Novela de Arthur C. Clarke, considerado sumo sacerdote de la ciencia ficción dura, llamada así por contener (como ya expliqué en la reseña de Esfera) un ambiente hipertecnológico y muchísimos desarrollos científicos. Presta mucha atención e importancia a esos detalles científicos, de hecho es muy común que sus autores, y Clarke no es ninguna excepción, usen sus libros como meros canales para desarrollar una serie de argumentos o teorías científicas, perdiendo importancia el argumento en sí. Esta novela pertenece a esta clase, y no es de las mejores del autor (que tiene verdaderas obras de arte, como Cánticos de la lejana Tierra y El fin de la infancia, que llegado el momento habré de reseñar). Es un libro bastante normalito y poco trascendente. Y de hecho le he sacado unos cuantos fallos.
En primer lugar, Regreso a Titán, publicado en 1976, cuyo nombre original era Imperial Earth (“Tierra Imperial”),
podría haberse llamado perfectamente, tal y como leí mencionar a un usuario de
la web Tercera Fundación, Viaje de ida y
vuelta a Titán, porque eso es exactamente toda la novela.
El libro nos ubica en el año
2276, momento en el que la humanidad se ha extendido por gran parte del Sistema
Solar: se ha colonizado la Luna, Marte, Venus, y unos cuantos satélites de
Saturno y de Júpiter, entre otros lugares. En este esquema cobra particular
importancia el satélite Titán, perteneciente a la órbita de Saturno, debido a que
su atmosfera rica en hidrogeno ha permitido abaratar muchísimo el coste de este
elemento y así crear un sistema de transportes estelares basados en el impulso
de hidrogeno, gracias al cual la humanidad ha viajado y colonizado tantos
lugares del espacio. Clarke teoriza que Titán es la llave del Sistema Solar por
estas razones (al igual que en 2010:
Odisea dos teorizó que dicha llave era Europa, satélite de Júpiter).
Además, y si lo que dice Clarke es cierto (y en principio las informaciones puramente científicas de sus libros suelen ser bastante veraces, al menos en lo
que a astronomía y astrofísica se refiere), Titán es uno de los cuerpos
estelares más habitables para los humanos, ya que posee su propia atmosfera
(formada por hidrogeno eso sí), al contrario que la mayoría del resto de
cuerpos. Y la presión atmosférica es prácticamente igual a la de la Tierra. Las
temperaturas también eran más “agradables”, o al menos más viables para crear un sistema de sostenimiento vital: solían rondar unos -70ºC, cuando en la mayoría
de planetas o satélites eran el doble de fríos, o infinitamente más calientes
de lo habitable (Mercurio y Venus unos 400ºC).
Toda la economía de Titán viene
del comercio con la Tierra por el hidrogeno. Toda la colonización del satélite,
y la construcción del sistema, fueron obra del actual presidente de la
Republica de Titán, Malcolm Makenzie, y la familia Makenzie constituye una
verdadera dinastía que rige los destinos de Titán. Malcolm tuvo problemas
matrimoniales a causa de una hija nacida con discapacidades intelectuales
(hablaremos de esto) que murió muy pronto, y como consecuencia, decide no tener más
hijos. En su lugar, va a la Tierra, y se clona a sí mismo, y ese clon, Colin
Makenzie, hace las veces de hijo. O sea, decide que solo su perfecta copia es lo
bastante bueno para continuar su papel. El protagonista de la novela es Duncan
Makenzie, el clon de Colin, o lo que es lo mismo, del propio Malcolm. Aclaremos
que en esta novela, a través de los avances de la medicina, y de la menor
gravedad existente en Titán, que se supone que alarga la esperanza de vida, la
gente vive 150 años tranquilamente. Así que las tres generaciones Makenzie
pululan por ahí con total normalidad, pese a que Duncan tiene ya como 30 y
bastantes años, y Malcolm mas de 120.
