martes, 6 de abril de 2021

REGRESO A TITÁN - ARTHUR C. CLARKE


         

        Novela de Arthur C. Clarke, considerado sumo sacerdote de la ciencia ficción dura, llamada así por contener (como ya expliqué en la reseña de Esfera) un ambiente hipertecnológico y muchísimos desarrollos científicos. Presta mucha atención e importancia a esos detalles científicos, de hecho es muy común que sus autores, y Clarke no es ninguna excepción, usen sus libros como meros canales para desarrollar una serie de argumentos o teorías científicas, perdiendo importancia el argumento en sí. Esta novela pertenece a esta clase, y no es de las mejores del autor (que tiene verdaderas obras de arte, como Cánticos de la lejana Tierra y El fin de la infancia, que llegado el momento habré de reseñar). Es un libro bastante normalito y poco trascendente. Y de hecho le he sacado unos cuantos fallos.  

        En primer lugar, Regreso a Titán, publicado en 1976, cuyo nombre original era Imperial Earth (“Tierra Imperial”), podría haberse llamado perfectamente, tal y como leí mencionar a un usuario de la web Tercera Fundación, Viaje de ida y vuelta a Titán, porque eso es exactamente toda la novela.

        El libro nos ubica en el año 2276, momento en el que la humanidad se ha extendido por gran parte del Sistema Solar: se ha colonizado la Luna, Marte, Venus, y unos cuantos satélites de Saturno y de Júpiter, entre otros lugares. En este esquema cobra particular importancia el satélite Titán, perteneciente a la órbita de Saturno, debido a que su atmosfera rica en hidrogeno ha permitido abaratar muchísimo el coste de este elemento y así crear un sistema de transportes estelares basados en el impulso de hidrogeno, gracias al cual la humanidad ha viajado y colonizado tantos lugares del espacio. Clarke teoriza que Titán es la llave del Sistema Solar por estas razones (al igual que en 2010: Odisea dos teorizó que dicha llave era Europa, satélite de Júpiter). Además, y si lo que dice Clarke es cierto (y en principio las informaciones puramente científicas de sus libros suelen ser bastante veraces, al menos en lo que a astronomía y astrofísica se refiere), Titán es uno de los cuerpos estelares más habitables para los humanos, ya que posee su propia atmosfera (formada por hidrogeno eso sí), al contrario que la mayoría del resto de cuerpos. Y la presión atmosférica es prácticamente igual a la de la Tierra. Las temperaturas también eran más “agradables”, o al menos más viables para crear un sistema de sostenimiento vital: solían rondar unos -70ºC, cuando en la mayoría de planetas o satélites eran el doble de fríos, o infinitamente más calientes de lo habitable (Mercurio y Venus unos 400ºC).



Titán con Saturno al fondo. Diseño grafico, la imágen no es real.

        Toda la economía de Titán viene del comercio con la Tierra por el hidrogeno. Toda la colonización del satélite, y la construcción del sistema, fueron obra del actual presidente de la Republica de Titán, Malcolm Makenzie, y la familia Makenzie constituye una verdadera dinastía que rige los destinos de Titán. Malcolm tuvo problemas matrimoniales a causa de una hija nacida con discapacidades intelectuales (hablaremos de esto) que murió muy pronto, y como consecuencia, decide no tener más hijos. En su lugar, va a la Tierra, y se clona a sí mismo, y ese clon, Colin Makenzie, hace las veces de hijo. O sea, decide que solo su perfecta copia es lo bastante bueno para continuar su papel. El protagonista de la novela es Duncan Makenzie, el clon de Colin, o lo que es lo mismo, del propio Malcolm. Aclaremos que en esta novela, a través de los avances de la medicina, y de la menor gravedad existente en Titán, que se supone que alarga la esperanza de vida, la gente vive 150 años tranquilamente. Así que las tres generaciones Makenzie pululan por ahí con total normalidad, pese a que Duncan tiene ya como 30 y bastantes años, y Malcolm mas de 120.

