miércoles, 14 de abril de 2021

A CIEGAS - JOSH MALERMAN

 


        Esta es la opera prima de Josh Malerman, escritor estadounidense que antes de lanzarse a la escritura ha sido el cantante y compositor del grupo de rock The High Strung, llegando a tocar 250 veces al año, en una gira de seis años de duración. En 2014 publicó Bird Box, que en España se tradujo como A ciegas. Después de eso ha seguido escribiendo libros, y en 2020 fundó la productora cinematográfica Spin a Black Yarn junto a Ryan Lewis, y produjo su primera película, We Need to Do Something, que se rodó en secreto, durante la epidemia del COVID-19. La película se estrenará en algún momento de 2021.

        A ciegas posee varias etiquetas: en primer lugar es una novela de terror post-apocalíptica, en un mundo que ha cambiado para siempre tras la llegada de unas criaturas cuya visión nos lleva a la locura. En segundo lugar, también pertenece a un raro subgénero del terror: el quiet horror (“horror silencioso”), cuyas características ya reseñé en el artículo sobre El sol de medianoche, de Ramsay Campbell. Principalmente es un estilo caracterizado por la escasez o ausencia de elementos morbosos o sanguinarios, alargando las escenas de tensión, concediendo mucha importancia al factor psicológico, etc. También tiene algo de novela experimental, por características que desarrollaremos a continuación.

        El libro empieza casi por el final: Malorie es una joven madre superviviente de algún tipo de holocausto provocado hace 5 años por unos seres (desde el minuto uno, Malerman nos avisa de que hay algo ahí fuera) cuya mera visión nos destruye la mente. Lleva más de cuatro años y medio viviendo en una casa de varios pisos que tiene todas y cada una de las ventanas al exterior cegadas (lleva literalmente todo ese tiempo sin ver el exterior) junto a sus hijos (a los que no se ha atrevido a poner nombre por algún tipo de miedo no concretado, se refiere a ellos solo como niño y niña). Cada vez que tiene que salir al pozo del jardín a por agua lo hace con los ojos vendados. Es una mujer dura que ha vivido cosas duras, y ha criado a sus hijos con mano de hierro para que se adapten a este mundo nuevo, a veces odiándose a si misma, pero con buenos resultados.

 

Les salvas la vida para que vivan una que no vale la pena vivirse.

 

        Malorie sabía desde hace mucho que en algún momento tendría que marcharse de ese lugar y lleva cuatro años, desde que nacieron, adiestrando a sus hijos para que aprendan a OIR, en mayúsculas. Fiarse de su sentido del oído por encima de todo, pues la vista es peligrosa, y así poder desenvolverse en el exterior. Usar los ojos puede significar ver a uno de esos seres, y entonces se acabó. Los ha convertido en verdaderos Daredevils, pueden oír caer una hoja a varias habitaciones de distancia. Han aprendido a fiarse de su oído como nosotros aprendemos a fiarnos de los ojos desde que nacemos, como sentido principal.

        Llegado ese momento, Malorie saca a sus hijos de la cama, los viste, los tres se vendan los ojos, y abandonan la casa con una bolsa de provisiones. En el rio que está a unos pocos metros detrás de la casa, se montan en una barca e inician un peligroso viaje “a ciegas” para llegar a un destino que no se nos desvela hasta el final de la novela, solo sabemos que Malorie quiere algo mejor para sus hijos. Mientras ella rema, los hijos harán las veces de radares para avisarle del peligro.



Malorie y sus hijos en la barca, en el rio. Escena de la película.

        Usando la trama de este viaje como hilo conductual, Malerman nos explica, a través de los recuerdos de la protagonista, cómo empezó todo: Malorie y su hermana Shannon vivían juntas cuando Malorie queda embarazada de un hombre que no tiene ninguna importancia en la novela. Paralelamente empiezan a llegar noticias de lo que llaman el Informe Rusia, o el Problema: algunas personas al este de Europa han atacado con consecuencias mortales a otras y a continuación se han suicidado. Lo que parecía una locura transitoria ocurrida en un lejano país se convierte en una epidemia que asola el mundo entero, y nadie conoce la explicación. Desesperada, Malorie abandona su piso y se dirige a una casa cercana en la que vive un grupo de gente que se ha puesto a salvo de la situación, encerrándose con muchos víveres (sabe de la casa por un anuncio en uno de los últimos periódicos). Malorie es acogida por los miembros de la casa, que es dirigida por un ex profesor llamado Tom, cuyo objetivo es intentar averiguar lo máximo posible acerca de que les está sucediendo, al tiempo que trata de encontrar la manera de mejorar sus condiciones de vida. Un líder nato, inteligente e incansable en la búsqueda de respuestas y soluciones.

        Tom es el primero que propone en voz alta la teoría de que todo esto sucede por la acción de unos seres vivos, que a falta de ninguna forma mejor de referirse a ellas reciben el nombre de “criaturas”. Tom propone que quizá las criaturas no sean seres malvados, dado que no se conoce ningún caso en el que hayan atacado directamente a los humanos, y una puerta cerrada de una casa normal no detendría a nadie que de verdad quisiera entrar. Cree que quizás sean solo seres de otro mundo que se ha visto solapado al nuestro por alguna razón, y son tan drásticamente distintos a nuestra realidad consciente que el contemplarlos produce ese efecto en nosotros, nuestra mente no puede asimilarlo y se fragmenta. Pero quizá las propias criaturas se hallen tan confusas como nosotros ante la situación, quizá no sepan que producen ese efecto, quizá no entiendan lo que pasa (lo cual no quiere decir que no sean extremadamente peligrosos para nosotros). Es un planteamiento similar al que surge cuando los protagonistas de la novela Esfera entran en contacto con lo que yace en su interior: los hechos imprevisibles que pueden surgir cuando seres de realidades absolutamente opuestas que jamás deberían haber entrado en contacto, por alguna razón, lo hacen. Es posible que las consecuencias de ese contacto no tengan nada que ver con la naturaleza original o las capacidades de los seres desencadenantes, que en este caso son las criaturas.

 

No sabemos qué son, nuestras mentes no pueden comprender a esas criaturas. Por lo visto son como el infinito. Algo tan complejo para nuestras mentes que no alcanzan a concebirlas.

 

        De este modo, Malerman aleja a las criaturas del foco de seres malignos-villanos que suelen habitar este tipo de novelas de terror, al tiempo que llena el libro de preguntas como ¿Qué son estos seres? ¿Qué quieren? ¿Quieren acaso algo? ¿Cómo piensan?

 

“¿Sabrán lo que hacen? ¿Pretenden hacer lo que hacen?”

 

“¿De qué nos habéis privado? ¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Acaso tenéis un propósito?”

 

        Por otro lado, mientras conviven en la casa y van haciendo frente a distintas situaciones entre todos, tratando de alcanzar distintas respuestas y/o soluciones, los habitantes de esta deberán enfrentarse a duras decisiones sobre la supervivencia. Por ejemplo: ¿Cuántos caben en esa casa? ¿Debemos seguir acogiendo a posibles supervivientes, o abandonar a personas fuera, a su suerte? Y también deberán recordar que antes de la locura generada por las criaturas, había mal en el mundo, un mal que provenía de nosotros mismos. La maldad que las personas pueden ejercer. ¿Y si el verdadero peligro no es el que acecha fuera, si no el que reside dentro? Cuando todo se cierra, las personas peligrosas pueden hacerse con el control.



Fanart por Dcf On Deviantart.


        Y una última pregunta nunca les abandona: ¿Qué sucede si alguien que ya está loco ve a las criaturas?

      Frente a todo esto, Malorie nunca deja de recordar que está embarazada, y que su gestación avanza. Todo cuanto le sucede lo contemplará a través del filtro de ese futuro bebe.

        Malerman es muy ladino, porque desde el primer momento nos deja caer que en esa casa, en algún momento entre la llegada de Malorie y el momento en que nacen los niños (sabemos que los cría sola), ha ocurrido una desgracia. En primer lugar está sola, Tom y el resto de habitantes no están allí, y en segundo lugar hace un par de referencias a unas manchas de sangre. Así que todos los capítulos sobre cómo se van desarrollando las cosas a partir del momento en que Malorie entra en la casa los leemos sabiendo que todo va a estallar, que una tragedia va a llegar, y que como mínimo, varios van a morir, quizá todos. Pero no sabemos cómo. Y estamos esperando que ocurra. Esa situación va cargándose de tensión hasta un desenlace final.

        El autor juega continuamente con el peligro de las criaturas y con las preguntas que suscitan, pero no las muestra en ningún momento. Malorie llega a estar a centímetros de una, pero jamás llegan a verse. Podemos quizá ver aquí un poco de metaliteratura: no podemos verlas porque si las viéramos nosotros mismos, los lectores, nos volveríamos locos. Malerman ha podido escribir esta obra porque esta cuerdo, si pudiera describirla, es porque hubiera visto una de las criaturas, y si la hubiera visto, el también habría enloquecido, y no habría escrito la novela.

        Esta característica que condiciona todo el libro, se extiende por toda la trama: en ningún momento vemos la acción. Siempre sucede fuera de cámara: historias que cuentan algunos personajes, recuerdos apenas entredichos, los protagonistas paseándose vendados por lo que oyen cosas, pero jamás las ven, etc. Es una novela donde todo se sugiere, pero jamás se muestra.

