domingo, 2 de mayo de 2021

TÚNELES - RODERICK GORDON Y BRIAN WILLIAMS

 



1. Túneles (2007). 444 pags.

2. Profundidades (2008). 632 pags.

3. Caída libre (2009). 573 pags. 

4. Al límite (2010). 512  pags.

5. Espiral (2011). 447 pags.

6. Terminal (2013). 445 pags.


        Hoy traigo conmigo una de mis sagas adolescentes favoritas, perteneciente a la ciencia ficción steampunk: Túneles, cuyo primer tomo lleva el mismo título. El libro se publicó por primera vez en 2005 bajo el título The Highfield Mole (algo así como El topo de Highfield), autopublicado por sus dos autores, pero más tarde fue descubierto por la editorial británica Chicken House, y se volvió a publicar en 2007 con el título Túneles (Tunnels en inglés), con las intrigantes y misteriosas portadas obra de David Wyatt. Chicken House continuó a partir de aquí con los otros cinco libros de la saga, mientras Wyatt se encargaba de las portadas. El editor que descubrió la saga fue el mismísimo Barry Cunningham, el mismo que descubrió Harry Potter, aunque en mi opinión esta es una opción mucho mejor (si, no soy un admirador de “el niño que sobrevivió”, los leí de pequeño, pero nunca me hicieron mucha ilusión).

        Sus autores no son mundialmente famosos (Brian Williams ni siquiera tiene página en la Wikipedia, ni en inglés, y la de Gordon es minúscula), como Rowling, ni han escrito más libros aparte de esta saga, que tampoco es muy conocida, pero tienen una determinada cantidad de detalles que los convierten en libros excelentes aptos para cualquier edad desde los 14 o 15 años para arriba. Roderick Gordon es un biólogo londinense, y Brian Williams se crio en un pueblo minero (lo cual posiblemente haya tenido mucha influencia para la obra) de Zambia antes de regresar a Inglaterra con su familia, y posteriormente estudió bellas artes en la Slade School of Art. Las capacidades artísticas de Williams serán importantes para la originalidad de la obra.

        Pese a la escasa fama que han tenido, el primero estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times. Lo cierto es que no entiendo porque a partir de ahí hubo tan poca gente que les siguió la pista, pese a su gran calidad.

        El libro comienza en la pequeña localidad de Highfield, uno de los barrios más alejados del extrarradio de Londres, tan externo a la gran metrópoli que tiene su propio periódico, museo, y supone una localidad independiente por sí mismo. Un barrio dormitorio, sin vida ni nada interesante por lo que acudir a no ser que vivas allí. Nuestro protagonista primario (conforme avancen los libros irán apareciendo más) es Will Burrows, un joven albino bastante antisocial de unos 15 años cuya mayor afición es cavar en las zonas deshabitadas del lugar junto a su padre, el doctor Burrows. El doctor Burrows es un frustrado arqueólogo con un doctorado en antigüedades griegas que nunca jamás ha realizado ningún descubrimiento mencionable, y que actualmente es el conservador y encargado del Museo de Highfield, una institución sin ningún interés y con prácticamente nada digno de mención. El viejo académico ha transmitido su obsesión por hallar algo escondido bajo tierra a su hijo, quien además así puede huir del sol, que daña su delicada piel.

        La situación familiar de estos dos “hombres topo” (tienen sus propios trajes de excavación, palas, cascos de minero, todo el tinglado) también nos explica porque tratan de huir al fondo de la Tierra: la señora Celia Burrows es una mujer que sufre de adicción a la televisión, no se despega ni un momento de sus amados programas y sus aparatos de grabación, mientras ve uno está grabando otros dos o tres programas más. La casa es regentada por la desenvuelta y popular hija pequeña de la familia: Rebecca, una diabólica tirana social que ejerce un considerable bullying sobre su hermano mayor (y es que son absolutamente antágonicos). En principio parece imposible culpar a Rebecca por su mala leche, ha tenido que crecer muy deprisa y hacerse cargo de una madre que ha abandonado a su familia por la televisión, y un padre y un hermano mayor que se aíslan en sus investigaciones subterráneas, y nadie da ni el huevo en casa aparte de ella. Pero…jeje. Bueno, esperan bastantes sorpresas con ella. Rebecca es probablemente uno de los mejores personaje de la saga, a mí me encanta.

