrero nórdico y su personalidad hipersensible constreñida por una timidez crónica que le impedía manifestar correctamente su mundo interior, y a todo esto se suma el tradicionalismo de su abuelo y las mujeres. Todo esto generó en Lovecraft un sentimiento de rechazo y temor hacia el género femenino. Existen pocas dudas acerca de que para cuando alcanzó la edad adulta, este autor era un saco de complejos, temores, y trastornos, y muchos aseguran que fue este este terrible coctel lo que marcó la diferencia para que creara su complejo universo. 

 

Howard Phillips Lovecraft.


        Su personalidad se forjó enfrentando fracasos, por ejemplo su fracaso al intentar convertirse en astrónomo debido a su nula capacidad con las matemáticas, y más adelante el escaso éxito que tuvieron sus relatos. Vivió en New York un tiempo pero no le gustó, y se volvió a Providence, donde vivió prácticamente como un ermitaño, menos por ciertas visitas de amigos cercanos, y frecuente correspondencia que mantenía con abundantes escritores del mismo estilo que él. No es de extrañar que con esta vida, decidiera escaparse a mundos de fantasía, o que su obra esté completamente absorbida por un fuerte pesimismo.

        Lovecraft vivía principalmente de lo que sacaba por algunos relatos y novelas cortas que le compraban algunas revistas pulp (término que hace referencia a un formato de encuadernación en rústica, barato y de consumo popular, de revistas especializadas en narraciones e historietas de diferentes géneros de la literatura de ficción) como Weird Tales. Acabó alcanzando cierta relativa fama, pero solo entre algunos fans del género, así como de otros escritores, muchos de ellos se convirtieron en sus seguidores. Nunca fue un hombre adinerado ni de grandes ingresos. Vivió toda su vida alternando entre la depresión y la sensación de fracaso, e intentos por combatir estos sentimientos. 

        Lovecraft no olvidó su "formación" (libros que leía) científica inicial (aunque habría que calificarla más bien de pseudo-científica en muchos aspectos), y esta impregna su obra y su lenguaje, a menudo extremadamente técnico, y sus ideas. Contrariamente a lo que mucha gente ha creído incluso hoy día, Lovecraft no creía en sus obras, no creía en Cthulhu ni en dioses Primordiales: él era un ateo convencido, y afirmaba no creer en nada más que en la razón. Como tal, en sus diarios, llevó un registro pormenorizado y completo de la enfermedad intestinal que finalmente lo mató en 1937, expresando sus sentimientos y sensaciones: dolor, resistencia relativa, etc. por si podía ser de utilidad a investigadores médicos posteriores. Estuvo añadiendo aportes casi hasta el mismo día de su muerte, pese al dolor extremo. Murió solo, en su habitación del hospital, en Providence, pues sus tías no estaban en ese momento. Cuando la enfermera acudió por la mañana a cambiarle la medicación, ya había muerto. En su tumba figura una de las frases que escribió en una carta a un corresponsal: “Yo soy Providence” (“I am Providence”).

        Lector voraz y consumado, su estilo está impregnado de muchos autores que le precedieron, y también de algunos contemporáneos, pero a quien consideraba su maestro por encima de todos es a Edgar Allan Poe: su pesimismo y depresión crónica encontraban un reflejo gemelo en el Caminante de Providence. Algunos de los otros autores que más le influyeron fueron Arthur Machen y su forma de traer el horror a paisajes bucólicos de belleza clásica grecolatina (El gran dios Pan, 1894); William H. Hodgson y sus paisajes de horror inenarrable y apocalipsis (El Reino de la Noche, 1912); Lord Dunsany y su universo onírico (Cuentos de un soñador, 1910); o Robert W. Chambers y su terror estético y misterioso (El Rey de Amarillo, 1895).

 


Tumba de Lovecraft. “I am Providence”.

 

        En el universo de Lovecraft no hay lugar para la esperanza, el único destino de las personas es el sufrimiento y la muerte. Aquellos personajes que logran alcanzar algún tipo de conocimiento de índole superior, invariablemente pagan el precio con la locura o con algo aún más terrible, por ejemplo ser devorado por x criatura, o ser arrojado a un universo de dolor para toda la eternidad. Es el concepto de conocimiento prohibido. Los únicos personajes que no acaban mal son aquellos que se han dado cuenta de que más allá de tal punto solo hay muerte, y deciden no franquearlo y se desentendienden a tiempo.


Vivimos en una placida isla de ignorancia en medio de negros mares de infinitud (…). Pero algún día el ensamblaje de todos los conocimientos disociados abrirá tan terribles perspectivas de la realidad y de nuestra espantosa situación en ella, que o bien enloqueceremos ante tal revelación, o bien huiremos de esa luz mortal y buscaremos la paz y la seguridad en una nueva edad de tinieblas.


        Nuestro autor era un “carteador” nato, y como tal, esto se traslada a muchas de sus obras: habitualmente están escritas en un estilo epistolar. El personaje protagonista ha descubierto algo terrible y al saber que su fin  está cerca, deja en su testamento esta historia final o carta para quien quiera leerla, donde narra lo acontecido.