        A ciegas ha cogido importancia en los últimos tiempos, y no solo por el estreno de su película, si no por fuertes comparativas que tiene con el estado del confinamiento durante la pandemia de COVID-19. Recordar que se escribió en 2014, esto no estaba premeditado. Es una casualidad, pero aun así al leerla, no puedes evitar sentirte identificado: el confinamiento en la casa, el hecho de no saber cuándo van a cambiar las cosas o si lo van a hacer, la duda ante todo, el recuerdo del tiempo que fue y el temor porque ese tiempo no vuelva, la nostalgia por los tiempos perdidos, etc. Incluso tienen que llevar un protector, en vez de una mascarilla, una venda, y Malorie menciona  que “nunca se ha acostumbrado al tacto de la tela de la cara”. Como mucha gente nunca se ha acostumbrado bien a la mascarilla, produciéndole irritaciones, entre otras cosas. Y mientras todo eso sucede, perdemos contacto con el mundo exterior, acostumbrándonos al vivir en el interior.

 

A fuera, en el exterior, el mundo se apaga.

 

        Es una novela escrita con un estilo sencillo y directo, muy dedicado a todas esas sensaciones de aquello que no puedes ver. Se lee muy deprisa, y no tiene mayores complicaciones. Recuerda bastante a Stephen King: tiene una fuerte carga dramática y lacrimógena, las historias de los protagonistas, la situación, etc. son siempre muy tristes, y Malerman es bastante cruel con ellos. En general ha recibido criticas positivas, y ganó el Premio al Libro Notable de Michigan de 2015 (Michigan Notable Book Award). 

        Se parece un poco a Un lugar tranquilo (2018), la película sobre los seres que tienen un oído extremadamente desarrollado y la humanidad aprende a vivir en un estado de silencio absoluto para evitar ser detectados y cazados por estos seres. Ambas obras prestan mucha importancia a la capacidad de sus criaturas de actuar sobre los sentidos, y los humanos debemos desarrollar estrategias acorde a esto (uno sobre la vista, otros sobre el oído). Además la prota de ambas está embarazada, y la escena del parto recuerda bastante. Quizá el libro inspiró la película de 2018. O quizá no, y es casualidad.

        Pero yo tengo una crítica: pese a que es entretenida y se lee muy rápido, no acaba de romper. Y de pronto se acaba. Es una novela que lees esperando a que pasa algo, y no ocurre nada en ningún momento. Es cierto que la esencia de este tipo de libros es no alcanzar muchas de las respuestas, que queden ciertos preguntas en el aire, en la duda, dando lugar a nuevos interrogantes. Pero la habilidad de un buen escritor es responder las suficientes al tiempo que otras quedan el aire, un equilibrio difícil. Malerman directamente no responde ninguna (por lo menos acerca de las criaturas). No llegas a conocer nada, y en mi opinión, eso es excesivo por parte del autor: Campbell era muy esquivo en sus respuestas, pero si lees atentamente incluyendo los subtextos, pillabas gran parte de la “historia tras la historia”. Malerman directamente sumerge a sus personaje en la duda más absoluta, y en la duda se quedan, y tú con ellos. Aun así es una novela entretenida que merece la pena mas o menos, y mola todo el rollo insondable que transmiten las criaturas (aunque creo que se podría haber aprovechado mas con un tono más reflexivo, pero bueno). 

 

“Son monstruos” piensa Malorie. Pero también sabe que son mucho más que eso. Son el infinito.

 

        En 2018 Netflix estrenó una adaptación cinematográfica, que recibió críticas mixtas. El argumento difiere considerablemente de la obra original. Algunos de los cambios son buenos, el personaje de John Malkovich mola mucho, pero la mayoría, como suele suceder, son basura. La película no concede tanta importancia a la capacidad auditiva de los críos. Tom en vez de un larguirucho profesor obsesionado por alcanzar respuestas y ayudar, es un aguerrido macho ex soldado sensibilizado por lo que vivió en la guerra (modelo de argumento que trata de moralizar la guerra, y a los estadounidenses les encanta) que le echa los trastos de forma bastante lamentablemente a Malorie, llegando a llamarla “mi niñera buenorra” para ligar con ella. Por supuesto los sumerge en un romance que no tiene más cabida que contentar al público, porque no viene a cuento de nada. Malorie no es una mujer que se endurece durante lo sucedido en la casa, es una mujer ya endurecida (con escopeta y todo), lo cual me gusta, pero no me gusta que Malorie pierda parte de su protagonismo en favor de un Tom normalizado para respetar los canones de Hollywood. El personaje de Olympia, que en el libro es bastante neutral, en la película es una mimada llorica y con sobrepeso, con una mente débil y patética (es un personaje diseñado por los guionistas para ser lamentable y patética, literalmente, no tiene otra función, y eso no me parece ni necesario ni bien). Al final lo mejor de la película son los comentarios de John Malkovich, pese a que su personaje no esté en la novela. Hay varias decisiones de guion con las que estoy sumamente en desacuerdo. La mayor parte de la carga indirecta de la novela desaparece, volviéndose directa, por una necesidad de comercialización. De este modo, la mayoría de la filosofía detrás de todo el argumento, que puede gustarte más o menos, se diluye. Casi toda la tensión constante desaparece sustituida por escenas de acción estúpidas e innecesarias. Pese a ello, relativamente sobrevive el centro de la novela: Malorie, los niños, y las criaturas. En mi opinión: ved la pelicula o leed el libro, pero ambos no casan, no es una buena adaptación. Y eso que Sandra Bullock lo hace muy bien, igual que Malkovich, pero es que es insalvable. 



        Un ultimo aporte: lo he catalogado como libro independiente, pero pese a ello, este mismo año Malerman publica una secuela del libro, titulada Malorie. Lo que no se es si se traducirá al español, y tampoco se si me la leeré la verdad, no se si me ha llamado tanto como para leer una secuela.





lunes, 12 de abril de 2021

LOS PRÍNCIPES DEMONIO - JACK VANCE




1. El Rey Estelar (1963). 155 pags.

2. La máquina de matar (1964). 142 pags.

3. El Palacio del Amor (1966). 159 pags.

4. El rostro (1979). 186 pags. 

5. El libro de los sueños (1981). 196 pags.

        
        Esta saga de 5 libros salió entre principios de los 60 y principios de los 80 (¡20 años!, y luego nos quejamos de Rothfuss, que solo hace 14 que sacó El Nombre del viento), y es el perfecto ejemplo de space opera de la vieja escuela, una gloría de su época. Este subgénero de la ciencia ficción se caracteriza por narrar aventuras contadas de forma futurista, en contextos espaciales; es la continuación natural y lógica de las novelas de aventuras (tipo Julio Verne o Emilio Salgari) pero en clave de sci fi. Suele tener personajes arquetipo basados en la dualidad héroe-villano, y hablar sobre grandes imperios galácticos, viajes espáciales, batallas, acción, etc. También puede relacionarse al western, cambia el revólver por la pistola laser, el caballo por la nave espacial; hay mineros en asteroides, etc. Todos esos componentes estarán presentes en esta obra. Además el libro pertenece a la ciencia ficción blanda, por carecer de elementos divulgativos y no prestar atención sobre el aspecto científico y técnico, como hace la ciencia ficción dura (Regreso a Titán Esfera).

        En sus inicios (años 20, aunque puede remontarse hasta 1910 aprox.) la space opera solía tener una calidad literaria bastante pobre, aunque posteriormente nacieron obras más decentes, como la presente (pese a que también es bastante básica). El ejemplo clásico y mas famoso de space opera son los comics de Flash Gordon (que comienzan en el 34), el aventurero espacial, pero puede rastrearse como mínimo hasta los libros sobre las aventuras en Barsoom (Marte) de Edgar Rice Burroughs, que comenzaron en 1912. Posteriormente han surgido otros ejemplos, como 2001: Una Odisea en el espacio (1968), o las películas de Star Wars (la primera se estrenó en 1977).



Clásica imagen de space opera.

        Jack Vance (1916-2013) era un autor estadounidense de ciencia ficción blanda y de novelas policíacas especializado en obras de aventuras bastante lineales, y conocido por sus descripciones de los planetas donde suceden los relatos. En su juventud fue lector de Lord Dunsany, Edgar Rice Burroughs, Julio Verne, etc. Trabajó recogiendo fruta, como minero, como electricista,.... tras lo cual entró en la Universidad e intentó las carreras de física y de periodismo, pero no acabó ninguna. Después de fracasar al intentar entrar en el programa de espionaje, se metió en la marina mercante; y en los años 40 empezó a publicar. Amigo personal de Frank Herbert, autor de Dune, se inspiraron mucho mutuamente (sobra decir que Vance nunca pudo competir con la maestría de su amigo). Murió en 2013, con 96 años, por "complicaciones de la vejez", según declaraciones de su hijo. Fue homenajeado por autores de la talla de Neil Gaiman. 

        La mayor critica actual sobre Vance es acerca del conservadurismo de muchos de sus valores, por ejemplo sus personajes homosexuales (los pocos que hay en sus novelas) son invariablemente villanos, identificando su homosexualidad como necesidad de vicio. Todas sus novelas están contempladas desde una perspectiva absolutamente masculina (y heterosexual, claro).

        Vance usa un sistema de citas de obras y autores que se inventa, al principio de cada capítulo, para expandir la información de su propio universo sin tener que hacer referencia a ello directamente en la novela, sin tener que buscarles un hueco en la trama. Es un sistema similar al que usaba Frank Herbert en su Dune.

