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martes, 29 de junio de 2021

EL ALMUERZO DESNUDO - WILLIAM S. BURROUGHS

 


        Puf. ¿Y por dónde empiezo? ¿Por dónde empiezo a contar una historia que su propio autor definió como “puedes abrir el libro por donde quieras y empezar a leer”?

     Supongo que puedo empezar diciendo que El almuerzo desnudo, publicada en 1959, es la obra más famosa, y posiblemente la mejor, de William S. Burroughs, la que lo catapultó a la inmortalidad. Una obra incomoda, a veces farragosa, a veces digna de un genio, destructiva, acida, caustica, un grito de dolor que resuena en las calles que realmente son “alcantarillas alargadas con una costra formada por tanto sexo y asesinatos” (como diría Roscharch, de Watchmen). Un libro-denuncia o libro-documentalista pero contado de un modo muy particular. A veces incomprensible, pero en mi opinión imprescindible.

        Para entender el libro primero hay que entender a Burroughs. Hay que tener en cuenta que este hombre vivió en los años en que se podía comprar cocaína con recetas en boticas o farmacias (dado que aún era un tratamiento legal, se usaba con normalidad), y que era rarísimo conocer a algún cocainómano que no fuera también morfinómano o heroinómano. Ahora lo raro es conocer a alguien que le dé a la heroína o a la morfina, que prácticamente ya no tiene mercado o es muy pequeño, mientras que la coca, dentro de que se considera una droga bastante dura (cosa que antes no), está bastante normalizada, y no es raro conocer personas que de vez en cuando tomen. Pero jamás se acercarían a la heroína. En la época de este escritor, la heroína era como ahora la coca, bastante normal (entre el sector marginal, pero mucho más extendido).

      William Seward Burroughs (1914-1997) fue un novelista, ensayista, artista visual y critico estadounidense, extremadamente ligado a la revolución literaria y de las artes, y al posmodernismo, así como a la cultura LGTBI. Nacido en una familia acomodada, y licenciado en artes en la Universidad de Harvard, enseguida empezó una vida de activismo y vagabundeo político y artístico por todo el mundo (viajó por Europa, y más adelante por Oriente), siempre tratando de explorar lo nuevo y lo marginado por la sociedad. Pronto manifestó claras inclinaciones homosexuales, muy evidentes en sus libros (que siempre manifestaron una abierta visibilización de la homosexualidad), y que se manifiestan definitivamente en su obra Queer (escrita a principios de los 50, no pudo publicarse por la situación legal de EE.UU hasta el 85).



Retrato con detalles psicodélicos de William S. Burroughs. Son muy comunes, debido al carácter del autor y de sus obras.


        A principios de los años 40 empezó a frecuentar a la población artista y literaria moderna de San Luis, y entre otros pasó a vivir con Jack Kerouac, y juntos (ellos y algunos otros escasos elegidos, como Lucien Carr) “fundan” (o dan lugar juntos) a la Generación Beat, grupo literario caracterizado por el rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental. Junto a Kerouac escribió la obra Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques (que no pudo publicarse hasta 2008).

        Fue en esta época, hacia 1945, cuando comenzó su adicción severa a las drogas, llegando a probar casi de todo: heroína, morfina, cocaína, marihuana y hachís, peyote, mezcalina y ayahuasca, etc. además de combinaciones de varias como el speed ball, que consiste en una solución de cocaína y heroína por vía intravenosa. Además, Burroughs probó todas las vías: ingerido, esnifado, inhalado y/o fumado, intravenosa, intramuscular, subcutánea, rectal… La cosa era chutarse daba igual el método, y él mismo afirma que en su vida llegó a utilizar miles de jeringuillas, en su mayoría sucias o en mal estado. En esta misma época, en 1951, estando ambos en estado de alteración y confusión por el consumo de drogas (y por la abstinencia reciente de estas, que también produce efectos físicamente molestos y confusos) Burroughs y su esposa decidieron representar la escena de la manzana en la cabeza de Guillermo Tell. Burroughs mató accidentalmente a su esposa de un disparo en la cabeza.

        A partir de aquí, y tras dos años de condena condicional por homicidio involuntario y rebeldía (y con una serie de procesos legales bastante complejos, dado que el disparo sucedió en México), Burroughs entró en una espiral de escritura creativa rebelde y que intentaba generar un cambio social, drogas, abstinencias, recaídas, problemas económicos, y diversos tipos de trabajos, por ejemplo profesor, además de escritor. En 1959 publicó El almuerzo desnudo, cuyo título se le ocurrió al mismísimo Kerouac (algo que el autor reconoce en la introducción).


Fanart de El almuerzo desnudo y de su autor, por Matt Chu. Refleja como el autor y la obra están indisolublemente unidos.


        Su ideario era igual de confuso que su mente y sus obras. Gran parte de su pensamiento tenía connotaciones anarquistas (libertad del individuo, visión del Estado como un ente opresor y destructivo para las personas, etc.), pero sin embargo la mayoría de esas ideas estaban desprovista de la moralidad y la necesidad del bien que acompaña y guía al anarquismo; Burroughs no deseaba la sociedad sin clases. Solo deseaba que el individuo pudiera actuar sin límites. Fue un gran admirador de la secta árabe (y consumidora de jachis) de los Asesinos (los nizaríes o hashshashin) y de su más famoso líder, el Viejo de la Montaña, Hassan-i Sabbah, quien pronunció la frase: “Nada es verdadero, todo está permitido”. En cierto sentido Burroughs no creía en nada, o creía que todo era falso.

 

América no es una tierra joven: ya era vieja y sucia y perversa antes de los indios. El mal está en ella, esperando. Y policías, siempre: policías del Estado bien entrenados en la universidad, experimentados, corteses, ojos electrónicos que sopesan tu coche, tu equipaje, tu ropa, tu cara...

 

        Evidentemente se convirtió en un ídolo de la contracultura, y de la cultura hippie, y un símbolo proto-punk. Pese a ello no estaba exento de incoherencias: mantenía considerables nexos políticos con el capitalismo y la derecha, y era un aficionado coleccionista y amante de las armas de fuego. Su máxima política era el anti-control, creía en la libertad absoluta para hacer lo que se quisiera, en un sentido más cercano al desenfreno y disfrute, que a una liberación social, lo que lo aleja de muchos planteamientos de izquierda y/o anarquistas.



William S. Burroughs.


        Murió en 1997, con 83 años, a causa de un ataque cardiaco. Puede decirse, sin temor a error, que se trató de un hombre complejo y en muchísimos casos enfrentado a sí mismo y contradictorio. Reconocido vividor irredento, con problemas de control de impulsos pese a conocer las desastrosas consecuencias, y por otro lado, valedor y defensor de causas muy complejas, y más en aquellos años, como la cultura LGTBI. La droga condicionó y probablemente cambió su vida y su mente para siempre, llevando su personalidad y con ello su arte, al extremo. Pero también creo que era un genio, aunque quizá uno algo maligno.

        La novela se basa en sus propias experiencias como drogadicto, utilizando un personaje llamado William Lee para referirse a sí mismo. Emplea una narración no lineal, casi sin trama, y un escenario cada vez más febril y onírico para representar la realidad de una persona adicta. La novela comienza con este personaje huyendo de la policía, y después salta a una serie de estados ficticios y paisajes alucinantes y alucinados, como la Republica de Libertonia y Anexia. Libertonia es el estado “dedicado  al amor libre y a los baños”, mientras que Anexia es un inferno corporativo, burocrático y represivo, casi una versión paródica y exagerada del Estado de 1984 de Orwell o al de la película de Terry Gilliam Brazil.

 

La democracia es cancerígena y su cáncer es la burocracia. Una oficina arraiga en un punto cualquiera del Estado, se vuelve maligna como la Brigada de Estupefacientes, y crece y crece reproduciéndose sin descanso hasta que, si es controlada o extirpada, asfixia a su huésped, ya que son organismos puramente parásitos..."

