lunes, 31 de mayo de 2021

LA VENGANZA DE DON MENDO - PEDRO MUÑOZ SECA

 



        La venganza de don Mendo es una obra de teatro escrita en verso estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid el 20 de diciembre de 1918, y que a día de hoy se supone que es una de las cuatro obras de teatro más importantes (o al menos, las más representadas) de toda la historia del teatro español. Las otras tres, se dice, son Don Juan Tenorio (de 1844, con la que La venganza de don Mendo tiene varias similitudes), Fuenteovejuna (1619) y La vida es sueño (1635), obras de José Zorrilla, Lope de Vega y Pedro Calderón de la Barca respectivamente. Destaca por ser la más actual.

        Su autor, Pedro Muñoz Seca (1879-1936), era un escritor gaditano (nacido en El Puerto de Santa María, concretamente) cuyo humor y habilidad han sido reconocidos por autores de la talla de Ramón María del Valle-Inclán (citándole como “autor monumental de teatro”), pese a los abismos que separaban sus dos estilos. En muchos manuales figura como autor del novecentismo y miembro de la Generación del 14, por motivos generacionales y de fechas, pero muchos especialistas han negado categóricamente esto, identificándolo más bien, pese a que entonces sería muy joven (unos 19 años), con la llamada “Generación simpática del 98”, que se separa de la Generación del 98 tradicional y su pesimismo. Al margen de donde se le ubique, pertenece a un estilo dedicado a ser magnifico y risueño, aunque a veces sea absurdo, tratando de alejarse de reflejar el decadentismo de España y centrándose en el humor, en el arte, etc. Un culto a la alegría. Otras de sus características (que poseen tanto la Generación del 14 y el novecentismo, como los “simpáticos”) son el arte por el arte, sin necesidad de una reflexión académica, el gusto por la estética, etc.


Pedro Muñoz Seca, con sus característicos y excéntricos bigotes.


        Pedro Muñoz Seca y su gran amigo Pedro Pérez Fernández concibieron juntos un estilo propio y muy concreto, la astracanada, de la cual La venganza de don Mendo supone su máximo exponente. La astracanada (la palabra viene de la ciudad rusa de Astracán) es un sub género teatral cómico que fue muy popular en el primer tercio del siglo XX en España, y se basa en la explotación de situaciones disparatadas, el uso del retruécano (figura retórica de repetición), toscos juegos de palabras, nombres propios mal intencionados que nos llevan a chistes fáciles, etc. Lo importante en la astracanada es hacer reír, aunque sea a costa de verosimilitud argumental. Es una especie de humor absurdo primario y antiguo, en el teatro, un precedente (aunque probablemente ambos estilos no tengan conexión, o sea muy leve).

 

Siempre fuisteis enigmático

y epigramático y ático

y gramático y simbólico,

y aunque os escucho flemático,

sabed que a mí lo hiperbólico

no me resulta simpático.

 

        Muñoz Seca fue al colegio junto a Juan Ramón Jiménez, y en 1901 concluyó sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho, y ese mismo año estrenó su primera obra, de un solo acto: Las guerreras. Continuo escribiendo, mientras su fama crecía y sus obras eran cada vez más representadas, y paralelamente, se desempeñó como profesor de latín, griego y hebreo. Alcanzó el estado mítico de “clásico”, y con ello la inmortalidad, con La venganza de don Mendo en 1918, considerada de forma indiscutible su opera magna. Pese a su fama y reconocimiento, fue asociado a un cierto conservadurismo, redactando obras donde ridiculizaba y criticaba el comunismo, el igualitarismo, la República (La oca, de 1931, siglas de “Libre Asociación de Obreros Cansados y Aburridos”), la ley del divorcio de 1932 (Anacleto se divorcia, 1932), etc. De manera que acumuló cierta cantidad de enemigos entre las filas de izquierdas. A lo largo de su vida escribió noventa y una obras de teatro, muchas de ellas en colaboración con otros autores, sobre todo con su amigo Pérez Fernández, pero también con otros como Azorín (José Martínez Ruiz).

        En 1936, con el golpe de Estado de los militares de la ultra derecha y el estallido de la Guerra Civil, Pedro Muñoz Seca fue detenido en Barcelona por las milicias anarcosindicalistas, acusado de albergar ideas monárquicas, católicas y antirrevolucionarias. Fue trasladado a la cárcel de San Antón, y el 28 de noviembre de 1936 fue sacado (las famosas “sacas” de la Guerra Civil Española, practicadas por ambos bandos) junto a 112 presos más, llevado a Paracuellos del Jarama (localidad madrileña), y fusilado. Según declaraciones de una persona que presenció la ejecución, y que después fue obligado a enterrar el cadáver, pronunció dos memorables frases antes de morir. La primera es “Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo ahora mismo!”. La segunda: “Ahí va el último actor de la escena; hasta al morir, con la sonrisa en los labios. Este es el último epílogo de mi vida”. Puede afirmarse que fue un humorista hasta al final.

        La venganza de don Mendo, que sucede en cuatro actos (llamados jornadas) y esta escrita y narrada en verso, comienza en el castillo de don Nuño Manso de Jarama, conde del Olmo, un noble con muchísimo dinero. El citado noble revela a su hija, la hermosa Magdalena (a quien cita como aparte de bella, inteligente y desenvuelta), que le ha encontrado marido: don Pero Collado, duque de Toro, y privado del Rey (cargo que es como una especie de primer abanderado, primer y más fiel y leal servidor, y consejero, del Rey, similar al cargo de valido). Don Pero es un hombre poderoso y honorable. Magdalena (al igual que su sirvienta personal, llamada dueña, doña Ramírez, personaje cómico que siempre esta opinando un poco con mala intención hacia el público, es como la Chusa de La que se avecina) hace como que genial y que está súper contenta, pero en realidad está muy asustada, puesto que lleva tiempo siendo la amante de don Mendo.

        Don Mendo Salazar y Bernáldez, marqués de Cabra, es un noble sin fortuna ni reconocimiento social, no es amigo del Rey, pero es un hombre fogoso y apasionado, inteligente, e implacable. Está profundamente enamorado de Magdalena. Pero esta, que es una mujer taimada y manipuladora, ya ha decidido desechar a don Mendo, por considerarlo inútil para su escalada social, conviniéndole mucho más el poderoso don Pero. Sin embargo, Magdalena expresa a doña Ramírez el temor que siente por don Mendo, que puede ser un enemigo terrible.

 

No es amor, es miedo

lo que don Mendo me inspira.

 

        Don Mendo acude esa misma noche a la alcoba de Magdalena a verla, como lleva haciendo tiempo, pero es seguido por don Pero, celoso, al ver colarse a otro hombre en las habitaciones de su prometida. Ambos mantienen un breve duelo, y a los gritos acude el propio conde. Con la intención de proteger a su amada de la vergüenza (y el peligro, podía ser repudiada e incluso darle muerte por ese “crimen”) que supone ser atrapada manteniendo relaciones previas al matrimonio (y con un hombre con el que no está prometida), don Mendo se descubre (hasta ahora iba enmascarado) y cuenta que ha acudido allí a robar, tras lo cual es apresado y encerrado en las mazmorras del conde. Pero antes de ser encerrado, se le revela que Magdalena esta prometida a don Pero, y se da cuenta que esta se ha desembarazado de él, y se siente traicionado. En ese momento, don Mendo jura venganza de un modo bastante dramático (y guay).