        Las novelas se sitúan en un territorio del Universo llamado el Oikumene (término del griego antiguo que viene a significar algo así como “territorio conocido”), una amalgama gigante y caótica de confederaciones, naciones y planetas, prácticamente inabarcable, por los que la humanidad se ha extendido. En principio no hay más que una sola raza extraterrestre inteligente aparte de la humana, y tiene muy pocos miembros (solo sale uno en las cinco novelas), pero las culturas que han desarrollado en cada planeta son muy distintas unas de otras: sistema económico, lengua, tipo de gobierno, tradiciones, etc. No es lo mismo el planeta Maunish habitado únicamente por una sociedad amish súper tradicional (si, un planeta entero de amish, hacen su mantequilla, celebran fiestas de la cosecha, todo) que Sarkovy, con su sociedad tribal rollo africano y una cultura basada en venenos.

        Kirt Gersen, el protagonista, es un joven de unos treinta años que cuando era niño contempló como toda su familia y su pueblo eran masacrados y esclavizados por las tropas de una alianza  formada por los cinco mayores caudillos del crimen de todo el Oikumene, los llamados Príncipes Demonio. Los únicos supervivientes fueron él y su abuelo, y este último dedicó todo lo que le quedaba de vida a entrenar a su nieto para convertirlo en el vengador definitivo. Adiestrarle para que pudiera darles caza, le enseñó artes de combate, rastreo, ciencia básica, cultura, espionaje, conversación, seducción, etc. Un aviso: no se ve absolutamente nada de este entrenamiento, de vez en cuando te dejan caer algún detalle en plan “esto lo hizo así” y ya. La novela empieza ya con Gersen siendo adulto, y el resto te lo resumen pocas páginas después, y a correr.


No soy malvado, estoy mas allá del bien y del mal.


      Cuando comienza la primera novela, El Rey Estelar, Kirth Gersen es un mercenario y aventurero espacial solitario, con su propia nave que él mismo pilota (bastante destartalada, por cierto), dedicado a rastrear a los jefes del crimen y asesinarlos, no contempla nada más en su vida. Los cinco líderes son personajes muy ocultos, y aunque sabe sus nombres en el submundo, no sabe cómo localizarles, ni sus verdaderas identidades.

        A partir de este punto, donde la saga esta ya presentada (la pagina 20 o 30 del primer libro, más o menos), cada uno de los cinco libros está dedicado a localizar a uno de los jefes y matarlo. Para cumplir esto deberá viajar por todo el Oikumene, cambiando de planeta generalmente mas de una vez por libro. Una de las mayores críticas que se puede hacer a la saga es que el mecanismo resulta repetitivo: al principio del libro Gersen localiza un hilo del que tirar. Indaga, se da con algún obstáculo, avanza, se topa con algunos matones del final boss, se los carga, averigua la vida del jefazo, y luego lo encuentra y lo mata. Esto se repite en cada libro. Y las muertes son bastante sin más, no hay mucha grandilocuencia, no tienes la sensación de que sea una magistral venganza urdida tras años de preparación. Vance no se molesta en meterse en semejante fregado, no es ningún Alejandro Dumas, su protagonista es un mero cazador de hombres, y cumple su trabajo más con la eficacia de un frio asesino que con la pasión de un vengador.

        En la primera novela, publicada en 1963, se enfrenta a Attel Malagate, llamado el Funesto, quien es el más oculto y discreto de los cinco, dedicado a operaciones silenciosas y que llamen poco la atención. Al principio de la novela descubre que Malagate en realidad es miembro de la única otra especie inteligente, los llamados Reyes Estelares, unos seres provenientes de un planeta colonizado por la humanidad, que evolucionaron en pocas generaciones para volverse muy similares a los humanos. Son como unos anfibios antropomórficos, pero pueden adoptar apariencia humana completa. Durante su investigación para encontrar a Malagate se verá involucrado con una institución universitaria donde sospecha que se esconde su presa y con la carrera por un bellísimo mundo virgen, sin macula humana.


Ilustración por Ed Emshwiller, portada para la primera edición de Star King (El Rey Estelar), publicada por la Galaxy Sciencie Fiction en 1963. 


        En el dos, La máquina de matar (1964), Gersen capta el rastro de Kokor Hekkus, llamado la Máquina de Matar, debido a su violencia desmedida y sus prácticas bestiales. Es el líder criminal que gobierna en las regiones más exteriores del Oikumene, usando el terror para que nadie ose desafiarle. Se especializa en extorsiones y secuestros. Gersen averigua que Hekkus está relacionado con un planeta imposible de localizar llamado Thamber y con la princesa de ese planeta, Alusz Iphigenia Eperje-Tokay. Para saber más deberá internarse en la cárcel más segura del Universo y hablar con la princesa, que está allí encerrada.  


Una vez me dijiste que solo temías a la muerte. Ahora vas a morir.


        En el tercero, El Palacio del Amor (1967), debe localizar a Viole Falushe, el más sibarítico y vicioso de los Príncipes, famoso por poseer en algún lugar desconocido una gigantesca y lujosa residencia secreta llamada el Palacio del Amor, donde se dedica a sus fiestas con sus invitados de alta categoría, y ofrece a estos los más excelsos placeres, etc. Gersen averigua que Falushe es terráqueo, y en la Tierra es donde empieza a investigar.

        En cuarto lugar: El rostro (1979). Le toca el turno a Lens Larque, llamado el Gran Pájaro, el más cantoso y agresivo de los jefazos. Gersen averigua que Larque es un darsh, una etnia humana originaria del planeta desértico Dar Sai, considerados unos ordinarios de bajo nivel, escoria social. Despreciados por el resto del Universo. Gersen deberá sumergirse en la brutalidad del planeta Dar Sai y en sus bárbaras costumbres para localizar a Larque y averiguar su grotesco plan de venganza sobre la sociedad.

        Finalmente: El libro de los sueños (1981), donde solo le queda por matar a Howard Alan Treesong, juzgado como el más peligroso de todos, conocido como el Señor de los Jueces o el Rey de los Ladrones. Treesong es una especie de Kingpin (villano de Daredevil), sus tentáculos alcanzan todas las cúpulas de los organismos, maneja todos los sindicatos criminales. Para completar su venganza, Gersen primero deberá adentrarse en la compleja personalidad de este hombre recorriendo su pasado: un pasado plagado de tragedias y dolor; un hombre emergido de una sociedad profundamente conservadora y tradicional que jamás lo aceptó.

        En un principio la premisa es interesante. Kirth Gersen concebido como una mezcla entre el aventurero espacial, y no siempre legal, Han Solo (si, ya sé que Star Wars empieza a finales de los 70, o sea mucho después de que saliera El Rey Estelar, solo era una comparación), y el Conde de Montecristo de Dumas (el vengador por definición). Un hombre forjado para la violencia que no es capaz de ver más allá de ella: de hecho, en todos los libros alguna mujer con la que mantiene un romance (Gersen liga con una diferente por novela, por supuesto, como Indiana Jones) le ofrece la posibilidad de abandonar su venganza, de empezar a vivir para él y no para esas muertes. De huir con ella. Pero Gersen no puede abandonar, es un personaje monomaniaco y obsesivo, inaccesible, implacable, terrible, despiadado.


Todo hombre que emprende una venganza debe cavar dos tumbas.


        Por otro lado las cinco némesis, los cinco emperadores del crimen del Universo, cinco genios criminales cada uno con una obsesión distinta nacida de sus complejos pasados y vivencias que han condicionado cada uno de sus actos.

        Sin embargo Vance no aprovecha adecuadamente este planteamiento. La trama es básica y lineal, y como hemos dicho, se repite en cada libro. Los personajes no llegan a desarrollarse, no logran romper la bidimensionalidad, manteniéndose en el arquetipo. Gersen, el héroe/antihéroe macho y viril, capaz de todo, que caza a sus enemigos; los matones que se le ponen por delante, más tontos que un botijo y con la misma relevancia; las mujeres que Gersen rescata y con las que mantiene un romance y luego abandona para seguir su venganza. Respecto a esto último, Vance no llega en ningún momento  a proyectar que una mujer pueda tener más papel que el de ser rescatada del peligro, y yacer con el protagonista masculino. No hay ninguna Jessica Atreides o Santa Alia del Cuchillo, como en el Dune de su amigo F. Herbert.

        El propio protagonista se hace algo canso en su monomanía, y se echa en falta conocer en mayor profundidad un poco más de su pasado (es que real que te lo cuentan en un par de párrafos y aire). Y para ser un vengador, queda muy por detrás de las sanguinarias matanzas inmisericordes de Punisher o de los complejos y retorcidos planes del Conde de Montecristo. Gersen solo busca y mata. Y a los lectores, pues eso nos llena poco.

        Finalmente, los cinco Príncipes Demonio, pese a como nos había hablado de ellos el autor, y al poder que se supone que esgrimen, son francamente decepcionantes. No se les llega a ver en ningún momento más de 3 o 4 matones o esbirros, que Gersen mata o incapacita antes de asesinarlos a ellos mismos. Apenas se les llega a ver en acción, dado que como se mantienen ocultos el 99% de la novela, Vance no tiene apenas tiempo de introducirlos. Gersen llegará a averiguar bastante sobre sus personalidades al investigarlos, pero lo leemos como si fuera el examen clínico de un paciente, no las entrañas de un villano que debe cautivarnos o aterrarnos. Esas pasiones que los mueven, como el sibaritismo de Viole Falushe, nunca son tan desarrollados como esperamos (¿quizá nosotros pertenecemos a una época más hiperbólica?). No vemos en Viole una criatura viciosa y caprichosa que vive rodeada de lujo. Al final todo se “normaliza” en exceso. El resultado final es que no llegas a adentrarte en el interior de ningún personaje.

