Este subgénero, los mitos de Cthulhu;
suponen uno de mis vicios “secretos”, y como tal, les voy a dar en mi blog su propio
apartado. Además considero que tienen sus propias características diferenciadas
del terror simple como para tener un espacio para él solo, y existe aún hoy toda una
subcultura underground de literatura
lovecraftiana, aunque algunos hay que buscarlos con lupa. Al igual que el Género Bizarro,
es como el cine de serie B, pueden encontrarse verdaderas joyas.
Pero para empezar el apartado,
primero hay que hablar sobre las principales obras que constituyen sus
manifiestos fundacionales, pero antes hay que hablar del autor y de su estilo,
el horror cósmico.
La literatura de horror cósmico (a
veces mal llamada cosmicismo) nació de la cabeza y pluma de Howard Phillips Lovecraft, que a su vez heredaba del subgénero weird fiction (genero de fantasmas perteneciente al terror
utilizado, entre otros, por Edgar Allan Poe). Lo que empezó como una rareza de
un autor bastante rarito, acabo convirtiéndose en una verdadera filosofía
literaria, con sus propios seguidores.
Lovecraft superó el terror gótico
clásico de fantasmas y castillos por un horror más palpable, que se materializa
a través de monstruos aberrantes, dioses cárnicos terribles, criaturas malignas
invasoras. Todos estos seres provienen de otros mundos (otras dimensiones u
otros planetas), pero son tan radicalmente superiores a nosotros, con unas
capacidades tan por encima, que muchos de ellos son concebidos como dioses
antiguos. Quitando algunas excepciones, como Hastur, suelen ser seres
gigantescos e informes, con muchos tentáculos, miembros, bocas, dientes, etc.
Seres lovecraftianos.
Lovecraft, llamado el Caminante
de Providence, nacido en la ciudad estadounidense de Providence en 1890, tuvo
una vida bastante desgraciada. Engendrado en una familia de tradición burguesa
venida a menos, desarrolló una personalidad elitista pero sin grandes medios
económicos. Su padre murió cuando era muy joven y fue criado por su madre, sus tías y su abuelo, que
le enseñaron a no relacionarse con gente que consideraban inferiores
(principalmente negros o cualquier clase de extranjeros, fue criado en un
ambiente sumamente racista). Según parece, las características despóticas de las
mujeres que lo criaron influyeron en desarrollar una personalidad parcialmente
misógina en Lovecraft (solo hay una mujer importante en toda su obra
literaria). Otros afirman que pese a que sus tías eran innegablemente unas arpías burguesas empobrecidas, la misoginia de Lovecraft, como otras de sus afecciones psicológicas, vino de su aislamiento fusionado con sus fantasías infantiles de desear ser un guerrero nórdico y su personalidad hipersensible constreñida por una timidez crónica que le impedía manifestar correctamente su mundo interior, y a todo esto se suma el tradicionalismo de su abuelo y las mujeres. Todo esto generó en Lovecraft un sentimiento de rechazo y temor hacia el género femenino. Existen pocas dudas acerca de que para cuando alcanzó la edad adulta, este autor era un saco de complejos, temores, y trastornos, y muchos aseguran que fue este este terrible coctel lo que marcó la diferencia para que creara su complejo universo.
Howard Phillips Lovecraft.
Su personalidad se forjó enfrentando fracasos, por ejemplo su fracaso al intentar convertirse en astrónomo debido a su nula capacidad con las matemáticas, y más adelante el escaso éxito que tuvieron sus relatos. Vivió en New York un tiempo pero no le gustó, y se volvió a Providence, donde vivió prácticamente como un ermitaño, menos por ciertas visitas de amigos cercanos, y frecuente correspondencia que mantenía con abundantes escritores del mismo estilo que él. No es de extrañar que con esta vida, decidiera escaparse a mundos de fantasía, o que su obra esté completamente absorbida por un fuerte pesimismo.