        Duncan es elegido para ir a pronunciar un discurso en la Tierra en honor del aniversario número 500 de la independencia de Estados Unidos, ocasión que la familia Makenzie aprovechará para saldar diversas cuestiones en la Tierra, y para que Duncan se clone, añadiendo otro Makenzie a la dinastía.

        La vida en Titán es muy diferente a la terráquea. La mayoría de la población vive en una ciudad subterránea llamada Oasis, mantenida por un complejo sistema de sostenimiento vital (agua, oxigeno, eliminación de residuos, etc.) sin el cual no podrían vivir allí. Clarke no llega a concretar en ningún momento cuantas personas viven exactamente allí, pero no deben ser más de unos cuantos cientos, unos pocos miles como mucho. Se dedican a dos grandes actividades: la extracción de hidrogeno, como base productiva; y la investigación de cosas científicas varias, ya sea allí en Titán, o en otros satélites de Saturno. La gente tiene una mentalidad práctica para todo: por ejemplo no se concibe tener grandes bibliotecas de coleccionismo donde acumules obras y obras, u objetos históricos o artísticos, etc. Casi todo deber ser puramente funcional. En este contexto, el poliamor está más o menos aceptado (aunque parece que solo en contexto de juventud, luego tienes que sentar la cabeza), pudiendo mantener relaciones con varias personas, incluso practicar tríos. Tampoco hay problemas con la bisexualidad, aunque también se visibiliza que las relaciones entre personas del mismo sexo son cuestiones puramente sexuales y durante la juventud, antes de casarte.

        No hay problemas de razas, tanto en Titán (sobretodo) como en la Tierra, todas las etnias conviven en total armonía: los propios Makenzie son negros, aunque Clarke se refiere a ello de forma muy velada.

        Duncan mantuvo en la juventud una relación muy estrecha con un joven prodigio titaniano, su mejor amigo Karl Helmer, llegando a ser amantes. Esta relación se complica cuando entra en la ecuación Calindy, una joven y bella terráquea que pasa una temporada en Titán antes de volver a la Tierra. Ambos beben los vientos por ella y los tres mantendrán una tórrida relación, pero Duncan siempre fue la pata coja de ese trio, algo que lo marca de por vida. Tras la marcha de Calindy, Duncan logró superar esa astilla en el corazón (eso dice, pero luego la contraseña de su base de datos es KALINDY; a veces es algo contradictorio), pero Karl no. Algo que Duncan nunca llegó a saber (se averigua al final del libro) ocurrió en la despedida entre Calindy y Karl que le provocó a este una crisis nerviosa, y nunca volvió a ser el mismo. Desde entonces la relación entre los dos chicos titanianos se ve emponzoñada por el dolor, la envidia, la rivalidad, y el recuerdo de esa mujer. 

        Muchos años después de aquello, con Duncan casado y siendo el padre adoptivo de los hijos de su mujer, le piden pronunciar el discurso en el quinto centenario, y todo lo que hemos dicho anteriormente. Pero en este viaje, donde él planeaba aprovechar para volver a ver a Calindy, se enfrentará al misterio de lo que ocurrió hace tantos años, y los tres se verán de nuevo envueltos en temas que podrían complicar las relaciones políticas entre Titán y la Tierra, y también podrían abrir un nuevo horizonte de descubrimientos para la ciencia humana.

        Una parte de la novela es gran parte de la extrañeza de Duncan ante muchas de las cosas que en la Tierra vemos como normales: la primera vez que ve un caballo se da cuenta que es su primer encuentro con un alienígena gigante (para él, que es de Titán, donde solo hay formas de vida humanas).  

