Se trata de una obra publicada en
1971, de la mano del conocido escritor de terror Richard Matheson, uno de los
maestros de Stephen King. De hecho, el propio King citó a La Casa Infernal como una de las mayores obras de terror de nuestro
tiempo, y el más espeluznante libro sobre casas encantadas jamás escrito.
Junto con La maldición de Hill House
(1959) de Shirley Jackson, inspiró la novela El Resplandor.
Richard Matheson (1926-2013) fue
un renombrado autor y guionista estadounidense de terror y ciencia ficción,
conocido especialmente por sus novelas Soy
leyenda (1954), El hombre menguante
(1956), La Casa Infernal (1971), etc.
Y también por una gran cantidad de relatos. Gran parte de sus obras se adaptaron al cine. Pese a estar especializado en terror, y es donde mas ha influido, también llegó a publicar alguna novela bélica, un par de libros de fantasía, e incluso algunos westerns (es especialmente famoso su Diario de los años del plomo, de 1991, basado en la historia de Wild Bill Hickok). Matheson se formó como periodista y
sirvió en el ejército estadounidense en Europa durante la Segunda Guerra
Mundial, y a su regreso se dedicó profesionalmente a la escritura. Además de
escribir y trabajar en la adaptación cinematográfica de algunos de sus libros,
fue el guionista de una docena de episodios de la famosa serie La dimensión desconocida o The Twilight Zone (1959-1964), y trabajó
en otras series (incluso escribió un episodio de Star Trek), programas y/o películas. Se le considera uno de los autores
más influyentes del S.XX: su concepción de los zombies en Soy leyenda inspiró a George A. Romero para crear sus propios zombies en la famosa película La noche de los muertos vivientes (1968),
y su enfoque del terror y lo sobrenatural desde una perspectiva a veces científica
(como en esta misma novela) fue inspirador para grandes novelas como El exorcista (1971) o La semilla del Diablo
(Rosemary’s Baby) (1967). Es por tanto uno de los grandes iniciadores del
género del terror moderno, tal y como lo entendemos hoy en día. Murió a los 87
años, en 2013, en California.
Esta novela comienza cuando el
doctor en Física Lionel Barrett (un conocido parapsicólogo y estudioso científico
de las energías psíquicas y los efectos paranormales) es contratado por Rolf
Rudolph Deutsch para dirigir un equipo de psíquicos (médiums) con el objetivo
de averiguar la respuesta a una de las preguntas primordiales que el hombre
siempre se ha hecho: ¿existe la vida después de la muerte? Deutsch es un
multimillonario terminal (y pese a lo poco que sale, bastante siniestro por
cierto), apenas le queda nada de vida, y esta dispuesto a pagar la fortuna que
sea necesaria para averiguar si tras ese valle de agonía en el que vive, existe
algo más. Para encontrar esa respuesta ha contratado a Barrett y a dos médiums,
les ha concedido un plazo de siete días además de una gigantesca suma de dinero
a cada uno, y les ha enviado al lugar más siniestro que quepa imaginar, el único lugar
donde la respuesta puede alcanzarse con total seguridad: la casa Belasco,
conocida como la Casa Infernal.
Ante ellos se alzaba, en medio de la niebla, el inmenso e impresionante
espectro de una casa.
La Casa Infernal se trata del
Everest de las casas encantadas, la que jamás ha sido conquistada, las más
peligrosa, la que ha matado en total a probablemente alrededor de un centenar
de personas, incluyendo a otras dos expediciones científicas anteriores a la de
Barrett, integradas por médiums y científicos. Solo una persona ha salido viva
de aquel lugar, Benjamín Fischer, un médium físico, en la expedición de 1940, y
este es uno de los otros dos integrantes de su actual grupo. La segunda es
Florence Tanner, una médium mental con su propia Iglesia, toda una creyente
nata en las fuerzas del Bien, y en el espiritismo. Por el contrario, el doctor
Barrett no cree en la supervivencia de las inteligencias tras la muerte, ni en
los fantasmas, cree que todos los fenómenos paranormales son formados por
residuos electromagnéticos dejados por personas vivas, así como por la
combinación de estos con las energías emanadas por los llamados médiums. Todo
es electromagnetismo y cosas de este estilo. Finalmente, hay una cuarta integrante
del grupo, Edith, la esposa del doctor Barrett, que se niega a dejar solo a su
marido en esta peligrosa empresa.