Duncan es elegido para ir a
pronunciar un discurso en la Tierra en honor del aniversario número 500 de la
independencia de Estados Unidos, ocasión que la familia Makenzie aprovechará
para saldar diversas cuestiones en la Tierra, y para que Duncan se clone,
añadiendo otro Makenzie a la dinastía.
La vida en Titán es muy diferente
a la terráquea. La mayoría de la población vive en una ciudad subterránea
llamada Oasis, mantenida por un complejo sistema de sostenimiento vital (agua,
oxigeno, eliminación de residuos, etc.) sin el cual no podrían vivir allí. Clarke
no llega a concretar en ningún momento cuantas personas viven exactamente allí,
pero no deben ser más de unos cuantos cientos, unos pocos miles como mucho. Se
dedican a dos grandes actividades: la extracción de hidrogeno, como base
productiva; y la investigación de cosas científicas varias, ya sea allí en
Titán, o en otros satélites de Saturno. La gente tiene una mentalidad práctica
para todo: por ejemplo no se concibe tener grandes bibliotecas de coleccionismo
donde acumules obras y obras, u objetos históricos o artísticos, etc. Casi todo
deber ser puramente funcional. En este contexto, el poliamor está más o menos
aceptado (aunque parece que solo en contexto de juventud, luego tienes que
sentar la cabeza), pudiendo mantener relaciones con varias personas, incluso
practicar tríos. Tampoco hay problemas con la bisexualidad, aunque también se
visibiliza que las relaciones entre personas del mismo sexo son cuestiones puramente
sexuales y durante la juventud, antes de casarte.
No hay problemas de razas,
tanto en Titán (sobretodo) como en la Tierra, todas las etnias conviven en total
armonía: los propios Makenzie son negros, aunque Clarke se refiere a ello de
forma muy velada.
Duncan mantuvo en la juventud una
relación muy estrecha con un joven prodigio titaniano, su mejor amigo Karl
Helmer, llegando a ser amantes. Esta relación se complica cuando entra en la
ecuación Calindy, una joven y bella terráquea que pasa una temporada en Titán
antes de volver a la Tierra. Ambos beben los vientos por ella y los tres
mantendrán una tórrida relación, pero Duncan siempre fue la pata coja de ese
trio, algo que lo marca de por vida. Tras la marcha de Calindy, Duncan logró
superar esa astilla en el corazón (eso dice, pero luego la contraseña de su
base de datos es KALINDY; a veces es algo contradictorio), pero Karl no. Algo
que Duncan nunca llegó a saber (se averigua al final del libro) ocurrió en la
despedida entre Calindy y Karl que le provocó a este una crisis nerviosa, y nunca volvió a
ser el mismo. Desde entonces la relación entre los dos chicos titanianos se ve emponzoñada
por el dolor, la envidia, la rivalidad, y el recuerdo de esa mujer.
Muchos años después de aquello,
con Duncan casado y siendo el padre adoptivo de los hijos de su mujer, le piden
pronunciar el discurso en el quinto centenario, y todo lo que hemos dicho
anteriormente. Pero en este viaje, donde él planeaba aprovechar para volver a
ver a Calindy, se enfrentará al misterio de lo que ocurrió hace tantos años, y
los tres se verán de nuevo envueltos en temas que podrían complicar las
relaciones políticas entre Titán y la Tierra, y también podrían abrir un nuevo
horizonte de descubrimientos para la ciencia humana.
Una parte de la novela es gran
parte de la extrañeza de Duncan ante muchas de las cosas que en la Tierra vemos
como normales: la primera vez que ve un caballo se da cuenta que es su primer
encuentro con un alienígena gigante (para él, que es de Titán, donde solo hay
formas de vida humanas).