        Bueno, pese a que yo cuento esto así como animado, realmente en general el argumento carece en gran parte de interés, es absolutamente tranquilo y calmado. Como hemos dicho, es más una excusa para que Clarke exponga sus teorías: por ejemplo, desarrolla la teoría de un motor que funcione gracias a una especie de singularidad cuántica o agujero de gusano en miniatura. Gracias a esa enorme fuente de energía, una nave podría viajar mucho más rápido que cualquier otro motor. Pues ok. Hablando en plata: como argumento es un peñazo soporífero, intrascendente. 

        Clarke se adelanta mucho a los tiempos en diversos aspectos: en una novela de 1976 él ya preludia el alzamiento de Internet. Los 70 eran un momento en que ya existía cierto concepto de crear una red mundial de información, pero aún era un proyecto muy larvario, principalmente a través del ARPANET, una red de computadoras creada por encargo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, proyecto que nació en 1972. Clarke se adelanta y concibe una red bastante similar a nuestro Internet actual. 

        Además también se anticipa a la creación del móvil, un Smartphone: un dispositivo de comunicación que aparte de poder llamar a otras personas, haga las veces de agenda, base de datos, sistema para tomar notas o registrar grabaciones, e incluso para conectarte a la red o “Internet” que el concibe en la novela, y poder extraer información de ella. Un ordenador de bolsillo. A estos aparatos los llama minisecs.

        También preludia el vegetarianismo y el veganismo como forma de vida: matar se ha hecho innecesario. Se puede extraer esa cantidad de nutrientes y proteínas, incluso el sabor, de plantas de alimentación, usando técnicas científicas. Aun no existe en todo el mundo, pero casi. Este mismo tema ya fue tratado anteriormente en su relato de 1964: El alimento de los dioses.

        Por último, buena parte del argumento final gira alrededor de la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, y de que vida puede ser esta: ¿acaso seres mucho más allá de nuestra comprensión? Planteamientos similares a los de Esfera (aunque esta novela los lleva a cabo con muchísima mas extensión). Clarke plantea la posibilidad del contacto con ellos a través de la radioastronomía, o sea instalaciones gigantes de radiotelescopios que usan antenas parabólicas (radio antenas), con las que rastrillar el espacio a la caza de transmisiones alienígenas. Escuchar el espacio. Creo que esto es lo que inspiró a su amigo Carl Sagan para escribir su famosa Contact de 1985, que desarrolla este aspecto (el contacto con una civilización alienígena a través de la radioastronomía) en mucha más profundidad.



Grupo de radio antenas que forman parte del observatorio radioastrónomico Very Large Array, a 80 km al oeste de Socorro, Nuevo México (EE.UU).


¿Podría haber animales entre las estrellas, para quienes los hombres serían tan insignificantes como los parásitos de la ballena? (...) ¿Serán dioses? ¿O serán devoradores de dioses?


        Pero no todo es orégano, y hay muchos aspectos criticables, cosa comprensible por otro lado en ciertas cosas, estamos hablando de un señor que nació en 1917, la sociedad era distinta. Por ejemplo, el poliamor de la novela parece solo aceptable (aunque Clarke no se mojó mucho) como una cuestión sexual, puro deseo, y de juventud. Luego, a casarse, y en relaciones heterosexuales. Pero bueno, podemos aceptarlo; que en una novela de 1976 ya se hable de esto es un avance.

        Pero hay más, aunque para ello hay que presentar un poquito a este autor. Arthur C. Clarke (nacido en Inglaterra en 1917) era, aparte de escritor y divulgador científico, un astrofísico bastante renombrado con varias contribuciones a la ciencia, miembro de la comunidad científica, y dio clases en varias Universidades. Murió en 2008 en Colombo, Sri Lanka, a los 90 años. Clarke era un convencido “tecnócrata utópico”, creía que a través de los avances científicos la humanidad alcanzaría tal grado de superioridad donde desaparecerían la ira entre los pueblos, las rivalidades, los problemas ecológicos, etc. La ciencia es el único camino para el futuro. Y él creía firmemente en que la utopía podía alcanzarse, es algo que reflejan todas sus obras, todas tiene ese mensaje de esperanza.