La Casa Infernal cumple
totalmente como centro de la trama: una mansión GIGANTE, casi grotesca en su
opulencia, que habla a gritos de la egomanía de su propietario, y absolutamente
aislada de toda vida. Enclavada en el estado de Maine (ese que tanto ama King)
en medio de una zona donde siempre hay niebla, solo puede accederse a ella en
coche, y no hay nada vivo alrededor. Sus ventanas fueron tapiadas para que nadie
viera lo que ocurría dentro. Contiene incluso una siniestra capilla con un
Jesucristo en la cruz donde destaca un gigantesco falo erecto entre sus
piernas, y escenas pornográficas y de fornicación por todos los murales.
Profanación de lo sagrado. La casa se convierte en un personaje más, tiene
personalidad propia, y los protagonistas se verán arrojados a una enconada
lucha contra este enorme ente de ladrillo, yeso y madera, que por todos los
medios tratará de destruirles. Casi como un ser vivo.
Al cruzar el vestíbulo de entrada, tuvo la sensación de que la casa
estaba devorándole vivo.
La casa trato de matarme. Y casi lo consigue.
Por otro lado, cuanto más
descubren sobre su propietario y constructor, el millonario misterioso Emeric Belasco, más ominosa
resulta su presencia, que se mezcla con la de la casa. Una presencia constante,
omnipresente pese a estar ausente, siempre parece vigilar; y omnipotente, dado
que cuanto ocurre parece obra del temible Belasco. Un hombre que en vida fue
descrito como un genio maligno, un estudioso de todas las formas y posibilidades
del mal mismo, que construyó esa casa para atraer a ella a todas las personas
posibles (y cuanto más inocentes, mejor), antes de lanzarles a la dieta del
exceso, la barbarie, la degradación. Una mansión pensada como templo a la
maldad y como laboratorio de la perversión, donde poder observar a su ganado corrompiéndose.
Torturas, orgías, violaciones, necrofilia, canibalismo, ritualismo vudú y satánico, asesinato,
amputación, cualquier droga posible….esas eran las practicas diarias. Tras unos años depravaciones sin limite y diversas muertes, todos los entonces moradores de la casa fueron encontrados un día muertos, varias docenas de personas. Menos el propio Belasco, que jamás apareció. Desde entonces, toda persona que intento entrar en la casa con fines de investigación murió en extrañas circunstancias antes de poder salir.
Emeric Belasco es un personaje
que pese a ser omnisciente, es apasionante, en su misterio. Mas omnisciente resulta aún si tenemos en cuenta que su cadaver jamás se halló. y hay quien dice que sigue vivo y vigilante. Un Satán moderno,
pensador y maligno al mismo tiempo, un filósofo del vicio y el dolor. Junto a
la casa, cumple muy bien como villano.
Su mente pudo haber sido aberrante, pero al mismo tiempo era brillante.
Era un almacén, una central de energía. Un osario de fantasías.
Estas son las presencias a las
que deberán enfrentarse los protas, y desde el principio surgirán diferencias
entre ellos. Florence Tanner y el doctor Barrett enfrentados por sus diferentes
disciplinas. Barret tratando de alcanzar una respuesta científica mientras prepara
su as en la manga, un dispositivo que afirma que cuando tenga listo podrá
destruir toda la energía negativa acumulada en la mansión. Tanner investigando
la raíz de la maldición del lugar, tratando de averiguar la verdad sobre qué ata a las almas a ese edificio condenado, y la historia sobre Daniel Belasco,
el misterioso hijo secreto de Emeric Belasco. Por otro lado, Fischer, quien ya
se enfrentó en el pasado a la casa y a Belasco, sabe lo peligrosa que es, y
elige actuar con cuidado y protegerse tras una coraza psíquica, impidiéndole acceder,
esperando su momento. Esta dispuesto a todo para destruirla, en venganza por lo
que atravesó allí en 1940, pero piensa esperar su momento, paciente.
Finalmente, Edith se verá obligada a intentar ayudar en lo que pueda a su
marido mientras procura no ceder a la presión monumental a la que la casa les
somete, y es empujada a averiguar algunas confusas verdades sobre sí misma.
La tensión crece página a página
mientras se suceden los efectos paranormales, y los miembros del grupo están cada
vez más dañados física y mentalmente, y sus convicciones se verán vistas a
prueba. Es muy probable que no todos salgan vivos de ese lugar infernal.
