1. Túneles (2007). 444 pags.
2. Profundidades (2008). 632 pags.
3. Caída libre (2009). 573 pags.
4. Al límite (2010). 512 pags.
5. Espiral (2011). 447 pags.
6. Terminal (2013). 445 pags.
Hoy traigo conmigo una de mis
sagas adolescentes favoritas, perteneciente a la ciencia ficción steampunk: Túneles, cuyo primer tomo lleva el mismo
título. El libro se publicó por primera vez en 2005 bajo el título The Highfield Mole (algo así como El topo de Highfield), autopublicado por
sus dos autores, pero más tarde fue descubierto por la editorial británica
Chicken House, y se volvió a publicar en 2007 con el título Túneles (Tunnels en inglés), con las intrigantes y misteriosas portadas obra
de David Wyatt. Chicken House continuó a partir de aquí con los otros cinco
libros de la saga, mientras Wyatt se encargaba de las portadas. El editor que
descubrió la saga fue el mismísimo Barry Cunningham, el mismo que descubrió Harry Potter, aunque en mi opinión esta
es una opción mucho mejor (si, no soy un admirador de “el niño que sobrevivió”,
los leí de pequeño, pero nunca me hicieron mucha ilusión).
Sus autores no son mundialmente
famosos (Brian Williams ni siquiera tiene página en la Wikipedia, ni en inglés,
y la de Gordon es minúscula), como Rowling, ni han escrito más libros aparte de
esta saga, que tampoco es muy conocida, pero tienen una determinada cantidad de
detalles que los convierten en libros excelentes aptos para cualquier edad
desde los 14 o 15 años para arriba. Roderick Gordon es un biólogo londinense, y
Brian Williams se crio en un pueblo minero (lo cual posiblemente haya tenido
mucha influencia para la obra) de Zambia antes de regresar a Inglaterra con su
familia, y posteriormente estudió bellas artes en la Slade School of Art. Las
capacidades artísticas de Williams serán importantes para la originalidad de la
obra.
Pese a la escasa fama que han
tenido, el primero estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times. Lo cierto es que no
entiendo porque a partir de ahí hubo tan poca gente que les siguió la pista,
pese a su gran calidad.
El libro comienza en la pequeña
localidad de Highfield, uno de los barrios más alejados del extrarradio de
Londres, tan externo a la gran metrópoli que tiene su propio periódico, museo,
y supone una localidad independiente por sí mismo. Un barrio dormitorio, sin
vida ni nada interesante por lo que acudir a no ser que vivas allí. Nuestro protagonista
primario (conforme avancen los libros irán apareciendo más) es Will Burrows, un
joven albino bastante antisocial de unos 15 años cuya mayor afición es cavar en
las zonas deshabitadas del lugar junto a su padre, el doctor Burrows. El doctor
Burrows es un frustrado arqueólogo con un doctorado en antigüedades griegas que
nunca jamás ha realizado ningún descubrimiento mencionable, y que actualmente
es el conservador y encargado del Museo de Highfield, una institución sin ningún
interés y con prácticamente nada digno de mención. El viejo académico ha
transmitido su obsesión por hallar algo escondido bajo tierra a su hijo, quien
además así puede huir del sol, que daña su delicada piel.
La situación familiar de estos
dos “hombres topo” (tienen sus propios trajes de excavación, palas, cascos de
minero, todo el tinglado) también nos explica porque tratan de huir al fondo de
la Tierra: la señora Celia Burrows es una mujer que sufre de adicción a la
televisión, no se despega ni un momento de sus amados programas y sus aparatos
de grabación, mientras ve uno está grabando otros dos o tres programas más. La
casa es regentada por la desenvuelta y popular hija pequeña de la familia:
Rebecca, una diabólica tirana social que ejerce un considerable bullying sobre
su hermano mayor (y es que son absolutamente antágonicos). En principio parece imposible culpar a Rebecca por su mala
leche, ha tenido que crecer muy deprisa y hacerse cargo de una madre que ha
abandonado a su familia por la televisión, y un padre y un hermano mayor que se
aíslan en sus investigaciones subterráneas, y nadie da ni el huevo en casa
aparte de ella. Pero…jeje. Bueno, esperan bastantes sorpresas con ella. Rebecca es probablemente uno de los mejores
personaje de la saga, a mí me encanta.