Bueno, pese a que yo cuento esto
así como animado, realmente en general el argumento carece en gran parte de
interés, es absolutamente tranquilo y calmado. Como hemos dicho, es más una
excusa para que Clarke exponga sus teorías: por ejemplo, desarrolla la teoría
de un motor que funcione gracias a una especie de singularidad cuántica o
agujero de gusano en miniatura. Gracias a esa enorme fuente de energía, una
nave podría viajar mucho más rápido que cualquier otro motor. Pues ok. Hablando en plata: como argumento es un peñazo soporífero, intrascendente.
Clarke se adelanta mucho a los
tiempos en diversos aspectos: en una novela de 1976 él ya preludia el alzamiento
de Internet. Los 70 eran un momento en que ya existía cierto concepto de crear una red
mundial de información, pero aún era un proyecto muy larvario, principalmente a
través del ARPANET, una red de computadoras creada por encargo del Departamento
de Defensa de Estados Unidos, proyecto que nació en 1972. Clarke se adelanta y concibe una red bastante similar a nuestro Internet actual.
Además también se anticipa a la
creación del móvil, un Smartphone: un dispositivo de comunicación que aparte de poder llamar a otras personas, haga las veces de agenda, base de
datos, sistema para tomar notas o registrar grabaciones, e incluso para
conectarte a la red o “Internet” que el concibe en la novela, y poder extraer
información de ella. Un ordenador de bolsillo. A estos aparatos los llama
minisecs.
También preludia el vegetarianismo y el veganismo como forma de vida: matar se ha hecho innecesario. Se puede extraer esa cantidad de nutrientes y proteínas, incluso el sabor, de plantas de alimentación, usando técnicas científicas. Aun no existe en todo el mundo, pero casi. Este mismo tema ya fue tratado anteriormente en su relato de 1964: El alimento de los dioses.
Por último, buena parte del argumento final gira alrededor de la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, y de que vida puede ser esta: ¿acaso seres mucho más allá de nuestra comprensión? Planteamientos similares a los de Esfera (aunque esta novela los lleva a cabo con muchísima mas extensión). Clarke plantea la posibilidad del contacto con ellos a través de la radioastronomía, o sea instalaciones gigantes de radiotelescopios que usan antenas parabólicas (radio antenas), con las que rastrillar el espacio a la caza de transmisiones alienígenas. Escuchar el espacio. Creo que esto es lo que inspiró a su amigo Carl Sagan para escribir su famosa Contact de 1985, que desarrolla este aspecto (el contacto con una civilización alienígena a través de la radioastronomía) en mucha más profundidad.
¿Podría haber animales entre las estrellas, para quienes los hombres serían tan insignificantes como los parásitos de la ballena? (...) ¿Serán dioses? ¿O serán devoradores de dioses?
Pero no todo es orégano, y hay muchos aspectos criticables, cosa comprensible por otro lado en ciertas cosas, estamos hablando de un señor que nació en 1917, la sociedad era distinta. Por ejemplo, el poliamor de la novela parece solo aceptable (aunque Clarke no se mojó mucho) como una cuestión sexual, puro deseo, y de juventud. Luego, a casarse, y en relaciones heterosexuales. Pero bueno, podemos aceptarlo; que en una novela de 1976 ya se hable de esto es un avance.
Pero hay más, aunque para ello
hay que presentar un poquito a este autor. Arthur C. Clarke (nacido en
Inglaterra en 1917) era, aparte de escritor y divulgador científico, un
astrofísico bastante renombrado con varias contribuciones a la ciencia, miembro
de la comunidad científica, y dio clases en varias Universidades. Murió
en 2008 en Colombo, Sri Lanka, a los 90 años. Clarke era un convencido
“tecnócrata utópico”, creía que a través de los avances científicos la humanidad
alcanzaría tal grado de superioridad donde desaparecerían la ira entre los
pueblos, las rivalidades, los problemas ecológicos, etc. La ciencia es el único
camino para el futuro. Y él creía firmemente en que la utopía podía alcanzarse,
es algo que reflejan todas sus obras, todas tiene ese mensaje de esperanza.