        Vance escribe con un tono seco y directo muy fácil de seguir, pero poco embellecedor. No posee ninguna floritura, ni adorna en ningún momento sus descripciones o sus diálogos. 

        Mi conclusión es que es una saga que refleja muy bien lo que era una space opera  de este tiempo, infinitamente más básica que Dune, pero es que no todo puede ser Dune, o de calidades similares, y menos en estos años. Está muy por encima del arcaico y pesado Flash Gordon, pero aún queda un largo camino por recorrer. A excepción de un poco el primer libro, que es el más aburrido, es una saga entretenida (pese a las características mencionadas) y ágil, los planes de Gersen y de sus rivales son simples, pero funcionales, valen para pasar el rato. Y las descripciones de algunas de las culturas de los planetas, como los darsh o el planeta de los amish, son interesantes y divertidas, tiene una potente carga de humor e ironía. Además, son cortos, no llegan a 200 paginas cada libro. Enamorar no te va a enamorar, pero puede ser una forma de contemplar un ejemplo de estilos del pasado. 

        En España están descatalogados, solo existen en la edición de la primera foto, de la editorial Martínez Roca en la colección Gran Súper Ficción, de 1988; vienen las cinco novelas en dos tomos (tres en uno y dos en el otro). No se han publicado más ediciones. Pero son muy fáciles de conseguir en alguna Re-Read o en todocoleccion, por unos 3 o 4 euros cada tomo.

 




sábado, 10 de abril de 2021

EL CICLO DE LA LUNA ROJA - JOSÉ ANTONIO COTRINA

 


1. La cosecha de Samhein (2009). 325 pags.

2. Los hijos de las tinieblas (2010). 501 pags.

3. La sombra de la Luna (2011). 600 pags. 


        Esta es sin duda una de mis sagas favoritas en lo que llevo leído en mis 27 años de vida: El ciclo de la Luna Roja. Compré el primero cuando salió, allá por el año 2009, en una edición del ahora ya desaparecido Círculo de Lectores, y a lo largo de los años y por vicisitudes del destino, tuve que comprarme cada libro en una edición distinta: el segundo de Alfaguara y el tercero de Hidra. Años después, me compré las ediciones sacadas por el propio autor y por la magnífica Gabriella Campbell, y con las fantasiosas portadas de Libertad Delgado (Liber Libélula), que son los de la foto inicial. Esto si son libros para tener y amar. Además, si se lo solicitas a través de su web, Loextrañoylomaravilloso, pueden enviarte el libro caligrafiado y personalizado para ti, y la verdad es que es una gozada. 




Mis ediciones caligrafiadas y dedicadas.

        No es una saga tan conocida como Harry Potter (de la que nunca he sido fan, pese a haberla leído) o Crónica del Asesino de Reyes (maravillosa, a ver cuándo el tercero), pero no tiene nada que envidiarles. Es diferente, es atrevida, es espantosa, es épica, es oscura, es desgarradora y hermosa. Tampoco tiene la fama, dentro de España, de Laura Gallego García y sus Memorias de Idhún o Crónicas de la Torre, pero en mi opinión es muy superior. No cae tanto en clichés de romanticismo, hay historias de amor, bastante dolorosas además, pero no condicionan y ocupan la mayor parte de la obra (cosa que si era una constante en Laura Gallego, y es una característica que nunca he soportado). Tiene una escritura más adulta, más atrevida. En esta saga la química entre los elementos es perfecta.

        La novela comienza con un reino, un mundo, antaño poderoso, glorioso, terrible; el germen de las pesadillas de miles de mundos: Rocavarancolia (el reino lleva el mismo nombre que su capital), la ciudad de las maravillas y los espantos. Pero ahora el mundo está en decadencia, arrasado por una batalla en la misma ciudad hace varias decadas: se desmorona, su orgullo harto olvidado, su poder más que agotado, carecen de rey y su regente yace enfermo; y apenas quedan más que unos pocos supervivientes entre sus ruinas. Como dijo Boromir: "Gondor no tiene Rey". Pero Rocavarancolia se aferra con uñas y dientes a la existencia, ellos fueron terribles, y no están dispuestos a irse por las buenas. Lucharán por sobrevivir.


Traednos alegría. Traednos esperanza. Traed luz a las tinieblas.


        En la noche del 31 de octubre se celebra la festividad de Halloween, también llamada Samhein, única noche en que se abre un portal entre la Tierra y Rocavarancolia, y en esa noche, Denéstor Tul, demiurgo del reino, entra en nuestro mundo con sus pájaros de trapo, rastreando niños con poder para llevarse. Pues Rocavaracolia necesita de su ayuda, necesita de su poder y su fuerza para reconstruir el reino. Y uno de estos niños será nuestro protagonista principal (aunque todos los demás son también importantes): Héctor, un muchacho gordito y patoso con vértigo. Es la cosecha de Samhein, y doce niños han sido cosechados. Una cosecha como no se había visto desde antes de la caída del reino.

        Pero después de la cosecha, viene la criba. En un dramático discurso se les anuncia que deberán aguantar varios meses, hasta que la Luna Roja salga en el cielo, sobreviviendo solos en la ciudad. Hasta entonces ningún habitante de Rocavarancolia podrá ayudarles bajo pena del destierro (que equivale a una condena a muerte), y la misma ciudad intentará matarles.


Port Town Art from Shadows por Noah Bradley.



Imagen por Hesuuk Kim.


Esta ciudad puede ser vuestro hogar, pero jamás será vuestra amiga. Existe para probaros.


        Desde este momento los doce niños, de edades y personalidades muy diferentes, inician una extraña aventura, donde todo vale, para sobrevivir. Descubrirán que la ciudad es un ente casi vivo, terrible, despiadado, que si te descuidas te lo arrebatara todo. Una ciudad plagada de peligros de todas las clases, alimañas que pululan por sus calles, trampas mágicas, incendios congelados, etc. Pero con el tiempo, llegarán a forjar entre ellos una amistad fuerte, y verán que en esa ciudad espantosa también pueden residir la belleza y el amor. Un reino de maravillas, aunque este envenenado; suya será la decisión de si pagar el precio de la oscuridad en sus corazones a cambio de esa belleza. ¿Merecerá la pena? Y mientras los chicos aprenden a sobrevivir, la Luna Roja, inexorable, avanza, y con ella, algo nuevo emerge.


Os miro y no veo más que cadáveres que aún no saben que están muertos. Ojalá me equivoque. Ojalá consigáis lo imposible.


        Por otro lado, el Consejo que gobierna la ciudad está inquieto. El regente, Huryel, se debate entre la vida y la muerte, y los dos mayores cargos del reino detrás de él, Esmael (Señor de los Asesinos) y Dama Desgarro (comandante de los ejércitos del reino) se pelean por su puesto. Los miembros del Consejo están divididos entre ambos: el famélico vampiro Enoch, la melancólica fantasma Dama Serena, el anciano Belisario, los antagónicos gemelos Lexel, etc. Pero la disputa por la regencia ahora cobra un tinte muy diferente, pues doce niños han sido cosechados, todos ellos de un poder enorme, y entre ellos hay uno con esencia de Reyes, algunos susurran que el potencial suficiente para devolverlos a la gloria: el gordito Héctor. Y conforme pasan los días, y los jóvenes siguen vivos, más evidente es que la situación ha cambiado para siempre, y no hay marcha atrás. Corren vientos nuevos en Rocavarancolia.

        Y mientras esto sucede, un antiguo mal ha despertado. Una calamidad que resurge del más profundo pasado del reino. Y la Luna sigue avanzando.

        Héctor, nuestro protagonista, deberá decidir si quiere salvarlos a todos, al tiempo que aprende acerca de lo que puede y lo que no puede hacer. Los “niños perdidos” deberán decidir su propio camino.


No dejéis que esta ciudad os derrote, ¿de acuerdo? Vencedla.


        Como he dicho, el libro está disponible en su web, ellos te lo envían, firmán y caligrafían, y la calidad es una gozada. También puede comprarse desde Amazon, e incluso recientemente lo han sacado en inglés: The cycle of the Red Moon. Además, acaban de publicar un último libro que hace las veces de secuela de la saga, y que no tardaré en reseñar. Por supuesto, desde su web se pueden encargar algunas otras de sus obras, todas con las portadas de Libertad Delgado, como Fractal. Y también tienen opción ebook.



Imagen de la edición inglesa.

        José Antonio Cotrina no solo es un excelente escritor, también cuenta con excelentes referentes, que pueden más o menos identificarse en el libro, desde cierta crueldad con sus personajes (existe la teoría de que el villano final es el propio Cotrina) como Stephen King, a los aspectos más “cárnicos” propios de Clive Barker, pasando por la comparación de la propia ciudad con la babilónica Gormenghast de Mervyn Peake (donde, como aquí, el escenario es otro protagonista, y uno de los más importantes).

        Como ya habrán adivinado los más avispados, es una trilogía de fantasía oscura (considerablemente oscura de hecho), con un tono que podemos definir como juvenil (pero no os confiéis con esto, aquí caen personajes que da gusto). Resulta muy interesante la forma que tiene el autor de dotar de personalidad a la ciudad, los propios protagonistas le hablan directamente a ella, como si fuera una enemiga, como si fuera una amante. La misma ciudad palpita, tiene su propio ritmo. Y no tiene piedad. Por otro lado también es muy interesante todo el proceso de worldbuilding, y cuanto más descubrimos acerca de ese fascinante y terrible mundo, más nos atrae. Las razas y magias que Cotrina concibe también son muy increíbles y originales, no se limita a decir pues hay vampiros y hombres lobo, y ya.