 

        A partir de este estado, el autor salta de una escena otra, existiendo poquísima conexión, o muy vaga, entre los capítulos, y a menudo cambia drásticamente de escena de un párrafo a otro, manteniendo la filosofía de escapar de la linealidad. Usará como nexos estos estados, y un lugar extraño porque podemos reconocer en él diversas características deformadas y grotescas de nuestra realidad, Interzonas. Otro canal son algunos de los personajes, como el propio William Lee (el libro empieza y termina con él), o el Dr Benway, ser aberrante y malvado por antonomasia de la obra, un monstruo dedicado a la experimentación humana de todos los tipos.

        Estos lugares que pertenecen a la realidad de un drogadicto, o así es más o menos como lo concibe Burroughs (o como creo yo que lo concebía él), están dominados por la necesidad de conseguir droga, que él llama la Carne Negra (refiriéndose sobre todo a la heroína, sustancia emperatriz de la época y aquella que controló y condicionó la vida del autor).

 

La droga produce una formula básica de virus “maligno”: el álgebra de la necesidad.

 

      En este mundo de pesadilla de viaje de monguis malo, de paranoia chunga a lo versión evolucionada de Miedo y asco en Las Vegas, se dan cita diversas facciones subhumanas, como los factualistas, licuefaccionistas, los remitentes, etc. Así como diversas sub especies de seres que más o menos han mutado por el efecto de la droga, así como por el efecto nocivo que tiene sobre nosotros el control del Estado. Muchos de estos seres no tienen huesos, se alimentan por el ano de deshechos de los yonquis, por lo cual ellos no se drogan, pero tienen que mantener continuamente a gente drogándose, vampiros que se alimentan de heroína que previamente a estado en cuerpos ajenos, osea se beben la sangre de los drogadictos, etc. La carne se deshace en este libro, es normal que un personaje de pronto se transforme en una masa de limo y gel oloroso y caminante y empiece a devorar personas aumentando su propio tamaño, como el bicho-masa de The Blob, el terror no tiene forma (1988). Estos seres no se viven como la aparición de un ser monstruoso que va a cambiar la realidad constatable, se entienden con normalidad total. Pertenecen a la realidad de la que habla Burroughs. 



Escena de la adaptación de 1991, con un ser aberrante bebiendo en un bar, de forma normalizada.


Al cabo de un tiempo el culo empezó a hablar por sí solo. (…) Luego fue desarrollando una serie de dientes como ganchos ásperos curvados para adentro, y empezó a comer. (…) El ojete se dedicaba a comerle los pantalones y se ponía a hablar por la calle, vociferando que quería igualdad de derechos. Y también se emborrachaba.

 

        Benway, aun siendo humano, es otro ser terrorífico del libro. Ejerce como personaje que encarna toda la maldad de la medicina y la psiquiatría, entregado a sus experimentos humanos y sociológicos de la peor clase, muchas veces del tipo “voy a coser esto y esto y a ver qué pasa”. Un médico con complejo de Dios, que sirve al Estado manipulador y terrible.

 

El sujeto no debe darse cuenta de que los malos tratos son un ataque deliberado contra su identidad por parte de un enemigo anti-humano. Debe hacérsele sentir que cualquier trato que reciba lo tiene bien merecido porque hay algo (nunca preciso) horrible en él que le hace culpable.

 

        Durante toda la obra, el lenguaje es constantemente obsceno y desagradable, plagado de escenas de violaciones (sobre todo homosexuales), muerte, coitos, orgías, penetraciones, gente esnifando o picándose las venas, etc. Hay un uso frecuente de palabras como “puta”, “maricón”, “marica”, “polla”, “coño”, etc. En general, todo es una orgía de sangre, semen, y otros fluidos, a menudo, literalmente, mierda liquida. Y no exagero, de hecho, eso pasa varias veces.

 

Un coprófago recoge un plato, caga encima y se come la mierda, exclamando: “¡Mmmm que rica esta!”

 

        Burroughs disfrutaba de ofender a las masas, él se sentía como una gran mente que escribía para quienes se atrevieran a entenderlo. Esto lo demuestra el cierto apego que tuvo por religiones místicas y ocultistas de nuestro tiempo, como la Iglesia de la Cienciología (de la que formó parte poco tiempo antes de irse, por el dogmatismo de la secta) o los Iluminados de Thanateros (que creen en la magia del caos).

 

Cagan en el suelo de las Naciones Unidad y se limpian el culo con tratados, pactos, alianzas.

 

        No puede definirse como una novela normal, ya que no hay historia, no hay linealidad. Burroughs entendía al lenguaje como el arma ultima (una más, la droga es otra, y así la visualiza en el libro) de control del Estado, su linealidad nos condiciona y nos convierte en máquinas creadoras que sirven al Estado que se apropia de las creaciones. Un virus que se introduce en nuestros cerebros. El almuerzo desnudo pretendía ser el misil que atacara directamente esa estructura, ese virus, y que dejáramos de pensar, escribir, y leer, dependiendo tanto de la estructura y la linealidad, que empezáramos a pensar y por tanto actuar como quisiéramos cuando quisiéramos, sin respetar el orden impuesto. El anti-control total. 

 

Las posibilidades son infinitas, como los senderos que se bifurcan en un grande y hermoso jardín.

 

       Si de algún modo puede entenderse esta obra, es como el viaje psicotrópico que significa la realidad para un drogadicto y para alguien que trata de salir de un proceso de adicción (sobre todo de uno donde hubiera mucha heroína). Algo plagado de alucinaciones, y paranoias, y peligros por todas partes, que pueden surgir en cualquier momento, sin control, sin mesura, de cualquier persona. Vivir en su propio “tiempo-droga”, y no en el tiempo real. Y al mismo tiempo, Burroughs veía así la realidad, un Estado controlador que convierte a todo y a todos en un peligro para el individuo, que se encuentra atrapado en una súper estructura opresora. Ese control transforma nuestras mentes y nuestra carne, y esto es lo que refleja el libro con todos esos seres aberrantes, humanos mutados en un ambiente toxico y venenoso.




        El almuerzo desnudo es el testimonio de una mente que descendió a lo más profundo del Infierno de la droga (y que nunca jamás llego a salir del todo, siempre entrando y saliendo); de la aguja y la cuchara; de la heroína, el peyote, la coca, los barbitúricos, y todo lo que pudiera coger, que se bañó en las aguas del Leteo griego (el rio del olvido). Vio los seres que allí moran, los condenados como el propio Burroughs, y los que ejercen el castigo, los que se alimentan y los que se volvieron alimento. Vio a gente morir y a otros aprovecharse de los muertos, muchos por supervivencia, otros por lucro. Vio como aparte de la sociedad normal, existía un submundo de seres dependientes de las sustancias, una sociedad aparte con sus propias normas. Este libro es su reflejo, su legado, y tal y como es ese mundo, y su recuerdo, es fragmentario, inconstante, sin una línea narrativa clara, a menudo alucinógeno e incómodo. El viaje a través del rio de la droga y el viaje para salir de ese Inframundo es un camino donde mil reflejos e impulsos, fantasmas y gritos en la oscuridad, tratan de arrastrarte de nuevo a sus garras. Hypnos (el “dios” personificación del sueño) no cede fácilmente a aquellos que le sirven alguna vez. Es la visión de la realidad afectada por ese contacto, y al mismo tiempo la visión del contacto mismo.

 

La droga es una calle de dirección única. No tiene regreso. Jamás se puede volver.

 

     El libro fue extraordinariamente reconocido como una obra maestra, y se considera un texto fundamental, algo de obligada lectura. Pero al mismo tiempo desde su publicación ha tenido una inmensa cantidad de detractores, que lo citan como un libro peligroso, nocivo, que atenta contra todo valor positivo, etc. y se ha hablado incluso de prohibirlo. Es una obra tan controvertida o más que El guardián entre el centeno.