Lovecraft vivía principalmente de lo que sacaba por algunos relatos y novelas cortas que le compraban algunas revistas pulp (término que hace referencia a un formato de encuadernación en rústica, barato y de consumo popular, de revistas especializadas en narraciones e historietas de diferentes géneros de la literatura de ficción) como Weird Tales. Acabó alcanzando cierta relativa fama, pero solo entre algunos fans del género, así como de otros escritores, muchos de ellos se convirtieron en sus seguidores. Nunca fue un hombre adinerado ni de grandes ingresos. Vivió toda su vida alternando entre la depresión y la sensación de fracaso, e intentos por combatir estos sentimientos.
Lovecraft no olvidó su "formación" (libros que leía) científica inicial (aunque habría que calificarla más bien de pseudo-científica en muchos aspectos), y esta impregna su obra y su lenguaje, a menudo extremadamente técnico, y sus ideas. Contrariamente a lo que mucha gente ha creído incluso hoy día, Lovecraft no creía en sus obras, no creía en Cthulhu ni en dioses Primordiales: él era un ateo convencido, y afirmaba no creer en nada más que en la razón. Como tal, en sus diarios, llevó un registro pormenorizado y completo de la enfermedad intestinal que finalmente lo mató en 1937, expresando sus sentimientos y sensaciones: dolor, resistencia relativa, etc. por si podía ser de utilidad a investigadores médicos posteriores. Estuvo añadiendo aportes casi hasta el mismo día de su muerte, pese al dolor extremo. Murió solo, en su habitación del hospital, en Providence, pues sus tías no estaban en ese momento. Cuando la enfermera acudió por la mañana a cambiarle la medicación, ya había muerto. En su tumba figura una de las frases que escribió en una carta a un corresponsal: “Yo soy Providence” (“I am Providence”).
Lector voraz y consumado, su
estilo está impregnado de muchos autores que le precedieron, y también de
algunos contemporáneos, pero a quien consideraba su maestro por encima de todos
es a Edgar Allan Poe: su pesimismo y depresión crónica encontraban un reflejo
gemelo en el Caminante de Providence. Algunos de los otros autores que más le
influyeron fueron Arthur Machen y su forma de traer el horror a paisajes
bucólicos de belleza clásica grecolatina (El
gran dios Pan, 1894); William H. Hodgson y sus paisajes de horror inenarrable
y apocalipsis (El Reino de la Noche,
1912); Lord Dunsany y su universo onírico (Cuentos
de un soñador, 1910); o Robert W. Chambers y su terror estético y
misterioso (El Rey de Amarillo,
1895).
Tumba de Lovecraft.
“I am Providence”.
En el universo de Lovecraft no
hay lugar para la esperanza, el único destino de las personas es el
sufrimiento y la muerte. Aquellos personajes que logran alcanzar algún tipo de
conocimiento de índole superior, invariablemente pagan el precio con la locura o con algo aún más terrible, por ejemplo ser devorado por x criatura, o ser
arrojado a un universo de dolor para toda la eternidad. Es el concepto de
conocimiento prohibido. Los únicos personajes que no acaban mal son aquellos
que se han dado cuenta de que más allá de tal punto solo hay muerte, y deciden
no franquearlo y se desentendienden a tiempo.
Vivimos en una placida isla de ignorancia en medio de negros mares de
infinitud (…). Pero algún día el ensamblaje de todos los conocimientos
disociados abrirá tan terribles perspectivas de la realidad y de nuestra
espantosa situación en ella, que o bien enloqueceremos ante tal revelación, o
bien huiremos de esa luz mortal y buscaremos la paz y la seguridad en una nueva
edad de tinieblas.
Nuestro autor era un “carteador”
nato, y como tal, esto se traslada a muchas de sus obras: habitualmente
están escritas en un estilo epistolar. El personaje protagonista ha descubierto
algo terrible y al saber que su fin está
cerca, deja en su testamento esta historia final o carta para quien quiera
leerla, donde narra lo acontecido.
