1. Sangre. 688 pags.
2. Carne. 608 pags.
Uno de los mayores bombazos que
he leído en mi vida, esto sí que es atrevido de cojones. Verdaderamente este
autor se rajó el estómago y se sacó sus propias tripas para plasmarlas en La saga de la Ciudad. Una combinación truculentisima de Neil Gaiman y su estilo onírico a la
par que mítico, utilizando dioses y figuras de leyenda como personajes, y Clive
Barker, con su terror cárnico y su filosofía de la Nueva Carne. Una brutal fusión de American
Gods (2001) y Coraline (2002) con
los Libros de Sangre (1984) y El corazón condenado (1986) (la obra que
inspiró la conocida película Hellraiser
y su saga de secuelas). No es una saga apta para estómagos débiles, porque si
algo abunda es el gore y la violencia explícita.
Esta saga se mueve entre la fantasía
oscura y urbana, y el terror, y podremos observar diferentes tipos de magia y
creencias: neopaganismo, wicca, tarot, magia clásica de leyes, e incluso ásatrú
(una neo-religión vikinga, practicada en pequeños círculos actualmente), seres
ancestrales de distinto poder compitiendo entre ellos…. Pero sobretodo una
verdadera ola de sangre, violencia, barbarie.
Los libros se ubican en una
ciudad cuyo nombre no conocemos ni llegamos nunca a conocer (y esto tiene una
explicación) y que más adelante será conocida únicamente como la Ciudad. En
esta ciudad se dan cita poderes y fuerzas que llevan siglos y milenios
esperando su momento a penetrar en nuestra realidad y hacerse con el control,
pero lo más importante, lo que lo desencadena todo, no es ninguna de estas
fuerzas. Es una intervención humana. Casi un desliz, un fallo en el entramado
de la realidad. Alguien, un humano sencillo, trastornado por un desequilibrio
del sueño y obsesionado por sus pesadillas, comienza a estudiar la mitología de
estas, descubriendo que más allá de nuestro plano existe un plano donde habitan los malos sueños. Un plano, llamado el Reino, donde se dan forma nuestros
miedos y nuestras depravaciones, gobernado por unos poderosos Señores, y por
encima de ellos, la reina Mab, dueña y emperatriz de las pesadillas. Y en su
trastorno, descubre un método de dar muerte a la reina y a su Dragón…o casi.
Sin prestar atención a las nefastas consecuencias que este acto puede acarrear.
¿Parece esto la novela? PUES NO. Esto no son más que las primeras dos páginas del prólogo, así es como comienza todo. A partir de este hecho, muchas fuerzas comienzan a ponerse en movimiento, pues la cascada de acontecimientos ya no puede detenerse. En una fría morgue en algún lugar perdido, un Cazador, que no recuerda nada de su pasado ni quien es, ha despertado de la muerte. Solo sabe su nombre, Ivo Lain, y que tiene una presa. No sabe quién es su presa, no sabe porque tiene que atraparla, pero perseguirá a ese ser hasta donde haga falta, y no existe fuerza en el mundo capaz de detenerlo, ya que las armas no son capaces de herirle, ni es posible desviarle de su camino. Es un puto Lobezno de pesadilla, cazador perfecto, se regenera, sin memoria, invulnerable. Personajes con percepción aumentada que se cruzarán en su camino detectan que Ivo es mucho más que un asesino amnésico, que yace en él un poder ancestral.
No era humano. Tal vez lo había sido, pero ya no lo era.
Mientras tanto, en lo alto de una
azotea Frank R. Schiolla aguarda su momento, reducido a la mendicidad. Antaño
un alto ejecutivo de una empresa de seguros, comenzó a establecer pactos con
unos poderes oscuros y antiguos, ahora debilitados tras siglos sin apenas
adoradores: los Arcontes. Unas sombras malignas deseosas de consumir toda vida
posible. Su magia es sencilla: a cambio de la sangre y la carne de seres vivos,
de su sacrificio, ellos te concedían deseos y poderes. A través de unas artes
tan repulsivas, Frank había llegado lejos en su empresa, para después perderlo
todo, y ahora esperaba su momento para servir a sus oscuros amos en un
estallido grandioso, un servicio tan grande que lo convirtiera en el rey del
mundo. Y ese momento, contra todo pronóstico, está más cerca que nunca, pues
Frank está destinado a ser el agente de los Arcontes en los acontecimientos
venideros, su hilo de unión con el mundo para enfrentarse a potencias que están
manifestándose.