        En los mitos de Cthulhu, las figuras principales (que no los protagonistas, que siempre son pobres desgraciados que se dan de bruces con algo que no debían) son unos seres alienígenas, venidos del espacio, o de mas allá, de otras dimensiones, llamados Primigenios o Dioses Exteriores. Más adelante llegaremos al tema de la clasificación, que no fue obra de Lovecraft, pero en definitiva, estas son las dos clasificaciones principales de los dioses alienígenas de este universo. Se asume generalmente que los Primigenios (“Great Old Ones”) son un poquito menos poderosos (aun así muy por encima de nuestra imaginación) y muchos de ellos están sellados en la Tierra (otros en otros planetas) por un tercer tipo de divinidades: los Dioses Arquetípicos (los griegos clásicos, entre otros, entrarían aquí). Los Dioses Exteriores viven en dimensiones del espacio exterior, muy lejos, en la oscuridad absoluta y total de sus propios universos malignos; y son los seres más poderosos de todos. Son gobernados por Azathoth, “el necio sultán de los demonios”, una deidad lobotomizada, informe e idiota pero totalmente omnipotente que gime y babea en el Vacío Final. Todos estos seres son absolutamente malvados y malignos, la única razón por la cual no destruyen la Tierra entera es porque no les interesamos, pasar desapercibidos es la única opción. Poseen el poder de manipular las reglas del espacio y el tiempo, de retorcer la realidad a su antojo. No hay nada, al menos desde nuestra perspectiva, que no puedan hacer. Algunos están aliados, otros guerrean entre ellos.

 

 

Azathoth, la bestia idiota que roe y babea en el Vacío Final.

 

        Además de estos dioses, existen multitud de razas que Lovecraft creó, como los Mi-Go, los Profundos, la Gran Raza de Yith, o los Antiguos, que también tienen complejas redes de alianzas y conflictos. La mayoría de estos, adoran a unos u otros Primigenios y/o Exteriores. También existen varios libros-grimorios que contienen conocimientos secretos y prohibidos, cuya simple contemplación puede poner la realidad en peligro. Estos libros no son reales, solo existen dentro del universo de sus autores, pero se repiten en muchísimos relatos. El más famoso de todos  es el Necronomicón, escrito por el árabe loco Abdul Alhazred, creado por el propio Lovecraft. Hay otros también muy importantes, como el De Vermis Mysteriis (“los misterios del gusano”) escrito por Ludwig Prinn, creado por Robert Bloch; o El libro de Eibon, escrito por el nigromante hiperbóreo Eibon, ideado por Clark Asthon Smith.

        Lovecraft no escribió ninguna novela de larga duración, pero escribió varios cientos de obras: Tercera Fundación tiene indexados 636 originales entre ensayos literarios, poesías, relatos, novelas cortas y colaboraciones con otros autores. No todo esto puede incluirse en su corpus de los mitos de Cthulhu.

        Para entender esta parte de su literatura, y a su vez, aprovechar toda la obra de los autores que le sucedieron y que escribieron con este mismo estilo, es necesario, o recomendable al menos, leer algunas de las principales obras del autor, a saber, las siguientes.

        La más importante y la que lo inició todo fue La llamada de Cthulhu (1926). En él se manifiesta como un joven heredero rastrea un viejo ídolo cuyo origen no logra identificar, consistente en una especie de ser con barba de tentáculos. Esta investigación le acaba llevando a conocer que el mito de la Atlántida se basa en la ciudad perdida y sumergida de R’lyeh, donde yace dormido Cthulhu (el Durmiente), el más poderoso de los Primigenios (a veces cuestionado por algún otro especialmente poderoso, como Hastur), esperando a despertar. El día que por fin despierte, la humanidad tocará a su fin. El miedo primordial de los hombres viene de este antiguo ser y de que en nuestro subconsciente yace el conocimiento de que un día despertará, y vivimos con ese miedo.

 

<<Que no está muerto lo que puede yacer eternamente,

y en los eones venideros incluso la muerte puede morir.>>

 

Cthulhu emergiendo de los océanos, fanart por Berenger.

 

        En El color que vino del espacio exterior (1927) se nos muestra una familia de granjeros que deben enfrentar a un extraño mal desde que un colorido meteorito cayó en su pozo. Algo está cambiando todo el campo a su alrededor, y a su ganado, y a ellos mismos, transformando cuanto le rodea. ¿Qué clase de terrible entidad esta alimentándose? Para mi este es de los mejores. Cuenta con una adaptación cinematográfica de 2019 protagonizada por Nicolas Cage bastante potable que se llama Colour Out of Space.

 

Aquel enigmático vestigio de los insondables abismos exteriores; aquel único, misterioso mensaje de otros universos y otros reinos de materia, energía, y entidad.


El color que vino del espacio exterior, fanart por Paul Mudle.

 

        El horror de Dunwich (1929) nos presenta la ficticia localidad de Dunwich, dominada por una sociedad endogámica y supersticiosa seriamente atrasada. Allí, la estirpe de los Whateley lleva a cabos oscuros pactos con el Dios Exterior Yog-Sothoth, identificado como la omnisciencia total, y llamado la Llave y la Puerta. En un rito ancestral, Lavinia Whateley se une al dios, y de esa unión, la mujer engendra dos hijos: uno es el extraño Wilbur, quien vive sus días aislado en la granja familiar entregado al estudio de conocimientos prohibidos. El otro es un extraño ser que mantiene encerrado y cuya liberación traerá el horror a toda la comarca.


El horror de Dunwich. Fuente: Pinterest.

 

        El que susurra en la oscuridad (1930) es narrada por el erudito Albert N. Wilmarth, profesor en la ficticia Universidad del Miskatonic en la ficticia ciudad de Arkham. Wilmarth se ve envuelto en la controversia local respecto a una serie de contactos y avistamientos de alienígenas. Gran parte del relato se produce a través de cartas que mantiene con otro erudito, Henry Wentworth Akeley, que vive en una granja alejada en Vermont, quien sostiene que tiene pruebas irrefutables de la existencia de los seres, que él los conoce, y que adoran a dioses como Cthulhu. Wilmarth al final ira a Vermont a ver las pruebas de Akeley, y allí conocerá a los Mi-Go, unos viajeros espaciales con aspecto a caballo entre insectos y plantas.