En los mitos de Cthulhu, las
figuras principales (que no los protagonistas, que siempre son pobres
desgraciados que se dan de bruces con algo que no debían) son unos seres alienígenas, venidos del espacio, o de mas allá, de otras dimensiones, llamados Primigenios o Dioses Exteriores. Más adelante llegaremos al tema de la
clasificación, que no fue obra de Lovecraft, pero en definitiva, estas son las
dos clasificaciones principales de los dioses alienígenas de este universo. Se
asume generalmente que los Primigenios (“Great Old Ones”) son un poquito menos
poderosos (aun así muy por encima de nuestra imaginación) y muchos de ellos
están sellados en la Tierra (otros en otros planetas) por un tercer tipo de divinidades: los Dioses Arquetípicos (los griegos clásicos, entre otros, entrarían
aquí). Los Dioses Exteriores viven en dimensiones del espacio exterior, muy
lejos, en la oscuridad absoluta y total de sus propios universos malignos; y
son los seres más poderosos de todos. Son gobernados por Azathoth, “el necio sultán
de los demonios”, una deidad lobotomizada, informe e idiota pero totalmente
omnipotente que gime y babea en el Vacío Final. Todos estos seres son absolutamente
malvados y malignos, la única razón por la cual no destruyen la Tierra entera
es porque no les interesamos, pasar desapercibidos es la única opción. Poseen el poder de manipular las reglas del espacio y el tiempo, de retorcer la realidad a su antojo. No hay nada, al menos desde nuestra perspectiva, que no puedan hacer. Algunos están aliados, otros guerrean entre ellos.
Azathoth, la bestia
idiota que roe y babea en el Vacío Final.
Además de estos dioses, existen
multitud de razas que Lovecraft creó, como los Mi-Go, los Profundos, la Gran
Raza de Yith, o los Antiguos, que también tienen complejas redes de alianzas y
conflictos. La mayoría de estos, adoran a unos u otros Primigenios y/o
Exteriores. También existen varios libros-grimorios que contienen conocimientos
secretos y prohibidos, cuya simple contemplación puede poner la realidad en
peligro. Estos libros no son reales, solo existen dentro del universo de sus
autores, pero se repiten en muchísimos relatos. El más famoso de todos es el Necronomicón,
escrito por el árabe loco Abdul Alhazred, creado por el propio Lovecraft. Hay
otros también muy importantes, como el De
Vermis Mysteriis (“los misterios del gusano”) escrito por Ludwig Prinn,
creado por Robert Bloch; o El libro de
Eibon, escrito por el nigromante hiperbóreo Eibon, ideado por Clark Asthon
Smith.
Lovecraft no escribió ninguna
novela de larga duración, pero escribió varios cientos de obras: Tercera
Fundación tiene indexados 636 originales entre ensayos literarios, poesías,
relatos, novelas cortas y colaboraciones con otros autores. No todo esto puede
incluirse en su corpus de los mitos de Cthulhu.
Para entender esta parte de su
literatura, y a su vez, aprovechar toda la obra de los autores que le sucedieron y que escribieron con este mismo estilo, es necesario, o recomendable al menos,
leer algunas de las principales obras del autor, a saber, las siguientes.
La más importante y la que lo
inició todo fue La llamada de Cthulhu (1926).
En él se manifiesta como un joven heredero rastrea un viejo ídolo cuyo origen
no logra identificar, consistente en una especie de ser con barba de
tentáculos. Esta investigación le acaba llevando a conocer que el mito de la Atlántida
se basa en la ciudad perdida y sumergida de R’lyeh, donde yace dormido Cthulhu
(el Durmiente), el más poderoso de los Primigenios (a veces cuestionado por
algún otro especialmente poderoso, como Hastur), esperando a despertar. El día
que por fin despierte, la humanidad tocará a su fin. El miedo primordial de los
hombres viene de este antiguo ser y de que en nuestro subconsciente yace el
conocimiento de que un día despertará, y vivimos con ese miedo.