Por otro lado, teniendo en cuenta que este tipo de libros son verdaderos manifiestos de intenciones y teorías para sus autores, no pueden leerse con la despreocupación de otras obras, como La Primera Ley, que no reflejan absolutamente nada del ideario social del autor. En este caso, cuanto dice refleja los pensamientos de Clarke. En la mayoría de sus obras, Clarke refleja su idea de esa utopía tecnológica.
Lo de la ciencia como camino para el futuro parece muy bonito, pero en la práctica no lo es tanto (al menos en este libro, tiene otros libros donde no mete tanto la gamba, e incluso envía mensajes bastante encomiables). En primer lugar, pese a su intención de vegetarianismo y veganismo, sin embargo ha relegado a todos los seres vivos no humanos al papel de casi meras atracciones turísticas a expensas de los humanos. Solo quedan unos pocos, todos bajo control humano (depredadores aún menos), y únicamente para diversión de la raza humana. Me parece de un paternalismo por parte de una especie que apenas hemos hecho sino destruir bastante considerable.
También es posible hablar sobre que pese a haberse alcanzado una supuesta armonía total terráquea, que funciona como una sola nación más o menos, absolutamente todo se visibiliza no solo desde la perspectiva occidental, si no concretamente desde la anglosajona. Estados Unidos gobierna los destinos de toda la Tierra, y con ella, de todas las naciones o colonias establecidas en otros planetas o satélites. El acontecimiento del siglo no es la celebración de la unión de todos los pueblos o algo así, es el de la Independencia de Estados Unidos. Bien, ese patriotismo ahí (pese a que Clarke fuera inglés, no estadounidense).
El libro está cubierto de los
mensajes apoyando esta tecnocracia científica, y de connotaciones más de una
vez bastante utilitaristas. Por ejemplo: cuando mencionan a la hija con
discapacidad intelectual de Malcolm, Anitra, Clarke para describirla menciona
que pese a ser muy guapita “no había nadie dentro” (cita textual). Me he
molestado en leer la versión original en inglés de esa parte para asegurar que
no fuera un error de traducción, y no lo es: “…and that there was really no one
at home in the lovely shell their bodies had fashioned” (que viene a ser algo
así como “…y realmente no había nadie en casa en el hermoso caparazón que sus
cuerpos habían formado”). Hay que ser un tecnócrata bastante centrado
únicamente en resultados a gran escala, y tener una mente muy utilitaria, para
describir a una niña pequeña (muere con cinco años) como “vacía” a causa de
tener una discapacidad intelectual. Citar a esa niña como un mero caparazón.
Como si fuera una nuez de esas que abres y dentro solo hay un resto negruzco y
nada de fruto. Fatal.
Siguiendo con este aspecto, a
mitad de la novela Duncan visita la instalación donde se llevan a cabo las
clonaciones, y para ello no usan sistemas de úteros artificiales, cubetas, y
cosas así de ciencia ficción. Clarke concibe algo mucho más sencillo: se
implanta el embrión viable del clon, en una “madre de alquiler” que será quien
lo gestará, pese a que no tendrá absolutamente nada de su ADN, que será
enteramente de Duncan (o sea, de Malcolm). Del donante, vamos. Estas madres son mujeres con discapacidad
mental (Duncan llega a pensar que de haber vivido Anitra, podrían haberla traído
aquí), a las que Clarke llama abiertamente “subnormales”. Dejando aparte que el
libro es de hace como 45 años, y que entonces creo que aún no se había tratado
en profundidad que el término “subnormal” podía ser bastante insultante para
estas personas, la forma de visibilizar a esas mujeres con discapacidad me
parece más que nefasta. Clarke plantea que las mujeres con dicha discapacidad “deberían
estar agradecidas” porque se les conceda la posibilidad de ser madres, aunque
sea de un hijo que no lleva su ADN, siendo ellas solo el útero gestante, y de
que solo vayan a poder actuar como madres un corto periodo de tiempo, ya que
enseguida les será retirado él bebe para ser entregado al encargante. Llega
incluso a afirmar que este “breve gozo” es lo más parecido que unas mujeres de
esta condición podrán experimentar a la maternidad, todo esto evidentemente
tratado desde un tono paternalista, como si esto fuera un favor que se les hace
(y no que realmente las estas utilizando como un mecanismo de un proceso
industrial y comercial, como si fueran incubadoras vivientes, es cosificación
pura). Me parece discriminatorio a unos niveles bastante impresionantes. Que la
discapacidad intelectual rebaje a unas mujeres a meras “cosas gestantes” que además
deben agradecerlo… en fin. Creo que ha quedado claro el mensaje, y mi postura
sobre él.