El doctor Burrows hace algunos
importantes y casuales descubrimientos, como una esfera bioluminiscente
encontrada en un viejo sótano y unos túneles que no están señalizados, y tras
ello desaparece misteriosamente. Will está convencido de que su padre ha
encontrado el rastro de algo importante y lo ha seguido hacia las
profundidades, o que algo lo ha arrastrado hasta allí, así que junto a su único
amigo, Chester Rawls (un compañero de clase, lector voraz, y enorme como un
armario) inicia unas largas investigaciones y excavaciones. Tras bastantes
semanas excavando logran dar con un acceso subterráneo que los conduce a un
submundo ubicado en una gigantesca caverna bajo Highfield, conectada a su vez a
otros espacios enormes, componiendo una verdadera ciudad oculta: la Colonia.
Colony, Tunnels por Tsalitsa. Fanart de la Colonia.
La Colonia es una población
humana que se exilió por su propia elección hace doscientos años de la Superficie (ellos la llaman así, con
mayúscula) y anclada en la tecnología de entonces, pero con algunos avances
para la adaptabilidad de la vida allí abajo, como fuentes permanentes de luz, y
sistemas de renovación de oxígeno. Todo lo colono, o casi, está basado en el vapor (¡steampunk!).
La tecnología no es lo único atrapado en el tiempo: las costumbres también se
congelaron hace doscientos años, toda la Colonia vive en un fuerte y casi fanático
puritanismo y religiosidad enfermiza, de base cristiana protestante, pero
parcialmente modificado: su Biblia se llama El
libro de las Catástrofes, y el centro de su temor es la maldad de la
Superficie y de los seres que allí moran (nosotros).
No somos diferentes de ningún animal, ningún insecto o germen. No
somos especiales, Cal. Tú, yo, todos venimos de la nada, y ahí es
exactamente a donde iremos todos algún día, tal vez pronto, nos guste o no.
Toda la sociedad colona está
controlada y gobernada firmemente por una subraza de seres fascistas llamados
los styx (¿son humanos? ¿No lo son? ¿Qué son? Si leéis, las respuestas irán
llegando, este es uno de los misterios principales). Los styx viven en sus propias
fortalezas totalmente separadas del resto de la Colonia, son los lideres
técnicos y religiosos de los humanos (ellos crearon y dirigen toda esa religión de terror
entorno a la Superficie, como mecanismo de control), y hacen y deshacen a su
antojo. Tienen instalaciones secretas donde realizan experimentos, y poseen su
propio ejército de elite tremendamente mortífero. Se trata de unos seres
humanoides (aparentemente son humanos, cara, ojos, brazos, etc. no tienen
miembros de más, ni más ojos, ni nada así) delgados y largos como juncos, pálidos,
pero con una fuerza, velocidad y resistencia tremendas pese a su delgadez.
Poseen una inteligencia fría y despiadada, son absolutamente implacables en sus
objetivos, que son, en última instancia, gobernar todo cuanto conocen, pues
están diseñados para mandar. Son como la cúspide de la tecnocracia: hacen mucho
y todo lo que hacen, lo hacen de forma eficiente, incluyendo matar. MOLAN UN
HUEVO. Y son los malos. Pero joder si molan. Siempre vestidos de negro, con
larguísimos gabanes. Además, aunque actúan como villanos, no están
despersonalizados, no son styx anónimos siendo malosos, algunos de ellos
adquieren muchísima personalidad destacándose como los villanos principales
(tienen capítulos para ellos y todo, cosa que me encanta, que los villanos
adquieran protagonismo, no un tipo sin nariz relativamente anónimo siendo malo
en la lejanía). Pero por este lado no puedo hablar más, pues sería spoilear.
Los styx son uno de los mejores diseños del libro, sus despiadadas mentes, su trabajo eficiente, silencioso, letal. Nunca sabes cuánto saben, y siempre saben más de lo que tú crees, siempre tres pasos por delante. Llevan siglos habitando, inadvertidos al resto de la humanidad, ahí abajo, gobernando a los colonos, preparándose, esperando su momento. Y su momento está cerca.
La imagen representa
el espíritu ambicioso, supremacista, implacable, de los styx. El macho y la
hembra styx alzándose por encima de toda la humanidad, gobernándolo todo.