        Por otro lado, teniendo en cuenta que este tipo de libros son verdaderos manifiestos de intenciones y teorías para sus autores, no pueden leerse con la despreocupación de otras obras, como La Primera Ley, que no reflejan absolutamente nada del ideario social del autor. En este caso, cuanto dice refleja los pensamientos de Clarke. En la mayoría de sus obras, Clarke refleja su idea de esa utopía tecnológica.



Arthur C. Clarke.

        Lo de la ciencia como camino para el futuro parece muy bonito, pero en la práctica no lo es tanto (al menos en este libro, tiene otros libros donde no mete tanto la gamba, e incluso envía mensajes bastante encomiables). En primer lugar, pese a su intención de vegetarianismo y veganismo, sin embargo ha relegado a todos los seres vivos no humanos al papel de casi meras atracciones turísticas a expensas de los humanos. Solo quedan unos pocos, todos bajo control humano (depredadores aún menos), y únicamente para diversión de la raza humana. Me parece de un paternalismo por parte de una especie que apenas hemos hecho sino destruir bastante considerable.

        También es posible hablar sobre que pese a haberse alcanzado una supuesta armonía total terráquea, que funciona como una sola nación más o menos, absolutamente todo se visibiliza no solo desde la perspectiva occidental, si no concretamente desde la anglosajona. Estados Unidos gobierna los destinos de toda la Tierra, y con ella, de todas las naciones o colonias establecidas en otros planetas o satélites. El acontecimiento del siglo no es la celebración de la unión de todos los pueblos o algo así, es el de la Independencia de Estados Unidos. Bien, ese patriotismo ahí (pese a que Clarke fuera inglés, no estadounidense).

        El libro está cubierto de los mensajes apoyando esta tecnocracia científica, y de connotaciones más de una vez bastante utilitaristas. Por ejemplo: cuando mencionan a la hija con discapacidad intelectual de Malcolm, Anitra, Clarke para describirla menciona que pese a ser muy guapita “no había nadie dentro” (cita textual). Me he molestado en leer la versión original en inglés de esa parte para asegurar que no fuera un error de traducción, y no lo es: “…and that there was really no one at home in the lovely shell their bodies had fashioned” (que viene a ser algo así como “…y realmente no había nadie en casa en el hermoso caparazón que sus cuerpos habían formado”). Hay que ser un tecnócrata bastante centrado únicamente en resultados a gran escala, y tener una mente muy utilitaria, para describir a una niña pequeña (muere con cinco años) como “vacía” a causa de tener una discapacidad intelectual. Citar a esa niña como un mero caparazón. Como si fuera una nuez de esas que abres y dentro solo hay un resto negruzco y nada de fruto. Fatal.

        Siguiendo con este aspecto, a mitad de la novela Duncan visita la instalación donde se llevan a cabo las clonaciones, y para ello no usan sistemas de úteros artificiales, cubetas, y cosas así de ciencia ficción. Clarke concibe algo mucho más sencillo: se implanta el embrión viable del clon, en una “madre de alquiler” que será quien lo gestará, pese a que no tendrá absolutamente nada de su ADN, que será enteramente de Duncan (o sea, de Malcolm). Del donante, vamos. Estas madres son mujeres con discapacidad mental (Duncan llega a pensar que de haber vivido Anitra, podrían haberla traído aquí), a las que Clarke llama abiertamente “subnormales”. Dejando aparte que el libro es de hace como 45 años, y que entonces creo que aún no se había tratado en profundidad que el término “subnormal” podía ser bastante insultante para estas personas, la forma de visibilizar a esas mujeres con discapacidad me parece más que nefasta. Clarke plantea que las mujeres con dicha discapacidad “deberían estar agradecidas” porque se les conceda la posibilidad de ser madres, aunque sea de un hijo que no lleva su ADN, siendo ellas solo el útero gestante, y de que solo vayan a poder actuar como madres un corto periodo de tiempo, ya que enseguida les será retirado él bebe para ser entregado al encargante. Llega incluso a afirmar que este “breve gozo” es lo más parecido que unas mujeres de esta condición podrán experimentar a la maternidad, todo esto evidentemente tratado desde un tono paternalista, como si esto fuera un favor que se les hace (y no que realmente las estas utilizando como un mecanismo de un proceso industrial y comercial, como si fueran incubadoras vivientes, es cosificación pura). Me parece discriminatorio a unos niveles bastante impresionantes. Que la discapacidad intelectual rebaje a unas mujeres a meras “cosas gestantes” que además deben agradecerlo… en fin. Creo que ha quedado claro el mensaje, y mi postura sobre él.