 

No estabas allí al principio. Tampoco estabas allí al final... Tu conocimiento de lo que está pasando sólo puede ser superficial y relativo.

 

        Sería muy difícil ubicar literariamente esta obra. Técnicamente pertenece a la ciencia ficción, por todos esos estados ficticios (verdaderas distopías) que imagina, así como por sus seres de pesadilla. Pero al mismo tiempo todo esto es más onírico (fruto del sueño de la droga) que perteneciente a una realidad o futuro alternativos, como es más normal en la ciencia ficción. De todos modos, yo le voy a poner esa etiqueta. También hay gente que lo ha llamado terror, por lo terrible de lo descriptivo, pero no estoy de acuerdo, Burroughs no pretendía dar miedo de un modo lúdico y como entretenimiento, pretendía despertar unas acciones, pretendía romper un esquema y hablar de una realidad interna (el mundo de la droga vivido por los yonquis). Ni tampoco es humor, pese a que hay escenas en las que no puedes evitar reírte por lo exagerado, es un grito de dolor, una narración de ira contada en un lenguaje a caballo entre lo irónico y lo alucinado.

        Este libro ha tenido bastante influencia en obras posteriores, y entre otras cosas, su uso de la exageración límite, de lo grosero y lo obsceno, influyó en el nacimiento del Genero Bizarro, y en parte es el primero de su estirpe, el Bizarro original. Así que pese a no contener humor, le voy a dar esa categoría. Uno de los miembros del Bizarro (así se considera él, a mi no me lo parece tanto) profundamente influenciado por esta obra, es Francisco Jota-Pérez. Su obra Endo (2019), que ya reseñé (y no me gustó demasiado) bebé del almuerzo por todas partes. Entre otros autores, El almuerzo desnudo, en concreto, y Burroughs en general, influenciaron a géneros (aparte del Bizarro) como el splatterpunk, rama del terror moderno caracterizada por la representación grafica y sangrienta de la violencia, "horror sensitivo sin limites". Dos de sus mayores exponentes y genios, Poppy Z. Britte (un hombre trans gay) y Clive Barker (gay), han afirmado sus fuertes conexiones con Burroughs. Es interesante observar como dos personas LTGBI como Barker y Britte beben de un autor que, pese a toda la controversia que poseía aparte de su sexualidad (toxicómano reincidente, partidario del caos, el caso del homicidio involuntario de su esposa, etc.), fue un gran visibilizador de lo LTGBI en su época, y él mismo era homosexual o bisexual. Barker y Britte también son grandes visibilizadores actualmente, además de personas LGTBI, y al igual que Burroughs, no tienen  reparos a la hora de hablar de los bajos fondos y de lo mas sórdido. Todo herencias de Burroughs. Otro ejemplo es el cyberpunk, con William Gibson y su Neuromante a la cabeza.  

        Tampoco está exento de críticas: la continua narración de escenas sexuales homosexuales de abuso, donde normalmente personas venden su cuerpo y se dejan violar a cambio de droga (escena muy repetida), puede verse en vez de como visualización como ridiculización. Pese a que todo es simbología en este libro, Burroughs no se preocupa por como pueda interpretarse. La mayor parte de los muchísimos personajes que salen (muchos de ellos salen un párrafo y desaparecen) son hombres, generalmente también homosexuales, casi como si fuera de esa clase de gays a los que no les gustan las mujeres. Salen muy poquitas mujeres. Además, hay escenas tan complejas, paisajes tan extraños, que son imposibles de entender. Al final todo lo que he dicho arriba es una interpretación pero hay más. Es un libro difícil de leer, porque no sabes que estás leyendo muchas veces. Hay cosas muy chungas en el libro, y cosas con las que es posible (de hecho es casi seguro, yo el primero) con las que no estemos de acuerdo, o que nos parezcan mal. Empezando por esa escasa visibilización de la mujer. 

        Aun así es más que recomendable leerlo. Aunque sea solo por lo extraño, por asomarte a esa mente y a esta…cosa. Lo que sea. Indiferente no te deja, y original es. Ya de ahí gustos los colores. Son 280 páginas y yo he tardado alrededor de un mes y medio en leérmelo (estaba de exámenes también es verdad), a capítulos sueltos, mientras leía otros libros. Lo cual es un ritmo muy bajo, me lo he tomado con mucha calma. Pero cada vez que lo abres, hay pasajes que te impactan. Además es mas digno de admirarlo si tenemos en cuenta la época en la que se escribió: los años 50. Entonces no habia nada (o casi, sobre todo literariamente) similar, ahora existen cosas así, pero entonces no. Supongo que podría citarse como el equivalente literario del pintor expresionista abstracto Jackson Pollock: escritura visceral, tal cual sale, aunque sea extraña, sin alterar, e influenciada por las drogas, cubierta de una filosofía y visión mística. 

 

Puesto que “El almuerzo desnudo” trata de este problema, es brutal, obsceno y repugnante por necesidad. La Enfermedad suele tener detalles repulsivos no aptos para estómagos sensibles.

 

        Mi edición es de Bruguera de 1980, 2 euros en una Re-Read. Sale barato, hay chorrocientas ediciones de segunda mano. Y existen ediciones más nuevas y bonitas. Normalmente las ediciones, por lo menos la mía traen una introducción donde el autor nos habla de cómo logró salir de la droga gracias a la apomorfina (luego recayó, más adelante) y lo que significó para él, y un apéndice con su artículo “Carta de un experto adicto a las drogas peligrosas” que escribió para el The British Journal of Addiction, donde habla de su experiencia con las drogas, y con los distintos tipos de formas de tratar las adicciones.

        No es raro que la película fuera llevada al cine de la mano del director David Cronenberg (director de grandes películas como eXistenZ, Videodrome, La mosca, The Brood, etc.), genio del terror y sumo sacerdote junto a Clive Barker de la filosofía de la Nueva Carne, consistente en la manifestación de cambios internos mediante cambios físicos en la carne de los personajes. Las obras de ambos están cubiertas de características plásticas, cárnicas, transformaciones. Todas esas transformaciones en El almuerzo desnudo, de personajes humanos revirtiendo en limos primordiales por el efecto de la droga, paisajes dingos de un viaje de LSD, etc. casan perfectamente con las habilidades y la estética que caracterizan al director canadiense.



Caratula de la película El almuerzo desnudo (Naked Lunch), adaptación de 1991, dirigida por David Cronenberg.

        Cronenberg adaptó la obra a una linealidad más o menos continua, creó una narrativa que casaba con el libro, y que transmitía sus ideas. En su película el hilo conductor es William Lee (el seudónimo del autor en el libro), un exterminador (Burroughs ejerció esta profesión) cuya mujer empieza a chutarse su veneno para los insectos. A partir de ahí comienza una carrera psicotrópica de escenas y personajes aberrantes. La película se estrenó en 1991, y el propio Burroughs dio su aprobación.

 


lunes, 31 de mayo de 2021

LA VENGANZA DE DON MENDO - PEDRO MUÑOZ SECA

 



        La venganza de don Mendo es una obra de teatro escrita en verso estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid el 20 de diciembre de 1918, y que a día de hoy se supone que es una de las cuatro obras de teatro más importantes (o al menos, las más representadas) de toda la historia del teatro español. Las otras tres, se dice, son Don Juan Tenorio (de 1844, con la que La venganza de don Mendo tiene varias similitudes), Fuenteovejuna (1619) y La vida es sueño (1635), obras de José Zorrilla, Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca respectivamente. Destaca por ser la más actual.