 


Los Mi-Go. Fuente: Pinterest.


        La sombra sobre Insmouth (1931) comienza con un narrador anónimo que explica cómo llegó por relativa casualidad a la localidad de Insmouth (ficticia), un pueblo de pescadores caído en desgracia y consumido por la superstición emitida por una misteriosa secta llamada la Orden Esotérica de Dagón. El narrador se interesa por la cultura del pueblo y comienza a investigarlo, descubriendo que gran parte de la población tiene un cierto aspecto de pez (blancuzcos, ojos separados y acuosos, bocas grandes, poco pelo, etc.), algo que se llama “el aspecto de Insmouth”. Tanto esta apariencia marina y sus portadores como la misteriosa secta están conectados a la historia de Obed Marsh, un viejo capitán mercante que hace bastantes décadas estableció un terrible pacto con unos extraños seres-pez llamados los Profundos, servidores de Cthulhu, que viven con él bajo los océanos.

 

Los Profundos. Fanart por Pahapasi.

 

        Los sueños de la casa de la bruja (1933): historia de Walter Gilman, estudiante de matemáticas en la Universidad de Miskatonic en Arkham, que vive en un viejo edificio, concretamente en la misma habitación del último piso que habitó Keziah Mason, una hechicera que escapó de los tribunales de Salem de 1692 al saltar fuera de nuestra dimensión. Mezclando sus estudios matemáticos con leyendas populares, Gilman entrará en extraños universos numéricos donde la realidad pierde su forma y habitan seres de un poder terrible.

 

Entre los fantasmas de las pesadillas y las realidades del mundo objetivo se estaba cristalizando una monstruosa e inconcebible relación.

 

        La sombra de más allá del tiempo (1936) es la narración sobre Nathaniel Wingate Peaslee, profesor de Economía de la Universidad del Miskatonic, quien entre 1908 y 1913 ha sufrido un trastorno de personalidad y amnesia muy raros. Durante esos años ha sido totalmente otra persona, de lo cual no recuerda absolutamente nada, hasta que un buen día vuelve a ser él, pero con todos esos años de vacío en su memoria. Sus investigaciones para saber que ocurrió se vuelven terroríficas cuando descubre que fue el objeto de investigaciones de unos seres capaces de mover sus consciencias adelante y atrás en el tiempo, llamados la Gran Raza de Yith.

 

¿Algo había estado tanteando a ciegas través del tiempo, desde algún abismo insospechado de la naturaleza?

 

La Gran Raza de Yith, fanart por Juanico el Muertes.

 

La Gran Raza de Yith. Fuente: Amino Apps.

 

        Finalmente, El asiduo de las tinieblas (a veces llamado El morador de las tinieblas), publicado en 1936, relato donde el protagonista está inspirado en Robert Bloch, autor de Psicosis, y amigo y admirador de Lovecraft. El protagonista, Robert Blake, es un joven escritor que queda fascinado por una extraña iglesia cercana a su alojamiento. Desoyendo los consejos de los vecinos locales, que creen que el lugar está habitado por un mal primitivo, descubre un objeto llamado el Trapezoedro Resplandeciente, que tiene la capacidad de invocar un ser terrible desde las profundidades del tiempo y el espacio. Este ser es Nyarlathotep, el Caos Reptante, el más cabronazo de los Dioses Exteriores, conocido por su maldad intrínseca y su placer al provocar el mal a todo aquello que le rodea. Blake inicia desde este momento un camino que lo llenará de terror y acabará consumiendo su vida como precio por haberse acercado a un conocimiento prohibido.

 

Se sintió acechado por algo que no fluía de la piedra, pero que le había mirado a través de ella; algo que le seguiría y le espiaría intensamente, pese a carecer de un sentido físico de la vista.

 

        En el centro de todo este listado, debemos comentar una última obra, que las une a todas, publicada también en 1936, llamada En las montañas de la locura. Narra la historia de una expedición académica financiada por la Universidad del Miskatonic al Ártico. Allí descubren una cordillera gigantesca (mucho más alta que el Everest) donde reside el mal. Allí encuentran una serie de cadáveres congelados de unos extraños seres orgánicos en forma de barril, que más adelante demuestran que solo estaban hibernando, matan a varios miembros de la expedición y los supervivientes siguen a los seres a una enigmática ciudad en las alturas, a la que otorgan el nombre de Corona Mundi. En su deambular por esa ciudad descubren el pasado oscuro y secreto de la Tierra, y el papel de esos seres-planta con los que se han cruzado (los Antiguos), una raza extraordinariamente avanzada, y sus guerras con los Mi-Go y los Profundos (entre otros), así como del mal que finalmente los exterminó: los Shoggoths, unas criaturas artificiales con apariencia de masas de protoplasma gigantes en movimiento, creados por los Antiguos, como esclavos y armas vivas. Cuando se revelaron de sus amos, exterminaron a la mayoría de su población, y los académicos humanos se dan cuenta que esos seres quizá sigan habitando en esa ciudad congelada. ST Joshi, probablemente el mayor especialista sobre Lovecraft y su universo del mundo, citó que En las montañas de la locura supone un éxito literario absoluto, y la mayor creación de su autor.  


Aquel lejano contorno violáceo no podía ser sino las terribles montañas de la tierra prohibida; las más altas cumbres de la tierra y el centro de todo el mal terrestre; el albergue de horrores sin nombre y de secretos arcaicos, rehuidos y respetados por quienes temían desentrañar su significado.

 


 

Fanarts de Corona Mundi. Fuente: Pinterest.