<<Que no está muerto lo que puede yacer
eternamente,
y en los eones venideros incluso la muerte
puede morir.>>
Cthulhu emergiendo de
los océanos, fanart por Berenger.
En El color que vino del espacio exterior (1927) se nos muestra una
familia de granjeros que deben enfrentar a un extraño mal desde que un colorido
meteorito cayó en su pozo. Algo está cambiando todo el campo a su alrededor, y a
su ganado, y a ellos mismos, transformando cuanto le rodea. ¿Qué clase de terrible entidad esta alimentándose?
Para mi este es de los mejores. Cuenta con una adaptación cinematográfica de
2019 protagonizada por Nicolas Cage bastante potable que se llama Colour Out of Space.
Aquel enigmático vestigio de los insondables abismos exteriores; aquel
único, misterioso mensaje de otros universos y otros reinos de materia, energía,
y entidad.
El color que vino del espacio exterior, fanart por Paul Mudle.
El horror de Dunwich (1929) nos presenta la ficticia localidad de
Dunwich, dominada por una sociedad endogámica y supersticiosa seriamente
atrasada. Allí, la estirpe de los Whateley lleva a cabos oscuros pactos con el
Dios Exterior Yog-Sothoth, identificado como la omnisciencia total, y llamado
la Llave y la Puerta. En un rito ancestral, Lavinia Whateley se une al dios, y
de esa unión, la mujer engendra dos hijos: uno es el extraño Wilbur, quien vive
sus días aislado en la granja familiar entregado al estudio de conocimientos
prohibidos. El otro es un extraño ser que mantiene encerrado y cuya liberación
traerá el horror a toda la comarca.
El horror de Dunwich. Fuente: Pinterest.
El que susurra en la oscuridad (1930) es narrada por el erudito
Albert N. Wilmarth, profesor en la ficticia Universidad del Miskatonic en la
ficticia ciudad de Arkham. Wilmarth se ve envuelto en la controversia local
respecto a una serie de contactos y avistamientos de alienígenas. Gran parte
del relato se produce a través de cartas que mantiene con otro erudito, Henry
Wentworth Akeley, que vive en una granja alejada en Vermont, quien sostiene que
tiene pruebas irrefutables de la existencia de los seres, que él los conoce, y
que adoran a dioses como Cthulhu. Wilmarth al final ira a Vermont a ver las
pruebas de Akeley, y allí conocerá a los Mi-Go, unos viajeros espaciales con
aspecto a caballo entre insectos y plantas.
Los Mi-Go. Fuente:
Pinterest.
La sombra sobre Insmouth (1931) comienza con un narrador anónimo que
explica cómo llegó por relativa casualidad a la localidad de Insmouth
(ficticia), un pueblo de pescadores caído en desgracia y consumido por la
superstición emitida por una misteriosa secta llamada la Orden Esotérica de Dagón.
El narrador se interesa por la cultura del pueblo y comienza a investigarlo,
descubriendo que gran parte de la población tiene un cierto aspecto de pez
(blancuzcos, ojos separados y acuosos, bocas grandes, poco pelo, etc.), algo
que se llama “el aspecto de Insmouth”. Tanto esta apariencia marina y sus portadores como la misteriosa
secta están conectados a la historia de Obed Marsh, un viejo capitán mercante que
hace bastantes décadas estableció un terrible pacto con unos extraños seres-pez
llamados los Profundos, servidores de Cthulhu, que viven con él bajo los
océanos.
Los Profundos.
Fanart por Pahapasi.