Fanart por Gakken.
Chester y Will son acogidos por
algunos miembros de la Colonia que no están contentos con el gobierno de los
styx, y pasaran a descubrir que existe algo parecido a una resistencia, y que
el propio Will está más relacionado con los colonos y con esta resistencia de
lo que él creía, un oscuro secreto reside en sí mismo y en su pasado.
También descubren que el doctor
Burrows pasó por allí, pero que en su afán de descubrimiento, decidió no quedarse
en ese nivel, que es apenas la primera capa, y teniendo evidencias de
una civilización pretérita que habitaba o había habitado aún más abajo,
continuó descendiendo hacia el lugar conocido como las Profundidades. Un
territorio hostil y oscuro, prácticamente deshabitado menos por algunas
comunidades mineras aislacionistas (llamados coprolitas) y los miembros desterrados de la Colonia que
habían echado raíces allí: asesinos, locos, caníbales, depravados enfermizos,
etc. Un lugar a varios cientos de km de distancia de la Superficie, lleno
de peligros mortales como plantas venenosas y carnívoras, erupciones de gases
letales, y todo tipo de criaturas dispuestas a devorarte.
Sus risas quedaron ahogadas por el ruido del tren, que continuaba ganando
velocidad, vomitando humo negro y alejándose de la Colonia, de Highfield, y de
todo cuanto conocían, acelerando su marcha hacia el corazón de la Tierra.
A Chester y a Will, para encontrar
al doctor, y por haber entrado en el radar de los styx como amenazas
peligrosas, no les quedará más remedio que adentrarse también en las Profundidades.
Han desafiado a los despiadados styx y estos les han marcado, se han aventurado
en un viaje que ya no tiene marcha atrás: solo pueden seguir avanzando,
descendiendo cada vez más, y tratar de frustrar los planes de esos misteriosos
seres y tratar de destruirlos, pues de lo contrario, los styx los eliminarán a ellos.
Sin pretenderlo, tratando de encontrar a un padre perdido, en lo que parecía
ser un daddy issues tranquilito, con
aventura de descubrimiento en plan El
corazón de las tinieblas, se han metido de lleno en una guerra secreta y
ellos mismos son uno de los escasos bastiones contra la amenaza styx. Ambos
jóvenes deberán buscar en su interior y encontrar fortalezas y habilidades que
desconocían si pretenden sobrevivir y vencer. Sus enemigos están en todas
partes. Y eso incluye las Profundidades: allí abajo mora el cuerpo de elite más
mortífero de los styx, los Limitadores, un cuerpo de exterminio.
(…) se volvieron para ver por última vez al hombretón; su negra silueta
aparecía recortada a la luz verde de la ciudad, blandiendo los dos machetes,
uno en cada mano. (…) erguido orgullosamente frente a la masa mortal que se le
acercaba. Un solo hombre frente a un campo erizado de guadañas.
Durante esta guerra en la que se han
embarcado, es en las Profundidades donde nuestros jóvenes encontraran a su
comandante, guía y mentor, y Gordon y Williams no se cortan un pelo a la hora de hacerlo
molar: Drake, uno de los renegados. Drake es un antiguo oficial militar especialista
en operaciones especiales, científico e ingeniero óptico (lleva una especie de
lente óptica con la que puede ver en la oscuridad, súper chula) de la
Superficie, secuestrado por los styx, y fugado: huyó a las Profundidades para
evitar ser rastreado. Drake es probablemente el hombre a quien más temen los
styx y quien más quebraderos de cabeza les ha causado. El antiguo oficial lleva
años escondido allí abajo, junto a su compañera y discípula Elliot (una joven
rápida y audaz como ella sola), preparando su propia revolución secreta en las
entrañas del territorio styx, y poco después de la llegada de Chester y Will y
de ciertos descubrimientos inquietantes sobre los planes de sus enemigos,
decide que ha llegado el momento de empezar a poner sus operaciones en marcha.
Comienza la ofensiva.
Y hasta aquí más o menos la
sinopsis de la saga. He incluido algunos detalles del segundo libro, Profundidades, porque el primero es un
pelín introductorio, tarda un poco en entrar en fase crítica: pero después ya
es un no parar. La saga no decae en ningún momento, sino que cada vez se
acelera más, hacia el clímax.