Los Antiguos. Fuente: Amino Apps.


Shoggoth. Fanart por Craig J. Spearing.


        El resto de la obra ficticia de Lovecraft da vueltas principalmente alrededor de lo planteado en estas nueve novelas cortas (además de mucha producción anterior a 1926, donde ya había un horror cósmico pero aún no se había clarificado tanto el concepto de los mitos, así como su etapa más onírica). También tiene bastantes poemas recopilados en la antología llamada Hongos de Yuggoth.

 



        A raíz de este universo que Lovecraft creó, muchos autores, admiradores de él, incorporaron los mitos de Cthulhu a sus propias obras. De este modo actuaron autores como Clark Asthon Smith, con sus antologías de Hiperbórea y Zothique, o Robert Bloch con El horror que nos acecha (1978), El vampiro estelar (1935) y La sombra que huyó del chapitel (1950). Estos autores conformaron lo que se llamó el Círculo de Lovecraft o el Círculo de Providence. Este Circulo llegó a contar con gente de reconocido prestigio y fama como los citados Robert Bloch (autor de la famosa novela Psicosis, de 1959, que tuvo una aun más famosa adaptación cinematográfica dirigida por Hitchcock) y Clark Asthon Smith, entre otros, por ejemplo Robert E. Howard (creador del famoso personaje Conan el Cimmerio o el Barbaro, entre otras muchas historietas famosas). Pero fue uno solo de ellos, August Derleth, primer editor y albacea de Lovecraft, quien clasifico sus creaciones y dio lugar a ese corpus a modo de bestiario fantástico que conocemos hoy en dia, con clasificaciones como Primigenios y Exteriores. Hay quien criticó esta clasificación por restar originalidad a la obra del Caminante, y hay quien lo prefirió. Fue Derleth quien dotó a todo el universo y el estilo bajo el nombre de mitos de Cthulhu, por ser el dios más fácilmente identificable y con una forma más clara, pese a que Lovecraft prefería y se sentía mas identificado con el enigmático e inteligente Yog-Sothoth. Una excelente obra para comenzar la titánica tarea de rastrear a los seguidores de Lovecraft, e ingresar al prestigioso club de los académicos del Miskatonic, es la antología de Rafael Llopis, ensayista especialista en la literatura de terror: Los mitos de Cthulhu, narraciones de horror cósmico. HP Lovecraft y otros. La publica Alianza, lleva ya 50 años reeditándola periódicamente y sigue siendo de lo mejor que se ha escrito en España sobre el tema, y es muy barata. Aparte de recopilar muchas obras, cuenta con un estudio y análisis de Llopis sobre el horror cósmico.  

        Los seguidores de este autor llegan hasta nosotros, con escritores de la fama de Clive Barker y Stephen King: por ejemplo la conocida obra de It (Eso) es una obra puramente lovecraftiana, ya que Pennywise, It, el ser que a veces toma el aspecto de un payaso diabólico que hace las veces de antagonista de la novela, es prácticamente un dios cósmico. Entre los españoles podemos contar ejemplos como Jesús Cañadas y Guillem López. La influencia de Lovecraft y de su estética perturbada, cárnica, alucinada, plagada de miembros imposibles y deformidades, no se detiene en la literatura. Alcanza el mundo de los juegos de mesa y el rol, donde cuenta con su propio lugar, de los videojuegos, en los comics, y del cine, formando una verdadera subcultura. Algunos de los directores más famosos que replicaron el estilo del horror cósmico y sus enfermizos dioses y criaturas fueron John Carpenter, con La cosa, el enigma de otro mundo (1982) y En la boca del miedo (1994) entre otras; o Ridley Scott con Alien, el octavo pasajero (1979). También ha habido peliculas que no solo se inspiran en su mundo, sino que tratan de adaptar directamente obras del Caminante de Providence, como la macabramente divertida Re-Animator (1985) de Stuart Gordon, basada en Herbert West: reanimador de cadáveres (1921-1922); o la nefasta y lamentable, producción española y estadounidense, Dagón: la secta del mar (2001), también de Gordon, que se inspiraba en La sombra sobre Insmouth. En cuanto a los comics, uno de los autores más puramente lovecraftianos sin duda es el guionista de comics Alan Moore, a veces llamado el Mago de Northampton, quien aparte de introducir elementos de esta estética en algunas de sus obras más famosas, como Watchmen (1986-1987), tiene obras directamente inmersas en este universo, como el Neonomicon (2010-2011) y la saga Providence (2015-2017).

        Lovecraft no es un escritor fácil de leer: es muy lirico y a veces excesivamente recargado, basculando entre un celo pseudocientífico, disfrazando sus relatos de verdaderos ensayos académicos, y un embellecimiento que a veces abruma. Su producción es muy extensa, y hacerse con su universo, tan enorme, y tan continuado tras su muerte, a veces puede resultar excesivo para una sola mente. Pero aun así, en mi opinión, verdaderamente merece la pena. El uso que hace del lenguaje, y los mundos a los que nos conduce, son verdaderamente hermosos por lo horribles: poca gente, incluso hoy, ha logrado plasmar como él hizo el terror ante la otredad absoluta, lo desconocido como visión última de lo horrible, del miedo. Lo insondable. Lovecraft no pretendía entender a sus criaturas, porque estas no podían entenderse, ningún humano podía. Pero contemplarlas… oh, puede valer el precio. Cualquier amante de autores como King, o de estilos como el gótico, puede disfrutar con todo este mundo. 