        Finalmente, la forma de escribir es muy particular. Pese a tener un ritmo ágil y dinámico, muy entretenido de leer, lo combina adecuadamente con una fuerte belleza lirica cuando se hace necesario, plagando la saga de momentos de una epicidad majestuosa, de una gran belleza o de una tristeza desgarradora. A menudo, combinando las tres facetas. Lo cual encaja mucho con una saga que ocurre en una ciudad de maravillas y espantos.


Morir no debería ser tan hermoso.


        Es una saga en la que te enamoras de personajes, vives su evolución, y lloras con la muerte de más de uno, al tiempo que te enciendes con la gloria del capítulo siguiente. Cotrina va intercalando la historia del Reino mientras avanzan las novelas: épocas pasadas, batallas, la fundación, la caída, etc. y leerás acerca de distintos personajes de eras pretéritas. Conocerás no muertos y veras que más allá de la vida puede germinar el amor, que en la podredumbre puede crecer la esperanza; contemplaras la belleza de la batalla, de la carnicería, de lo terrible; te deleitaras con los hermosos ángeles negros; y descubrirás que lo imposible puede ser algo más que una palabra, puede ser un destino, una meta alcanzable.

        Y empieza.




jueves, 8 de abril de 2021

EL DIABLO A TODAS HORAS - DONALD RAY POLLOCK



        Suele afirmarse que Dios está en todas partes, y también en nosotros. Omnipresencia. Este libro trata sobre como también el diablo es omnipresente y alcanza todos los lugares, habita en nuestro interior. Es la primera novela del escritor Donald Ray Pollock, publicada en 2011, y se inscribe más o menos dentro de las tradiciones del dirty realism estadounidense y la literatura sureña más gótica y sucia (pero sin caníbales mutantes endogámicos, claro, se supone que es realismo, no ese gore barato de serie B, tan divertido por otro lado). Esa violencia tan sórdida, propia de Bukowski (entre otros).

        La novela tiene tres ubicaciones clave, y Pollock irá saltando de una a otra a lo largo del libro, e incluso moviéndose adelante y atrás en el tiempo, usando un ritmo ágil y dinámico, cambiando de personajes y lugares, que impide el aburrimiento. Esos tres lugares están en el sur de EE.UU: en primer lugar tenemos el pueblo de Coal Creek, en Virginia Occidental, y por otro lado las poblaciones de Meade y Knockemstiff, en Ohio (Meade es una población relativamente grande, al menos a nivel local, y Knockemstiff es un pueblucho cercano). Las tres pertenecen a ese sur castizo, republicano, ignorante y paleto, y por lo que leemos en la novela, casi se diría que nacer allí es igual a una maldición. Pese a la intensa religiosidad de toda la zona y sus gentes, parece como si Dios (el Dios bueno y benévolo en el que creen esas gentes) hubiera apartado la vista de esos pastos hace mucho tiempo, y ahora fuera solo el feudo del diablo.

        La novela empieza alrededor de 1945, cuando Willard Russell regresa de la guerra en Japón (arrastrando bastantes traumas de guerra, dicho sea de paso) a casa de su madre, en Coal Creek (Virginia Occidental). Pero no habrá de quedarse allí mucho tiempo, puesto que pronto se casa con Charlotte, una mujer de la que se enamora perdidamente al tomar un almuerzo en el pueblo de Meade (Ohio), cuando estaba de camino a su casa. Juntos se van a vivir al pueblo de Knockemstiff, donde tienen un hijo, Arvin. Viven en una casucha a las afueras del pueblo, al lado del bosque.



Willard (Bill Skarsgârd) y Arvin Russell (Michael Banks) rezando para que Charlotte se recupere, en la película.

        Los traumas de guerra de Willard (sobre todo un soldado al que vio crucificado y desollado vivo) sumados a su juventud religiosa sureña, convierten a Willard en un creyente compulsivo y fanático, de un fervor desproporcionado: se construye un centro de adoración con una cruz levantada por él mismo en el bosque, y se pega horas rezando y ofreciéndose a Dios. Lo único que rivaliza con este fervor a Dios en su corazón es su amor por su mujer (quien es bastante más inteligente y comedida). Cuando su mujer enferma de un grave cáncer de estómago que la devora a toda velocidad, Willard se sumerge en una espiral de dolor y rezos que alcanzará cotas de ritualismo vudú, incluyendo peticiones a gritos durante horas y sacrificios de animales que colgará de las cruces y los árboles, para ofrecerlos a Dios por la vida de su mujer. Y obligará a participar a su hijo Arvin, de unos 10 años por entonces, lo que lo marca de por vida. El momento en el que mata a un perro (en la adaptación cinematográfica es el perro del chaval, en la novela se lo acaba de encontrar) super majo y lo cuelga crucificado de la cruz central se me hizo mas duro que cualquier otra cosa de la obra, y esa muerte además quedará grabada a fuego en la memoria de Arvin para siempre, y jamás se lo perdonará a su padre.


Arvin no sabía que era peor, si la bebida o el rezo. Por lo que él recordaba, su padre llevaba peleando desde siempre contra el diablo.


        Mientras esto sucede, Pollock te va contando los pormenores en la vida de algunos otros personajes de la zona, tales como el predicador fanático y bastante rarito y tarado Roy Laferty y su primo guitarrista, paralitico y homosexual Theodore (quien ama en secreto a Roy, por supuesto).

        En un salto de tiempo tras los sucesos de la enfermedad de Charlotte, Arvin ya es un joven de 16 o 17 años que vive con su abuela paterna Emma y su hermana adoptiva Lenora en Coal Creek. Lo vivido junto a su padre le ha convertido en un joven callado y retraído, que no busca problemas, pero tampoco se corta un pelo a la hora de arrearle una paliza de muerte, huesos rotos incluidos, a quien le busque las cosquillas a él o a su feúcha y marginada hermanastra. Y si la paliza se la lleva Arvin, ya esperará su momento para vengarse, y sus venganzas son bastante dolorosas. Arvin crecerá en el corrupto ambiente sureño, un muchacho marcado por un duro pasado, que trata de encontrar su propio sentido de la justicia mientras vive rodeado de violencia, y a base de violencia es la única forma que conoce para sobrevivir.

        Por otro lado, Pollock cuenta la historia de Carl y Sandy (hermana pequeña del corrupto sheriff de la zona, Lee Bodecker), un matrimonio residente en Meade. Carl es un fotógrafo sin trabajo (no da un palo al agua en toda la novela, real) y Sandy una camarera de noche en un garito de mala muerte, y a veces se prostituye por diez o veinte dólares (cosa que Carl sabe y no le importa, en ese sentido debe decirse que son abiertos, LOL). Pero cuando llega el verano y los dos se van de vacaciones en algún destartalado coche, se dedican a pasearse por las carreteras recogiendo autoestopistas a los que luego asesinan para hacer fotografías “artísticas”. Llevan ya más de 20 muertos a sus espaldas. Conoceremos a fondo la toxica relación de la pareja, lo harta que esta Sandy de su vida de mierda, las perversiones de Carl, etc.


Esta era la verdadera religión, solo en presencia de la muerte podía sentir algo cercano a Dios.



Carl (Jason Clarke) y Sandy (Riley Keough).

        Todos estos personajes están íntimamente relacionados en un ciclo de muerte, tragedia y violencia que los irá uniendo a través de los años, con funestas consecuencias. Un ciclo donde se demuestra que los encuentros y las casualidades, la vida del lugar, no están dirigidos por Dios (al menos no por un dios benévolo), sino que es más bien el diablo quien mueve los hilos, para su sádica diversión. Añado que estas referencias a Dios y el diablo, por si le queda la duda a alguien, así como el propio título de la novela, son puramente metafóricas, no hay absolutamente nada sobrenatural en ningún momento.

        La historia es una reversión de la religiosidad: pese a todas las creencias sobre salvación, la muerte es constante, y la vida es lamentable. Además, no es una historia con un final claro, parece como si Pollock, a través de una ventana, nos mostrará un vistazo de las horribles tragedias y las perversiones que pueden poblar esos pastos. Pero solo un vistazo. Allí la violencia es una normalidad, y la gente convive con ella, sin grandes sorpresas (incluso los agentes de la ley). La oscuridad reside en esos lugares, pero no es la oscuridad de ninguna entidad sobrenatural, es la oscuridad que cada persona posee en su interior. La cotidianidad del mal. Y tranquilamente podría haber continuación, aunque por el tono del autor y de la obra, dudo que la haya (ahora es cuando dentro de 5 años, Pollock saca una secuela y me como mis palabras).

        El libro está muy bien escrito, y sus 333 páginas se pasan a toda velocidad. El centro del ciclo, donde podemos decir que el horror comienza, y el horror termina (al menos de la parte que nosotros llegamos a ver) es Knockemstiff (lugar donde nació y creció Pollock, y su inspiración): una ensenada abarrotada de misticismo barato, supersticiones religiosas dignas de unas gentes ignorantes que en su mayoría jamás han salido de ese entorno recargado de esa religiosidad enfermiza; crímenes, alcohol destilado ilegalmente, pobreza, etc. Como citaba el lema del Hospital Psiquiátrico de Arkham: “un lugar sensato para gente sensata” (nótese la ironía). Un caldo de cultivo séptico, una radicación que envenena a todo aquel que se expone demasiado tiempo a él, convirtiéndolo en la misma clase de persona. Pollock publicó en 2008 un libro de relatos centrado en este pueblo: Knockemstiff. El tono es el mismo que el de esta novela.