Los sueños de la casa de la bruja (1933): historia de Walter
Gilman, estudiante de matemáticas en la Universidad de Miskatonic en Arkham,
que vive en un viejo edificio, concretamente en la misma habitación del último
piso que habitó Keziah Mason, una hechicera que escapó de los tribunales de
Salem de 1692 al saltar fuera de nuestra dimensión. Mezclando sus estudios
matemáticos con leyendas populares, Gilman entrará en extraños universos
numéricos donde la realidad pierde su forma y habitan seres de un poder
terrible.
Entre los fantasmas de las pesadillas y las realidades del mundo
objetivo se estaba cristalizando una monstruosa e inconcebible relación.
La sombra de más allá del tiempo (1936) es la narración sobre
Nathaniel Wingate Peaslee, profesor de Economía de la Universidad del
Miskatonic, quien entre 1908 y 1913 ha sufrido un trastorno de personalidad y
amnesia muy raros. Durante esos años ha sido totalmente otra persona, de lo
cual no recuerda absolutamente nada, hasta que un buen día vuelve a ser él,
pero con todos esos años de vacío en su memoria. Sus investigaciones para saber
que ocurrió se vuelven terroríficas cuando descubre que fue el objeto de
investigaciones de unos seres capaces de mover sus consciencias adelante y
atrás en el tiempo, llamados la Gran Raza de Yith.
¿Algo había estado tanteando a ciegas través del tiempo, desde algún
abismo insospechado de la naturaleza?
La Gran Raza de Yith, fanart por Juanico el Muertes.
La Gran Raza de Yith. Fuente: Amino Apps.
Finalmente, El asiduo de las tinieblas (a veces llamado El morador de las tinieblas), publicado en 1936, relato donde el protagonista está inspirado en Robert
Bloch, autor de Psicosis, y amigo y
admirador de Lovecraft. El protagonista, Robert Blake, es un joven escritor que
queda fascinado por una extraña iglesia cercana a su alojamiento. Desoyendo los
consejos de los vecinos locales, que creen que el lugar está habitado por un
mal primitivo, descubre un objeto llamado el Trapezoedro Resplandeciente, que
tiene la capacidad de invocar un ser terrible desde las profundidades del
tiempo y el espacio. Este ser es Nyarlathotep, el Caos Reptante, el más
cabronazo de los Dioses Exteriores, conocido por su maldad intrínseca y su
placer al provocar el mal a todo aquello que le rodea. Blake inicia desde este
momento un camino que lo llenará de terror y acabará consumiendo su vida como
precio por haberse acercado a un conocimiento prohibido.
Se sintió acechado por algo que no fluía de la piedra, pero que le
había mirado a través de ella; algo que le seguiría y le espiaría intensamente,
pese a carecer de un sentido físico de la vista.
En el centro de todo este
listado, debemos comentar una última obra, que las une a todas, publicada
también en 1936, llamada En las montañas
de la locura. Narra la historia de una expedición académica financiada por
la Universidad del Miskatonic al Ártico. Allí descubren una cordillera
gigantesca (mucho más alta que el Everest) donde reside el mal. Allí encuentran
una serie de cadáveres congelados de unos extraños seres orgánicos en forma de
barril, que más adelante demuestran que solo estaban hibernando, matan a varios
miembros de la expedición y los supervivientes siguen a los seres a una
enigmática ciudad en las alturas, a la que otorgan el nombre de Corona Mundi. En su deambular por
esa ciudad descubren el pasado oscuro y secreto de la Tierra, y el papel de
esos seres-planta con los que se han cruzado (los Antiguos), una raza
extraordinariamente avanzada, y sus guerras con los Mi-Go y los Profundos
(entre otros), así como del mal que finalmente los exterminó: los Shoggoths,
unas criaturas artificiales con apariencia de masas de protoplasma gigantes en
movimiento, creados por los Antiguos, como esclavos y armas vivas. Cuando se
revelaron de sus amos, exterminaron a la mayoría de su población, y los
académicos humanos se dan cuenta que esos seres quizá sigan habitando en esa
ciudad congelada. ST Joshi, probablemente el mayor especialista sobre Lovecraft y su universo del mundo, citó que En las montañas de la locura supone un éxito literario absoluto, y la mayor creación de su autor.