        Existen diversas obras recopilatorias que recogen todas las obras de Lovecraft (excluyendo las colaboraciones y las obras inéditas, para las cuales ya hay que escarbar un poco más), así como otras que tan solo cogen las principales. Amazon está poblado con ediciones de este autor. Particularmente recomiendo la edición de El que susurra en la oscuridad y otros relatos del ciclo blasfemo de Cthulhu, de la editorial Valdemar, en la sección Club Diógenes, que recoge todos los citados a excepción de En las montañas de la locura, y esta puede encontrarse fácilmente en cualquier edición barata. Tambien existe la opción de comprar una antología que reúna todas (o casi, hay algunas inéditas que son mas difíciles de encontrar, pero de esas ya iré hablando) las obras de Lovecraft. Valdemar tiene una edición recopilatoria de todo el autor en dos tomos, pero es cara se te queda en unos 60 euros. Plutón saco otra, mas barata, de unos 20 euros, pero la calidad del papel e imagino que de la traducción no será tan buena. 

 


        Como obras de lujo, hay muchísimas ediciones ilustradas, sobre todo de estas novelas cortas, las principales. Yo tengo un tomo de más de 1000 páginas de la editorial Akal ilustrado y anotado por Leslie S. Klinger sobre este autor, que incluye todas estas obras principales.

 


 


 


 

        Otro de mis tesoros es un libro ilustrado por Jagoba Lekuona y diseñado por Javier C. Alvarez, publicado por Ediciones Arcanas: el Necronomiconis Medievalis. En este libro no hay nada escrito, es una compilación de ilustraciones creadas para aparentar ser un viejo grimorio, con resultados bastante más que excelentes.

 

 


 


 







domingo, 2 de mayo de 2021

TÚNELES - RODERICK GORDON Y BRIAN WILLIAMS

 



1. Túneles (2007). 444 pags.

2. Profundidades (2008). 632 pags.

3. Caída libre (2009). 573 pags. 

4. Al límite (2010). 512  pags.

5. Espiral (2011). 447 pags.

6. Terminal (2013). 445 pags.


        Hoy traigo conmigo una de mis sagas adolescentes favoritas, perteneciente a la ciencia ficción steampunk: Túneles, cuyo primer tomo lleva el mismo título. El libro se publicó por primera vez en 2005 bajo el título The Highfield Mole (algo así como El topo de Highfield), autopublicado por sus dos autores, pero más tarde fue descubierto por la editorial británica Chicken House, y se volvió a publicar en 2007 con el título Túneles (Tunnels en inglés), con las intrigantes y misteriosas portadas obra de David Wyatt. Chicken House continuó a partir de aquí con los otros cinco libros de la saga, mientras Wyatt se encargaba de las portadas. El editor que descubrió la saga fue el mismísimo Barry Cunningham, el mismo que descubrió Harry Potter, aunque en mi opinión esta es una opción mucho mejor (si, no soy un admirador de “el niño que sobrevivió”, los leí de pequeño, pero nunca me hicieron mucha ilusión).

        Sus autores no son mundialmente famosos (Brian Williams ni siquiera tiene página en la Wikipedia, ni en inglés, y la de Gordon es minúscula), como Rowling, ni han escrito más libros aparte de esta saga, que tampoco es muy conocida, pero tienen una determinada cantidad de detalles que los convierten en libros excelentes aptos para cualquier edad desde los 14 o 15 años para arriba. Roderick Gordon es un biólogo londinense, y Brian Williams se crio en un pueblo minero (lo cual posiblemente haya tenido mucha influencia para la obra) de Zambia antes de regresar a Inglaterra con su familia, y posteriormente estudió bellas artes en la Slade School of Art. Las capacidades artísticas de Williams serán importantes para la originalidad de la obra.

        Pese a la escasa fama que han tenido, el primero estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times. Lo cierto es que no entiendo porque a partir de ahí hubo tan poca gente que les siguió la pista, pese a su gran calidad.

        El libro comienza en la pequeña localidad de Highfield, uno de los barrios más alejados del extrarradio de Londres, tan externo a la gran metrópoli que tiene su propio periódico, museo, y supone una localidad independiente por sí mismo. Un barrio dormitorio, sin vida ni nada interesante por lo que acudir a no ser que vivas allí. Nuestro protagonista primario (conforme avancen los libros irán apareciendo más) es Will Burrows, un joven albino bastante antisocial de unos 15 años cuya mayor afición es cavar en las zonas deshabitadas del lugar junto a su padre, el doctor Burrows. El doctor Burrows es un frustrado arqueólogo con un doctorado en antigüedades griegas que nunca jamás ha realizado ningún descubrimiento mencionable, y que actualmente es el conservador y encargado del Museo de Highfield, una institución sin ningún interés y con prácticamente nada digno de mención. El viejo académico ha transmitido su obsesión por hallar algo escondido bajo tierra a su hijo, quien además así puede huir del sol, que daña su delicada piel.

        La situación familiar de estos dos “hombres topo” (tienen sus propios trajes de excavación, palas, cascos de minero, todo el tinglado) también nos explica porque tratan de huir al fondo de la Tierra: la señora Celia Burrows es una mujer que sufre de adicción a la televisión, no se despega ni un momento de sus amados programas y sus aparatos de grabación, mientras ve uno está grabando otros dos o tres programas más. La casa es regentada por la desenvuelta y popular hija pequeña de la familia: Rebecca, una diabólica tirana social que ejerce un considerable bullying sobre su hermano mayor (y es que son absolutamente antágonicos). En principio parece imposible culpar a Rebecca por su mala leche, ha tenido que crecer muy deprisa y hacerse cargo de una madre que ha abandonado a su familia por la televisión, y un padre y un hermano mayor que se aíslan en sus investigaciones subterráneas, y nadie da ni el huevo en casa aparte de ella. Pero…jeje. Bueno, esperan bastantes sorpresas con ella. Rebecca es probablemente uno de los mejores personaje de la saga, a mí me encanta.