La trama es ágil y veloz pero no
facilona, no hay desarrollos de película mala de Hollywood o libro juvenil de
tres al cuarto (y me ahorro citar nombres) en plan y de pronto los protas ponen
una bomba en el edificio más importante de los styx y ya, o tres escaramuzas y
una batalla final con abundantes cliffehangers.
Es un desarrollo complejo, con fintas y contrafintas, operaciones secretas,
avances y retrocesos: la guerra contra los styx no es algo sencillo. Cada gol
que Will y los aliados que se va encontrando les marcan cuesta al grupo un
precio en sangre. Hay traiciones, hay agentes dobles, hay secretos (empezando
por Drake, como buena figura del mentor que es, guarda mucho bajo la
superficie), hay muertes (protas incluidos), etc. y los autores no se reservan
esto para una hipotética batalla final, ocurre continuamente. Son juveniles,
pero también duros.
No podía permitirse el lujo de morir, todavía no. No mientras quedara
la más remota posibilidad de hacer algo.
Conforme avanzan los libros, Will
y sus compañeros irán descendiendo cada vez más, por lo cual los escenarios se
renuevan continuamente, y siempre quieres saber que hay mas allá, que hay más
profundo. Que habita en donde nadie ha llegado: los restos de la civilización
antigua que he mencionado antes no desaparecen en las Profundidades, continúan más
al fondo. Nuevos lugares, nuevos peligros, nuevas criaturas. El doctor Burrows abre la marcha, Will y su gente le siguen, y pisándoles los talones a ellos,
los styx. El misterio de la vieja civilización nos acompaña mucho tiempo. El
último reducto conocido cuando comienzas las novelas son las Profundidades, y allí llegan en el segundo libro, imaginaos si siguen bajando y lo que se encuentran. Tanto pasadas las Profundidades, como en ellas y en el nivel de la Colonia
encontrarás lugares mágicos, antiguos, fascinantes, terribles. Emplazamientos
olvidados, secretos que ni los styx conocen. Este salseo de la aventura es otro
de los puntazos del libro.
El mundo no se acaba. Y nosotros tampoco.
Túneles se nutre de las viejas teorías “científicas” (actualmente
absolutamente desacreditadas por la ciencia y demostradas como incorrectas) de
la Tierra hueca, también llamada teoría intraterrestre, que consisten en la
creencia de que bajo la superficie de nuestro planeta existe una red de
cavernas y túneles huecos conformando un verdadero Mundo Interior. Dentro de
este Mundo Interior, existen civilizaciones subterráneas muy evolucionadas y más
antiguas que nosotros, llamadas intraterrestres. La teoría fue probablemente
creada por Athanasius Kircher en 1665 al publicar su tratado Mundus subterraneus, quo universae denique
naturae divitiae. Pertenece al conjunto de creencias de las subculturas
conspiracionistas, como el terraplanismo: sus seguidores argumentan que todo esto es verdad, pero los gobiernos
y la cúpula de gobierno mundial nos lo ocultan. Los autores de Túneles se aprovechan
hábilmente de esto: en el universo del libro, todo era verdad, hábilmente
desacreditado por los servicios styx, que pretendían seguir existiendo en la
oscuridad hasta que llegara su hora.
La Tierra hueca lleva usándose en
la literatura de ficción desde hace bastante más de 100 años: puede que la obra
más famosa al respecto sea Viaje al
centro de la Tierra (1864) de Julio Verne, pero existen muchos otros ejemplos, incluso
algunos anteriores. En Narración de
Arthur Gordon Pym (1833) de Edgar Allan Poe, el protagonista se encuentra con
unos seres que vienen del Interior. Edgar Rice Burroughs comenzó la saga
centrada en Pellucidar, un mundo situado en el interior del planeta, en el cual
suceden toda una saga de libros, y que comienzan en 1914 con En el corazón de la Tierra. Y no puedo
cerrar esto sin mencionar a mi amado HP Lovecraft, el Caminante de Providence,
quien en 1936 (vaya fecha para los españoles) publicó La sombra de más allá del tiempo, que también hace referencia a
esta tierra hueca y a seres que allí abajo viven.