Añado a todo esto que soy
bastante (incluso MUY) fan de algunas de las obras de Clarke, destacando Cánticos de la lejana Tierra (1986) y El
fin de la infancia (1953), novelas que todo amante de la ciencia ficción
creo que debería leer. Y bastantes de sus relatos también. Pero a veces, no
todo lo que hacen ciertos autores es oro, y menos autores como Clarke que
acabaron sacando libros y relatos en plan metralleta; creo que cuando se cogen
ese tipo de ritmos es natural que salgan novelas de considerable mediocridad,
con argumentos poco firmes e interesantes, y bastantes fallos. Este es un rasgo
que en mi opinión, comparte con Stephen King, por poner un ejemplo.
En definitiva, es un libro fácil de
leer y con un ritmo ágil, porque su autor tiene bastante pericia al escribir.
Se hace relativamente ameno, y además es cortito. Y algunas cosas planteadas,
lo del Internet, lo del veganismo, etc. son interesantes. Pero por lo demás, la
trama prácticamente no atrae nada, los personajes son bastante planos, y en
general la obra es una excusa para que su autor nos hable de sus teorías y sus
pensamientos, y su idea de una sociedad futura donde la ciencia “ha arreglado
todos los problemas de la humanidad”. Mas todas las criticas que he sacado antes (y me he dejado cosas). A mi parecer es un libro bastante mediocre. Mi recomendación: pues si te mola mucho
la ciencia ficción dura y eres coleccionista, es una vieja gloria (porque su
autor es quien es, no por otra cosa) y es fácil encontrarlo por dos euros en
cualquier Re-Read o librería de viejo; puedes plantearte comprarlo. Pero en
general no merece mucho la pena, y no motiva mucho a leer sci-fi, hay cosas infinitamente mejores en este genero. Sin embargo, se le otorgó el Premio Gaylactic Spectrum de 2001, unos premios otorgados a aquellas obras (incluyendo películas) que visibilizan la temática LGTBI en los géneros de horror, ciencia ficción o fantasía. Sigo creyendo que se se le otorgó el premio mas por el nombre de Clarke, que porque la obra sea tan brillante. Pero bueno.
Como aporte final: existe un
relato obra del autor español Javier Redal llamado Naufragio en Titán, publicado en 1979, donde su autor homenajea a
Clarke, al tiempo que recuerda un montón a El vuelo del Fénix (libro de 1964, mas dos películas, una de 1965 y su remake de 2004). El relato trata sobre los primeros tiempos de la colonización en Titán,
cuando todavía se está construyendo toda la sociedad y el sistema industrial
para extraer hidrogeno, etc. en ese satélite. Funciona como una especie de
precuela de Regreso a Titán. Se sacó
en diversas publicaciones especialistas sobre ciencia ficción, yo lo leí en el
ejemplar Nº2 de la revista española Ulthar:
revista de fantasía, ciencia ficción y terror, editada por Alberto López
Aroca, que recomiendo a cualquier posible lector de este artículo. La calidad
de la revista, sus relatos, sus ilustraciones, etc. son excelentes. Cualquiera de los números de su revista se pueden conseguir en el siguiente enlace: http://albertolopezaroca.blogspot.com.
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