        El doctor Burrows hace algunos importantes y casuales descubrimientos, como una esfera bioluminiscente encontrada en un viejo sótano y unos túneles que no están señalizados, y tras ello desaparece misteriosamente. Will está convencido de que su padre ha encontrado el rastro de algo importante y lo ha seguido hacia las profundidades, o que algo lo ha arrastrado hasta allí, así que junto a su único amigo, Chester Rawls (un compañero de clase, lector voraz, y enorme como un armario) inicia unas largas investigaciones y excavaciones. Tras bastantes semanas excavando logran dar con un acceso subterráneo que los conduce a un submundo ubicado en una gigantesca caverna bajo Highfield, conectada a su vez a otros espacios enormes, componiendo una verdadera ciudad oculta: la Colonia.

 

Colony, Tunnels por Tsalitsa. Fanart de la Colonia.


        La Colonia es una población humana que se exilió por su propia elección hace doscientos años de la Superficie (ellos la llaman así, con mayúscula) y anclada en la tecnología de entonces, pero con algunos avances para la adaptabilidad de la vida allí abajo, como fuentes permanentes de luz, y sistemas de renovación de oxígeno. Todo lo colono, o casi, está basado en el vapor (¡steampunk!). La tecnología no es lo único atrapado en el tiempo: las costumbres también se congelaron hace doscientos años, toda la Colonia vive en un fuerte y casi fanático puritanismo y religiosidad enfermiza, de base cristiana protestante, pero parcialmente modificado: su Biblia se llama El libro de las Catástrofes, y el centro de su temor es la maldad de la Superficie y de los seres que allí moran (nosotros).

 

No somos diferentes de ningún animal, ningún insecto o germen. No somos especiales, Cal. Tú, yo, todos venimos de la nada, y ahí es exactamente a donde iremos todos algún día, tal vez pronto, nos guste o no.

 

        Toda la sociedad colona está controlada y gobernada firmemente por una subraza de seres fascistas llamados los styx (¿son humanos? ¿No lo son? ¿Qué son? Si leéis, las respuestas irán llegando, este es uno de los misterios principales). Los styx viven en sus propias fortalezas totalmente separadas del resto de la Colonia, son los lideres técnicos y religiosos de los humanos (ellos crearon y dirigen toda esa religión de terror entorno a la Superficie, como mecanismo de control), y hacen y deshacen a su antojo. Tienen instalaciones secretas donde realizan experimentos, y poseen su propio ejército de elite tremendamente mortífero. Se trata de unos seres humanoides (aparentemente son humanos, cara, ojos, brazos, etc. no tienen miembros de más, ni más ojos, ni nada así) delgados y largos como juncos, pálidos, pero con una fuerza, velocidad y resistencia tremendas pese a su delgadez. Poseen una inteligencia fría y despiadada, son absolutamente implacables en sus objetivos, que son, en última instancia, gobernar todo cuanto conocen, pues están diseñados para mandar. Son como la cúspide de la tecnocracia: hacen mucho y todo lo que hacen, lo hacen de forma eficiente, incluyendo matar. MOLAN UN HUEVO. Y son los malos. Pero joder si molan. Siempre vestidos de negro, con larguísimos gabanes. Además, aunque actúan como villanos, no están despersonalizados, no son styx anónimos siendo malosos, algunos de ellos adquieren muchísima personalidad destacándose como los villanos principales (tienen capítulos para ellos y todo, cosa que me encanta, que los villanos adquieran protagonismo, no un tipo sin nariz relativamente anónimo siendo malo en la lejanía). Pero por este lado no puedo hablar más, pues sería spoilear.

        Los styx son uno de los mejores diseños del libro, sus despiadadas mentes, su trabajo eficiente, silencioso, letal. Nunca sabes cuánto saben, y siempre saben más de lo que tú crees, siempre tres pasos por delante. Llevan siglos habitando, inadvertidos al resto de la humanidad, ahí abajo, gobernando a los colonos, preparándose, esperando su momento. Y su momento está cerca.


La imagen representa el espíritu ambicioso, supremacista, implacable, de los styx. El macho y la hembra styx alzándose por encima de toda la humanidad, gobernándolo todo. Fanart por Gakken.

 

        Chester y Will son acogidos por algunos miembros de la Colonia que no están contentos con el gobierno de los styx, y pasaran a descubrir que existe algo parecido a una resistencia, y que el propio Will está más relacionado con los colonos y con esta resistencia de lo que él creía, un oscuro secreto reside en sí mismo y en su pasado.

        También descubren que el doctor Burrows pasó por allí, pero que en su afán de descubrimiento, decidió no quedarse en ese nivel, que es apenas la primera capa, y teniendo evidencias de una civilización pretérita que habitaba o había habitado aún más abajo, continuó descendiendo hacia el lugar conocido como las Profundidades. Un territorio hostil y oscuro, prácticamente deshabitado menos por algunas comunidades mineras aislacionistas (llamados coprolitas) y los miembros desterrados de la Colonia que habían echado raíces allí: asesinos, locos, caníbales, depravados enfermizos, etc. Un lugar a varios cientos de km de distancia de la Superficie, lleno de peligros mortales como plantas venenosas y carnívoras, erupciones de gases letales, y todo tipo de criaturas dispuestas a devorarte.

 

Sus risas quedaron ahogadas por el ruido del tren, que continuaba ganando velocidad, vomitando humo negro y alejándose de la Colonia, de Highfield, y de todo cuanto conocían, acelerando su marcha hacia el corazón de la Tierra.