Una sombra de algo mucho mas oscuro y antiguo que cualquier cosa que pudiera imaginar. Era un reflejo de la oscuridad que había antes de que nadie pudiese concebir siquiera la existencia de la luz.
No sé lo que son los Arcontes, pero no están vivos.
Y finalmente: Sombra, un joven
mago pelirrojo irlandés, hijo de una wiccana neopagana y un mago inglés, que aúna
en su persona las fuerzas de ambas escuelas. Una combinación poderosa y
peligrosa, aunque Sombra nunca ha sido un hombre deseoso de inmiscuirse en
asuntos peligrosos, y prefiere vivir apartado, regentando un pequeño negocio
extraoficial de proporcionar servicios y baratijas encantadas a gente local.
Sombra es uno de los primeros en darse cuenta de que algo ha cambiado, y que
toda la ciudad, puede que el mundo, acaba de verse inmerso en una peligrosa
partida que llevaba varios miles de años postergándose.
La primera de las grandes
explosiones del libro se produce cuando, en el Reino, ante la amenaza de su
reina y su Dragón y guardián, muertos (o casi), y los peligrosos ataques de los
Arcontes, que pretenden hacerse con el control del Reino ahora que Mab y su Dragón
no pueden protegerlo, los Señores deciden cerrar las Puertas. A partir de este
momento las personas no pueden entrar una vez dormidas en el Reino y dar forma
a sus pesadillas, descargando así su tensión, para luego salir al despertar. Así
que las pesadillas comienzan a manifestarse en nuestro mundo, con una ola de
salvajismo sin parangón. La gente comienza a hacer todo aquello que oscuramente
desea, muertes muy imaginativas, decapitaciones, cabezas trituradas,
canibalismo, de todo. La peña pone en práctica sus pesadillas vamos, su oscuridad
oculta. Torturadores y victimas por todas partes. Es tenebroso de flipar. El
autor se explaya contándonos todo esto, a través de protagonistas menores,
muchos de ellos mueren durante sus capítulos de formas brutales. Podemos
contemplar así toda la brutal pesadilla en que se convierte el planeta.
Era como si estuviese descendiendo una pesadilla. Con sus propias normas. Con sus propios señores.
Sombra consigue mantenerse
aislado de la influencia de esta carnicería, gracias a sus poderes, pero apenas
consigue ser algo más que un observador. Mientras tanto, Ivo continúa su
cacería, que tiene un papel crucial en todo esto, y Frank trata de cumplir la
peligrosa misión que sus siniestros señores le han encomendado.
Tras estos y otros
acontecimientos, prácticamente a la mitad del primer libro, entramos en el
verdadero turrón de la saga, donde esta vez sí tenemos como protagonista
principal a Sombra. El Reino está a salvo, las Puertas han sido abiertas de
nuevo, y el equilibrio restaurado…o eso parece. En realidad, Sombra descubre
que la ciudad en la que vivía, cuyo nombre no puede recordar (solo se le llama
la Ciudad), ha sido literalmente arrancada de la realidad terrestre por algún
tipo de fuerza oscura, y arrojada a algún otro plano. Esta ciudad parece la
misma…pero al mismo tiempo no lo es. Todo es demasiado normal, no hay rastros
de la destrucción que horas antes arrasó el mundo, nadie parece recordarlo, y
la gente es… anodina. Viven como autómatas, haciendo sus vidas, sin plantearse
nada. Además no es posible salir del radio limitado de esa población, llegado a
un punto simplemente no puedes andar más. Y tras las bambalinas, un hombre
conocido como el Rey del Mundo controla todo los hilos de esa, su Ciudad. ¿Quién
les ha atrapado como hámsters en una rueda, en su jaula, y porque? ¿Quién ha
puesto al autoproclamado Rey del Mundo en el trono? ¿A qué oscura necesidad
responde esta siniestra magia, esa ciudad-cárcel, de la que solo Sombra es
consciente?
Un hambre insaciable, una sed inmensa, un vacío que nunca podría ser llenado, pero que quería, deseaba, exigía siempre lo mismo: carne, sangre, vida.