Donald Ray Pollock, el autor, con el pueblo de Knockemstiff detrás.

        Como se habrá deducido, el 95% de los personajes de la obra son lo que antiguamente se llamaba “basura blanca”. Personas blancas (no sale nadie de color) del sur atrapadas en su propio mundo, consumidas por el republicanismo y el patriotismo más fanático, el racismo, el machismo y la misoginia, etc. Una población seriamente atrasada. Creo que la intención de Pollock, aparte de crear una obra usando todo esto como hilo conductual, era también denunciar todo este atraso, que en cierto modo sigue existiendo (no en la misma medida) en ciertas zonas de EE.UU. Y no se si es una lectura mía o era intención del autor, pero creo que también hace una denuncia sobre el peligro que supone criar a un hijo o hija desde tus propios traumas y obsesiones, y en una cultura y un ambiente tan restrictivos, abusivos, violentos, cerrados, etc. 


Este sitio esta lleno de hijos de la gran puta.


        A pesar de lo dicho sobre los personajes, algunos de ellos, incluyendo a algunos de los más despreciables, como Theodore (el paralitico) o Carl, son conscientes de que viven rodeados de inmundicia. De que ellos mismos son inmundicia.

        Toda la novela tiene un tono sórdido, malhablado, desagradable. La atmosfera esta tan bien conseguida que a veces da un poquito de asco, huele verdaderamente mal. Lugares y personas con una higiene repulsiva, alimentos en mal estado (incluso carne con gusanos siendo ingerida porque no hay otra cosa), alcohol de destilería (que puede dejar ciego si está mal hecho). La mayor parte de los personajes son repugnantes, caen mal; o no son mala gente pero es que son patéticos, y tampoco pueden caerte muy bien (aunque hay algunos que se salvan, como Arvin, o su abuela, o su tío). Y como he dicho, todo eso es la normalidad. Pollock llega a ratos a tratar todo esto con ciertos tonos de humor negro, y no puedes evitar reírte un poco. Por ejemplo, hay una escena donde dos viejos republicanos hablan sobre cómo habría que perseguir a todos los “melenudos” (hippies, rockeros, etc.) porque son el verdadero cáncer de la sociedad, unos pervertidos, y colgarlos en las plazas de los pueblos. Para dar ejemplo. Llega a dar risa, pero esas conversaciones existían en aquella época (los años sesenta). Humor negro.

        Pese a esto, el autor no utiliza demasiado la violencia grafica ni escenas gores, como por ejemplo si hace el gran Clive Barker. Es más minimalista, él transmite la sensación general de la zona. Sabes que lo que pasa allí es muy chungo, pero no está interesado en hablar de personas destripando a otras, cabezas cortadas, etc. Personalmente prefiero el estilo de Barker, mas visual, gráfico y estético (en su barbarie), pero ello no quita que sea una novela muy bien escrita.

        Quizá podríamos citar como una de las escasas críticas que Pollock abusa un poco de la sordidez en los personajes, y a veces se hace ligeramente forzado. El paralitico homosexual enamorado de su primo predicador rarito y fanático, la camarera prostituta y asesina con su mierda de relación con su marido pervertido, etc. Pero bueno, es lo que Pollock vende, es lo que esperas al leerlo, y es lo que obtienes, y además lo cierto es que es muy entretenido.

        Pollock, dentro del dirty realism (“realismo sucio”), es heredero directo de la tradición y rama llamada gótico sureño, y de autores como Flannery O’Connor, William Faulkner y Cormac McCarthy: esa violencia normalizada en ambiente rural, ese sabor castizo presente en todo el libro. Mecedoras en los porches, escopetas, garrafas de alcohol destilado, rancheras destartaladas, pequeñas poblaciones con congregaciones religiosas dirigidas por algún predicador, etc. Pero sin elementos sobrenaturales, que a veces están presentes en este estilo, y a veces no. Son especialmente conocidas las novelas de McCarthy: No es país para viejos (2005) y La carretera (2006), aunque lleva sacando libros desde el 65. Al igual que estos autores, Pollock también ha hecho su propia incursión en el western: El banquete celestial (2016).

        Finalmente, el personaje de Arvin recuerda un poco a otro conocido personaje del dirty realism: Holdem, el protagonista de El guardián entre el centeno (1951), de J.D. Salinger. Su vago (aunque en Holdem no es tan vago) temor ante un mundo amenazante, su forma de enfrentarse de una forma un tanto retraída a la mayoría de edad y el salto a ser adulto, su introspección, etc. Pese a todo lo ocurrido, se diría que el acontecimiento que más marcó la vida de Arvin no fue la muerte de su madre y lo que le siguió (no haré spoilers), es aquel que solo puede comprender como inútil y absurdo (lo que lo hermana con Holdem y su repulsa por los actos de una sociedad que no comprende o se niega a comprender, en su rebeldía adolescente): el sacrificio del perro a manos de su padre. La muerte de su madre fue un acto natural, el cáncer la mató, no podía hacerse nada. Y lo que siguió fueron consecuencias naturales, y hasta ve cierta justicia en ellas. Pero el perro no había hecho nada, era inocente, y su muerte no sirvió absolutamente para nada en la evolución de la enfermedad de su madre. Una criatura inocente muerta por un objetivo inútil y sin sentido, y por ello jamás perdona a su padre. Al final Arvin no ve el crimen en la violencia, él mismo la utiliza sin cortarse un pelo si tiene que hacerlo, si no en la violencia sin sentido. Por ello los sacrificios de su padre los ve como el crimen supremo. Y Arvin, como Holdem, se revela contra esa banalización del mal y la violencia. 


Le dio la impresión de que su vida entera, todo lo que había hecho, dicho, o visto, lo había conducido a aquel momento: por fin a solas con los fantasmas de su infancia.


        Es una novela que en general ha recibido la aclamación de los lectores, siendo la mayoría de las críticas positivas, tanto por parte de aficionados como de profesionales. Ha obtenido varios premios, sobretodo en Francia, donde ha tenido un reconocimiento impresionante, y la publicación literaria francesa Lire nombró a El diablo a todas horas la mejor novela de todo 2012. Solo en Francia ganó el Gran Premio de Literatura Policière de 2012 y el Prix Mystère de la critique de 2013. Además, obtuvo el Premio Thomas y Lillie D. Chaffin de Escritura Apalache (Thomas y Lillie D. Chaffin Award for Appalachian Writing) de 2012. Por último, obtuvo el tercer lugar en el Deutscher Kimi Preis de 2013, un premio alemán. El Gran Premio de Literatura Policière y el Deutscher Kimi Preis son los dos premios literarios mas antiguos y prestigiosos de sus respectivos países concedidos a la literatura de ficción criminal, policiaca, etc.  

        En 2020 Netflix sacó su adaptación cinematográfica, con el mismo nombre que el libro, dirigida por Antonio Campos y producida por Jake Gyllenhaal (el mismísimo Misterio de Spiderman: Lejos de casa, entre otros papeles) y Randall Poster. La película hace un importante esfuerzo por adaptar una linealidad bastante compleja, debido a esos cambios de perspectiva, de lugar, y de tiempo. Y el resultado es una película bastante entretenida y buena, y mantiene la originalidad de la novela, pero fracasa a la hora de plasmar su sordidez. Tal y como suele suceder con las producciones de Netflix, peca de ser excesivamente correcta, no se atreve a mostrar toda la inmundicia. La mayoría de escenarios son limpios, no reflejan ese ambiente repugnante, y tres cuartos de lo mismo con los personajes. Y no es que sean malos actores, más bien al contrario, pero no están caracterizados de forma lo bastante sórdida. Y es algo evidente, porque en la novela Pollock dedica mucho tiempo, escena a escena, pagina a pagina, a dejarnos bien claro esas pintas de personajes lamentables, decadentes, y patéticos. En el libro, Carl tiene un aspecto mucho más obeso y desagradable, sin lavarse nunca; Sandy mucho más delgada y avejentada, con dientes podridos. Lenora es, aunque quede mal decirlo, mucho más fea, la actriz elegida es guapita, y no es que se haga mucho para afearla en la caracterización. Y pese a la excelente interpretación de Robert Pattinson (porque es buen actor) como el asqueroso y pomposo reverendo Preston Teagardin, creo que no encaja bien, tiene un rostro demasiado reflexivo para ajustarse a semejante cerdo cobarde y libidinoso. Me recuerda un poco a como en Mortal Engines (película de 2018 basada en un libro homónimo de 2001), el personaje de Hester Shaw, que en la novela tiene la cara totalmente desfigurada por un golpe de espada (no tiene ni nariz), en la película solo tiene una cicatriz en la barbilla y en una mejilla, que no solo no desfigura su rostro, si no que casi la hace más atractiva con su aire salvaje. La gente del cine suele tener un considerable temor a afear en exceso a sus personajes, aunque lo marque la obra original. Aun asi es una buena película, merece la pena verla, y pese a su fracaso en el citado aspecto, tampoco traiciona al libro del que nace. Por otro lado, la interpretación de Tom Holland como el Arvin adolescente es especialmente destacable: es lo bastante serio e introspectivo, se le da muy bien reflejar la violencia que a veces sacude al personaje, etc.










martes, 6 de abril de 2021

REGRESO A TITÁN - ARTHUR C. CLARKE


         

        Novela de Arthur C. Clarke, considerado sumo sacerdote de la ciencia ficción dura, llamada así por contener (como ya expliqué en la reseña de Esfera) un ambiente hipertecnológico y muchísimos desarrollos científicos. Presta mucha atención e importancia a esos detalles científicos, de hecho es muy común que sus autores, y Clarke no es ninguna excepción, usen sus libros como meros canales para desarrollar una serie de argumentos o teorías científicas, perdiendo importancia el argumento en sí. Esta novela pertenece a esta clase, y no es de las mejores del autor (que tiene verdaderas obras de arte, como Cánticos de la lejana Tierra y El fin de la infancia, que llegado el momento habré de reseñar). Es un libro bastante normalito y poco trascendente. Y de hecho le he sacado unos cuantos fallos.  