        Su autor, Pedro Muñoz Seca (1879-1936), era un escritor gaditano (nacido en El Puerto de Santa María, concretamente) cuyo humor y habilidad han sido reconocidos por autores de la talla de Ramón María del Valle-Inclán (citándole como “autor monumental de teatro”), pese a los abismos que separaban sus dos estilos. En muchos manuales figura como autor del novecentismo y miembro de la Generación del 14, por motivos generacionales y de fechas, pero muchos especialistas han negado categóricamente esto, identificándolo más bien, pese a que entonces sería muy joven (unos 19 años), con la llamada “Generación simpática del 98”, que se separa de la Generación del 98 tradicional y su pesimismo. Al margen de donde se le ubique, pertenece a un estilo dedicado a ser magnifico y risueño, aunque a veces sea absurdo, tratando de alejarse de reflejar el decadentismo de España y centrándose en el humor, en el arte, etc. Un culto a la alegría. Otras de sus características (que poseen tanto la Generación del 14 y el novecentismo, como los “simpáticos”) son el arte por el arte, sin necesidad de una reflexión académica, el gusto por la estética, etc.


Pedro Muñoz Seca, con sus característicos y excéntricos bigotes.


        Pedro Muñoz Seca y su gran amigo Pedro Pérez Fernández concibieron juntos un estilo propio y muy concreto, la astracanada, de la cual La venganza de don Mendo supone su máximo exponente. La astracanada (la palabra viene de la ciudad rusa de Astracán) es un sub género teatral cómico que fue muy popular en el primer tercio del siglo XX en España, y se basa en la explotación de situaciones disparatadas, el uso del retruécano (figura retórica de repetición), toscos juegos de palabras, nombres propios mal intencionados que nos llevan a chistes fáciles, etc. Lo importante en la astracanada es hacer reír, aunque sea a costa de verosimilitud argumental. Es una especie de humor absurdo primario y antiguo, en el teatro, un precedente (aunque probablemente ambos estilos no tengan conexión, o sea muy leve).

 

Siempre fuisteis enigmático

y epigramático y ático

y gramático y simbólico,

y aunque os escucho flemático,

sabed que a mí lo hiperbólico

no me resulta simpático.

 

        Muñoz Seca fue al colegio junto a Juan Ramón Jiménez, y en 1901 concluyó sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho, y ese mismo año estrenó su primera obra, de un solo acto: Las guerreras. Continuo escribiendo, mientras su fama crecía y sus obras eran cada vez más representadas, y paralelamente, se desempeñó como profesor de latín, griego y hebreo. Alcanzó el estado mítico de “clásico”, y con ello la inmortalidad, con La venganza de don Mendo en 1918, considerada de forma indiscutible su opera magna. Pese a su fama y reconocimiento, fue asociado a un cierto conservadurismo, redactando obras donde ridiculizaba y criticaba el comunismo, el igualitarismo, la República (La oca, de 1931, siglas de “Libre Asociación de Obreros Cansados y Aburridos”), la ley del divorcio de 1932 (Anacleto se divorcia, 1932), etc. De manera que acumuló cierta cantidad de enemigos entre las filas de izquierdas. A lo largo de su vida escribió noventa y una obras de teatro, muchas de ellas en colaboración con otros autores, sobre todo con su amigo Pérez Fernández, pero también con otros como Azorín (José Martínez Ruiz).

        En 1936, con el golpe de Estado de los militares de la ultra derecha y el estallido de la Guerra Civil, Pedro Muñoz Seca fue detenido en Barcelona por las milicias anarcosindicalistas, acusado de albergar ideas monárquicas, católicas y antirrevolucionarias. Fue trasladado a la cárcel de San Antón, y el 28 de noviembre de 1936 fue sacado (las famosas “sacas” de la Guerra Civil Española, practicadas por ambos bandos) junto a 112 presos más, llevado a Paracuellos del Jarama (localidad madrileña), y fusilado. Según declaraciones de una persona que presenció la ejecución, y que después fue obligado a enterrar el cadáver, pronunció dos memorables frases antes de morir. La primera es “Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo ahora mismo!”. La segunda: “Ahí va el último actor de la escena; hasta al morir, con la sonrisa en los labios. Este es el último epílogo de mi vida”. Puede afirmarse que fue un humorista hasta al final.

        La venganza de don Mendo, que sucede en cuatro actos (llamados jornadas) y esta escrita y narrada en verso, comienza en el castillo de don Nuño Manso de Jarama, conde del Olmo, un noble con muchísimo dinero. El citado noble revela a su hija, la hermosa Magdalena (a quien cita como aparte de bella, inteligente y desenvuelta), que le ha encontrado marido: don Pero Collado, duque de Toro, y privado del Rey (cargo que es como una especie de primer abanderado, primer y más fiel y leal servidor, y consejero, del Rey, similar al cargo de valido). Don Pero es un hombre poderoso y honorable. Magdalena (al igual que su sirvienta personal, llamada dueña, doña Ramírez, personaje cómico que siempre esta opinando un poco con mala intención hacia el público, es como la Chusa de La que se avecina) hace como que genial y que está súper contenta, pero en realidad está muy asustada, puesto que lleva tiempo siendo la amante de don Mendo.

        Don Mendo Salazar y Bernáldez, marqués de Cabra, es un noble sin fortuna ni reconocimiento social, no es amigo del Rey, pero es un hombre fogoso y apasionado, inteligente, e implacable. Está profundamente enamorado de Magdalena. Pero esta, que es una mujer taimada y manipuladora, ya ha decidido desechar a don Mendo, por considerarlo inútil para su escalada social, conviniéndole mucho más el poderoso don Pero. Sin embargo, Magdalena expresa a doña Ramírez el temor que siente por don Mendo, que puede ser un enemigo terrible.

 

No es amor, es miedo

lo que don Mendo me inspira.

 

        Don Mendo acude esa misma noche a la alcoba de Magdalena a verla, como lleva haciendo tiempo, pero es seguido por don Pero, celoso, al ver colarse a otro hombre en las habitaciones de su prometida. Ambos mantienen un breve duelo, y a los gritos acude el propio conde. Con la intención de proteger a su amada de la vergüenza (y el peligro, podía ser repudiada e incluso darle muerte por ese “crimen”) que supone ser atrapada manteniendo relaciones previas al matrimonio (y con un hombre con el que no está prometida), don Mendo se descubre (hasta ahora iba enmascarado) y cuenta que ha acudido allí a robar, tras lo cual es apresado y encerrado en las mazmorras del conde. Pero antes de ser encerrado, se le revela que Magdalena esta prometida a don Pero, y se da cuenta que esta se ha desembarazado de él, y se siente traicionado. En ese momento, don Mendo jura venganza de un modo bastante dramático (y guay).

 

Juro, y al jurar te ofrendo,

que los siglos en su atruendo

habrán de mí una enseñanza

pues dejará perduranza

la venganza de don Mendo.

 

        Encerrado en la mazmorra (segundo acto), don Mendo se entera de las felices esponsales de don Pero y Magdalena. Esta le traiciona de nuevo, pidiendo que a don Mendo se le sentencie a morir emparedado en la prisión, dejando solo una mano fuera, para que nunca pueda revelar su secreto. Antes de que se cumpla la condena, es liberado por el marqués de Moncada (amigo de don Mendo), y emparedan un cadáver anónimo en su lugar, por lo que todo el mundo cree que el desgraciado marqués de Cabra murió allí. Don Mendo acepta huir, pero clama que abandona para siempre el nombre de don Mendo, y que este queda allí sepultado, y que renace como un hombre que no es un hombre, un fantasma, que vive solo para la venganza.

 

Don Mendo (interpretado por Fernando Fernán Gómez en La venganza de don Mendo, 1961) en la mazmorra, renegando de su nombre. Detrás, el marqués de Moncada.


Huiré, sí, pero yo juro

que nadie sabrá de mí;

que don Mendo queda aquí

sepultado en ese muro.