        El doctor Burrows hace algunos importantes y casuales descubrimientos, como una esfera bioluminiscente encontrada en un viejo sótano y unos túneles que no están señalizados, y tras ello desaparece misteriosamente. Will está convencido de que su padre ha encontrado el rastro de algo importante y lo ha seguido hacia las profundidades, o que algo lo ha arrastrado hasta allí, así que junto a su único amigo, Chester Rawls (un compañero de clase, lector voraz, y enorme como un armario) inicia unas largas investigaciones y excavaciones. Tras bastantes semanas excavando logran dar con un acceso subterráneo que los conduce a un submundo ubicado en una gigantesca caverna bajo Highfield, conectada a su vez a otros espacios enormes, componiendo una verdadera ciudad oculta: la Colonia.

 

Colony, Tunnels por Tsalitsa. Fanart de la Colonia.


        La Colonia es una población humana que se exilió por su propia elección hace doscientos años de la Superficie (ellos la llaman así, con mayúscula) y anclada en la tecnología de entonces, pero con algunos avances para la adaptabilidad de la vida allí abajo, como fuentes permanentes de luz, y sistemas de renovación de oxígeno. Todo lo colono, o casi, está basado en el vapor (¡steampunk!). La tecnología no es lo único atrapado en el tiempo: las costumbres también se congelaron hace doscientos años, toda la Colonia vive en un fuerte y casi fanático puritanismo y religiosidad enfermiza, de base cristiana protestante, pero parcialmente modificado: su Biblia se llama El libro de las Catástrofes, y el centro de su temor es la maldad de la Superficie y de los seres que allí moran (nosotros).

 

No somos diferentes de ningún animal, ningún insecto o germen. No somos especiales, Cal. Tú, yo, todos venimos de la nada, y ahí es exactamente a donde iremos todos algún día, tal vez pronto, nos guste o no.

 

        Toda la sociedad colona está controlada y gobernada firmemente por una subraza de seres fascistas llamados los styx (¿son humanos? ¿No lo son? ¿Qué son? Si leéis, las respuestas irán llegando, este es uno de los misterios principales). Los styx viven en sus propias fortalezas totalmente separadas del resto de la Colonia, son los lideres técnicos y religiosos de los humanos (ellos crearon y dirigen toda esa religión de terror entorno a la Superficie, como mecanismo de control), y hacen y deshacen a su antojo. Tienen instalaciones secretas donde realizan experimentos, y poseen su propio ejército de elite tremendamente mortífero. Se trata de unos seres humanoides (aparentemente son humanos, cara, ojos, brazos, etc. no tienen miembros de más, ni más ojos, ni nada así) delgados y largos como juncos, pálidos, pero con una fuerza, velocidad y resistencia tremendas pese a su delgadez. Poseen una inteligencia fría y despiadada, son absolutamente implacables en sus objetivos, que son, en última instancia, gobernar todo cuanto conocen, pues están diseñados para mandar. Son como la cúspide de la tecnocracia: hacen mucho y todo lo que hacen, lo hacen de forma eficiente, incluyendo matar. MOLAN UN HUEVO. Y son los malos. Pero joder si molan. Siempre vestidos de negro, con larguísimos gabanes. Además, aunque actúan como villanos, no están despersonalizados, no son styx anónimos siendo malosos, algunos de ellos adquieren muchísima personalidad destacándose como los villanos principales (tienen capítulos para ellos y todo, cosa que me encanta, que los villanos adquieran protagonismo, no un tipo sin nariz relativamente anónimo siendo malo en la lejanía). Pero por este lado no puedo hablar más, pues sería spoilear.

        Los styx son uno de los mejores diseños del libro, sus despiadadas mentes, su trabajo eficiente, silencioso, letal. Nunca sabes cuánto saben, y siempre saben más de lo que tú crees, siempre tres pasos por delante. Llevan siglos habitando, inadvertidos al resto de la humanidad, ahí abajo, gobernando a los colonos, preparándose, esperando su momento. Y su momento está cerca.


La imagen representa el espíritu ambicioso, supremacista, implacable, de los styx. El macho y la hembra styx alzándose por encima de toda la humanidad, gobernándolo todo. Fanart por Gakken.