Me siento como si me encontrará de pie en el centro de un laberinto, de
una complicación tan inconmensurable que la perspectiva de salir de él…sin
embargo, saldremos.
La novela funciona y está bien
estructurada. El ambiente reconcentrado en esa casa malvada, con las ventanas
tapiadas, y cubierto de un paraje de niebla cerrada que no deja pasar la luz,
es adecuadamente agobiante, oscuro, siniestro. Un caldo de cultivo enfermo de
fantasmas y fenómenos grotescos, perversiones y brutalidad, que poco a poco va
destruyendo el ánimo y las mentes de los protagonistas. A lo largo de la
novela, distintos personajes desarrollan hipersexualidad a causa de posesiones
o del ambiente de la casa, periodos sonámbulos, y ataques de ira. El lenguaje
generalmente es correcto, muy propio de una novela escrita en los 70, pero en
los momentos determinados no le tiembla la mano a la hora de utilizar lenguaje
obsceno y escenas sexualmente explicitas (como en esos episodios
hipersexuales).
Siendo sinceros: creo que me ha
gustado más que El Resplandor. Y eso
que son muy parecidas (no por nada la novela de King se inspira en esta). Sitúa a la misma Casa Infernal como una
criatura con personalidad propia, un enemigo consciente e inteligente, como
King lo hace más tarde con el Hotel Overlook. Ambos son edificios con una
naturaleza de multiencantamiento: hay muchas presencias viviendo en ellos, no
una sola, ambos contaminan las mentes de sus moradores hasta la locura o la
muerte, y ambos están aislados. Ambas novelas tienen la presencia de personajes
con poderes paranormales capaces de enfrentarse a las entidades malignas. Ambos
constructores, Emeric Belasco y Horace M. Derwent (constructor del Overlook, multimillonario
oscuro estrechamente relacionado con el crimen organizado), son seres de una
malignidad intrínseca que impregnó y condicionó la maldición de su creación.
Pero la atmosfera de la Casa Infernal es más toxica, y más espontanea, la de King se hace cargante y repetitiva, recargada con el repetido argumento de Jack Torrance y su duelo contra el alcohol, que condiciona la obra (algo lógico teniendo en cuenta que es el mismo duelo que atravesaba Stephen King por aquel entonces). La perversión que puebla la novela de Matheson es más enfermiza, el personaje de Belasco más siniestro que el oscuro y poco desarrollado Derwent (siempre me quede con ganas de saber más de este, y su falta de final se quedó en el aire hasta que publicó Dr. Sueño en 2013).
La parte negativa: es un libro parcialmente desfasado. Pese a la increíble atmosfera planteada y a la ominosa presencia acechante de Belasco, no aprovecha lo bastante bien estos excelentes inicios. No es lo bastante enfermizo, no hay la suficiente bestialidad. Y cuando la hay, no es lo bastante descriptivo, le falta ser mas grafico. Mas gore, vamos. Y esto no lo digo porque me mola cuando los libros tiran de este palo, que también, si no por que la premisa que plantea, un templo del vicio, la depravación y el mal encarnado, el agujero de toda la energía negativa, pide que esto sea así, y no recurra a mecanismos mas suaves y elegantes, mas soft. El ritmo tampoco es lo bastante trepidante para la premisa planteada, da demasiadas vueltas en torno al “enigma” de Daniel Belasco y al debate entre la ciencia-parapsicología de Barrett y el espiritismo de Tanner, temas que nunca acaban de llegar a interesar, porque no avanzan apenas en trama. Solo les pasan cada vez más putadas, pero sin haber un auténtico avance hasta las escenas finales. Esta novela necesitaba más atrevimiento y bestialidad, un estilo más Barker, en su escenificación, y un ritmo con algo más de movimiento.
Resulta extraño pensar que crea realmente que sólo la ciencia puede
acabar con el poder de esta casa.
Aun así, para ser una novela de
los 70 está muy bien conseguida, y recalco que me ha gustado más que la
contraparte de King, considerada por muchos la mejor novela de casas encantadas
de todos los tiempos. Una lectura muy recomendable para cualquier amante del
terror.
Existe una versión cinematográfica,
estrenada en 1973, llamada La leyenda de la Mansión del Infierno, y el propio
Matheson escribió el guion. Es entretenida y mola verla, pero no llega ni de
lejos al nivel del libro. También hay un comic, publicado por IDW Publishing en 2004,
pero el dibujo en blanco y negro y algo esquemático, sencillo (menos alguna escena concreta), no me convence.