Yo ya no soy el que era;

he muerto, y el que ha renacido

ni es don Mendo, ni lo ha sido,

ni volverlo a ser quisiera.

Soy un ente, una quimera;

soy un jirón, una sombra;

alguien sin patria y sin nombre…

una aberración... un hombre

que de ser hombre se asombra.

 

        En el tercer acto, sucedido en un campamento militar donde se han reunido Magdalena, don Pero, el conde don Nuño, etc., don Mendo retorna como el atractivo y conquistador bardo Renato (“renacido”), con su propio grupo de bailarinas, y se dedica a urdir a su venganza. Mientras tanto, Magdalena ha subido en la escala social, y al mismo tiempo que es la poderosa esposa del privado del Rey, don Pero, se ha convertido también, y a espaldas de don Pero, en la amante del propio Rey, con las prerrogativas que eso le da. Pese a esto la flecha de la pasión por fin se ha clavado en ella: esta perdidamente enamorada del bardo Renato, desconociendo la verdadera identidad de este. Don Mendo, que se ha tornado en el vengador obsesivo y terrible, primero ha conquistado el amor de Magdalena, para en el momento de mayor placer de esta, cuando se junten ambos amantes en secreto, pueda revelarle quién es él en realidad, y después arrebatarle la vida. Primero conquista su corazón, luego se lo destroza, y finalmente la mata. Pero cómicas complicaciones surgirán en el plan de don Mendo, terminando la obra con una verdadera matanza shakesperiana ocurrida en una cueva cercana, en el cuatro acto, en la que se irán reuniendo todos los personajes mencionados, y otros que he omitido, con divertidas y funestas consecuencias.



Don Mendo como el bardo Renato, en la película.

        La comedia es desternillante, y en cuanto te acostumbras al acento cortesano y de castellano antiguo, se lee en un suspiro. Los juegos de palabras, los chistes fáciles, los comentarios de don Mendo y de doña Ramírez (dueña de Magdalena) no tienen  nada que envidiar a diálogos de la comedia española contemporánea. De hecho el estilo de comedia y de chistes es a veces similar al utilizado por algunos cómicos actuales, como José Mota. La trama avanza veloz y sin complicaciones ni vueltas, nudos y entrenudos, etc. como sí ocurre en obras de teatro más estilo victoriano (Shakespeare).

        Por otro lado, el personaje protagonista, don Mendo, es interesante. Al contrario que en otras obras donde el motor de la trama son los celos, don Mendo no parece guardar especial resentimiento hacia don Pero, aquel que ahora (al menos al principio) posee los favores de la mujer que él ama. El hombre que le ha vencido en el amor. De hecho le trae sin cuidado la vida de don Pero, le da igual, su venganza se centra y tiene por único objetivo a Magdalena, que es quién le ha traicionado. Don Pero no ha hecho nada a don Mendo, es más, don Mendo es consciente de que el privado del Rey es solo un escalón más en el ascenso de la hija del conde; de modo que el protagonista no alberga necesidad de vengarse contra este personaje.

        Es pues, don Mendo, un personaje apasionado y consumido por sus pasiones, movido por ellas, primero el amor hacia Magdalena, y luego el odio y la necesidad y el deseo de venganza. En vez de forjarse una nueva vida, como le recomendó su amigo Moncada, elige volver al peligro (pudiendo ser descubierto) solo para vengarse de la mujer, sin haber otro beneficio que lo venganza misma, lo cual probablemente le cueste la vida, ya que después de asesinar a la esposa del privado y amante del Rey, escapar del campamento puede no resultar fácil. Pero eso le da igual, vive solo para vengarse, no le importa morir luego.

        Es un hombre a quien esas pasiones le mueven con frialdad y premeditación: no es un hombre que cometa el asesinato de su amada creyéndola infiel en un momento de súbita e incontrolable ira, y tras un calculado plan por parte de un tercero para enfurecerlo, como el Otelo de Shakespeare; para don Mendo pasan meses, donde él se dedica a forjar su vida como el bardo Renato y a huir, y sus ansias de venganza no desaparecen. Piensa como hacerlo, calcula su plan, prepara el terreno. Es un personaje vengador, un arquetipo, pero se acerca más al Conde de Montecristo de Dumas, capaz de esperar largo tiempo su momento sin que la ira se enfríe en su corazón, con el rencor alimentándolo, planificando todo lo necesario. Además recuerda don Mendo a personajes españoles como los don Juanes de las obras Don Juan Tenorio (1844) y El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), de José Zorrilla y Tirso de Molina, por su carácter de galán conquistador de mujeres prácticamente irresistible, y a donde esto les conduce.

        También es un hombre honorable, ya que juró, antes de conocer la verdadera naturaleza de su amada, que no destaparía el secreto de su relación con Magdalena, por eso cuenta que fue al castillo a robar. Una vez desvelada la traición de la mujer, don Mendo sostiene su mentira (en más de una ocasión), porque por encima de todo está el honor. Pero eso no le exime de vengarse si tiene la oportunidad.

        Finalmente, el personaje de Magdalena también es interesante, para su época. Una mujer ambiciosa y arribista dispuesta a no detenerse ante nada, pese a las dificultades que tiene ser mujer hacia el año 1500. Los hombres tienen todo el control y el poder en este momento, y ella los usa como escalones.

 

No me conviene el Marqués.

Quiero triunfar en la corte,

quiero brillar, quiero ser

algo que mucho ambiciono.

¡Quiero serlo y lo seré!

 

        Pese a todos estos análisis que podemos realizar de esta obra, la función principal es la comedia, una ridiculización de las tragedias de corte medievales. Una comedia cubierta de un tono gore (para su época) y de chistes fáciles y estúpidos, frases ingeniosas, y juegos de palabras. Es relativamente novedoso, para esta época, hacer broma y chiste de la muerte, y Muñoz Seca lo hace. El dramatismo de la historia (las ansias de venganza de don Mendo y su pasión despiadada, el arribismo de Magdalena, la traición a la que es sometido el marqués, etc.) hacen aún más cómica toda la exageración hiperbólica del argumento (lo convierten, dicho claramente, en una divertida bobada) y los comentarios cómicos. También hay personajes, como doña Ramírez o el propio Mendo, que hablan habitualmente directamente al público, expresando por ejemplo la estupidez de uno u otro personaje, o lo bruta que es tal acción. Hay muchos comentarios cachondos y muchas puyas.

 

RAMÍREZ

(Don Pero se lo ha creído.

Este Pero es un mueso).

 

        Se ha adaptado multitud de veces en obras de teatro desde su estreno, pero es mencionable su adaptación cinematográfica. Bajo el título homónimo de La venganza de don Mendo se estrenó en 1961 en España; escrita, dirigida y protagonizada (haciendo del propio don Mendo) por Fernando Fernán Gómez. Cualquier interesado puede verla en la pagina de Zoowoman. La película es una maravilla, con bastantes detalles del llamado “cine de lo absurdo”, que apuesta por lo surrealista como argumento risible en sí mismo. Haciendo gala de una encomiable y ocurrente economía de medios que casa perfectamente con el tono absurdo y cómico de la obra original, plantea toda la película como si fuera una obra de teatro, incluyendo una escena inicial de la sala con el telón bajado, que a continuación se alza para dar paso a la obra en sí. De este modo, todos los escenarios y decorados de la película (castillos, torreones, almenas, una batalla, el campamento, la cueva del final, etc.) no solo no son reales, están hechos de corchopan y txapakumen (tablones de madera grosor folio hechos con virutas prensadas, de esos que se usaban en los trabajos de tecnología del instituto), es súper lamentable, y no solo no engañan a nadie si no que no lo pretenden, y convierten una cutrez en algo súper gracioso. Los vestuarios también son en la misma línea, y es que esa es la idea, y cuando se pelean se ve como más que pelearse, enarbolan dos espadas megacutres al aire. Siempre se ve que todo es falso, y eso es parte de lo divertido. 