 

Juro, y al jurar te ofrendo,

que los siglos en su atruendo

habrán de mí una enseñanza

pues dejará perduranza

la venganza de don Mendo.

 

        Encerrado en la mazmorra (segundo acto), don Mendo se entera de las felices esponsales de don Pero y Magdalena. Esta le traiciona de nuevo, pidiendo que a don Mendo se le sentencie a morir emparedado en la prisión, dejando solo una mano fuera, para que nunca pueda revelar su secreto. Antes de que se cumpla la condena, es liberado por el marqués de Moncada (amigo de don Mendo), y emparedan un cadáver anónimo en su lugar, por lo que todo el mundo cree que el desgraciado marqués de Cabra murió allí. Don Mendo acepta huir, pero clama que abandona para siempre el nombre de don Mendo, y que este queda allí sepultado, y que renace como un hombre que no es un hombre, un fantasma, que vive solo para la venganza.

 

Don Mendo (interpretado por Fernando Fernán Gómez en La venganza de don Mendo, 1961) en la mazmorra, renegando de su nombre. Detrás, el marqués de Moncada.


Huiré, sí, pero yo juro

que nadie sabrá de mí;

que don Mendo queda aquí

sepultado en ese muro.

Yo ya no soy el que era;

he muerto, y el que ha renacido

ni es don Mendo, ni lo ha sido,

ni volverlo a ser quisiera.

Soy un ente, una quimera;

soy un jirón, una sombra;

alguien sin patria y sin nombre…

una aberración... un hombre

que de ser hombre se asombra.

 

        En el tercer acto, sucedido en un campamento militar donde se han reunido Magdalena, don Pero, el conde don Nuño, etc., don Mendo retorna como el atractivo y conquistador bardo Renato (“renacido”), con su propio grupo de bailarinas, y se dedica a urdir a su venganza. Mientras tanto, Magdalena ha subido en la escala social, y al mismo tiempo que es la poderosa esposa del privado del Rey, don Pero, se ha convertido también, y a espaldas de don Pero, en la amante del propio Rey, con las prerrogativas que eso le da. Pese a esto la flecha de la pasión por fin se ha clavado en ella: esta perdidamente enamorada del bardo Renato, desconociendo la verdadera identidad de este. Don Mendo, que se ha tornado en el vengador obsesivo y terrible, primero ha conquistado el amor de Magdalena, para en el momento de mayor placer de esta, cuando se junten ambos amantes en secreto, pueda revelarle quién es él en realidad, y después arrebatarle la vida. Primero conquista su corazón, luego se lo destroza, y finalmente la mata. Pero cómicas complicaciones surgirán en el plan de don Mendo, terminando la obra con una verdadera matanza shakesperiana ocurrida en una cueva cercana, en el cuatro acto, en la que se irán reuniendo todos los personajes mencionados, y otros que he omitido, con divertidas y funestas consecuencias.



Don Mendo como el bardo Renato, en la película.

        La comedia es desternillante, y en cuanto te acostumbras al acento cortesano y de castellano antiguo, se lee en un suspiro. Los juegos de palabras, los chistes fáciles, los comentarios de don Mendo y de doña Ramírez (dueña de Magdalena) no tienen  nada que envidiar a diálogos de la comedia española contemporánea. De hecho el estilo de comedia y de chistes es a veces similar al utilizado por algunos cómicos actuales, como José Mota. La trama avanza veloz y sin complicaciones ni vueltas, nudos y entrenudos, etc. como sí ocurre en obras de teatro más estilo victoriano (Shakespeare).

        Por otro lado, el personaje protagonista, don Mendo, es interesante. Al contrario que en otras obras donde el motor de la trama son los celos, don Mendo no parece guardar especial resentimiento hacia don Pero, aquel que ahora (al menos al principio) posee los favores de la mujer que él ama. El hombre que le ha vencido en el amor. De hecho le trae sin cuidado la vida de don Pero, le da igual, su venganza se centra y tiene por único objetivo a Magdalena, que es quién le ha traicionado. Don Pero no ha hecho nada a don Mendo, es más, don Mendo es consciente de que el privado del Rey es solo un escalón más en el ascenso de la hija del conde; de modo que el protagonista no alberga necesidad de vengarse contra este personaje.

        Es pues, don Mendo, un personaje apasionado y consumido por sus pasiones, movido por ellas, primero el amor hacia Magdalena, y luego el odio y la necesidad y el deseo de venganza. En vez de forjarse una nueva vida, como le recomendó su amigo Moncada, elige volver al peligro (pudiendo ser descubierto) solo para vengarse de la mujer, sin haber otro beneficio que lo venganza misma, lo cual probablemente le cueste la vida, ya que después de asesinar a la esposa del privado y amante del Rey, escapar del campamento puede no resultar fácil. Pero eso le da igual, vive solo para vengarse, no le importa morir luego.

        Es un hombre a quien esas pasiones le mueven con frialdad y premeditación: no es un hombre que cometa el asesinato de su amada creyéndola infiel en un momento de súbita e incontrolable ira, y tras un calculado plan por parte de un tercero para enfurecerlo, como el Otelo de Shakespeare; para don Mendo pasan meses, donde él se dedica a forjar su vida como el bardo Renato y a huir, y sus ansias de venganza no desaparecen. Piensa como hacerlo, calcula su plan, prepara el terreno. Es un personaje vengador, un arquetipo, pero se acerca más al Conde de Montecristo de Dumas, capaz de esperar largo tiempo su momento sin que la ira se enfríe en su corazón, con el rencor alimentándolo, planificando todo lo necesario. Además recuerda don Mendo a personajes españoles como los don Juanes de las obras Don Juan Tenorio (1844) y El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), de José Zorrilla y Tirso de Molina, por su carácter de galán conquistador de mujeres prácticamente irresistible, y a donde esto les conduce.

        También es un hombre honorable, ya que juró, antes de conocer la verdadera naturaleza de su amada, que no destaparía el secreto de su relación con Magdalena, por eso cuenta que fue al castillo a robar. Una vez desvelada la traición de la mujer, don Mendo sostiene su mentira (en más de una ocasión), porque por encima de todo está el honor. Pero eso no le exime de vengarse si tiene la oportunidad.

        Finalmente, el personaje de Magdalena también es interesante, para su época. Una mujer ambiciosa y arribista dispuesta a no detenerse ante nada, pese a las dificultades que tiene ser mujer hacia el año 1500. Los hombres tienen todo el control y el poder en este momento, y ella los usa como escalones.

 

No me conviene el Marqués.

Quiero triunfar en la corte,

quiero brillar, quiero ser

algo que mucho ambiciono.

¡Quiero serlo y lo seré!

 

        Pese a todos estos análisis que podemos realizar de esta obra, la función principal es la comedia, una ridiculización de las tragedias de corte medievales. Una comedia cubierta de un tono gore (para su época) y de chistes fáciles y estúpidos, frases ingeniosas, y juegos de palabras. Es relativamente novedoso, para esta época, hacer broma y chiste de la muerte, y Muñoz Seca lo hace. El dramatismo de la historia (las ansias de venganza de don Mendo y su pasión despiadada, el arribismo de Magdalena, la traición a la que es sometido el marqués, etc.) hacen aún más cómica toda la exageración hiperbólica del argumento (lo convierten, dicho claramente, en una divertida bobada) y los comentarios cómicos. También hay personajes, como doña Ramírez o el propio Mendo, que hablan habitualmente directamente al público, expresando por ejemplo la estupidez de uno u otro personaje, o lo bruta que es tal acción. Hay muchos comentarios cachondos y muchas puyas.