        En primer lugar, Regreso a Titán, publicado en 1976, cuyo nombre original era Imperial Earth (“Tierra Imperial”), podría haberse llamado perfectamente, tal y como leí mencionar a un usuario de la web Tercera Fundación, Viaje de ida y vuelta a Titán, porque eso es exactamente toda la novela.

        El libro nos ubica en el año 2276, momento en el que la humanidad se ha extendido por gran parte del Sistema Solar: se ha colonizado la Luna, Marte, Venus, y unos cuantos satélites de Saturno y de Júpiter, entre otros lugares. En este esquema cobra particular importancia el satélite Titán, perteneciente a la órbita de Saturno, debido a que su atmosfera rica en hidrogeno ha permitido abaratar muchísimo el coste de este elemento y así crear un sistema de transportes estelares basados en el impulso de hidrogeno, gracias al cual la humanidad ha viajado y colonizado tantos lugares del espacio. Clarke teoriza que Titán es la llave del Sistema Solar por estas razones (al igual que en 2010: Odisea dos teorizó que dicha llave era Europa, satélite de Júpiter). Además, y si lo que dice Clarke es cierto (y en principio las informaciones puramente científicas de sus libros suelen ser bastante veraces, al menos en lo que a astronomía y astrofísica se refiere), Titán es uno de los cuerpos estelares más habitables para los humanos, ya que posee su propia atmosfera (formada por hidrogeno eso sí), al contrario que la mayoría del resto de cuerpos. Y la presión atmosférica es prácticamente igual a la de la Tierra. Las temperaturas también eran más “agradables”, o al menos más viables para crear un sistema de sostenimiento vital: solían rondar unos -70ºC, cuando en la mayoría de planetas o satélites eran el doble de fríos, o infinitamente más calientes de lo habitable (Mercurio y Venus unos 400ºC).



Titán con Saturno al fondo. Diseño grafico, la imágen no es real.

        Toda la economía de Titán viene del comercio con la Tierra por el hidrogeno. Toda la colonización del satélite, y la construcción del sistema, fueron obra del actual presidente de la Republica de Titán, Malcolm Makenzie, y la familia Makenzie constituye una verdadera dinastía que rige los destinos de Titán. Malcolm tuvo problemas matrimoniales a causa de una hija nacida con discapacidades intelectuales (hablaremos de esto) que murió muy pronto, y como consecuencia, decide no tener más hijos. En su lugar, va a la Tierra, y se clona a sí mismo, y ese clon, Colin Makenzie, hace las veces de hijo. O sea, decide que solo su perfecta copia es lo bastante bueno para continuar su papel. El protagonista de la novela es Duncan Makenzie, el clon de Colin, o lo que es lo mismo, del propio Malcolm. Aclaremos que en esta novela, a través de los avances de la medicina, y de la menor gravedad existente en Titán, que se supone que alarga la esperanza de vida, la gente vive 150 años tranquilamente. Así que las tres generaciones Makenzie pululan por ahí con total normalidad, pese a que Duncan tiene ya como 30 y bastantes años, y Malcolm mas de 120.

        Duncan es elegido para ir a pronunciar un discurso en la Tierra en honor del aniversario número 500 de la independencia de Estados Unidos, ocasión que la familia Makenzie aprovechará para saldar diversas cuestiones en la Tierra, y para que Duncan se clone, añadiendo otro Makenzie a la dinastía.

        La vida en Titán es muy diferente a la terráquea. La mayoría de la población vive en una ciudad subterránea llamada Oasis, mantenida por un complejo sistema de sostenimiento vital (agua, oxigeno, eliminación de residuos, etc.) sin el cual no podrían vivir allí. Clarke no llega a concretar en ningún momento cuantas personas viven exactamente allí, pero no deben ser más de unos cuantos cientos, unos pocos miles como mucho. Se dedican a dos grandes actividades: la extracción de hidrogeno, como base productiva; y la investigación de cosas científicas varias, ya sea allí en Titán, o en otros satélites de Saturno. La gente tiene una mentalidad práctica para todo: por ejemplo no se concibe tener grandes bibliotecas de coleccionismo donde acumules obras y obras, u objetos históricos o artísticos, etc. Casi todo deber ser puramente funcional. En este contexto, el poliamor está más o menos aceptado (aunque parece que solo en contexto de juventud, luego tienes que sentar la cabeza), pudiendo mantener relaciones con varias personas, incluso practicar tríos. Tampoco hay problemas con la bisexualidad, aunque también se visibiliza que las relaciones entre personas del mismo sexo son cuestiones puramente sexuales y durante la juventud, antes de casarte.

        No hay problemas de razas, tanto en Titán (sobretodo) como en la Tierra, todas las etnias conviven en total armonía: los propios Makenzie son negros, aunque Clarke se refiere a ello de forma muy velada.

        Duncan mantuvo en la juventud una relación muy estrecha con un joven prodigio titaniano, su mejor amigo Karl Helmer, llegando a ser amantes. Esta relación se complica cuando entra en la ecuación Calindy, una joven y bella terráquea que pasa una temporada en Titán antes de volver a la Tierra. Ambos beben los vientos por ella y los tres mantendrán una tórrida relación, pero Duncan siempre fue la pata coja de ese trio, algo que lo marca de por vida. Tras la marcha de Calindy, Duncan logró superar esa astilla en el corazón (eso dice, pero luego la contraseña de su base de datos es KALINDY; a veces es algo contradictorio), pero Karl no. Algo que Duncan nunca llegó a saber (se averigua al final del libro) ocurrió en la despedida entre Calindy y Karl que le provocó a este una crisis nerviosa, y nunca volvió a ser el mismo. Desde entonces la relación entre los dos chicos titanianos se ve emponzoñada por el dolor, la envidia, la rivalidad, y el recuerdo de esa mujer. 

        Muchos años después de aquello, con Duncan casado y siendo el padre adoptivo de los hijos de su mujer, le piden pronunciar el discurso en el quinto centenario, y todo lo que hemos dicho anteriormente. Pero en este viaje, donde él planeaba aprovechar para volver a ver a Calindy, se enfrentará al misterio de lo que ocurrió hace tantos años, y los tres se verán de nuevo envueltos en temas que podrían complicar las relaciones políticas entre Titán y la Tierra, y también podrían abrir un nuevo horizonte de descubrimientos para la ciencia humana.

        Una parte de la novela es gran parte de la extrañeza de Duncan ante muchas de las cosas que en la Tierra vemos como normales: la primera vez que ve un caballo se da cuenta que es su primer encuentro con un alienígena gigante (para él, que es de Titán, donde solo hay formas de vida humanas).  

        Bueno, pese a que yo cuento esto así como animado, realmente en general el argumento carece en gran parte de interés, es absolutamente tranquilo y calmado. Como hemos dicho, es más una excusa para que Clarke exponga sus teorías: por ejemplo, desarrolla la teoría de un motor que funcione gracias a una especie de singularidad cuántica o agujero de gusano en miniatura. Gracias a esa enorme fuente de energía, una nave podría viajar mucho más rápido que cualquier otro motor. Pues ok. Hablando en plata: como argumento es un peñazo soporífero, intrascendente. 

        Clarke se adelanta mucho a los tiempos en diversos aspectos: en una novela de 1976 él ya preludia el alzamiento de Internet. Los 70 eran un momento en que ya existía cierto concepto de crear una red mundial de información, pero aún era un proyecto muy larvario, principalmente a través del ARPANET, una red de computadoras creada por encargo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, proyecto que nació en 1972. Clarke se adelanta y concibe una red bastante similar a nuestro Internet actual. 

        Además también se anticipa a la creación del móvil, un Smartphone: un dispositivo de comunicación que aparte de poder llamar a otras personas, haga las veces de agenda, base de datos, sistema para tomar notas o registrar grabaciones, e incluso para conectarte a la red o “Internet” que el concibe en la novela, y poder extraer información de ella. Un ordenador de bolsillo. A estos aparatos los llama minisecs.

        También preludia el vegetarianismo y el veganismo como forma de vida: matar se ha hecho innecesario. Se puede extraer esa cantidad de nutrientes y proteínas, incluso el sabor, de plantas de alimentación, usando técnicas científicas. Aun no existe en todo el mundo, pero casi. Este mismo tema ya fue tratado anteriormente en su relato de 1964: El alimento de los dioses.

        Por último, buena parte del argumento final gira alrededor de la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, y de que vida puede ser esta: ¿acaso seres mucho más allá de nuestra comprensión? Planteamientos similares a los de Esfera (aunque esta novela los lleva a cabo con muchísima mas extensión). Clarke plantea la posibilidad del contacto con ellos a través de la radioastronomía, o sea instalaciones gigantes de radiotelescopios que usan antenas parabólicas (radio antenas), con las que rastrillar el espacio a la caza de transmisiones alienígenas. Escuchar el espacio. Creo que esto es lo que inspiró a su amigo Carl Sagan para escribir su famosa Contact de 1985, que desarrolla este aspecto (el contacto con una civilización alienígena a través de la radioastronomía) en mucha más profundidad.