Aquel lejano contorno violáceo no podía ser sino las terribles montañas
de la tierra prohibida; las más altas cumbres de la tierra y el centro de todo
el mal terrestre; el albergue de horrores sin nombre y de secretos arcaicos,
rehuidos y respetados por quienes temían desentrañar su significado.
Fanarts de Corona
Mundi. Fuente: Pinterest.
Los Antiguos. Fuente:
Amino Apps.
Shoggoth. Fanart por
Craig J. Spearing.
El resto de la obra ficticia de
Lovecraft da vueltas principalmente alrededor de lo planteado en estas nueve
novelas cortas (además de mucha producción anterior a 1926, donde ya había un
horror cósmico pero aún no se había clarificado tanto el concepto de los mitos,
así como su etapa más onírica). También tiene bastantes poemas recopilados en
la antología llamada Hongos de Yuggoth.
A raíz de este universo que
Lovecraft creó, muchos autores, admiradores de él, incorporaron los mitos de
Cthulhu a sus propias obras. De este modo actuaron autores como Clark Asthon
Smith, con sus antologías de Hiperbórea y
Zothique, o Robert Bloch con El horror que nos acecha (1978), El vampiro estelar (1935) y La sombra que huyó del chapitel (1950).
Estos autores conformaron lo que se llamó el Círculo de Lovecraft o el Círculo
de Providence. Este Circulo llegó a contar con gente de reconocido prestigio y fama como los citados Robert Bloch (autor de la famosa novela Psicosis, de 1959, que tuvo una aun más famosa adaptación cinematográfica dirigida por Hitchcock) y Clark Asthon Smith, entre otros, por ejemplo Robert E. Howard (creador del famoso personaje Conan el Cimmerio o el Barbaro, entre otras muchas historietas famosas). Pero fue uno solo de ellos, August Derleth, primer editor y
albacea de Lovecraft, quien clasifico sus creaciones y dio lugar a ese corpus a
modo de bestiario fantástico que conocemos hoy en dia, con clasificaciones como Primigenios y Exteriores. Hay quien criticó esta clasificación por restar
originalidad a la obra del Caminante, y hay quien lo prefirió. Fue Derleth
quien dotó a todo el universo y el estilo bajo el nombre de mitos de Cthulhu,
por ser el dios más fácilmente identificable y con una forma más clara, pese a
que Lovecraft prefería y se sentía mas identificado con el enigmático e
inteligente Yog-Sothoth. Una excelente obra para comenzar la titánica tarea de
rastrear a los seguidores de Lovecraft, e ingresar al prestigioso club de los
académicos del Miskatonic, es la antología de Rafael Llopis, ensayista
especialista en la literatura de terror: Los
mitos de Cthulhu, narraciones de horror cósmico. HP Lovecraft y otros. La
publica Alianza, lleva ya 50 años reeditándola periódicamente y sigue siendo de
lo mejor que se ha escrito en España sobre el tema, y es muy barata. Aparte de
recopilar muchas obras, cuenta con un estudio y análisis de Llopis sobre el
horror cósmico.
Los seguidores de este autor
llegan hasta nosotros, con escritores de la fama de Clive Barker y Stephen
King: por ejemplo la conocida obra de It
(Eso) es una obra puramente lovecraftiana, ya que Pennywise, It, el ser que
a veces toma el aspecto de un payaso diabólico que hace las veces de
antagonista de la novela, es prácticamente un dios cósmico. Entre los españoles
podemos contar ejemplos como Jesús Cañadas y Guillem López. La influencia de
Lovecraft y de su estética perturbada, cárnica, alucinada, plagada de miembros
imposibles y deformidades, no se detiene en la literatura. Alcanza el mundo de
los juegos de mesa y el rol, donde cuenta con su propio lugar, de los
videojuegos, en los comics, y del cine, formando una verdadera subcultura.