Los styx también tienen una
inspiración aunque es algo más difícil rastrearla, pero como buen friki que
soy, voy a decirlo. Fácilmente lo primero en que cualquiera se fijará será en
su parecido con los nazis, incluso con la imagen clásica de los nazis del cine:
supremacistas y racistas (creen en la superioridad de la raza styx, y lo cierto
es que son la leche), tecnológicamente extremadamente avanzados (pese a que
mantienen a los colonos en la ignorancia), ansias de poder y gobernar, creen que ellos son los elegidos para hacerlo, tecnócratas, eficientes, matan de
forma mecánica y eficaz, fríos, etc. Incluso al vestir: elegantes y de negro,
con ropa de cuero negro, muchos gabanes, etc. Irónicamente, muchos nazis creían
en la Tierra hueca, sobre todo aquellos ligados a sus ramas más misticistas,
como la Sociedad de Thule.
Pero hay algo más: su inspiración
primaria proviene de un libro publicado de forma anónima (en origen, luego se
reveló al autor) en 1871 por Edward Bulwer-Lytton llamado La raza futura, a veces también traducido como Vril, la raza que vendrá. La novela narra la historia de un joven
que acaba descendiendo a los abismos interiores (Tierra hueca de nuevo) para
encontrarse una raza secreta y antigua, antediluviana de hecho, llamada los
Vril, poseedores de una tecnología antigua de un poder incalculable. El protagonista
los conoce y vive entre ellos un tiempo, y después vuelve, y se da cuenta de
que en algún momento del futuro la población Vril crecerá tanto que de forma
natural se expandirá a la superficie y nos exterminará a nosotros, sus actuales
habitantes. Y así concluye el libro. Esta es la idea de los styx: ellos llevan
varios siglos preparándose para su expansión, creciendo, entrenándose, situando
las fichas adecuadas en los lugares correctos. Una nueva ironía es que este
libro causó sensación entre las sociedades místicas y ocultistas nazis, sintieron
que hablaba de ellos, ellos eran la raza venidera.
Los libros son un pasote de entretenidos, siempre hay cosas nuevas y sobresaltos nuevos, no decaen, son absolutamente recomendables. Los libros, publicados en España por la editorial Puck, aparte de sus características portadas con siluetas en el centro, están salpicados de dibujos a tinta y pluma dibujados por el mismo Brian Williams, como si provinieran de un diario (¿los diarios del doctor Burrows, de los que a veces leemos fragmentos? ¿O los que sabemos que Will escribe?) de criaturas, casas, styx, objetos, etc. Y les dan el puntito de originalidad final. En serio, son seis libros que merece totalmente leer. Es entretenida y apasionante, con una ciencia ficción no futurista, si no más cercana a la de Julio Verne o HG Wells: hay avances tecnológicos pero son puntuales y limitados, no súper naves megaveloces con rayos de protones, aparatos espaciales, si me muero da igual porque me criogenizan o me clonan, etc. Pese a los avances presentes en la novela, los personajes siguen dependiendo principalmente de su ingenio, su fuerza, sus lazos entre ellos, y en definitiva, de sí mismos, para sobrevivir a aquello que se les pone por delante. Los styx no se quedan atrás a la hora de cumplir su papel como villanos, son verdaderamente intimidantes, y en parte no puedes parar de admirar su pureza, su eficiencia.
Si tuviera que exponer una crítica,
no sería a causa de la obra desarrollada por Roderick Gordon y Brian Williams,
si no de la editorial, Chicken House, y de su editor, Barry Cunningham. Funcionando
como un conglomerado empresarial, y al igual que otras muchas editoriales,
Chicken House ata firmemente a sus autores a través de obligaciones
contractuales que restringen su capacidad artística, y los obliga a seguir unos
cánones. A cambio de su patrocinio, estos imperios editoriales se apropian de
las creaciones originales de sus autores (por ejemplo todos los personajes de
la saga Túneles). Roderick Gordon ha
manifestado en la web Goodreads que al menos a él (no se las opiniones de su
amigo Williams) le gustaría publicar una séptima parte, y que incluso tiene la
idea, pero está atado por el contrato, que no se lo permite. Esto hace que me
hierva la sangre, pero bueno. Aun así la saga está cerrada, al menos en
principio, y su final es más o menos firme.
Las portadas de cada uno de los seis libros:
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