 

RAMÍREZ

(Don Pero se lo ha creído.

Este Pero es un mueso).

 

        Se ha adaptado multitud de veces en obras de teatro desde su estreno, pero es mencionable su adaptación cinematográfica. Bajo el título homónimo de La venganza de don Mendo se estrenó en 1961 en España; escrita, dirigida y protagonizada (haciendo del propio don Mendo) por Fernando Fernán Gómez. Cualquier interesado puede verla en la pagina de Zoowoman. La película es una maravilla, con bastantes detalles del llamado “cine de lo absurdo”, que apuesta por lo surrealista como argumento risible en sí mismo. Haciendo gala de una encomiable y ocurrente economía de medios que casa perfectamente con el tono absurdo y cómico de la obra original, plantea toda la película como si fuera una obra de teatro, incluyendo una escena inicial de la sala con el telón bajado, que a continuación se alza para dar paso a la obra en sí. De este modo, todos los escenarios y decorados de la película (castillos, torreones, almenas, una batalla, el campamento, la cueva del final, etc.) no solo no son reales, están hechos de corchopan y txapakumen (tablones de madera grosor folio hechos con virutas prensadas, de esos que se usaban en los trabajos de tecnología del instituto), es súper lamentable, y no solo no engañan a nadie si no que no lo pretenden, y convierten una cutrez en algo súper gracioso. Los vestuarios también son en la misma línea, y es que esa es la idea, y cuando se pelean se ve como más que pelearse, enarbolan dos espadas megacutres al aire. Siempre se ve que todo es falso, y eso es parte de lo divertido. 



La venganza de don Mendo (1961).

        En general toda la obra esta seguida palabra por palabra, que ya es bastante graciosa y malintencionada de por sí, pero a veces añade cosas de su propia cosecha. Por ejemplo, en una muestra embrionaria de lo que más adelante, a mediados de 1970, eclosionaría en España en el “cine del destape”, hay dos escenas picantonas súper gratuitas, que no pretenden atraer público enseñando cacha, si no como todo en la película, hacer reír, entre otras cosas por no pegar ni con cola y por su anacronismo. En una Magdalena se pone a bailar y subirse las faldas con estilo (¡y la música sonando de fondo!) de cabaret, enseñando los muslos (solo los muslos), ¡y encima lleva tacones! Gracioso porque es absurdo. En otra, la reina trata de seducir a Renato/don Mendo y se quita el vestido enseñando un bonito picardías negro de encaje, y para colmo don Mendo suelta: “¡Vaya anacronismo!”. Te partes de risa.

        También hay alguna otra escena de la cosecha del propio Fernán Gómez, que redactó el guion, donde para ganar una batalla, don Pero hace que sus hombres saquen un imán gigante que atrae a todos los soldados enemigos (por el metal de las armaduras) y ahí pegados ya los matan. Y en la escena final, rodeados de la muerte de muchísimos de los personajes, con sangre por todas partes, LITERALMENTE “muere hasta el apuntador”. De verdad. Se aleja la cámara y sale el apuntador bajo la concha del escenario (recordemos que se supone que toda la película ha sido una obra de teatro) muerto, también ensangrentado, by the free. Es una broma fácil que me pareció de verdadero genio. 



Escena final, con el apuntador muerto.

        Las actuaciones son más que correctas, destacando la del propio Fernán Gómez, sus caras, su expresividad, sus gestos y expresiones de “joder, que me emparedan” o “será mentirosa la tía, que me ha engañado pero bien” son geniales. Entre otros protagonistas estuvo también Paloma Valdés (Magdalena), Lisa Canalejas (la reina) y Joaquín Roa (Don Nuño), actor (este último) de cuyo nieto o sobrino (sé que era descendiente suyo, vamos) fui yo alumno de filosofía en el instituto, en tiempos de bachiller. Solía comentarlo siempre en clase.

        Película y novela, ambas, totalmente recomendables, muestra de cómo en otro tiempo, e incluso desde otra orientación política (soy bastante de izquierdas), se hacían comedias para mearte de risa. Además se lee en media tarde, no llega a las 200 paginas en formato teatro. En Amazon hay varias opciones baratas para comprar el libro. Mi edición (la de la primera foto) es de la editorial Austral, de 2009, en tapa dura, y con un prólogo de Alfonso Ussía (nombre completo Alfonso de Ussía Muñoz-Seca), periodista, columnista y escritor español, nieto materno de Pedro Muñoz Seca. Este autor no es santo de mi devoción por razones en las que no entraré, que esto no es un blog de política, pero bueno la edición y el prólogo están bien, analiza bastante adecuadamente el género de la astracanada.  

        Detalle curioso final: este periodista, Ussía (quien se asocia con la derecha tradicionalista, y de hecho, con Vox), no solo es nieto de Pedro Muñoz Seca. También es el sobrino del teniente general Jaime Milans del Bosch, ex capitán general de la III Región Militar (o sea, de Valencia). Milans fue uno de los principales militares franquistas que participó en el golpe del 23-F de España, fue quien sacó los tanques a la calle en Valencia. Me hace gracia como a través de Ussía, Muñoz Seca y Milans se relacionan. Lo que no tengo claro es si son familia política, o el dramaturgo y el militar eran familiares de antes del periodista. Pero bueno, sin más, un detalle.




jueves, 27 de mayo de 2021

RITOS DE DUNWICH - VARIOS AUTORES



        Esta antología de relatos forma parte de la colección Los Mitos de Cthulhu publicados por Edge Entertainment, editorial española especializada en juegos de rol, de cartas, de tablero, etc. Todo muy del mundo friki. Son la casa que lleva las colecciones de juegos lovecraftianos como La llamada de Cthulhu, Arkham Horror, etc. Todos los libros de la colección, que se inició en 2011 con la publicación de Los nuevos Mitos de Cthulhu, han sido ideados y compilados por Rubén Serrano Calvo, y con Jose M. Rey como editor. Del mismo modo, todos sus libros (menos el último, Adoradores de Cthulhu, de 2017) fueron creados bajo el sello de la Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror para Edge Entertainment. El infierno editorial en el que sumergió tanto la Nocte, como Edge, como la propia colección, lo veremos más adelante. 

        La colección se pensó como una serie de libros temáticos dedicados a un lugar (Dunwich) y/o deidad (Cthulhu, Nyarlathotep, etc.) o concepto en exclusiva, escritos por autores españoles o latinoamericanos, en homenaje a Lovecraft y a su obra y su creación de los Mitos de Cthulhu. Un complemento de Edge para su principal fuente de ganancias, que son los juegos de rol, en este caso, un complemento para los juegos de rol lovecraftianos. Evidentemente pertenecen al género de terror, mas concretamente al horror cósmico.