La venganza de don Mendo (1961).

        En general toda la obra esta seguida palabra por palabra, que ya es bastante graciosa y malintencionada de por sí, pero a veces añade cosas de su propia cosecha. Por ejemplo, en una muestra embrionaria de lo que más adelante, a mediados de 1970, eclosionaría en España en el “cine del destape”, hay dos escenas picantonas súper gratuitas, que no pretenden atraer público enseñando cacha, si no como todo en la película, hacer reír, entre otras cosas por no pegar ni con cola y por su anacronismo. En una Magdalena se pone a bailar y subirse las faldas con estilo (¡y la música sonando de fondo!) de cabaret, enseñando los muslos (solo los muslos), ¡y encima lleva tacones! Gracioso porque es absurdo. En otra, la reina trata de seducir a Renato/don Mendo y se quita el vestido enseñando un bonito picardías negro de encaje, y para colmo don Mendo suelta: “¡Vaya anacronismo!”. Te partes de risa.

        También hay alguna otra escena de la cosecha del propio Fernán Gómez, que redactó el guion, donde para ganar una batalla, don Pero hace que sus hombres saquen un imán gigante que atrae a todos los soldados enemigos (por el metal de las armaduras) y ahí pegados ya los matan. Y en la escena final, rodeados de la muerte de muchísimos de los personajes, con sangre por todas partes, LITERALMENTE “muere hasta el apuntador”. De verdad. Se aleja la cámara y sale el apuntador bajo la concha del escenario (recordemos que se supone que toda la película ha sido una obra de teatro) muerto, también ensangrentado, by the free. Es una broma fácil que me pareció de verdadero genio. 



Escena final, con el apuntador muerto.

        Las actuaciones son más que correctas, destacando la del propio Fernán Gómez, sus caras, su expresividad, sus gestos y expresiones de “joder, que me emparedan” o “será mentirosa la tía, que me ha engañado pero bien” son geniales. Entre otros protagonistas estuvo también Paloma Valdés (Magdalena), Lisa Canalejas (la reina) y Joaquín Roa (Don Nuño), actor (este último) de cuyo nieto o sobrino (sé que era descendiente suyo, vamos) fui yo alumno de filosofía en el instituto, en tiempos de bachiller. Solía comentarlo siempre en clase.

        Película y novela, ambas, totalmente recomendables, muestra de cómo en otro tiempo, e incluso desde otra orientación política (soy bastante de izquierdas), se hacían comedias para mearte de risa. Además se lee en media tarde, no llega a las 200 paginas en formato teatro. En Amazon hay varias opciones baratas para comprar el libro. Mi edición (la de la primera foto) es de la editorial Austral, de 2009, en tapa dura, y con un prólogo de Alfonso Ussía (nombre completo Alfonso de Ussía Muñoz-Seca), periodista, columnista y escritor español, nieto materno de Pedro Muñoz Seca. Este autor no es santo de mi devoción por razones en las que no entraré, que esto no es un blog de política, pero bueno la edición y el prólogo están bien, analiza bastante adecuadamente el género de la astracanada.  

        Detalle curioso final: este periodista, Ussía (quien se asocia con la derecha tradicionalista, y de hecho, con Vox), no solo es nieto de Pedro Muñoz Seca. También es el sobrino del teniente general Jaime Milans del Bosch, ex capitán general de la III Región Militar (o sea, de Valencia). Milans fue uno de los principales militares franquistas que participó en el golpe del 23-F de España, fue quien sacó los tanques a la calle en Valencia. Me hace gracia como a través de Ussía, Muñoz Seca y Milans se relacionan. Lo que no tengo claro es si son familia política, o el dramaturgo y el militar eran familiares de antes del periodista. Pero bueno, sin más, un detalle.




lunes, 10 de mayo de 2021

LAS FLORES DEL MAL - CHARLES BAUDELAIRE

    


        Las flores del mal es un poemario de 317 páginas escrito por Charles Baudelaire, publicado por primera vez en 1857 (en una edición que constó de 1300 ejemplares). Seis de sus poemas fueron prohibidos por inmorales y retirados en su segunda edición de 1861, y se añadieron treinta nuevos, y en 1949 se levantó la prohibición sobre los seis anteriores. Las ediciones a partir de entonces cuentan con todos los poemas de todas las ediciones, prohibidos incluidos, sumando un total de 158 poemas.

        Baudelaire fue poeta francés que nació en 1821 y murió en 1867, las dos en París. Estudió derecho en un curso popular en el Lycée Louis-le-Grand de París, época en la que comenzó a salir habitualmente por zonas de bares, beber, y frecuentar prostitutas, y probablemente contrajo gonorrea y sífilis. Se hizo conocido en los círculos sociales parisinos como un dandy debido a sus hábitos disolutos y a su ligereza con el dinero, que entre otras cosas, poseía por una herencia (que dilapidó a bastante velocidad). Acostumbraba a mudarse de casa a menudo para huir de sus acreedores. Mantuvo relaciones con bastantes mujeres (mas las prostitutas), entre otras la cortesana Apollonie Sabatier y las actrices Jeanne Duval y Marie Daubrun, ganándose fama de libertino. Su mala vida y sus enfermedades,  su mala salud, su depresión y estrés, y su economía empobrecida, le acabaron pasando factura, a lo que se sumó una racha de fumar opio hacia el final de su vida, y en 1866 sufrió un derrame cerebral masivo, seguido de una parálisis. Tras un año de afasia murió en 1867.



Charles Baudelaire.


        Baudelaire tuvo una producción muy irregular, y este poemario se considera su opera magna. Además de su poesía, realizó traducciones al francés de varios autores anglosajones famosos, como Edgar Allan Poe (con quien se sentía muy hermanado por la oscuridad de sus estilos y las depresiones y alcoholismo que consumieron a ambos) o Thomas de Quincey (otro conocido divagador bajo influencia de alcohol y drogas).  

        El estilo de Baudelaire, que se refleja especialmente en Las flores del mal, es conocido como la poesía condenada. Los poetas condenados fueron públicamente rechazados y juzgados por ultraje a la moral pública y a la fe cristiana, repudiados e incomprendidos por la sociedad y murieron con más pena que gloria. Pertenece al movimiento decadentista, que seguía la ideología estética de exceso y artificialidad. El movimiento se caracterizó por el autodisgusto, la enfermedad del mundo, el escepticismo general, el deleite en la perversión y el empleo del humor crudo y la creencia en la superioridad de la creatividad humana sobre la lógica y el mundo natural. 

 


Ilustración para Las flores del mal, obra de Carlos Schwabe.


Al poeta siniestro, terror de los hogares,

favorito del diablo, cortesano sin más,

le ofrecen una cama tumbas y lupanares

donde el remordimiento no ha dormido jamás.

 

        En Las flores del mal los poemas tratan temas relacionados con la decadencia y el erotismo, centrándose particularmente en el sufrimiento y su relación con el pecado original, el disgusto hacia el mal y hacia uno mismo, la obsesión por la muerte y la aspiración hacia un mundo ideal. Está dividido en un total de ocho partes: Spleen e ideal, Cuadros parisienses, El vino, Las flores del mal, Rebelión, La muerte, Suplemento a “Las flores del mal” y  Los despojos. Gran parte de los poemas hablan sobre la idealización del concepto de la revolución, usando la figura del Diablo como revolucionario original, el primero que se levantó contra una autoridad decadente y corrupta. Baudelaire se complace en escandalizar a aquellos que considera lo bastante obtusos para no comprenderle.

 

El amor se ha sentado en el cráneo

de la humanidad.