 

        Chester y Will son acogidos por algunos miembros de la Colonia que no están contentos con el gobierno de los styx, y pasaran a descubrir que existe algo parecido a una resistencia, y que el propio Will está más relacionado con los colonos y con esta resistencia de lo que él creía, un oscuro secreto reside en sí mismo y en su pasado.

        También descubren que el doctor Burrows pasó por allí, pero que en su afán de descubrimiento, decidió no quedarse en ese nivel, que es apenas la primera capa, y teniendo evidencias de una civilización pretérita que habitaba o había habitado aún más abajo, continuó descendiendo hacia el lugar conocido como las Profundidades. Un territorio hostil y oscuro, prácticamente deshabitado menos por algunas comunidades mineras aislacionistas (llamados coprolitas) y los miembros desterrados de la Colonia que habían echado raíces allí: asesinos, locos, caníbales, depravados enfermizos, etc. Un lugar a varios cientos de km de distancia de la Superficie, lleno de peligros mortales como plantas venenosas y carnívoras, erupciones de gases letales, y todo tipo de criaturas dispuestas a devorarte.

 

Sus risas quedaron ahogadas por el ruido del tren, que continuaba ganando velocidad, vomitando humo negro y alejándose de la Colonia, de Highfield, y de todo cuanto conocían, acelerando su marcha hacia el corazón de la Tierra.

 

        A Chester y a Will, para encontrar al doctor, y por haber entrado en el radar de los styx como amenazas peligrosas, no les quedará más remedio que adentrarse también en las Profundidades. Han desafiado a los despiadados styx y estos les han marcado, se han aventurado en un viaje que ya no tiene marcha atrás: solo pueden seguir avanzando, descendiendo cada vez más, y tratar de frustrar los planes de esos misteriosos seres y tratar de destruirlos, pues de lo contrario, los styx los eliminarán a ellos. Sin pretenderlo, tratando de encontrar a un padre perdido, en lo que parecía ser un daddy issues tranquilito, con aventura de descubrimiento en plan El corazón de las tinieblas, se han metido de lleno en una guerra secreta y ellos mismos son uno de los escasos bastiones contra la amenaza styx. Ambos jóvenes deberán buscar en su interior y encontrar fortalezas y habilidades que desconocían si pretenden sobrevivir y vencer. Sus enemigos están en todas partes. Y eso incluye las Profundidades: allí abajo mora el cuerpo de elite más mortífero de los styx, los Limitadores, un cuerpo de exterminio.

 

(…) se volvieron para ver por última vez al hombretón; su negra silueta aparecía recortada a la luz verde de la ciudad, blandiendo los dos machetes, uno en cada mano. (…) erguido orgullosamente frente a la masa mortal que se le acercaba. Un solo hombre frente a un campo erizado de guadañas.

 

        Durante esta guerra en la que se han embarcado, es en las Profundidades donde nuestros jóvenes encontraran a su comandante, guía y mentor, y Gordon y Williams no se cortan un pelo a la hora de hacerlo molar: Drake, uno de los renegados. Drake es un antiguo oficial militar especialista en operaciones especiales, científico e ingeniero óptico (lleva una especie de lente óptica con la que puede ver en la oscuridad, súper chula) de la Superficie, secuestrado por los styx, y fugado: huyó a las Profundidades para evitar ser rastreado. Drake es probablemente el hombre a quien más temen los styx y quien más quebraderos de cabeza les ha causado. El antiguo oficial lleva años escondido allí abajo, junto a su compañera y discípula Elliot (una joven rápida y audaz como ella sola), preparando su propia revolución secreta en las entrañas del territorio styx, y poco después de la llegada de Chester y Will y de ciertos descubrimientos inquietantes sobre los planes de sus enemigos, decide que ha llegado el momento de empezar a poner sus operaciones en marcha. Comienza la ofensiva.

        Y hasta aquí más o menos la sinopsis de la saga. He incluido algunos detalles del segundo libro, Profundidades, porque el primero es un pelín introductorio, tarda un poco en entrar en fase crítica: pero después ya es un no parar. La saga no decae en ningún momento, sino que cada vez se acelera más, hacia el clímax.