        Añado a todo esto que soy bastante (incluso MUY) fan de algunas de las obras de Clarke, destacando Cánticos de la lejana Tierra (1986) y El fin de la infancia (1953), novelas que todo amante de la ciencia ficción creo que debería leer. Y bastantes de sus relatos también. Pero a veces, no todo lo que hacen ciertos autores es oro, y menos autores como Clarke que acabaron sacando libros y relatos en plan metralleta; creo que cuando se cogen ese tipo de ritmos es natural que salgan novelas de considerable mediocridad, con argumentos poco firmes e interesantes, y bastantes fallos. Este es un rasgo que en mi opinión, comparte con Stephen King, por poner un ejemplo.

        En definitiva, es un libro fácil de leer y con un ritmo ágil, porque su autor tiene bastante pericia al escribir. Se hace relativamente ameno, y además es cortito. Y algunas cosas planteadas, lo del Internet, lo del veganismo, etc. son interesantes. Pero por lo demás, la trama prácticamente no atrae nada, los personajes son bastante planos, y en general la obra es una excusa para que su autor nos hable de sus teorías y sus pensamientos, y su idea de una sociedad futura donde la ciencia “ha arreglado todos los problemas de la humanidad”. Mas todas las criticas que he sacado antes (y me he dejado cosas). A mi parecer es un libro bastante mediocre. Mi recomendación: pues si te mola mucho la ciencia ficción dura y eres coleccionista, es una vieja gloria (porque su autor es quien es, no por otra cosa) y es fácil encontrarlo por dos euros en cualquier Re-Read o librería de viejo; puedes plantearte comprarlo. Pero en general no merece mucho la pena, y no motiva mucho a leer sci-fi, hay cosas infinitamente mejores en este genero. Sin embargo, se le otorgó el Premio Gaylactic Spectrum de 2001, unos premios otorgados a aquellas obras (incluyendo películas) que visibilizan la temática LGTBI en los géneros de horror, ciencia ficción o fantasía. Sigo creyendo que se se le otorgó el premio mas por el nombre de Clarke, que porque la obra sea tan brillante. Pero bueno. 

        Como aporte final: existe un relato obra del autor español Javier Redal llamado Naufragio en Titán, publicado en 1979, donde su autor homenajea a Clarke, al tiempo que recuerda un montón a El vuelo del Fénix (libro de 1964, mas dos películas, una de 1965 y su remake de 2004). El relato trata sobre los primeros tiempos de la colonización en Titán, cuando todavía se está construyendo toda la sociedad y el sistema industrial para extraer hidrogeno, etc. en ese satélite. Funciona como una especie de precuela de Regreso a Titán. Se sacó en diversas publicaciones especialistas sobre ciencia ficción, yo lo leí en el ejemplar Nº2 de la revista española Ulthar: revista de fantasía, ciencia ficción y terror, editada por Alberto López Aroca, que recomiendo a cualquier posible lector de este artículo. La calidad de la revista, sus relatos, sus ilustraciones, etc. son excelentes. Cualquiera de los números de su revista se pueden conseguir en el siguiente enlace: http://albertolopezaroca.blogspot.com.





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