        Ritos de Dunwich es una antología que se publicó en 2016, y todo su contenido está dedicado a este pueblo y comarca malditos y ficticios, creaciones del Caminante de Providence. Todos los relatos reflejan ese sabor de lugar alejado, castizo, con un atraso endogámico y podrido, malsano, y plagado de una religiosidad enfermiza y sectaria, muchas veces adorando a entidades malignas como los Primigenios o los Dioses Exteriores. No están conectados excepto por la temática de Dunwich, así que en algunos es un pueblo que parece anclado en 1900 o antes, y en otros es un pueblo actual pero repleto de malrrolleo y paletismo. Un entorno natural y rural, atrasado, corrupto, manchado, enfermo. No te limpia, como suele hacer el campo, te contamina. En ese rollo, recuerda un poco al gótico sureño, con obras como El diablo a todas horas, de Donald Ray Pollock, con la diferencia de que aqui si que hay elementos sobrenaturales, y de hechos son totalmente hiperbólicos, no detallitos. Todos los relatos se conciben como posibles secuelas de la obra de Lovecraft El horror de Dunwich (1929), que ya mencioné en mi primera reseña de la sección sobre los Mitos de Cthulhu, primera obra donde es mencionado el pueblo y de hecho este es otro protagonista. Como tal el Dios Exterior Yog-Sothoth, la Llave y la Puerta, el Abridor del Camino, dios que representa la omnisciencia total, es la principal deidad mencionada en esta antología (no en todos, por ejemplo en uno la deidad principal es Hastur), ya que también es el más importante del relato de HPL. También destaca la familia Whateley, muy importante en la citada historia, que pactaron con Yog-Sothoth.

 


Yog-Sothoth. Fanart por Dominique Signoret. (Fuente: Imgur).


Él te da, pero también exige a cambio unas prestaciones que te atan para siempre.

 

Es puerta y es llave convertida en infinidad de moléculas, a modo de esferas, de diferentes colores.

 

        La antología en conjunto está inspirada en una antología anterior, que a España llegó de la mano de la desgraciadamente desaparecida editorial española Factoría de Ideas, llamada El ciclo de Dunwich, que poseía la misma base teórica. Casi todos los libros de esta colección de Edge se inspiran en tomos similares que publicó en España la Factoría de Ideas. La diferencia es que los relatos compilados en los libros de Factoría de Ideas se publicaron entre los años 70 y los 90, y que sus autores son anglosajones. En general estos, los de la Factoría, son de mucha más calidad, y publicados en años distintos, y los libros son recopilatorios, pero no el lugar de publicación original. Los de Edge figuran todos como publicados en el año correspondiente (cada libro en su año) en exclusividad para Edge y para estas ediciones.

        Es una antología modesta, así que tenemos de todo (como ocurre en toda la colección). Desde relatos considerablemente buenos, incluso alguno destacable, hasta algunos sinceramente malos, pasando por bastantes mediocres, o que no aportan absolutamente nada. La mayoría de los autores son bastante desconocidos, y cada relato tiene de diez a treinta o cuarenta páginas como máximo. Muchos de ellos están escritos usando la táctica de primera persona epistolar que usaba Lovecraft: la narración es un documento que ha dejado el protagonista-narrador para un posible lector futuro, como aviso. Algunos de ellos están muy bien, y de verdad representan un homenaje, otros son bastantes malos y este uso de la primera persona es únicamente porque es más sencillo escribir un relato desde la subjetividad.  Uno de los problemas que yo veo es que muchos han sido escritos por gente que no posee un verdadero conocimiento de Lovecraft, no ha efectuado una lectura exhaustiva del autor y de sus continuadores (como si hicieran la mayoría de los que publicarán en las antologías de la Factoría), sino que son frikazos que más que leerle han jugado a los juegos de rol que tienen inspiración lovecraftiana. Esto da lugar a aspectos y fallos que un verdadero seguidor de Lovecraft detecta. Por ejemplo, habitualmente confunden a los Primigenios con los Antiguos.




Portada del libro.

        El relato que abre la antología es el propio El horror de Dunwich, para ponernos en contexto. Le siguen trece relatos, de los cuales reseñare los que me parezcan más interesantes.

        Un poco de hospitalidad (Roberto J. Rodríguez) no es más que una historia de paletos sectarios y asesinos estilo sureño más digna de un nuevo remake de Two Thousand Maniacs! que de nada “cthuideo”. La ciudad al borde del tiempo (Francisco José Segovia Ramos) sube un poquito el nivel, y aunque no aporta especialmente nada nuevo, ya que es la historia de un matrimonio que de vacaciones van a parar a ese pueblo condenado, lo que cambiara su vida para siempre, por lo menos se lee agradablemente.



Cuadro American Gothic de Grant Wood, pintado en 1930. Representa la idea de Dunwich, ese ruralismo castizo y atrasado, incluso amenazante, mirándote fijamente con la horca. 


De ese pueblo maldito, de sus habitantes degenerados y oscuros, de su rio hediondo y sus cuevas habitadas por seres inhumanos, no queda nada. (…) Tal vez viajamos a un pasado terrible y malévolo. Quizá esa niebla pegajosa y maloliente nos transportase en el tiempo y en el espacio.

 

        Con A dos millas de Dunwich, por Aitor Solar, ya entramos en materia. Nos cuenta la historia de dos jóvenes aspirantes a guardiamarinas (los típicos rescatadores, como en la película The guardian, 2006) se entrenan y sirven en una base a dos millas de Dunwich. Uno de ellos iniciará una compleja relación con una joven de la localidad, lo que lo sumergirá en un mundo de horror que recuerda a Cronenberg y Barker: cárnico. La endogamia se hace presente en todo su horripilancia y repugnancia, en cotas surrealistas, y con seres deformes, indescriptiblemente amorfos y asquerosos, en un contexto bestial y depravado. Es un relato muy plástico y descriptivo, la criatura presentada y el desenlace, muy buenos.

 

Esa cosa…no sé cuánto debía de pesar, pero ocupaba buena parte del cobertizo con una capa tras otra de grasa de la que surgían extraños apéndices temblorosos y peludos como los de un artrópodo albino, bocas o vaginas vestigiales, y otras cosas que prefiero no recordar. Y en todo lo alto, ¡lo juro, había un rostro!

 

        El regulador (Juan Díaz Olmedo) es la historia de un sórdido asesino a sueldo de baja estofa, muy ambiente Barker o de novela negra, contratado por una oscura secta para cumplir en Dunwich un sacrificio que se lleva siglos repitiendo. Llevarlo a término o no puede suponer mucho más que su vida, puede significar el acceso a nuestra dimensión de un antiguo dios. Se menciona al viejo Whateley, el patriarca del clan que durante los tiempos de El horror de Dunwich pactó con Yog-Sothoth, apareó a su hija con él, y fue el culpable del nacimiento de Wilbur Whateley y de su aún más terrorífico hermano. Y también se menciona como el viejo liberó definitivamente toda la maldad que ya llevaba tiempo cociéndose en ese pueblo, y lo convirtió en uno de los portales a la locura en la Tierra.  



Escena del videojuego de Blair Witch, que refleja un poco la idea de pueblo corrupto.



Escena del videojuego Silent Hill, otro famoso pueblo condenado. 