        La trama es ágil y veloz pero no facilona, no hay desarrollos de película mala de Hollywood o libro juvenil de tres al cuarto (y me ahorro citar nombres) en plan y de pronto los protas ponen una bomba en el edificio más importante de los styx y ya, o tres escaramuzas y una batalla final con abundantes cliffehangers. Es un desarrollo complejo, con fintas y contrafintas, operaciones secretas, avances y retrocesos: la guerra contra los styx no es algo sencillo. Cada gol que Will y los aliados que se va encontrando les marcan cuesta al grupo un precio en sangre. Hay traiciones, hay agentes dobles, hay secretos (empezando por Drake, como buena figura del mentor que es, guarda mucho bajo la superficie), hay muertes (protas incluidos), etc. y los autores no se reservan esto para una hipotética batalla final, ocurre continuamente. Son juveniles, pero también duros.

 

No podía permitirse el lujo de morir, todavía no. No mientras quedara la más remota posibilidad de hacer algo.

 

        Conforme avanzan los libros, Will y sus compañeros irán descendiendo cada vez más, por lo cual los escenarios se renuevan continuamente, y siempre quieres saber que hay mas allá, que hay más profundo. Que habita en donde nadie ha llegado: los restos de la civilización antigua que he mencionado antes no desaparecen en las Profundidades, continúan más al fondo. Nuevos lugares, nuevos peligros, nuevas criaturas. El doctor Burrows abre la marcha, Will y su gente le siguen, y pisándoles los talones a ellos, los styx. El misterio de la vieja civilización nos acompaña mucho tiempo. El último reducto conocido cuando comienzas las novelas son las Profundidades, y allí llegan en el segundo libro, imaginaos si siguen bajando y lo que se encuentran. Tanto pasadas las Profundidades, como en ellas y en el nivel de la Colonia encontrarás lugares mágicos, antiguos, fascinantes, terribles. Emplazamientos olvidados, secretos que ni los styx conocen. Este salseo de la aventura es otro de los puntazos del libro.

 

El mundo no se acaba. Y nosotros tampoco.

 

        Túneles se nutre de las viejas teorías “científicas” (actualmente absolutamente desacreditadas por la ciencia y demostradas como incorrectas) de la Tierra hueca, también llamada teoría intraterrestre, que consisten en la creencia de que bajo la superficie de nuestro planeta existe una red de cavernas y túneles huecos conformando un verdadero Mundo Interior. Dentro de este Mundo Interior, existen civilizaciones subterráneas muy evolucionadas y más antiguas que nosotros, llamadas intraterrestres. La teoría fue probablemente creada por Athanasius Kircher en 1665 al publicar su tratado Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae. Pertenece al conjunto de creencias de las subculturas conspiracionistas, como el terraplanismo: sus seguidores argumentan que todo esto es verdad, pero los gobiernos y la cúpula de gobierno mundial nos lo ocultan. Los autores de Túneles se aprovechan hábilmente de esto: en el universo del libro, todo era verdad, hábilmente desacreditado por los servicios styx, que pretendían seguir existiendo en la oscuridad hasta que llegara su hora.

        La Tierra hueca lleva usándose en la literatura de ficción desde hace bastante más de 100 años: puede que la obra más famosa al respecto sea Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne,  pero existen muchos otros ejemplos, incluso algunos anteriores. En Narración de Arthur Gordon Pym (1833) de Edgar Allan Poe, el protagonista se encuentra con unos seres que vienen del Interior. Edgar Rice Burroughs comenzó la saga centrada en Pellucidar, un mundo situado en el interior del planeta, en el cual suceden toda una saga de libros, y que comienzan en 1914 con En el corazón de la Tierra. Y no puedo cerrar esto sin mencionar a mi amado HP Lovecraft, el Caminante de Providence, quien en 1936 (vaya fecha para los españoles) publicó La sombra de más allá del tiempo, que también hace referencia a esta tierra hueca y a seres que allí abajo viven.