Grupo de radio antenas que forman parte del observatorio radioastrónomico Very Large Array, a 80 km al oeste de Socorro, Nuevo México (EE.UU).


¿Podría haber animales entre las estrellas, para quienes los hombres serían tan insignificantes como los parásitos de la ballena? (...) ¿Serán dioses? ¿O serán devoradores de dioses?


        Pero no todo es orégano, y hay muchos aspectos criticables, cosa comprensible por otro lado en ciertas cosas, estamos hablando de un señor que nació en 1917, la sociedad era distinta. Por ejemplo, el poliamor de la novela parece solo aceptable (aunque Clarke no se mojó mucho) como una cuestión sexual, puro deseo, y de juventud. Luego, a casarse, y en relaciones heterosexuales. Pero bueno, podemos aceptarlo; que en una novela de 1976 ya se hable de esto es un avance.

        Pero hay más, aunque para ello hay que presentar un poquito a este autor. Arthur C. Clarke (nacido en Inglaterra en 1917) era, aparte de escritor y divulgador científico, un astrofísico bastante renombrado con varias contribuciones a la ciencia, miembro de la comunidad científica, y dio clases en varias Universidades. Murió en 2008 en Colombo, Sri Lanka, a los 90 años. Clarke era un convencido “tecnócrata utópico”, creía que a través de los avances científicos la humanidad alcanzaría tal grado de superioridad donde desaparecerían la ira entre los pueblos, las rivalidades, los problemas ecológicos, etc. La ciencia es el único camino para el futuro. Y él creía firmemente en que la utopía podía alcanzarse, es algo que reflejan todas sus obras, todas tiene ese mensaje de esperanza.

        Por otro lado, teniendo en cuenta que este tipo de libros son verdaderos manifiestos de intenciones y teorías para sus autores, no pueden leerse con la despreocupación de otras obras, como La Primera Ley, que no reflejan absolutamente nada del ideario social del autor. En este caso, cuanto dice refleja los pensamientos de Clarke. En la mayoría de sus obras, Clarke refleja su idea de esa utopía tecnológica.



Arthur C. Clarke.

        Lo de la ciencia como camino para el futuro parece muy bonito, pero en la práctica no lo es tanto (al menos en este libro, tiene otros libros donde no mete tanto la gamba, e incluso envía mensajes bastante encomiables). En primer lugar, pese a su intención de vegetarianismo y veganismo, sin embargo ha relegado a todos los seres vivos no humanos al papel de casi meras atracciones turísticas a expensas de los humanos. Solo quedan unos pocos, todos bajo control humano (depredadores aún menos), y únicamente para diversión de la raza humana. Me parece de un paternalismo por parte de una especie que apenas hemos hecho sino destruir bastante considerable.

        También es posible hablar sobre que pese a haberse alcanzado una supuesta armonía total terráquea, que funciona como una sola nación más o menos, absolutamente todo se visibiliza no solo desde la perspectiva occidental, si no concretamente desde la anglosajona. Estados Unidos gobierna los destinos de toda la Tierra, y con ella, de todas las naciones o colonias establecidas en otros planetas o satélites. El acontecimiento del siglo no es la celebración de la unión de todos los pueblos o algo así, es el de la Independencia de Estados Unidos. Bien, ese patriotismo ahí (pese a que Clarke fuera inglés, no estadounidense).

        El libro está cubierto de los mensajes apoyando esta tecnocracia científica, y de connotaciones más de una vez bastante utilitaristas. Por ejemplo: cuando mencionan a la hija con discapacidad intelectual de Malcolm, Anitra, Clarke para describirla menciona que pese a ser muy guapita “no había nadie dentro” (cita textual). Me he molestado en leer la versión original en inglés de esa parte para asegurar que no fuera un error de traducción, y no lo es: “…and that there was really no one at home in the lovely shell their bodies had fashioned” (que viene a ser algo así como “…y realmente no había nadie en casa en el hermoso caparazón que sus cuerpos habían formado”). Hay que ser un tecnócrata bastante centrado únicamente en resultados a gran escala, y tener una mente muy utilitaria, para describir a una niña pequeña (muere con cinco años) como “vacía” a causa de tener una discapacidad intelectual. Citar a esa niña como un mero caparazón. Como si fuera una nuez de esas que abres y dentro solo hay un resto negruzco y nada de fruto. Fatal.

        Siguiendo con este aspecto, a mitad de la novela Duncan visita la instalación donde se llevan a cabo las clonaciones, y para ello no usan sistemas de úteros artificiales, cubetas, y cosas así de ciencia ficción. Clarke concibe algo mucho más sencillo: se implanta el embrión viable del clon, en una “madre de alquiler” que será quien lo gestará, pese a que no tendrá absolutamente nada de su ADN, que será enteramente de Duncan (o sea, de Malcolm). Del donante, vamos. Estas madres son mujeres con discapacidad mental (Duncan llega a pensar que de haber vivido Anitra, podrían haberla traído aquí), a las que Clarke llama abiertamente “subnormales”. Dejando aparte que el libro es de hace como 45 años, y que entonces creo que aún no se había tratado en profundidad que el término “subnormal” podía ser bastante insultante para estas personas, la forma de visibilizar a esas mujeres con discapacidad me parece más que nefasta. Clarke plantea que las mujeres con dicha discapacidad “deberían estar agradecidas” porque se les conceda la posibilidad de ser madres, aunque sea de un hijo que no lleva su ADN, siendo ellas solo el útero gestante, y de que solo vayan a poder actuar como madres un corto periodo de tiempo, ya que enseguida les será retirado él bebe para ser entregado al encargante. Llega incluso a afirmar que este “breve gozo” es lo más parecido que unas mujeres de esta condición podrán experimentar a la maternidad, todo esto evidentemente tratado desde un tono paternalista, como si esto fuera un favor que se les hace (y no que realmente las estas utilizando como un mecanismo de un proceso industrial y comercial, como si fueran incubadoras vivientes, es cosificación pura). Me parece discriminatorio a unos niveles bastante impresionantes. Que la discapacidad intelectual rebaje a unas mujeres a meras “cosas gestantes” que además deben agradecerlo… en fin. Creo que ha quedado claro el mensaje, y mi postura sobre él.

        Añado a todo esto que soy bastante (incluso MUY) fan de algunas de las obras de Clarke, destacando Cánticos de la lejana Tierra (1986) y El fin de la infancia (1953), novelas que todo amante de la ciencia ficción creo que debería leer. Y bastantes de sus relatos también. Pero a veces, no todo lo que hacen ciertos autores es oro, y menos autores como Clarke que acabaron sacando libros y relatos en plan metralleta; creo que cuando se cogen ese tipo de ritmos es natural que salgan novelas de considerable mediocridad, con argumentos poco firmes e interesantes, y bastantes fallos. Este es un rasgo que en mi opinión, comparte con Stephen King, por poner un ejemplo.

        En definitiva, es un libro fácil de leer y con un ritmo ágil, porque su autor tiene bastante pericia al escribir. Se hace relativamente ameno, y además es cortito. Y algunas cosas planteadas, lo del Internet, lo del veganismo, etc. son interesantes. Pero por lo demás, la trama prácticamente no atrae nada, los personajes son bastante planos, y en general la obra es una excusa para que su autor nos hable de sus teorías y sus pensamientos, y su idea de una sociedad futura donde la ciencia “ha arreglado todos los problemas de la humanidad”. Mas todas las criticas que he sacado antes (y me he dejado cosas). A mi parecer es un libro bastante mediocre. Mi recomendación: pues si te mola mucho la ciencia ficción dura y eres coleccionista, es una vieja gloria (porque su autor es quien es, no por otra cosa) y es fácil encontrarlo por dos euros en cualquier Re-Read o librería de viejo; puedes plantearte comprarlo. Pero en general no merece mucho la pena, y no motiva mucho a leer sci-fi, hay cosas infinitamente mejores en este genero. Sin embargo, se le otorgó el Premio Gaylactic Spectrum de 2001, unos premios otorgados a aquellas obras (incluyendo películas) que visibilizan la temática LGTBI en los géneros de horror, ciencia ficción o fantasía. Sigo creyendo que se se le otorgó el premio mas por el nombre de Clarke, que porque la obra sea tan brillante. Pero bueno. 

        Como aporte final: existe un relato obra del autor español Javier Redal llamado Naufragio en Titán, publicado en 1979, donde su autor homenajea a Clarke, al tiempo que recuerda un montón a El vuelo del Fénix (libro de 1964, mas dos películas, una de 1965 y su remake de 2004). El relato trata sobre los primeros tiempos de la colonización en Titán, cuando todavía se está construyendo toda la sociedad y el sistema industrial para extraer hidrogeno, etc. en ese satélite. Funciona como una especie de precuela de Regreso a Titán. Se sacó en diversas publicaciones especialistas sobre ciencia ficción, yo lo leí en el ejemplar Nº2 de la revista española Ulthar: revista de fantasía, ciencia ficción y terror, editada por Alberto López Aroca, que recomiendo a cualquier posible lector de este artículo. La calidad de la revista, sus relatos, sus ilustraciones, etc. son excelentes. Cualquiera de los números de su revista se pueden conseguir en el siguiente enlace: http://albertolopezaroca.blogspot.com.





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