        Dunwich, Inglaterra (Rocío Tizón) es rol puro. Trata sobre unos frikis de Lovecraft, seguidores de su literatura y todo el rol que nace de su obra, que han localizado el perdido pueblo de Dunwich, resultando que este era real, solo que estaba en Inglaterra y no en EE.UU. Van a pasar sus vacaciones allí, a visitarlo, y descubren que quizá había mas verdad en los relatos del Caminante de Providence de lo que parecía. Curiosamente aquí la deidad no es Yog-Sothoth, sino Tawil Al‘Umr (o 'Umr At-Tawil), El de la Vida Prolongada, un Primigenio que custodia el Último Portal, antesala del conocimiento absoluto, o de un nuevo estado de existencia y sabiduría. Pertenece al llamado Ciclo onírico de Randolph Carter, una saga de historias (novelas cortas) de Lovecraft, concretamente aparece en A través de las puertas de la llave de plata (1934). Cubre su rostro con un velo, y se dice que quien observe bajo el, se volverá loco. Es un Primigenio generalmente asociado a servir a Yog-Sothoth (por tanto aparece por conexión), a veces considerado un avatar del mismo.




Tawil Al‘Umr (o 'Umr At-Tawil), El de la Vida Prolongada. Fanart. (Fuente: Pinterest).


El mismo. Fanart. (Fuente: Pinterest).

        Estirpe impía (Oskar Maestu) narra un terrible episodio de la vida de Catherine Whateley, la última de la maldita familia Whateley, y como esta es acechada por entidades innombrables.

        Finalmente, Esperando a los Dioses (José María Tamparillas) versa sobre una niña, Myriam, que forma parte de una antigua y terrible secta que domina toda la vida social en Dunwich, gobernada por el infame Isaiah Whateley. Todo el mundo es un posible sacrificio, y viven esperando el advenimiento de sus Dioses y el Fin de los Tiempos, donde ellos, los únicos verdaderos creyentes, serán recompensados.

 

No, no es un diablo, es otra cosa, algo mucho más antiguo y más malvado. Si consigue entrar en nuestro mundo, lo convertirá en un erial de destrucción y locura.

 

          El resto no me parecen especialmente dignos de dedicarles una mención.

        En resumen, ninguno me parece destacable, en ninguno piensas “oh Dios, que bueno”, pero hay algunos disfrutables, en mi opinión, los citados. No está mal para leer una cosa corta de vez en cuando y leértelo con la calma. Aunque no es lo bastante decente para devorarlo.

        Antiguamente se podía conseguir por menos de 10 euros en casi cualquier librería, como todo el resto de la colección, pero actualmente están totalmente desaparecidos. En la web de Edge figura como agotado desde hace eones y dudo que jamás lo repongan, en las librerías se terminó hace tiempo, aunque a lo mejor queda alguno si se consulta Todostuslibros. En Todocoleccion no está (al menos ahora), pero quedan unos cuantos (algunos incluso por los 9.45 euros originales) en Iberlibro y en Amazon. Si a alguien le interesa, es su oportunidad. También podría intentarse en Wallapop. 

        La historia de esta desastrosa publicación es la siguiente. En primer lugar la Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror, que nació en 2007 y contaba entre sus filas con autores/as interesantes como Pilar Pedraza y Emilio Bueso, se disolvió en 2016 por problemas de dirección, entre otras cosas. Tal es así, que si ahora vas a su dominio web, es una empresa de fontanería con servicio 24 h. El fin de la Nocte imagino que tuvo que ser uno de los factores que marcó el principio del desastre. Rubén Serrano Calvo siguió al frente del proyecto, y fue igualmente el compilador del último libro, Adoradores de Cthulhu, pero esta antología final ya no figuraba como bajo el sello de la Nocte ni creado por ellos.

        Por otro lado, supongo que la escasa calidad de muchos de sus relatos provocó que probablemente las obras no se vendieran demasiado, lo que sumado a la caída de la Nocte, hizo que Edge perdiera progresivamente el interés en todo el proyecto. Dejó toda la publicación de esta rama literaria, pese a que seguía bajo su propiedad, en manos de una compañía de juegos de rol estadounidense llamada Fantasy Flight Games (me lo dijo un agente de la propia Edge en un mensaje de Facebook), que también proporciona juegos a España (de hecho creo que varios de los que vende Edge son comprados a esta), y tiene sucursal en este país. Desconozco las características del trato, pero intuyo que la compañía de EE.UU mostró un interés nulo por los libros, y consecuentemente, desaparecieron de las estanterías. Nadie siguió su publicación.

        En mensajes en sus redes sociales, incluyendo el propio foro de su web, llevan del orden de cuatro años mínimo prometiendo que las nuevas ediciones de estas obras está cerca, que ya para verano, que en nada, etc. Pero nunca ha salido nada de lo prometido. Y a partir de un momento, directamente dejaron de contestar a los mensajes de los enfurecidos seguidores, cada vez escritos con mayor (justa) ira por desaparecer de ese modo.

        El tortazo editorial de Edge no terminó aquí, llegó más lejos: iniciaron la publicación de dos sagas centradas en los universos de Lovecraft. Aguas sombrías y El señor de las tinieblas. Sacaron el primero de cada una y…adiós. Nunca más se supo. En EE.UU (los autores eran estadounidenses, Edge traía la traducción a España) las trilogías continuaron y terminaron como es normal, pero Edge abandonó el proyecto sin dar más explicaciones y sin avisar. Ni siquiera llegó a reconocer nunca que lo habían abandonado, imagino que para que les comprarán las existencias que les quedaban por ahí, y ante las preguntas de los fans de cuando pensaban sacar las continuaciones (porque hacía meses que en EE.UU ya estaban disponibles en inglés), prometían que pronto, que enseguida. Lo que nunca se cumplía. Actualmente, supongo que ya por vergüenza, han retirado los dos números del catálogo de su web. Pero los otros siguen apareciendo, figurando como “agotado” o “en reposición”, y así estarán hasta que Cthulhu despierte en su tumba acuática en R’yleh, supongo.

        De todos modos todo lo relacionado con Cthulhu parece estar sujeto a una maldición, casi siempre acaba desapareciendo, la editorial se va a pique, y los ejemplares se convierten en un tesoro buscado por las páginas de segunda mano por cientos de cultistas ávidos de secretos innombrables como yo.

        En resumen: es un libro que tienes que conseguir casi seguro de segunda mano (a no ser que te hagas con uno de los últimos originales que quedan, y que creo que están solo por Amazon), no quedarán muchos, y tiene una calidad relativa. Ninguno de los autores es famoso, yo no conocía ninguno. Si eres un frikazo de este universo, te valdrá, sobre todo si pescas uno de los de 9 euros. Si no te va este estilo o no has probado nunca los universos de Cthulhu, no empiezas por aquí, no merece la pena, empieza directamente por Lovecraft (los que cito en este artículo) o en su defecto por otras obras que iré reseñando aquí. No es para todos los públicos, algunos relatos se hacen pesados y cargantes, y al final, es más un objeto de colección, incluso una rareza, que un libro que vayas releer por placer.

        La calidad de la edición es respetable, tapa blanda con una ilustración chula que podía ser una imagen de El horror de Dunwich. Trece relatos, más el de Lovecraft, y un prólogo de página y media de Rubén Serrano que presenta la antología, sumando 333 paginas. La primera página tiene el clásico Símbolo Arcano más famoso, la versión de Derleth, que mantiene prisioneros a muchos Primigenios, y la segunda página una imagen como de grimorio antiguo con el año de edición (Anno Domini MMXVI, osea, 2016) en números romanos y tal. Detallitos chulis.