        Los styx también tienen una inspiración aunque es algo más difícil rastrearla, pero como buen friki que soy, voy a decirlo. Fácilmente lo primero en que cualquiera se fijará será en su parecido con los nazis, incluso con la imagen clásica de los nazis del cine: supremacistas y racistas (creen en la superioridad de la raza styx, y lo cierto es que son la leche), tecnológicamente extremadamente avanzados (pese a que mantienen a los colonos en la ignorancia), ansias de poder y gobernar, creen que ellos son los elegidos para hacerlo, tecnócratas, eficientes, matan de forma mecánica y eficaz, fríos, etc. Incluso al vestir: elegantes y de negro, con ropa de cuero negro, muchos gabanes, etc. Irónicamente, muchos nazis creían en la Tierra hueca, sobre todo aquellos ligados a sus ramas más misticistas, como la Sociedad de Thule.

        Pero hay algo más: su inspiración primaria proviene de un libro publicado de forma anónima (en origen, luego se reveló al autor) en 1871 por Edward Bulwer-Lytton llamado La raza futura, a veces también traducido como Vril, la raza que vendrá. La novela narra la historia de un joven que acaba descendiendo a los abismos interiores (Tierra hueca de nuevo) para encontrarse una raza secreta y antigua, antediluviana de hecho, llamada los Vril, poseedores de una tecnología antigua de un poder incalculable. El protagonista los conoce y vive entre ellos un tiempo, y después vuelve, y se da cuenta de que en algún momento del futuro la población Vril crecerá tanto que de forma natural se expandirá a la superficie y nos exterminará a nosotros, sus actuales habitantes. Y así concluye el libro. Esta es la idea de los styx: ellos llevan varios siglos preparándose para su expansión, creciendo, entrenándose, situando las fichas adecuadas en los lugares correctos. Una nueva ironía es que este libro causó sensación entre las sociedades místicas y ocultistas nazis, sintieron que hablaba de ellos, ellos eran la raza venidera.

        Los libros son un pasote de entretenidos, siempre hay cosas nuevas y sobresaltos nuevos, no decaen, son absolutamente recomendables. Los libros, publicados en España por la editorial Puck, aparte de sus características portadas con siluetas en el centro, están salpicados de dibujos a tinta y pluma dibujados por el mismo Brian Williams, como si provinieran de un diario (¿los diarios del doctor Burrows, de los que a veces leemos fragmentos? ¿O los que sabemos que Will escribe?) de criaturas, casas, styx, objetos, etc. Y les dan el puntito de originalidad final. En serio, son seis libros que merece totalmente leer. Es entretenida y apasionante, con una ciencia ficción no futurista, si no más cercana a la de Julio Verne o HG Wells: hay avances tecnológicos pero son puntuales y limitados, no súper naves megaveloces con rayos de protones, aparatos espaciales, si me muero da igual porque me criogenizan o me clonan, etc. Pese a los avances presentes en la novela, los personajes siguen dependiendo principalmente de su ingenio, su fuerza, sus lazos entre ellos, y en definitiva, de sí mismos, para sobrevivir a aquello que se les pone por delante. Los styx no se quedan atrás a la hora de cumplir su papel como villanos, son verdaderamente intimidantes, y en parte no puedes parar de admirar su pureza, su eficiencia.



Uno de los dibujos de Brian Williams, en el primer libro. Es un styx observando desde una de las farolas de la Colonia, que para iluminar usan unas esferas bioluminiscentes. Siempre me ha parecido bastante siniestro.

        Si tuviera que exponer una crítica, no sería a causa de la obra desarrollada por Roderick Gordon y Brian Williams, si no de la editorial, Chicken House, y de su editor, Barry Cunningham. Funcionando como un conglomerado empresarial, y al igual que otras muchas editoriales, Chicken House ata firmemente a sus autores a través de obligaciones contractuales que restringen su capacidad artística, y los obliga a seguir unos cánones. A cambio de su patrocinio, estos imperios editoriales se apropian de las creaciones originales de sus autores (por ejemplo todos los personajes de la saga Túneles). Roderick Gordon ha manifestado en la web Goodreads que al menos a él (no se las opiniones de su amigo Williams) le gustaría publicar una séptima parte, y que incluso tiene la idea, pero está atado por el contrato, que no se lo permite. Esto hace que me hierva la sangre, pero bueno. Aun así la saga está cerrada, al menos en principio, y su final es más o menos  firme.

    Las portadas de cada uno de los seis libros: 











        

 



 


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