 

        Esta obra y este poeta tuvieron una gran influencia en autores de la talla de Arthur Rimbaud y Marcel Proust, quienes calificaron a Baudelaire de “dios de la poesía” y le citaron como uno de los poetas más importante del siglo XIX.

        Carlos Schwabe, un pintor simbolista suizo-alemán, realizó unas conocidas ilustraciones inspiradas en varios de los poemas.

        Las flores del mal supuso un considerable empuje para la literatura, narrativa y poesía gótica, que nació a finales del siglo XVIII.  También fue una potente influencia en el desarrollo de la subcultura gótica moderna, e incluso ha sido utilizado en bandas de heavy metal. Particularmente, dado que no me gusta mucho la poesía, no me lo he leído especialmente rápido, pero las metáforas y lenguaje utilizado son bastante elegantes e interesantes, y usa expresiones muy bellas. Dentro de lo perteneciente al mundo gótico, es bastante imprescindible, al menos si se desea profundizar y retrotraerse a los orígenes.



Otra ilustración de Carlos Schwabe.








miércoles, 28 de abril de 2021

SIETE AÑOS EN EL TÍBET - HEINRICH HARRER

 


        Antes de nada deberíamos aclarar que esto no es una novela. Siete años en el Tíbet es la autobiografía del autor, Heinrich Harrer, que cuenta los hechos que vivió desde 1939, cuando formaba parte de una expedición para escalar el Nanga Parbat, hasta que abandona al Tíbet tras la invasión china del territorio tibetano en 1951. Entre estas dos fechas median doce años, porque a Harrer le cuesta cinco llegar hasta el Tíbet.

        El libro es una recopilación de los recuerdos de Harrer, muchos de ellos recogidos en diarios que llevaba durante esos periodos. Harrer no es escritor y se nota: no hay ni un solo dialogo en todo el libro, es todo una narración en primera persona, en general extraordinariamente tediosa y árida. Además, Harrer, pese a vivir varios años entre el pueblo tibetano, y demostrar un profundo interés por su cultura, no es ni antropólogo ni historiador ni etnólogo, carece de una formación cultural firme, y aprende sobre la marcha, así que a menudo comete errores al transmitirnos información sobre el país que lo fascinaba.

        Heinrich Harrer (1912-2006) fue un montañista y geógrafo austriaco. Aparte de sus estudios en Geografía, se dedicó mucho al deporte, y participó en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1936 en Garmisch-Partenkirchen, destacándose como atleta, esquiador, y alpinista; pese a esto no ganó ninguna medalla. Formó parte del Partido Nazi (con esto seguiré mas adelante). En 1952, un año después de abandonar el Tíbet, publicó Siete años en el Tíbet.

        La historia comienza en 1939, durante la expedición de Harrer para escalar el Nanga Parbat, en el Himalaya, cuando comienza la Segunda Guerra Mundial, y las tropas británicas lo arrestan por pertenecer al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Partido Nazi), y por tanto ser miembro de una potencia enemiga. Es encerrado junto a otros prisioneros de guerra en el campo de prisioneros de Dehdra-Dun, en la India, bajo control de Gran Bretaña. Tras varios intentos de fuga, finalmente lo consigue en 1943 junto a un oficial italiano, Marchese, y avanzan en dirección al Tíbet, donde las tropas indias e inglesas no podrán ir a buscarles. El plan original era atravesar el Tibet dirección a Japón, para reunirse con los aliados de Alemania e Italia, y desde allí poder regresar a sus países. Tras 38 días de penurias, hambre, sed, ampollas y cansancio, son capturados antes de alcanzar su destino, y devueltos a Dehdra-Dun. Allí Marchese renuncia, pero Harrer, incansable, volverá a intentarlo con un grupo de compatriotas donde destaca Peter Aufschnaiter, miembro de su expedición original, de quien ya no se separará hasta el final.



La ciudad de Uttarkashi, en la India. Es un centro religioso, y uno de los principales puntos que Harrer y su compañero deberan atravesar en su huida hacia el Tíbet. Se refiere a ella como Uttar-Kaschi.



Templo de Uttarkashi.


        El 17 de marzo de 1944, Harrer y Aufschnaiter logran llegar al territorio del Tíbet. Acceden al país conocido como el Techo del Mundo. La nación más aislada y alta del planeta, el último gran reducto de la espiritualidad. Desde este momento y hasta marzo de 1946, los dos austriacos vagabundearán por el país bailando entre la expulsión y el conseguir permisos de permanencia temporal, siempre prolongando lo máximo posible su deportación. El Tíbet es en este momento una nación independiente gobernada por su líder espiritual, el Dalai Lama, y cuando este no tiene la mayoría de edad, por un Regente, y es muy celosa con su aislamiento. Intenta mantener fuera a los extranjeros, y su capital, Lhasa, es una verdadera ciudad prohibida para estos. A partir de este punto del libro, Harrer va dosificando informaciones acerca de la cultura tibetana: religión, costumbres, algunas descripciones, etc. Es interesante su reacción a los primeros funerales del aire o entierros celestiales que contempla, donde los fallecidos son descuartizados en altas cumbres y ofrecidos como alimento a aves carroñeras. El pueblo santo de Kiyong o el magnífico Everest también impresionan a Harrer. Y es gracioso como le repugna (como a la mayoría de los que no están acostumbrados a ella) la bebida tradicional y ritual tibetana: el té con manteca.


En el Tíbet, la prisa del europeo está fuera de lugar. Aprended la virtud del tiempo y de la paciencia. ¡Así llegaréis antes al fin!

 


Parte del territorio montañoso del Tíbet que Harrer y Aufschnaiter recorren.



Monte Changtse.






Rongbuk y su monasterio. Harrer se refiere a esta población como Rongchuk. Creo que el monte del fondo es el Everest.


        Finalmente en marzo de 1946 ambos alcanzan la ciudad sagrada y capital: Lhasa; y gracias a la beneficencia de algunos de sus más altos mandatarios logran establecerse. Al principio los tibetanos los acogen, pero más adelante empiezan a realizar trabajos de construcción, análisis topográfico, etc. para el gobierno tibetano, y se establecen de forma independiente como profesionales libres. Tienen sus propias viviendas e incluso criados propios, y un lugar respetable en la jerarquía social tibetana. Todo esto es un acontecimiento sin precedentes: hasta este momento son muy escasos los europeos que han sido aceptados en territorio tibetano, y aún menos aquellos que han accedido a Lhasa. Para esta etapa, Harrer y su compañero ya han abandonado hace mucho tiempo cualquier plan de acceder a Japón: hace un año que terminó la guerra, y tanto japoneses como alemanes e italianos perdieron, y son conscientes de que su situación como austriacos ex miembros del partido no será buena en el mundo que esta naciendo. Su intención es permanecer en Lhasa todo lo que puedan, allí viven bien, y nadie va a entrar a detenerles hasta el Techo del Mundo, ni los tibetanos van a deportarles. 



Lhasa: ciudad sagrada y capital del Tíbet, hoy día. En su centro, sobre una pequeña montaña, esta el Potala, sede del gobierno tibetano y residencia de los Dalai Lamas desde su construcción en 1648 hasta 1959 cuando el 14º Dalai Lama, Tenzin Gyatso, se ve obligado a huir del Tíbet.







Varias imágenes del Potala en nuestros dias. Hoy en día se encuentra, como toda la ciudad, bajo la administración china.