Símbolo Arcano de la primera pagina. 



Segunda pagina, maquetada en plan grimorio.


        PD: gran parte de lo que he dicho aquí vale para cualquiera de los otros cuatro libros, así que en sus reseñas correspondientes, lo copypasteare. 

 

Dunwich llama a los desquiciados. La locura germina en su tierra maldita y enraíza poderosa.

 

     

        Relación de relatos y autores/as:

        1. El horror de Dunwich, de Howard Phillips Lovecraft.

        2. Un poco de hospitalidad, de Roberto J. Rodríguez.

        3. La ciudad al borde del tiempo, de Francisco José Segovia Ramos.

        4. A dos millas de Dunwich, de Aitor Solar.

        5. No han sido suficientes, de Javier Martos Angulo.

        6. El regulador, de Juan Díaz Olmedo.

        7. Frutos del bosque, de Beatriz T. Sánchez.

        8. Hijo del umbral, de Julián Sánchez Caramazana.

        9. Retorno a Dunwich, de Pedro L. López.

        10. Inocencia (El país noche dentro), de Álvaro Aparicio.

        11. Dunwich, Inglaterra, de Rocío Tizón.

        12. Estirpe impía, de Oskar Maestu.

        13. Esperando a los dioses, de José María Tamparillas.

        14. Tras los pasos de Heinrich Schliemann, de Juan Ángel Laguna Edroso.

 

    Saga completa de los Mitos de Cthulhu publicados por la Edge Entertainment (no llevan ninguna linealidad, así que se pueden leer en cualquier orden):

        1. Los nuevos Mitos de Cthulhu. 2011.

        2. Las mil caras de Nyarlathotep. 2012.

        3. Donde reside el horror. 2014.

        4. Ritos de Dunwich. 2016.

        5. Adoradores de Cthulhu. 2017.










martes, 18 de mayo de 2021

EL EMPERADOR GOBLIN - KATHERINE ADDISON

 



        El emperador goblin, publicada en 2014, es una novela de fantasía steampunk con bastantes detalles que la hacen diferente de la mayoría de obras de fantasía que pueblan las estanterías. Su autora es Katherine Addison, seudónimo de la novelista Sarah Monette. Sarah Monette es una escritora que lleva en el mundillo desde los 12 años, especializada en novelas juveniles, y con algunos premios ya a sus espaldas, y con un doctorado en literatura inglesa, especialmente en los dramas del Renacimiento. Redactó su tesis sobre los fantasmas en el contexto de las tragedias de venganza renacentistas británicas. Monette no continuó con dramas tan complejos/clásicos en sus novelas, dedicándose al mundo juvenil y fantasioso, pero sin embargo es habitual que introduzca características steampunk, que entre otras cosas se inspira en la etapa del Renacimiento y en la era victoriana.

        No tengo muy claro porque Monette eligió publicar bajo un seudónimo, no he leído nada al respecto, pero intuyó que trataba de comprobar si seguía teniendo calidad como escritora sin prestar atención a su nombre, que ya está ensalzado. Si es por esto, se comprobó que sí que la sigue teniendo, ya que la novela tuvo en general críticas positivas y ganó el Premio Locus de 2015 a la mejor novela de Fantasía.

           La novela se ubica en las Tierras Elficas, que reciben el nombre tradicional de las Ethuveraz, una nación elfa gobernada por una rígida aristocracia y burocracia (a menudo juntándose en una especie de “aristocracia burocrática”) que tiene su sede en la Corte Untheileneise, un gigantesco palacio que funciona como una ciudad interna, cerrada y fortificada, en la capital élfica que la rodea, la ciudad de Cetho. Todo comienza cuando el archiduque Maia Drazhar (protagonista único y principal desde cuya perspectiva veremos desarrollarse toda la trama) recibe la noticia de que su padre y emperador, Su Serenidad Imperial Varenechibel IV, así como sus tres hermanos mayores, han muerto en el accidente que destruyó el dirigible (se mueven con dirigibles aéreos de helio) Sabiduría de Choharo. Con la muerte del Emperador y de todos aquellos que estaban por delante suya en la línea sucesoria, contra todo pronóstico Maia se convierte en el único e innegable (al menos en principio) heredero al trono imperial.



La Corte Untheileneise podía ser esto, una estructura gigantesca y steampunk que se le eleva por encima del resto de la ciudad. Fanart por Emma Beamon (fuente: Pinterest).


        Maia Drazhar no es un hijo cualquiera del Emperador, y esto no lo digo para bien. Nuestro protagonista es el fruto del matrimonio que unió a su padre con la princesa Chenelo, una princesa goblin (otra raza distinta y que es considerada por los estirados nobles elfos más o menos como lacayos), hija del gobernante de la nación goblin, con quien los elfos están obligados a mantener buenas relaciones para sostenerse como país más fuerte del territorio. Fue un matrimonio político sin amor, y poco después de nacer Maia, el Emperador, temeroso de tener un hijo mestizo y una esposa goblin deambulando por su Corte (hay un racismo muy fuerte), envió a ambos a un cómodo palacio en las regiones exteriores del país, donde el elfo-goblin fue criado por su madre. Vamos se los quitó de encima. Pero tras la trágica muerte de Chenelo, Maia se convirtió en un lastre político y sin una sola palabra de aliento al chico que acababa de perder a su madre, el rígido gobernante lo desterró a un viejo refugio de caza olvidado y perdido en medio de ninguna parte, el Edomenee, con solo dos criados y un preceptor. Para colmo, su preceptor es su primo lejano Setheris, un antiguo alto cargo del gobierno caído en desgracia, a quien también aprovecha para desterrar.

        Maia crece y alcanza la adolescencia en el Edomenee sin recibir ningún tipo de cariño ni amistad, y al contrario que sus hermanos mayores, tampoco se le otorga ni hay planeado para él ningún tipo de cargo político ni utilidad (a partir de cierta edad sus hermanos desempeñan funciones en el gobierno administrativo). A Maia se lo mantiene marginado y alejado. Setheris ejerce como preceptor de una forma despótica y maltratadora, ya que culpa a Maia de su destino en medio de la nada (pese a que el joven no tuvo nada que ver en el escándalo político que le destrozó la vida).

        Y ahora de pronto (página uno literalmente) recibe la noticia de que ha sido nombrado heredero imperial y debe presentarse en la Corte para ser coronado Emperador oficialmente. Para adelantarse a su arribista lord Canciller Uleris Chavar, y evitar que se haga con el control del gobierno (único buen consejo que le da Setheris), Maia se presenta a toda velocidad en la capital y empieza a labrarse su propio lugar en la capital, al tiempo que brega con la inmensamente complicada vida social cortesana, sus 40000 normas, y con todos los rigores de la coronación y otros requisitos que tiene por delante. De hecho, Maia se queda con el cargo porque lo considera su deber, y tampoco tiene mucha idea de cómo podría hacer para rechazarlo, pero no quiere el trono, pues desde el principio se da cuenta que ser Emperador es solitario.