Algunos de los directores más famosos que replicaron el estilo del horror
cósmico y sus enfermizos dioses y criaturas fueron John Carpenter, con La cosa, el enigma de otro mundo (1982)
y En la boca del miedo (1994) entre
otras; o Ridley Scott con Alien, el
octavo pasajero (1979). También ha habido peliculas que no solo se inspiran en
su mundo, sino que tratan de adaptar directamente obras del Caminante de
Providence, como la macabramente divertida Re-Animator
(1985) de Stuart Gordon, basada en Herbert
West: reanimador de cadáveres (1921-1922); o la nefasta y lamentable,
producción española y estadounidense, Dagón:
la secta del mar (2001), también de Gordon, que se inspiraba en La
sombra sobre Insmouth. En cuanto a los comics, uno de los autores más
puramente lovecraftianos sin duda es el guionista de comics Alan Moore, a veces
llamado el Mago de Northampton, quien aparte de introducir elementos de esta
estética en algunas de sus obras más famosas, como Watchmen (1986-1987), tiene obras directamente inmersas en este
universo, como el Neonomicon (2010-2011)
y la saga Providence (2015-2017).
Lovecraft no es un escritor fácil
de leer: es muy lirico y a veces excesivamente recargado, basculando entre un
celo pseudocientífico, disfrazando sus relatos de verdaderos ensayos
académicos, y un embellecimiento que a veces abruma. Su producción es muy extensa,
y hacerse con su universo, tan enorme, y tan continuado tras su muerte, a veces
puede resultar excesivo para una sola mente. Pero aun así, en mi opinión,
verdaderamente merece la pena. El uso que hace del lenguaje, y los mundos a los
que nos conduce, son verdaderamente hermosos por lo horribles: poca gente,
incluso hoy, ha logrado plasmar como él hizo el terror ante la otredad absoluta, lo desconocido como
visión última de lo horrible, del miedo. Lo insondable. Lovecraft no pretendía
entender a sus criaturas, porque estas no podían entenderse, ningún humano
podía. Pero contemplarlas… oh, puede valer el precio. Cualquier amante de autores como King, o de estilos como el gótico, puede disfrutar con todo este mundo.
Existen diversas obras recopilatorias
que recogen todas las obras de Lovecraft (excluyendo las colaboraciones y las
obras inéditas, para las cuales ya hay que escarbar un poco más), así como
otras que tan solo cogen las principales. Amazon está poblado con ediciones de
este autor. Particularmente recomiendo la edición de El que susurra en la oscuridad y otros relatos del ciclo blasfemo de
Cthulhu, de la editorial Valdemar, en la sección Club Diógenes, que recoge
todos los citados a excepción de En las
montañas de la locura, y esta puede encontrarse fácilmente en cualquier
edición barata. Tambien existe la opción de comprar una antología que reúna todas (o casi, hay algunas inéditas que son mas difíciles de encontrar, pero de esas ya iré hablando) las obras de Lovecraft. Valdemar tiene una edición recopilatoria de todo el autor en dos tomos, pero es cara se te queda en unos 60 euros. Plutón saco otra, mas barata, de unos 20 euros, pero la calidad del papel e imagino que de la traducción no será tan buena.
Como obras de lujo, hay muchísimas ediciones ilustradas, sobre todo de estas novelas cortas, las principales. Yo tengo un tomo de más de 1000 páginas de la editorial Akal ilustrado y anotado por Leslie S. Klinger sobre este autor, que incluye todas estas obras principales.
Otro de mis tesoros es un libro
ilustrado por Jagoba Lekuona y diseñado por Javier C. Alvarez, publicado por
Ediciones Arcanas: el Necronomiconis
Medievalis. En este libro no hay nada escrito, es una compilación de
ilustraciones creadas para aparentar ser un viejo grimorio, con resultados
bastante más que excelentes.
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