Y aquí no acaba todo… a través de unas bocas de metro secretas, es posible llegar a una zona oculta de la Ciudad: las Casas de la Carne, una especie de versión siniestra de la Isla de los Juegos de Pinocho, donde puedes cumplir cualquier fantasía, si pagas el precio. Y el precio se paga en sangre y carne. Juegos mortales, violaciones, comerte a alguien, sodomía, matar lentamente… Lo que quieras. Y Juan Cuadra Pérez es muy imaginativo a la hora de describir estas torturas y muertes. En este lugar de dolor hay dos clases de personas: visitantes (intocables) y carne (puedes hacer con ellos LO QUE QUIERAS, y pertenecen a la personas que los han traído, que también pueden usarlos para venderlos, por partes si quieren, a cambio de otros servicios). Sombra descubre que los visitantes son gente de nuestro plano que de alguna manera han pactado con los siniestros gobernantes de la Ciudad para entrar, y se han traído su propia carne con la que comerciar... y divertirse. Las Casas de la Carne son contraladas por los Amos, tres personas cuya voluntad y palabras es la ley: El Señor de las Casas, la Loba y el Constructor.
Horrorizado por todo esto, por la
depravación que contempla en las Casas, por estar metido en una siniestra rueda
a merced de alguna entidad maligna, Sombra decide hacer aquello que nunca ha
querido hacer: salvar el puto mundo. Permanece escondido en la Ciudad mientras
realiza sus arduas investigaciones, hace pruebas, pasea por las Casas, y trata
de averiguar todo lo posible sobre lo que está pasando y urde estrategias para
destruir ese entramado mágico en el que están todos atrapados, antes de que
cumpla su oscuro objetivo, sea cual sea. Y todo ello lo hará mientras se
preocupa de evitar a los sicarios del Rey del Mundo.
La Ciudad era una abominación mortal, y había que destruirla.
Juan Cuadra Pérez nos cuenta una historia sórdida y violenta, descarnada y brutal, donde podemos contemplar lo más sucio de la humanidad. Los deseos y aficiones mas perversas que se esconden tras la fachada de civismo y moralidad de la humanidad. Si puedes ejercer todo el dolor que quieras, si puedes hacer con otra persona lo que quieras, ¿hasta dónde serias capaz de llegar? Es un libro absolutamente gráfico, de una violencia arrolladora: describe con todo detalle verdaderas carnicerías, salvajadas, etc. Y aun así, posee un fuerte efecto estético (si te mola el gore, claro). Es muy Clive Barker y sus Libros de sangre (y casi cualquier otra obra suya), quien es de hecho una de las principales inspiraciones del autor. Casi parece que Juan Cuadra ha traído a nuestro mundo el plano de los cenobitas, el universo de dolor y placer sin limites de donde viene Pinhead, que vemos en El corazón condenado (Hellraiser).
Frente a él, en el corazón del caos, bajo la marea de deseos e impulsos, alguien estaba llevando a cabo un plan, un plan que no era suyo sino de poderes antiguos y siniestros a los que nada importa la vida. Para los cuales la vida era alimento.
Al mismo tiempo, tiene un ritmo
tremendamente ágil, es muy entretenido, absorbente, etc. Las primeras páginas
descolocan un poco hasta que te enteras de que es lo que está pasando, pero
enseguida coges el ritmo. Algunos personajes son súper guays, como Sombra, su
colega Lucian, o los Señores del Reino. También tienen personajes que dan un
ascazo tremendo, empezando por el propio Frank R. Schiolla. Es repugnante, un
baboso patético que trata de conseguir poder a través de otras entidades, los
Arcontes, porque evidentemente el no vale nada. Su personaje está claramente
inspirado en Shadwell, el Vendedor, personaje de otra obra de Clive Barker, Sortilegio (1987). Hay más referencias a
esta novela en La saga de la Ciudad,
como el acento onírico, el mundo dentro de otro mundo, etc.
También es posible apreciar una
fuerte fantasía mítica, con la intervención de seres feéricos, o el propio
Reino, el hogar de las pesadillas. El autor construye este mundo no a través de
la mención de dioses, como podrían ser Tánatos o Morfeo, sino a través de unos
Señores que constituyen los arquetipos jungianos del horror en sí mismos. La
Oscuridad, la Cazadora, la Bestia, el Laberinto. Ese sentimiento de brutalidad
oculto en nuestro subconsciente, ese temor perpetuo o algo que no podemos
discernir, etc.