 

Cuando abrió los ojos, miró a su alrededor en la fría oscuridad, en aquel pozo de silencio, bajo el peso de la roca y la soledad, y pensó «Esto es lo que es ser emperador».

 

          La autora desarrolla con mucha atención todos los vericuetos y diferentes aspectos referentes a las ceremonias de la Corte élfica, y sus distintas complejidades. Incluso hay unos apéndices al final del libro sobre cómo funcionan los sistemas de nombramiento, o una lista con todas las personas, dioses, rangos, edificios, ceremonias, etc. que van apareciendo a lo largo del libro. Y son un montón.

 

«No todos estarán contra ti», susurró para sí, pero temía que fuera una mentira.

 

          Pero Maia no se dedicará a las intrigas de corte y a manipular y espiar para hundir la vida a otros y hacer crecer su propio poder, como hiciera su propio padre, que aumentó su fuerza a través de una agresiva política de matrimonios (el propio emperador se casó con seis o siete mujeres, cada hombre puede casarse con varias mujeres). Maia busca su propio lugar y su forma de hacer las cosas, pero se niega a humillar a otros, o a destruir la vida de nadie. Es coronado como Su Serenidad Imperial Edrehasivar VII, y el mismo elige a su propio secretario, una de las primeras decisiones que toma: Csevet, el mismo emisario que le llevó al Edonomee el mensaje de la muerte de su padre y sus hermanos. Csevet en un principio era un agente que trabajaba para el lord Canciller Chavar, quien es un conspirador nato. Pero el sincero corazón de Maia y su falta de malicia pronto conmueven al joven ex-mensajero, y jura lealtad eterna al medio goblin.



Maia Drazhar, coronado como Edrehasivar VII. Fanart por Caitriona Maire MacDougall.


        Nuestro protagonista no sabe nada de la dureza de las conspiraciones y la vida política de la Corte Untheileneise, ha vivido toda su vida en el aislamiento, pero sin embargo si sabe moverse en la soledad, la tristeza y sabe tener paciencia, armas que usará para sobrevivir. Csevet le guiará por el complejo laberinto que supone la competitividad de ese mundo y sus intrigas palaciegas, y con su ayuda, como primer amigo, el medio goblin consigue no ser destruido por el racismo que rodea toda la sociedad élfica y que lo ha marcado por ser mestizo. Casi todo el mundo (sobre todo los poderosos, siempre cubiertos de avaricia) procura destruirle (por odio o por búsqueda de poder) o aprovecharse de su inexperiencia, pero Maia demuestra que puede crear su propia cámara de fieles entre las gente de a pie y los desposeídos. Sus gestos despreocupados, su humildad, su inocencia, sus intentos de ayudar, etc. enseguida le granjean muchos aliados entre la población, y de ahí pasa a ir reclutando aliados con los nobles menores.

       También crea una relación muy estrecha con sus cuatro nohecharis, sus guardaespaldas sagrados 24 horas, y esa relación es de lo mejor de la novela. Dos de los nohecharis son extraídos de las tropas de elite de la corte, y otros dos de los Athmaza, unos magos-monjes-eruditos, y siempre tiene que haber un mínimo de uno, y normalmente dos, de ellos con él, despierto. Incluso cuando el emperador duerme. Ser elegido uno de los nohecharis (hay dos primeros y dos segundos) se considera el más alto deber y honor que puede obtener tanto un soldado de elite como un Athmaza, pero al principio de su reinado esto peligra por la compleja situación en la que se encuentra este emperador: medio goblin, sin conocimiento de la vida cortesana, algo “garrulo” (en el sentido de que desconoce muchos aspectos formales), desconocido, etc. Pero al igual que con Csevet, les conquista enseguida, y sus nohecharis (incluido el rígido Beshelar, quien al principio juzga con dureza las maneras cercanas de su emperador) pasan a darse cuenta que lejos de ser un deshonor o infortunio, posiblemente estén sirviendo al emperador más digno desde hace siglos. Y estarán dispuestos no solo por deber, si no por convencimiento personal hacia la persona de Maia, a sacrificar su vida por él.



Maia (el moreno) con dos de sus nohecharis: Calla (el de gafas) y Beshelar. Fanart por Betteralready (fuente: Tumblr).


        Pero no todo será la actividad cercana de Maia, este también deberá aprender que, para algunas cosas, lamentablemente, y al menos al principio de su reinado, y como suele decirse, “la mujer del César no solo debe serlo, si no parecerlo”. Para muchos aspectos deberá seguir actuando bajo la fuerza de la apariencia sobria y lejana del Emperador de las Ethuveraz, aunque no le guste. Tampoco le quedará más remedio que aprender a moverse y elegir a sus aliados entre las altas esferas, pese al ansia de poder que controla todo allí.

 

No se puede evitar el cambio simplemente con desear que no ocurra.

 

        Al final, es una novela donde el 99% de la trama transcurre en el ambiente de la Corte, no se sale en ningún momento desde que llegan allí desde el exilio, al principio. Sabes que existe un mundo complejo fuera, compuesto por varias naciones, incluyendo la nación goblin, pero todo sucede en el ambiente cortesano. Tampoco hay acción, pero si que puede detectarse una enorme tensión por todas las conspiraciones internas que puedes ver moverse. Maia vive los primeros tiempos de su reinado rodeado de estos conflictos, y descubre que quizá haya una intriga más profunda de lo que cree, y más antigua, dirigida por personas a quienes no les importa a quien tengan que matar con tal de conseguir aquello que creen que les pertenece. Y quizá tenga enemigos muy cerca, mucho más de lo que imagina. Sea como sea, Maia, Edrehasivar VII, esta destinado a ser aquel que construya los puentes entre los elfos y los goblins, desde su posición como Emperador, o a morir en el intento. Y esta será la prueba mas dura por la que tenga que atravesar. 


Detalle de la portada de la edición original. El joven goblin con cara de inseguro recién coronado, representando la corona la propia Corte.


        La novela es muy detallista y aunque no tiene acción, es bastante entretenida. Se lee a un ritmo pausado, no excesivamente veloz, pero las formas de este chico tan cálido y amable de enfrentar una sociedad tan fría, altanera y arribista son, cuanto menos, interesantes. Este ritmo pausado hace, sobre todo para lectores que estamos más acostumbrados a libros más dinámicos, que pierda algo de gas en algunos puntos, deseas que pase algo más… activo. Pero aun así es muy apreciable, quizá no sea la excelencia hecha libro, pero tiene momentos preciosos y otros bastante desgarradores.

        Uno de los puntazos es como la autora alimenta la dualidad entre Maia, ese joven amable y cercano, cálido, sensible, etc. y Su Serenidad Imperial Edrehasivar VII, Emperador de las Ethuveraz, casi un semidiós por derecho imperial, quien debe mostrarse…pues como un emperador. Alejado, frio, distante. Puedes ver esta dualidad incluso cuando habla.

        La novela habla de racismo a través de las situaciones a las que se enfrentan los goblins y los mestizos en la nación elfa, situación que alcanza un punto explosivo con el hecho de que el nuevo emperador es también mestizo. También se habla mucho de la discriminatoria situación de las mujeres en esa sociedad, relegadas casi a meros objetos de cambio para pactos matrimoniales de poder. Es muy interesante como a lo largo de la novela aparecen diversas mujeres poderosas que no están dispuestas a aceptar su posición como trofeos, madres, o esposas decorativas. Algunas le odiarán, y otras aprenderán a apreciarle como un poderoso aliado, ya que el nuevo Emperador se niega a tratarles como instrumentos políticos.