 

        A Chester y a Will, para encontrar al doctor, y por haber entrado en el radar de los styx como amenazas peligrosas, no les quedará más remedio que adentrarse también en las Profundidades. Han desafiado a los despiadados styx y estos les han marcado, se han aventurado en un viaje que ya no tiene marcha atrás: solo pueden seguir avanzando, descendiendo cada vez más, y tratar de frustrar los planes de esos misteriosos seres y tratar de destruirlos, pues de lo contrario, los styx los eliminarán a ellos. Sin pretenderlo, tratando de encontrar a un padre perdido, en lo que parecía ser un daddy issues tranquilito, con aventura de descubrimiento en plan El corazón de las tinieblas, se han metido de lleno en una guerra secreta y ellos mismos son uno de los escasos bastiones contra la amenaza styx. Ambos jóvenes deberán buscar en su interior y encontrar fortalezas y habilidades que desconocían si pretenden sobrevivir y vencer. Sus enemigos están en todas partes. Y eso incluye las Profundidades: allí abajo mora el cuerpo de elite más mortífero de los styx, los Limitadores, un cuerpo de exterminio.

 

(…) se volvieron para ver por última vez al hombretón; su negra silueta aparecía recortada a la luz verde de la ciudad, blandiendo los dos machetes, uno en cada mano. (…) erguido orgullosamente frente a la masa mortal que se le acercaba. Un solo hombre frente a un campo erizado de guadañas.

 

        Durante esta guerra en la que se han embarcado, es en las Profundidades donde nuestros jóvenes encontraran a su comandante, guía y mentor, y Gordon y Williams no se cortan un pelo a la hora de hacerlo molar: Drake, uno de los renegados. Drake es un antiguo oficial militar especialista en operaciones especiales, científico e ingeniero óptico (lleva una especie de lente óptica con la que puede ver en la oscuridad, súper chula) de la Superficie, secuestrado por los styx, y fugado: huyó a las Profundidades para evitar ser rastreado. Drake es probablemente el hombre a quien más temen los styx y quien más quebraderos de cabeza les ha causado. El antiguo oficial lleva años escondido allí abajo, junto a su compañera y discípula Elliot (una joven rápida y audaz como ella sola), preparando su propia revolución secreta en las entrañas del territorio styx, y poco después de la llegada de Chester y Will y de ciertos descubrimientos inquietantes sobre los planes de sus enemigos, decide que ha llegado el momento de empezar a poner sus operaciones en marcha. Comienza la ofensiva.

        Y hasta aquí más o menos la sinopsis de la saga. He incluido algunos detalles del segundo libro, Profundidades, porque el primero es un pelín introductorio, tarda un poco en entrar en fase crítica: pero después ya es un no parar. La saga no decae en ningún momento, sino que cada vez se acelera más, hacia el clímax.

        La trama es ágil y veloz pero no facilona, no hay desarrollos de película mala de Hollywood o libro juvenil de tres al cuarto (y me ahorro citar nombres) en plan y de pronto los protas ponen una bomba en el edificio más importante de los styx y ya, o tres escaramuzas y una batalla final con abundantes cliffehangers. Es un desarrollo complejo, con fintas y contrafintas, operaciones secretas, avances y retrocesos: la guerra contra los styx no es algo sencillo. Cada gol que Will y los aliados que se va encontrando les marcan cuesta al grupo un precio en sangre. Hay traiciones, hay agentes dobles, hay secretos (empezando por Drake, como buena figura del mentor que es, guarda mucho bajo la superficie), hay muertes (protas incluidos), etc. y los autores no se reservan esto para una hipotética batalla final, ocurre continuamente. Son juveniles, pero también duros.

 

No podía permitirse el lujo de morir, todavía no. No mientras quedara la más remota posibilidad de hacer algo.

 

        Conforme avanzan los libros, Will y sus compañeros irán descendiendo cada vez más, por lo cual los escenarios se renuevan continuamente, y siempre quieres saber que hay mas allá, que hay más profundo. Que habita en donde nadie ha llegado: los restos de la civilización antigua que he mencionado antes no desaparecen en las Profundidades, continúan más al fondo. Nuevos lugares, nuevos peligros, nuevas criaturas. El doctor Burrows abre la marcha, Will y su gente le siguen, y pisándoles los talones a ellos, los styx. El misterio de la vieja civilización nos acompaña mucho tiempo. El último reducto conocido cuando comienzas las novelas son las Profundidades, y allí llegan en el segundo libro, imaginaos si siguen bajando y lo que se encuentran. Tanto pasadas las Profundidades, como en ellas y en el nivel de la Colonia encontrarás lugares mágicos, antiguos, fascinantes, terribles. Emplazamientos olvidados, secretos que ni los styx conocen. Este salseo de la aventura es otro de los puntazos del libro.

 

El mundo no se acaba. Y nosotros tampoco.

 

        Túneles se nutre de las viejas teorías “científicas” (actualmente absolutamente desacreditadas por la ciencia y demostradas como incorrectas) de la Tierra hueca, también llamada teoría intraterrestre, que consisten en la creencia de que bajo la superficie de nuestro planeta existe una red de cavernas y túneles huecos conformando un verdadero Mundo Interior. Dentro de este Mundo Interior, existen civilizaciones subterráneas muy evolucionadas y más antiguas que nosotros, llamadas intraterrestres. La teoría fue probablemente creada por Athanasius Kircher en 1665 al publicar su tratado Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae. Pertenece al conjunto de creencias de las subculturas conspiracionistas, como el terraplanismo: sus seguidores argumentan que todo esto es verdad, pero los gobiernos y la cúpula de gobierno mundial nos lo ocultan. Los autores de Túneles se aprovechan hábilmente de esto: en el universo del libro, todo era verdad, hábilmente desacreditado por los servicios styx, que pretendían seguir existiendo en la oscuridad hasta que llegara su hora.