Es una saga que se compone únicamente
de dos libros, pero aviso, no es precisamente corta. Cada libro tiene 600 y
pico páginas y están escritos a letra bastante pequeña. Es una historia
bastante larga… lo que mola, ya que el autor recurre a un mecanismo de
narración muy preciso, trata de contarte la historia desde la perspectiva de
muchos personajes distintos (muchos de ellos mueren a la primera de cambio, y
entre terribles sufrimientos, otros, contra todo pronóstico, aguantan más de lo
que parecería), y mostrarte esa jodida ciudad en toda la profundidad que puede.
Esa sanguinaria guerra anárquica de todos contra todos, instinto oscuro contra
deseo perverso, desatada cuando las Puertas se cierran, con Ivo tratando de
cazar a su presa y Sombra buscando descubrir que ostias está pasando en su
mundo y porque. Las Casas de la Carne, con su economía sanguinaria y brutal, y
aquellos que logran medrar o simplemente sobrevivir entre sus calles. Los Amos
de las Casas, y las pasiones que ocultan tras su privilegiada posición. Las
perversiones del cabronazo de Schiolla, quizá el más asqueroso de toda la saga,
no por ser el más enfermo, sino por la combinación de cobardía y crueldad
gratuita.
Violencia. Gore. Lenguaje malsonante. Acción. Magia (rúnica,
natural, de sangre, ritual, onírica, e incluso cibermagia). Sangre y carne.
Sexo. Pesadillas. Oscuras del copón. Esos son los componentes de La saga de la Ciudad. En mi opinión muy
merecedora de ser leída, en primer lugar porque el autor no se calla nada. Si
un personaje tiene que morir colgando de sus tripas de un gancho en el techo,
lo hace. Si tiene que contarte la escena, lo hace. Los protas, gente como
Sombra o Lucian, no dejan de ser supervivientes natos, y si tienen que matar,
lo harán, y si tiene que hacerlo a lo bestia, lo harán, y si tienen que ser un
poco cabrones para vencer… bueno, pues dale. No se puede hacer una tortilla sin
romper los huevos, como diría cualquier fan del grimdark, y eso tiene en común
con estas novelas. Además no es gore por gore, es imaginativo, original,
incluso épico en ciertas escenas, y muy interesante. Vaya, incluso hay
personajes LGTBI. Muchos de sus componentes también pertenecen al Género Bizarro, al igual que obras como El almuerzo desnudo o Morder el bordillo.
Hay quien la ha criticado por su
violencia explícita, su capacidad de mostrarte escenas muy chungas de forma
muy gráfica. No estoy de acuerdo. Una novela con estas premisas sin violencia explícita…
es una cagada, no tiene sentido. Es tratar de vender con la premisa pero luego
no tener los arrestos de sacar lo que has prometido. Nadie se imagina una
premisa como Crepúsculo sin
recargarla de amor y azúcar ¿verdad? A
fin de cuentas es lo que ha prometido. Pues aquí igual, aunque esta violencia este peor vista. Y ello no quiere decir que los consumidores seamos violentos, yo soy pacifista: el terror, el gore, etc. solo son mecanismos para conducir una historia y pueden estar mal o bien usados. Ahora bien, tiene que
molarte, ten claro lo que compras. Una vez entres en la Ciudad, ya no podrás
salir.
Realmente la saga se compone de
cuatro novelas: El libro de Ivo, El libro
de Sombra, El libro de Lucian y El
libro de Siiri, y empezaron siendo publicados por Fantascy en unas
ediciones bastante bdah. No acabó de publicarlos (no entiendo estas cosas que hace Fantascy) y fueron adquiridos por Insólita Editorial, una casa que suele vender libros que tratan de ser distintos, y
acumulados en dos tomos: Sangre y Carne, cada uno a 19€ (me parece un
chollazo). Son unas ediciones chulas, en mi opinión trasmiten ese punto de
misterio, magia, pesadillas, sangre, oscuridad, etc.
Portadas de las ediciones de Insólita Editorial de La saga de la Ciudad.
Su autor, Juan Cuadra Pérez es malagueño, Filólogo Hispánico y profesor de Lengua en institutos, traductor, y rolero y friki de corazón parece (sale con camisetas de Pinhead y todo). Antaño tenía una web (la cotillee en su momento hace tiempo), pero ahora esta caída no sé porque. No parece tener más libros aparte de estos, aunque no me importaría leer alguno más.