        Todo el libro supone un viaje de Maia por reafirmarse a sí mismo, negándose a dejar que ese mundo lo cambie y lo transforme a alguien distinto a quien es, y es más, el propio Maia, con su idealismo, está dispuesto a cambiar todo el racismo, la frialdad, el clasismo, el odio, y el machismo, de la Corte y de su nación. La personalidad de Maia esta muy bien desarrollada, y es la principal, pero no la única: destacan la lealtad de aquellos a quienes se va ligando, y, sobre todo, las múltiples facetas de las diferentes mujeres de la Corte que entran en su vida. 

        Uno de los principales fallos, por otro lado, aparte de la anteriormente citada “ligera pérdida de gas”, es que los detalles steampunk son puramente circunstanciales. Se citan un par de veces, y ya, no vuelven a aparecer en toda la novela. Las características de fantasía, o las propias razas, elfos y goblins, lo mismo. Sabemos que son elfos y goblins por que lo dicen, pero quitando una menor valoración social de los goblins y su tendencia técnica y mecánica, y un considerable supremacismo racial élfico y las tendencias clasistas de estos, no hay mucho mas de las razas, ni importa que sean élficos o goblins. Podía ser una dualidad de negros y blancos perfectamente, por poner un ejemplo cualquiera. Además, pese a que es la idea de la novela, mostrarte todo desde la cúpula de la Corte y desde la solitaria y a menudo aislada posición del Emperador, no puede evitar echarse de menos algo mas de contexto respecto a la magia, el mundo, etc. 

       Aun así es una interesante novela juvenil inscrita dentro del género de intrigas palaciegas. Cualquier persona amante de la fantasía desde los 14 o 15 años podrá apreciar la compleja red de mentiras en la que Maia acaba inmerso, y su peculiar manera de sobrevivir. 

          En España se ha publicado por una maja edición de Alethé, con una portada diseñada por Libertad Delgado (Liber Libélula) que es una gozada (ver la primera foto).





lunes, 10 de mayo de 2021

LAS FLORES DEL MAL - CHARLES BAUDELAIRE

    


        Las flores del mal es un poemario de 317 páginas escrito por Charles Baudelaire, publicado por primera vez en 1857 (en una edición que constó de 1300 ejemplares). Seis de sus poemas fueron prohibidos por inmorales y retirados en su segunda edición de 1861, y se añadieron treinta nuevos, y en 1949 se levantó la prohibición sobre los seis anteriores. Las ediciones a partir de entonces cuentan con todos los poemas de todas las ediciones, prohibidos incluidos, sumando un total de 158 poemas.

        Baudelaire fue poeta francés que nació en 1821 y murió en 1867, las dos en París. Estudió derecho en un curso popular en el Lycée Louis-le-Grand de París, época en la que comenzó a salir habitualmente por zonas de bares, beber, y frecuentar prostitutas, y probablemente contrajo gonorrea y sífilis. Se hizo conocido en los círculos sociales parisinos como un dandy debido a sus hábitos disolutos y a su ligereza con el dinero, que entre otras cosas, poseía por una herencia (que dilapidó a bastante velocidad). Acostumbraba a mudarse de casa a menudo para huir de sus acreedores. Mantuvo relaciones con bastantes mujeres (mas las prostitutas), entre otras la cortesana Apollonie Sabatier y las actrices Jeanne Duval y Marie Daubrun, ganándose fama de libertino. Su mala vida y sus enfermedades,  su mala salud, su depresión y estrés, y su economía empobrecida, le acabaron pasando factura, a lo que se sumó una racha de fumar opio hacia el final de su vida, y en 1866 sufrió un derrame cerebral masivo, seguido de una parálisis. Tras un año de afasia murió en 1867.



Charles Baudelaire.


        Baudelaire tuvo una producción muy irregular, y este poemario se considera su opera magna. Además de su poesía, realizó traducciones al francés de varios autores anglosajones famosos, como Edgar Allan Poe (con quien se sentía muy hermanado por la oscuridad de sus estilos y las depresiones y alcoholismo que consumieron a ambos) o Thomas de Quincey (otro conocido divagador bajo influencia de alcohol y drogas).  

        El estilo de Baudelaire, que se refleja especialmente en Las flores del mal, es conocido como la poesía condenada. Los poetas condenados fueron públicamente rechazados y juzgados por ultraje a la moral pública y a la fe cristiana, repudiados e incomprendidos por la sociedad y murieron con más pena que gloria. Pertenece al movimiento decadentista, que seguía la ideología estética de exceso y artificialidad. El movimiento se caracterizó por el autodisgusto, la enfermedad del mundo, el escepticismo general, el deleite en la perversión y el empleo del humor crudo y la creencia en la superioridad de la creatividad humana sobre la lógica y el mundo natural. 

 


Ilustración para Las flores del mal, obra de Carlos Schwabe.


Al poeta siniestro, terror de los hogares,

favorito del diablo, cortesano sin más,

le ofrecen una cama tumbas y lupanares

donde el remordimiento no ha dormido jamás.

 

        En Las flores del mal los poemas tratan temas relacionados con la decadencia y el erotismo, centrándose particularmente en el sufrimiento y su relación con el pecado original, el disgusto hacia el mal y hacia uno mismo, la obsesión por la muerte y la aspiración hacia un mundo ideal. Está dividido en un total de ocho partes: Spleen e ideal, Cuadros parisienses, El vino, Las flores del mal, Rebelión, La muerte, Suplemento a “Las flores del mal” y  Los despojos. Gran parte de los poemas hablan sobre la idealización del concepto de la revolución, usando la figura del Diablo como revolucionario original, el primero que se levantó contra una autoridad decadente y corrupta. Baudelaire se complace en escandalizar a aquellos que considera lo bastante obtusos para no comprenderle.

 

El amor se ha sentado en el cráneo

de la humanidad.

 

        Esta obra y este poeta tuvieron una gran influencia en autores de la talla de Arthur Rimbaud y Marcel Proust, quienes calificaron a Baudelaire de “dios de la poesía” y le citaron como uno de los poetas más importante del siglo XIX.

        Carlos Schwabe, un pintor simbolista suizo-alemán, realizó unas conocidas ilustraciones inspiradas en varios de los poemas.

        Las flores del mal supuso un considerable empuje para la literatura, narrativa y poesía gótica, que nació a finales del siglo XVIII.  También fue una potente influencia en el desarrollo de la subcultura gótica moderna, e incluso ha sido utilizado en bandas de heavy metal. Particularmente, dado que no me gusta mucho la poesía, no me lo he leído especialmente rápido, pero las metáforas y lenguaje utilizado son bastante elegantes e interesantes, y usa expresiones muy bellas. Dentro de lo perteneciente al mundo gótico, es bastante imprescindible, al menos si se desea profundizar y retrotraerse a los orígenes.



Otra ilustración de Carlos Schwabe.








BALADA DE PÁJAROS CANTORES Y SERPIENTES - SUZANNE COLLINS

          Tras 10 años de parón, la autora de Los Juegos del Hambre ha sacado esta precuela de su saga: Balada de pájaros cantores y serpien...