        La Tierra hueca lleva usándose en la literatura de ficción desde hace bastante más de 100 años: puede que la obra más famosa al respecto sea Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne,  pero existen muchos otros ejemplos, incluso algunos anteriores. En Narración de Arthur Gordon Pym (1833) de Edgar Allan Poe, el protagonista se encuentra con unos seres que vienen del Interior. Edgar Rice Burroughs comenzó la saga centrada en Pellucidar, un mundo situado en el interior del planeta, en el cual suceden toda una saga de libros, y que comienzan en 1914 con En el corazón de la Tierra. Y no puedo cerrar esto sin mencionar a mi amado HP Lovecraft, el Caminante de Providence, quien en 1936 (vaya fecha para los españoles) publicó La sombra de más allá del tiempo, que también hace referencia a esta tierra hueca y a seres que allí abajo viven.

        Los styx también tienen una inspiración aunque es algo más difícil rastrearla, pero como buen friki que soy, voy a decirlo. Fácilmente lo primero en que cualquiera se fijará será en su parecido con los nazis, incluso con la imagen clásica de los nazis del cine: supremacistas y racistas (creen en la superioridad de la raza styx, y lo cierto es que son la leche), tecnológicamente extremadamente avanzados (pese a que mantienen a los colonos en la ignorancia), ansias de poder y gobernar, creen que ellos son los elegidos para hacerlo, tecnócratas, eficientes, matan de forma mecánica y eficaz, fríos, etc. Incluso al vestir: elegantes y de negro, con ropa de cuero negro, muchos gabanes, etc. Irónicamente, muchos nazis creían en la Tierra hueca, sobre todo aquellos ligados a sus ramas más misticistas, como la Sociedad de Thule.

        Pero hay algo más: su inspiración primaria proviene de un libro publicado de forma anónima (en origen, luego se reveló al autor) en 1871 por Edward Bulwer-Lytton llamado La raza futura, a veces también traducido como Vril, la raza que vendrá. La novela narra la historia de un joven que acaba descendiendo a los abismos interiores (Tierra hueca de nuevo) para encontrarse una raza secreta y antigua, antediluviana de hecho, llamada los Vril, poseedores de una tecnología antigua de un poder incalculable. El protagonista los conoce y vive entre ellos un tiempo, y después vuelve, y se da cuenta de que en algún momento del futuro la población Vril crecerá tanto que de forma natural se expandirá a la superficie y nos exterminará a nosotros, sus actuales habitantes. Y así concluye el libro. Esta es la idea de los styx: ellos llevan varios siglos preparándose para su expansión, creciendo, entrenándose, situando las fichas adecuadas en los lugares correctos. Una nueva ironía es que este libro causó sensación entre las sociedades místicas y ocultistas nazis, sintieron que hablaba de ellos, ellos eran la raza venidera.

        Los libros son un pasote de entretenidos, siempre hay cosas nuevas y sobresaltos nuevos, no decaen, son absolutamente recomendables. Los libros, publicados en España por la editorial Puck, aparte de sus características portadas con siluetas en el centro, están salpicados de dibujos a tinta y pluma dibujados por el mismo Brian Williams, como si provinieran de un diario (¿los diarios del doctor Burrows, de los que a veces leemos fragmentos? ¿O los que sabemos que Will escribe?) de criaturas, casas, styx, objetos, etc. Y les dan el puntito de originalidad final. En serio, son seis libros que merece totalmente leer. Es entretenida y apasionante, con una ciencia ficción no futurista, si no más cercana a la de Julio Verne o HG Wells: hay avances tecnológicos pero son puntuales y limitados, no súper naves megaveloces con rayos de protones, aparatos espaciales, si me muero da igual porque me criogenizan o me clonan, etc. Pese a los avances presentes en la novela, los personajes siguen dependiendo principalmente de su ingenio, su fuerza, sus lazos entre ellos, y en definitiva, de sí mismos, para sobrevivir a aquello que se les pone por delante. Los styx no se quedan atrás a la hora de cumplir su papel como villanos, son verdaderamente intimidantes, y en parte no puedes parar de admirar su pureza, su eficiencia.



Uno de los dibujos de Brian Williams, en el primer libro. Es un styx observando desde una de las farolas de la Colonia, que para iluminar usan unas esferas bioluminiscentes. Siempre me ha parecido bastante siniestro.

        Si tuviera que exponer una crítica, no sería a causa de la obra desarrollada por Roderick Gordon y Brian Williams, si no de la editorial, Chicken House, y de su editor, Barry Cunningham. Funcionando como un conglomerado empresarial, y al igual que otras muchas editoriales, Chicken House ata firmemente a sus autores a través de obligaciones contractuales que restringen su capacidad artística, y los obliga a seguir unos cánones. A cambio de su patrocinio, estos imperios editoriales se apropian de las creaciones originales de sus autores (por ejemplo todos los personajes de la saga Túneles). Roderick Gordon ha manifestado en la web Goodreads que al menos a él (no se las opiniones de su amigo Williams) le gustaría publicar una séptima parte, y que incluso tiene la idea, pero está atado por el contrato, que no se lo permite. Esto hace que me hierva la sangre, pero bueno. Aun así la saga está cerrada, al menos en principio, y su final es más o menos  firme.

    Las portadas de cada uno de los seis libros: 











        

 



 


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