        Harrer llama la atención del joven Dalai Lama: Harrer lo llama siempre Kundun, apelativo que suele otorgarse a las reencarnaciones de Buda y significa más o menos “la presencia”, pero su nombre de nacimiento es Lhamo Dondhup y más adelante se le otorga el nombre de Tenzin Gyatso (ninguno de los dos llega a mencionarse en el libro). Tenzin es un joven extraordinariamente perceptivo e inteligente, con un enorme interés por la cultura occidental que existe fuera de su aislado país: quiere aprender todo lo que pueda de ese mundo fuera del suyo, mucho más grande. También tiene mucho interés por la mecánica, él mismo monta y desmonta sus aparatos. El Dalai acoge a Harrer como su preceptor temporal en todo aquello que tenga que ver con Occidente. Un detalle muy chulo es la admiración que manifiesta Harrer por la madre del Dalai, una mujer fuerte, seria, capaz, inteligente, y la única mujer en la historia tibetana que ha traído al mundo tres Budas Vivientes (no todos los Budas Vivientes llegan a Dalai Lama, hay muchos otros al frente de monasterios o meditando, como monjes o lamas de alto nivel).  

        El pueblo y la cultura tibetanas quedarán grabadas a fuego en la memoria y en el espíritu de Harrer. Y no solo por la amistad que desarrolla con el joven Dalai Lama. La tranquilidad y la paciencia de estas gentes, su forma espiritual de tomarse la vida, su despreocupación por aquellos problemas que no pueden arreglarse, etc. Todo esto le calará muy hondo. No son pocas las veces que se dedica a transmitirnos toda la información que puede reunir sobre sus costumbres, festividades, organismos oficiales, historia, etc. O algunos de sus mas grandes edificios, como el propio Potala.


 



Monasterio fortaleza de Trashigang (Harrer lo transcribe como Trachigang).


Ceremonia budista.


        Harrer pasa 5 años en Lhasa, y se convierte en amigo personal de Tenzin, hasta que las tropas comunistas chinas de Mao toman el Techo del Mundo, y Harrer se retira de Lhasa junto al joven líder, en dirección a poblaciones alejadas de las montañas. En 1951, Harrer, temeroso de la situación, abandona el Tíbet en dirección a la India, con la  Segunda Guerra Mundial terminada hace 6 años (en 1945), y acaba regresando a Austria. Pero siempre consideró al Tíbet su segunda patria, y siempre se posicionó como activista a favor de que el Tíbet recupere su soberanía nacional.

        Aunque Harrer no explica los siguientes acontecimientos en su libro, creo que es correcto que yo lo aclare: el Tíbet perdió su autonomía y se convirtió en la Región Autónoma del Tíbet, una de las cinco regiones autónomas de la República Popular China. Se encuentra bajo la autoridad de un gobernador, y un líder religioso marioneta puesto por el gobierno chino. Esta situación perdura hoy.  

 

La presencia de ruinas grandiosas por aquellos alrededores es testimonio de un glorioso pasado.

 

        El decimocuarto Dalai Lama cruzó a pie los Himalayas para exiliarse en la India, junto a 80.000 tibetanos, y en 1959 fue declarado jefe de gobierno de la Administración Central Tibetana, conocida como Gobierno Tibetano en el Exilio, organización política que administra a los refugiados tibetanos del exterior (reunidos sobretodo en la India, Bután y Nepal), y que tiene su propio Parlamento. Este gobierno reside en la ciudad de Dharamsala (a veces llamada “la pequeña Lhasa”), en el norte de la India. En 2011, Tenzin renunció a todos los cargos políticos y de gobierno, reservándose solo el liderazgo religioso y espiritual, argumentándome que “él solo es un simple monje budista”. Este gobierno ahora es dirigido por el Primer Ministro Lobsang Sangay (el cargo oficial es siyong), abogado experto en el Tíbet y en derechos humanos internacionales.

        Tenzin es una figura internacional, ha recibido el Premio Nobel de la Paz, y tiene 83 años hoy, y sigue viajando por todo el mundo, hablando en pro del pueblo tibetano, e impartiendo enseñanzas budistas. Por ejemplo es un ardiente defensor del vegetarianismo. Se le conoce y respeta por su energía y jovialidad, así como por su erudición.



Tenzin Gyatso, decimocuarto Dalai Lama.

        Ahora vamos con la figura de Heinrich Harrer: en el libro puede apreciarse fácilmente como trata de hacer un lavado de cara de Alemania, al tiempo que se desliga absolutamente de todo lo nazi. Jamás menciona términos como “nazi”, “Reich”, etc., hablando únicamente de Alemania y Austria. Por otro lado, la revista alemana Stern demostró posteriormente a su fama por este libro que Harrer no había sido un mero miembro obligado del partido, y que tenía un pasado nazi real, ingresando a las filas en 1933. Miembro primero de las SA, y luego de las aún más temidas SS, conocía personalmente a su líder, Himmler, uno de los principales tenientes de Hitler. Parece bastante probable que su expedición al Nanga Parbat formaba parte de un proyecto de Himmler. Harrer siempre huyó de estas acusaciones. Hay quien afirma que pese a su oscuro pasado en las filas nacionalsocialistas, el Tíbet y Tenzin lo cambiaron de verdad.

        Tras la revelación de su pasado nazi, Harrer desapareció totalmente de la vida pública, y murió a los 93 años, en 2006, en el aislamiento, manteniendo únicamente contacto con su familia. Sus familiares no revelaron las causas de la muerte, y emitieron el siguiente comunicado: “Ha partido con gran serenidad hacia su ultima expedición”.

         Es una obra muy compleja de leer no por su extensión, que apenas llega a las 200 páginas, si no por su pesadez. Fragmentos muy largos están extraordinariamente detallados pese a carecer totalmente de importancia (como todo lo referente a la huida), y otros que quizá nos interesaran más, como su amistad con el Dalai Lama o el desarrollo de las costumbres y religión tibetanas, no se tratan hasta el final del libro, durante muy poquitas paginas (pese a que esta amistad es el tema con el que aún a día de hoy se vende y se publicita el libro). Las lagunas en una formación cultural como historia o antropología se notan mucho, y comete muchos errores o es muy parco en cosas que podrían ser interesantes. Aun así, para quien le interese el alpinismo, o el budismo y el Tíbet, es una obra imprescindible. Actualmente sigue usándose como obra de referencia en cualquier tesis académica de temas culturales sobre este país, para narrar acontecimientos vividos de primera mano desde la subjetividad occidental de esta época. El libro tuvo un gran éxito, incluyendo aun a día de hoy, y se ha traducido a mas de 50 idiomas. 

        En 1997 Jean-Jacques Annaud dirigió una adaptación más o menos libre de esta obra, protagonizada por Brad Pitt (Harrer), David Thewlis (Aufschnaiter) y Jamyang Jamtsho Wangchuk (Dalai Lama). Un detalle muy chulo es que Jetsun Pema, la verdadera hermana del actual 14º Dalai Lama, Tenzin Gyatso, y activista especializada en los niños refugiados tibetanos, sale en la película interpretando a la madre. La película se toma muchas libertades, por ejemplo resume muchísimo toda la fuga; Harrer es un personaje bastante iracundo y atormentado, sobre todo al principio; y Aufschnaiter inicia un romance y se casa con una joven sastre local. También dedica más atención al crimen cometido por los chinos y por el gobierno maoísta. Merece la pena verla, y el paisajismo es muy impactante. La siguiente frase me ha marcado:

 

Esa es otra diferencia entre nuestras culturas: vosotros admiráis al hombre que fuerza su camino hasta la cima como meta en la vida, y nosotros admiramos al hombre que abandona su ego.


Imagen promocional de la película Siete años en el Tíbet (1997).


        Finalmente, existe otra película estrenada el mismo año que la anterior, 1997, llamada Kundun, que narra la vida del decimocuarto Dalai Lama Tenzin Gyatso desde su nacimiento. Fue dirigida por Martin Scorsese. El paisajismo es tan espectacular o mas que la anterior.



Imagen promocional de la película Kundun (1997).


Om mani padme hum.






BALADA DE PÁJAROS CANTORES Y SERPIENTES - SUZANNE COLLINS

          Tras 10 años de parón, la autora de Los Juegos del Hambre ha sacado esta precuela de su saga: Balada de pájaros cantores y serpien...